Por Tomado de internet / Proceso
Dia de publicación: 2008-07-07
Jenaro Villamil
La noche del 28 de junio, una boda bien pudo refundar una república o simplemente demostrar lo lejos que estamos de ella. El enlace matrimonial de Sylvana Beltrones Sánchez, hija del poderoso jefe de los senadores priistas Manlio Fabio Beltrones, y de Pablo Escudero Morales, oficial mayor de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, le agregó una página más a la leyenda de hombre de poder, de operador político de altos vuelos que caracteriza la trayectoria del exgobernador de Sonora y actual presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado.
Sólo la incesante labor de uno de los invitados estelares, Carlos Salinas de Gortari, estuvo a punto de opacar no sólo a los novios sino al propio suegro, quien orgulloso presumió la reconciliación pública, después de 14 años de distanciamiento, entre Emilio Gamboa Patrón y el expresidente. Éste acusó de "traidor" a Gamboa, quien ya era su exsecretario de Comunicaciones y Transportes cuando Luis Echeverría lo propuso en Los Pinos como candidato sustituto tras el asesinato de Luis Donaldo Colosio, en marzo de 1994.
Cuentan varios de los asistentes a la fiesta que Salinas quiso recuperar la década perdida fuera de los reflectores, acudiendo de mesa en mesa a saludar a cada uno de los presentes como si fuera el anfitrión o el padrino de la boda. Ávido de reconocimiento, el exmandatario se dejó fotografiar con Enrique Peña Nieto, el gobernador del rating, más pendiente de si esa noche aparecía en el infomercial acostumbrado de Canal 2 a cuenta de TV Promo; saludó a Beatriz Paredes que llegó, como paloma de la paz, con un blanquísimo vestido de una pieza, y brindó con Diego Fernández de Cevallos, el ex Jefe que tantos y tan buenos servicios le brindó en su sexenio.
Pasada la medianoche, cuentan algunos asistentes, Salinas de Gortari se reunió en un privado durante no más de media hora con el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño. Ellos dos solos, refundando tal vez la república energética.
Mouriño llegó con su joven esposa campechana María de los Ángeles Escalante al festejo, que al principio parecía ser un acto de las fuerzas vivas priistas, pero se transformó en el Olimpo de la Grilla, ese sitio privilegiado al que sólo tienen acceso quienes conocen los entretelones y están enterados de los códigos y hasta de los mínimos gestos de reconciliación o desapego político.
No era sólo la "república de Beltrones", como la bautizó el periodista Joaquín López Dóriga, invitado y testigo privilegiado, junto con su esposa Adriana Pérez Román y sus dos hijas, del encuentro entre los hijos desperdigados de ese Olimpo.
La boda fue para otros observadores la gran sesión de autoindulgencia que se recetaron a sí mismos los que no quieren ser como Los Soprano pero mucho se les parecen.
Basta observar las fotos de los asistentes. El líder de los petroleros, Carlos Romero Deschamps, tan poco cercano a los afectos de Beltrones, llegó con su esposa Blanca Durán, a quien cubría un abrigo gris, elegante y nada proletario. "Ya sabemos dónde quedaron los excedentes petroleros", comentó un maledicente al ver entrar a la pareja. El excandidato presidencial priista Roberto Madrazo, rival de Beatriz Paredes, llegó sin ostentación, sin bigote y acompañado por su hija Daniela. No tenía prisa por ganar
ningún maratón. También se dejó ver ahí el excandidato presidencial y ahora senador priista Francisco Labastida, quien ha presidido los debates sobre la reforma energética y promovió el acercamiento con el gobierno de Calderón.
Los gobernadores priistas invitados desfilaron sin pena ni gloria: el de Veracruz, Fidel Herrera, que confundió el smoking con la gabardina; la de Yucatán, Ivonne Ortega Pacheco; el de Chihuahua, José Reyes Baeza; el de Hidalgo, Miguel Ángel Osorio Chong, y el multifotografiado mexiquense Enrique Peña Nieto.
Fueron pocos, pero selectos, los miembros del entorno calderonista que acudieron a la boda. Además del titular de Gobernación, el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, famoso comedor de Dunkin donuts, el procurador Eduardo Medina Mora, el exprocurador Daniel Cabeza de Vaca y el subprocurador José Luis Santiago Vasconcelos.
Llamó la atención la buena química y los saludos afectuosos en torno de Santiago Creel, presidente del Senado y excoordinador de la bancada del PAN, quien llegó acompañado de la joven Paulina Velasco Salcido.
La pluralidad en el Olimpo de la Grilla es un signo de elegancia e inclusión. El coordinador de los senadores del PRD, Carlos Navarrete; el senador Graco Ramírez, viejo conocido de Beltrones, al igual que Dante Delgado, coordinador de Convergencia, estuvieron presentes en el festín de Las Vizcaínas. Navarrete evitó al máximo la foto con Salinas de Gortari o con alguno de los miembros de su familia que acudieron: Raúl Salinas, Adriana Salinas, Juan José Salinas Pasalagua y hasta Paulina Castañón (abrigadísima, como si fuera de nuevo a los Alpes suizos).
Los empresarios cercanos a la órbita salinista ahí estuvieron: Carlos Hank Rohn, el hijo del profesor, y Roberto González Barrera. Ninguno de los magnates de Televisa o TV Azteca acudieron a perdonarle a Beltrones el agravio por la reforma electoral de 2007, pero sí estuvo presente Esteban Moctezuma, de Fundación Azteca. Por supuesto, no podían faltar a la convocatoria: Olegario Vázquez Raña, dueño del actual Excélsior y del Grupo Empresarial Los Ángeles; Juan Francisco Ealy Ortiz, de El Universal, y Mario Vázquez Raña, de la Organización Editorial Mexicana.
Tuesday, July 08, 2008
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