Fracasó la ronda de Doha: Lamy
■ La polarización entre Estados Unidos e India colapsó las negociaciones comerciales
■ Descartó Peter Mandelson que en el corto plazo se logre acuerdo sobre agricultura e industria
■ Lamentó México el fiasco en momentos en que “altas tasas de inflación amenazan al mundo”
Ginebra, 29 de julio. La polarización entre Estados Unidos e India colapsó las negociaciones para rescatar la ronda de Doha de la Organización Mundial de Comercio (OMC) sobre un nuevo pacto de comercio global, por un desacuerdo en materia de agricultura, después de nueve días de intensos debates. “No me andaré por las ramas. Esta reunión ha fracasado”, dijo el director general de la OMC, Pascal Lamy. Sin embargo, aseguró que no “arrojaría la toalla” y agregó que espera realizar un nuevo intento por revivir la ronda, aunque sin precisar si ésta tiene alguna perspectiva.
El comisario de Comercio de la Unión Europea, Peter Mandelson, descartó que se logre en el corto plazo un acuerdo en los temas clave de la agricultura y la industria para el ansiado pacto de comercio mundial, y señaló que el fin de las negociaciones fue un “fracaso colectivo”, pero afecta más a los países en desarrollo. “Es un fracaso muy doloroso y un verdadero revés para la economía global en un momento en que realmente necesitábamos buenas noticias”, dijo. En tanto que asociaciones empresariales estadunidenses acusaron a China e India del fracaso.
Las negociaciones colapsaron el martes, después de que Estados Unidos e India no lograron alcanzar un compromiso en torno a una propuesta para ayudar a los agricultores más pobres a enfrentar el flujo de las importaciones.
El gobierno de México lamentó la ruptura de las negociaciones de la ronda Doha para el desarrollo, llevadas a cabo los últimos 10 días en la Organización Mundial de Comercio (OMC), en momentos en que se estaba “cerca” de obtener un resultado positivo.
“En un momento en que las altas tasas de inflación han vuelto a amenazar al mundo y que los incrementos de los precios de los alimentos muestran niveles históricos, lo que el mundo requería y esperaba era un desenlace positivo”, señaló la secretaría de Economía en un comunicado.
Los ministros de otros países expresaron incredulidad de que las conversaciones sobre la liberalización del comercio se hayan desplomado en su noveno día por una medida técnica para restringir las importaciones.
“Estábamos tan cerca de lograrlo”, lamentó la representante comercial estadunidense, Susan Schwab y afirmó que Estados Unidos mantendrá sus propuestas sobre la mesa de negociaciones del comercio global pese al colapso y espera que otros países sean más ambiciosos en sus esfuerzos por revivir la Ronda de Doha.
Por su parte, el ministro brasileño de Relaciones Exteriores, Celso Amorim, señaló que retomar el diálogo tardaría entre 3 y 4 años y aseguró que Brasil no descarta volver a poner el foco en la búsqueda de acuerdos entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur. “La OMC era nuestra absoluta prioridad en comparación con otras negociaciones, hay asuntos que sólo se pueden resolver en el marco de la OMC”, dijo Amorim.
“Es desafortunado en una ronda de desarrollo, no pudimos correr los últimos metros debido a un tema relacionado con la seguridad de la calidad de vida”, dijo el ministro de Comercio de India, Kamal Nath.
Estados Unidos y la Unión Europea también se enfrentaron con las grandes naciones emergentes como India y China por el tratamiento flexible para los países en desarrollo en cuanto al recorte de los aranceles industriales.
Washington se opuso a una propuesta de India, China e Indonesia para asegurar medidas tendientes a proteger a sus agricultores en caso de que un acuerdo dentro de la Ronda de Doha inunde sus mercados repentinamente con importaciones baratas. El desacuerdo descarriló otros avances sustanciales que se habían logrado en agricultura, manufactura y servicios.
Las negociaciones para un acuerdo comercial global que reduzca las barreras a las exportaciones empezaron en 2001, poco después de los atentados del 11 de septiembre contra Estados Unidos, con la finalidad de alentar a la economía global y ayudar a los países pobres. Estas discusiones han pasado de una crisis a otra.
El colapso de las negociaciones afectará la confianza empresarial, incluso si no tiene un impacto inmediato en el comercio, y podría fortalecer el ambiente proteccionista, estimular más pactos comerciales bilaterales y cuestionar cómo el mundo enfrentará asuntos complejos como el cambio climático y la crisis alimentaria.
El cambio de presidente el próximo año en Estados Unidos y de administración en la Comisión de la Unión Europea podría mantener a un lado las negociaciones, e incluso generar un cambio en las prioridades.
