Sunday, May 03, 2009

Informales y marginadas no entran en los planes de ayuda oficial

Enfrentan el cierre de zonas de tolerancia y los operativos policiacos


Trabajadoras sexuales de la ciudad de México informaron que debido a la contingencia sanitaria la clientela se redujo 75 por ciento. Advirtieron que pese al cierre de zonas de tolerancia en algunos estados y a las amenazas de operativos en el Distrito Federal, no abandonarán las calles porque es su único sustento.


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Obligados por el largo asueto impuesto en la capital del país, una pareja disfruta de una tarde de sol en un tranquilo parqueFoto José Antonio López
Mariana Norandi

Trabajadoras sexuales de la ciudad de México informaron que debido a la contingencia sanitaria la clientela se redujo 75 por ciento. Advirtieron que pese al cierre de zonas de tolerancia en algunos estados y a las amenazas de operativos en el Distrito Federal, no abandonarán las calles porque es su único sustento.

Krizna, transgénero que realiza su trabajo en la zona de Tlapan y activista de la Red Mexicana de Trabajo Sexual, aseguró que la influenza no se transmite por vía sexual y, por tanto, el gremio no debe ser perseguido; además, están trabajando con tapabocas, guantes y gel antibacterial. La influenza se transmite por la saliva y a las trabajadoras sexuales no les gusta besar en la boca. Tampoco se pasa por sexo oral aclaró.

Vender... los muebles

Por su parte, Irene, trabajadora sexual de la Merced, afirmó que su economía está siendo muy afectada y que aunque corra sangre no dejará la calle. Un día normal gano alrededor de 600 pesos y ahora, a pesar que uso tapabocas y he tomado las medidas que nos han recomendado, vuelvo a mi casa en ceros, además tengo que pagar 150 pesos para que me cuiden a mis hijos. Por esta situación ya me he visto obligada a empezar vender mis muebles.

Este fin de semana, las calles de la Merced están vacías, sin clientes, y aunque las trabajadoras sexuales traían en su cuello el tapabocas, eran pocos aquellos que decidían trasgredir la frontera del miedo a contraer la influenza.

Krizna dice que el miedo de los clientes no tiene base científica, ni tampoco las amenazas de los cuerpos de seguridad.

Es erróneo implementarnos un cerco sanitario porque no tenemos relaciones sexuales en multitud ni en masa. La relación sexual es entre dos personas, entonces no sólo es ilógico reprimirnos, sino que afecta nuestra economía porque muchas mujeres viven al día, tienen hijos y no tienen quien las mantenga.

Además, agregó, desde que surgió la pandemia del VIH-sida, sabemos cuidar nuestro cuerpo, y si hemos aprendido a no arriesgar nuestra vida frente a un mal tan peligroso como el sida, más lo sabremos hacer ante una gripe.

Tere es una joven que trabaja a las afueras del Metro Revolución, sostiene que así como el gobierno capitalino ayudará a los restauranteros, también tiene que ayudar a las trabajadoras sexuales ante esta crisis sanitaria.

Con el dinero que ganamos también consumimos. Nuestro dinero también forma parte de la actividad económica, pero por nuestra propia situación de informalidad y marginalidad, no nos toman en cuenta.

Oyuki es una joven trangénero que labora en la zona de Iztapalapa. Ella dice que muchas chicas ya no van a trabajar porque no llegan clientes. Aunque se protege con cubrebocas, dice desconfiar del origen y veracidad de esta epidemia.

El programa de salud comunitaria de Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer Elisa Martínez, ha lanzado una campaña de prevención, diagnóstico oportuno y atención de la influenza humana entre trabajadoress sexuales, sus parejas y clientes.

Jaime Montejo, miembro de esta organización, informó que hasta el momento no se reporta ningún caso de infección dentro de este sector de población; sin embargo, muchas personas han tenido que abandonar su lugar de trabajo por miedo a ser detenidas en los operativos policiales.

Agregó que se han cerrado las zonas de tolerancia en varios estados y ciudades, como San Luis Potosí, Aguascalientes, Ciudad Juárez y Tijuana. La epidemia no sólo ha afectado la economía de las personas que están en las calles, sino también la de quienes trabajan en bares, cantinas o lugares de masaje ante la clausura de este tipo de establecimientos públicos.


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