Monday, March 30, 2009



Guillermo Almeyra

Primero fue la derecha que gobierna la ciudad de Buenos Aires que creyó inteligente anticipar las elecciones del 28 de octubre haciendo otras, municipales, el 28 de junio, para volver a ganar, pesar de ese modo en la constitución de un bloque de la derecha a escala nacional y ganar nuevamente muchos diputados en las elecciones parlamentarias de fin de año. El gobierno, ni lerdo ni perezoso, le dio vuelta a la tortilla y presentó un proyecto de ley, que fue aprobado por ambas cámaras en tiempo récord, anticipando las elecciones de octubre al 28 de junio con el argumento correcto de que hacer una larga y costosa campaña electoral en tiempos de la peor crisis mundial, en vez de tratar de enfrentarla, es irresponsable. Por supuesto, olvidando su primera posición, la derecha se opuso, como si en vez de anticipar cinco meses las elecciones se implantase una dictadura, y sacó a relucir su séptimo lock out patronal rural. Ante su fracaso en el Parlamento y ante el hecho de que las movilizaciones antigubernamentales en el campo tenían más éxito en CNN y en el diario de los terratenientes, La Nación, que en las rutas, ahora se ha lanzado frenéticamente, pero sin muchas esperanzas, a tratar de organizar un frente y a buscar un líder creíble.

En efecto, el partido de la truculenta Lilita Carrió (¡que compara a los Kirchner con los Ceausescu!) está perdiendo retazos, y sus senadores de Tierra del Fuego acompañaron al gobierno en la ley electoral; en cuanto a los radicales, ni siquieran pueden reincorporar al vicepresidente Cobos y su puñadito de seguidores y, por supuesto, encuentran grandes dificultades en su electorado rabiosamente antiperonista –al igual que los socialistas gorilas– para hacer una alianza con los peronistas de ultraderecha, corruptos y de mentalidad fascista, que quieren disputarle a Néstor Kirchner el control del aparato partidario.

Todo hace prever, por consiguiente, que el gobierno volverá a ganar estas elecciones de junio. Pero el problema real es si conseguirá mantener la mayoría absoluta en ambas cámaras, ya que 60 de sus parlamentarios cesan en sus mandatos. Si no lo consiguiese, debería gobernar a fuerza de decretos, en una crisis interinstitucional constante.

Todo dependerá de dos incógnitas, o sea, de qué pasará de aquí a finales de junio en los frentes de la economía y de la movilización social.

En el primero, el gobierno de Cristina Fernández, a diferencia de otros gobiernos latinoamericanos, está tratando de impedir (o de reducir al mínimo) los despidos y suspensiones, a pesar de que la industria automotriz está produciendo menos de 50 por ciento con respecto al año pasado y de que las exportaciones cayeron en casi 35 por ciento (aunque la balanza comercial sigue siendo positiva, pues las importaciones también cayeron). Es más, hace obras públicas, inyecta dinero en las provincias para que hagan otro tanto, subsidia las compras de autos, casas, electrodomésticos. El dólar sube en Argentina –en una devaluación gradual del peso– a pesar de su debilidad en escala mundial, porque ante la devaluación de la moneda brasileña el gobierno quiere mantener una paridad monetaria interna en el Mercosur. De todos modos, la carencia de inversiones en dólares y el estancamiento en la renovación del aparato industrial debido a la crisis afecta la oferta de trabajo, particularmente en la construcción, los insumos para la misma y la industria en general, sobre todo la de maquinaria agrícola, pues los grandes rentistas agrarios han dejado de gastar en esos rubros debido a la caída a la mitad del precio de la soya.

En el campo social hasta ahora el gobierno aparentemente tiene mayoría, pero no puede hacer cualquier cosa. El gobierno debería recordarlo. Kirchner, por ejemplo, se alió en las elecciones para gobernador de Catamarca con el ex gobernador Saadi, un conocido derechista, corrupto e implicado en asesinatos y con el dirigente sindical antikirchnerista de derecha Barrionuevo, el mismo que siendo diputado dijo a sus colegas Muchachos, dejemos de robar durante dos años para solucionar la crisis del país y que dirige una central obrera propatronal y antigubernamental. Por supuesto, ganó el candidato radical, un hombre honesto a quien Kirchner había apoyado en las elecciones anteriores. Otro ejemplo: el 24 de marzo, aniversario del golpe militar de 1976, hubo en realidad tres actos de repudio a la dictadura militar. El primero, de los kirchneristas independientes y críticos (Madres de Plaza de Mayo, Línea Fundadora, Abuelas, Hijos de desaparecidos, organizaciones pro derechos humanos, Proyecto Sur –del cineasta Pino Solanas–, grupos peronistas, piqueteros críticos, socialistas prokirchneristas y Partido Comunista e intelectuales) reunió más de 35 mil personas; el segundo, de grupos piqueteros y partidos de la ultraizquierda más organizaciones estudiantiles, hostil al gobierno pero adversario mortal de la derecha, reunió incluso más gente. El grupo de las Madres dirigido por Hebe Bonafini, que se reunió en un local cerrado (la ex Escuela de Mecánica de la Armada, centro infame de torturas durante la dictadura), demostró en cambio un kircherismo a toda prueba (defenderemos a capa y espada a Néstor y a Cristina que han hecho un país casi socialista, dijo H. Bonafini), pero no juntó más de 2 mil personas… Si el gobierno quiere ganar las elecciones debe escuchar, pues, la inquietud de los trabajadores, y responder a ella, y no puede, en cambio, presentar fórmulas fieles sacadas del viejo peronismo, porque la definición, cada vez más, no se hará por el pasado sino por el presente, y por las visiones de país que cada uno propone.

No comments: