Las fuerzas políticas y sociales que en Colombia buscan una salida negociada a la perenne guerra interna retomaron la iniciativa tras lograr que las FARC les entregaran a los dos políticos que aún conservaban en su poder y a cuatro uniformados. Mientras tanto, al presidente Álvaro Uribe se le extinguió la intransigencia en torno al canje humanitario, de la que gozaba desde el rescate militar de Ingrid Betancourt, hace seis meses. Se cierra así un año intenso desde las primeras liberaciones de políticos, pero lo más importante es lo que está por venir.
¡Que lejos quedó el Álvaro Uribe que insuflado de soberbia pronosticaba el fin de las FARC, a la que aseguraba derrotada, infiltrada y desgranada tras el rescate de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt! Fue hace apenas siete meses, pero tras la reciente operación que culminó en la liberación unilateral de seis retenidos por las FARC, la soberbia sucumbió, para dar paso a un Uribe errático que con su verba inflamada sangraba por la herida por la irrupción de un nuevo actor en la política de su país: Colombianas y Colombianos por la Paz.
Este puede ser el primer saldo de las liberaciones unilaterales del ex gobernador del Meta, Alan Jara; el ex diputado del valle del Cauca Sigifredo López junto a tres militares y un policía, con las que las FARC ya no retienen en su poder a ningún civil “canjeable” por sus presos en cárceles colombianas.
Luego de la muerte natural del líder histórico de las FARC Manuel “Tirofijo” Marulanda, mucho se escribió sobre la posibilidad de que la guerrilla mas antigua de América Latina tomara una línea “dura” y suspendiera las liberaciones en pos de un acuerdo humanitario para el canje de presos de ambos bandos. Esta posibilidad pareció tomar cuerpo cuando en el mes de julio el ejército de Colombia logró en una combinación de soborno y engaño arrancar de manos de las FARC a la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, junto a tres estadounidenses ligados al Departamento de Estado de los EE.UU. y una decena de militares.
Sin embargo, la nueva conducción de las FARC con Alfonso Cano al frente demostró que persiste en la voluntad del gesto unilateral para forzar al gobierno de Álvaro Uribe al canje humanitario y, más allá, la apertura de un proceso de garantías políticas para alcanzar la paz en el país. Alan Jara, acaso el político más popular entre los que permanecían en poder de las FARC, lo dijo con todas las letras en la conferencia de prensa posterior a su liberación. "No veo otra salida que la negociada", aseguró el ex gobernador del Meta, y pidió con urgencia un acuerdo humanitario.
Jara no vaciló además en propinar algunos contundentes cachetazos conceptuales al presidente Uribe. Primero desmintió la supuesta situación terminal de las FARC que se pregona desde la casa de Nariño y apuntó directamente al presidente colombiano:
"lo digo con claridad, siento de todo corazón que Uribe no hizo nada por la libertad de nosotros". También, consideró que la decisión de las FARC de liberar de forma unilateral a seis rehenes en este operativo "puede indicar un camino político".
La ecuación es simple, y debería ser cada vez más visible, incluso detrás de los velos de los medios de comunicación adeptos al uribismo: la política de negociación cero de Uribe no sólo no termina con las FARC, sino que tampoco dio resultados considerables en materia de liberación de retenidos. De la “Operación Jaque”, publicitada como la demostración del fin de la guerrilla, se supo rápido que tuvo más de golpe de suerte y traición interna de un par de jefes guerrilleros que de delicada maquinaria de infiltración.
Tal vez por los remanentes de la soberbia de aquellos días dorados de “Jaque”, fue que las Fuerzas Armadas colombianas decidieron “controlar” con movimientos aéreos el recorrido de la comisión humanitaria en la primera jornada de liberaciones. Fue un miembro de Colombianas y Colombianos por la Paz, el periodista Jorge Enrique Botero, el encargado de denunciar la intromisión que podría haber hecho fracasar el operativo.
¿A quién hubiera beneficiado un eventual fracaso? Únicamente al gobierno de Uribe. Será por eso que la reacción contra Botero y Telesur, el canal que difundió su denuncia, llegó de boca de un “halcón” como el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos y por el mismo Uribe, quien dijo que Telesur era “Telefarc”, profundizando la falta grave que significó el uso de los símbolos del canal con base en Caracas en la “Operación Jaque” y que no tuvo ni protestas severas por parte del canal ni retractación desde la casa de Nariño.
El periodista no se amilanó y remarcó que presentaría pruebas de los sobrevuelos militares en un documental de próxima aparición. Santos, por su parte, terminó reconociendo los vuelos que el mismo había negado. Intento tardío para frenar un escándalo que dejó con un pie afuera del gobierno de una de las espadas de Uribe: el comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo.
Dicen que de un jaque se puede salir de dos maneras: pasando a la ofensiva o escapando. Dicen los ajedrecistas que el rey no puede escapar mucho tiempo. “Si liberar a guerrilleros de las cárceles es un aporte al intercambio humanitario, el Gobierno está dispuesto a hacerlo, bajo la idea de que sean gestores de paz y no a reasumir acciones armadas”, dijo Uribe el jueves en Medellín. Matizó de esta forma su negativa cerrada anterior a cualquier intercambio.
Dicen en el ajedrez que ganar tiempo escapando tampoco evita el jaque mate.
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