Pascal Lamy señaló que un acuerdo la economía mundial habría ahorrado 130 mil millones de dólares al año solamente en menores aranceles. También llamó a los ministros de cerca de 35 países claves dentro de la OMC a buscar un nuevo avance dentro de la Ronda de Doha, luego que habían establecido entre 80 y 85 por ciento de los parámetros de un acuerdo en los sectores de bienes agrícolas e industriales. Sin embargo, las diferencias entre países ricos y pobres, y los exportadores e importadores, impidió un acercamiento.
El obstáculo final tuvo relación con el “mecanismo especial de salvaguarda”, una propuesta para permitir que los países en desarrollo suban sus aranceles agrícolas ante un alza en las importaciones o un colapso en los precios.
Naciones en desarrollo, como India e Indonesia, señalaron que necesitaban la medida para proteger la subsistencia de millones de agricultores ante los efectos de la apertura de sus fronteras.
Sin embargo, Estados Unidos temió que su sector agrícola perdiera acceso a nuevos mercados, justo en momentos en que realizaba dolorosos recortes a sus subsidios agrícolas.
Países emergentes exportadores de alimentos, como Costa Rica y Uruguay, argumentaron que las medidas, tal como estaban señaladas, los excluirían de mercados clave e incluso reducirían su actual comercio.
El fracaso de la ronda de Doha
Los intentos por rescatar la llamada ronda de Doha, una serie de negociaciones promovida por la Organización Mundial de Comercio (OMC) desde 2001 con la finalidad de alentar un proyecto global en el rubro, sufrieron un contundente revés ayer, durante la reunión celebrada en Ginebra, Suiza, ante la imposibilidad de que los países participantes zanjaran sus diferencias con relación a las subvenciones gubernamentales otorgadas al agro. El colapso de las negociaciones, en esta ocasión, obedeció principalmente a una controversia entre India, China y Estados Unidos, en torno a un mecanismo de salvaguarda –defendido por las dos primeras naciones y al que se opuso la tercera– que permitiría a Nueva Delhi y Pekín elevar los aranceles de forma inmediata en caso de que hubiera una entrada masiva de productos agrícolas foráneos. La molestia de Washington fue inocultable, al grado de que acusó a ambas naciones asiáticas de “poner en peligro siete años de negociaciones”.
La falta de un consenso general en el contexto de la ronda de Doha es indicativo del fracaso general del proceso de liberalización comercial agrícola promovido por la OMC. Diversos gobiernos y organismos internacionales han señalado que el programa de Doha constituye una severa amenaza al bienestar de los países menos desarrollados, porque propicia que los productores agrícolas de esas naciones tengan que competir en condiciones de profunda inequidad con los de los países ricos.
Baste con señalar, como botón de muestra, lo ocurrido entre México y Estados Unidos. En el discurso, la nación vecina reclama el fin de las barreras “proteccionistas” al comercio global, pero en los hechos el gobierno estadunidense destina grandes sumas de recursos económicos –como los contemplados en la recientemente aprobada Ley de Agricultura, Nutrición y Bioenergía de 2008– para apoyar a sus productores, y ahondar así las desigualdades entre éstos y los campesinos del otro lado de la frontera. De ese modo, las compañías agroexportadoras estadunidenses están muy cerca de adueñarse del mercado mexicano, lo que provoca, entre otras cosas, que nuestro país se vuelva cada vez más dependiente de las importaciones agrícolas provenientes de la nación vecina. Por añadidura, para acatar las medidas de “ajuste estructural” dictadas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, los gobiernos de países en desarrollo, como el nuestro, han desmantelado el apoyo estatal a la pequeña agricultura y acabado con los incentivos a la producción y el consumo internos, situación que hoy los condena, y México no es la excepción, a una sostenida pérdida de autosuficiencia alimentaria, a un sometimiento a los vaivenes de los precios internacionales y, en conjunto, a una situación de gran vulnerabilidad ante los escenarios críticos, como el que hoy enfrenta la economía mundial.
Ante estos elementos, resultan procedentes y sensatos los reclamos de un manejo de la agricultura mundial que ante todo esté orientado a garantizar la soberanía alimentaria de las naciones, en un espíritu de cumplimiento del derecho básico y fundamental a la alimentación. En esa lógica, más que eliminar las restricciones al mercado global, resultaría conveniente la recuperación de los mecanismos internos de producción y de protección comercial, así como un viraje mundial de las políticas en materia agrícola, que éstas se alejen del fundamentalismo del libre mercado y se acerquen a las necesidades de la gente.
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