La Verdad sobre la Iniciativa Mérida
Manú Dornbierer
Satiricosas
La Iniciativa Mérida no es sino el más reciente capítulo mexicano de la Guerra de las Drogas, iniciada en 1989 por el entonces secretario de la Defensa (de la Guerra, digo yo) de Estados Unidos, Dick Cheney, posteriormente vicepresidente de ese país, y su amigo y jefe Bush, padre.
La Guerra de las Drogas se da porque termina el mismo año de 1989 la Guerra Fría contra la URSS y la oficina de Cheney se queda sin chamba y sin dinero. El imperio siempre reemplaza un negocio por otro y su mejor negocio ha sido siempre una guerra. Para la imaginería popular de los bondadosos gringos tipo medio Oeste, electores de la dinastía Bush, la Guerra de las Drogas se maneja como un castigo contra todos los productores de psicotrópicos del subcontinente que se quieren enriquecer enviciando a la sana juventud estadunidense a la que en décadas anteriores el propio gobierno de Estados Unidos envió drogas a Vietnam para que aguantaran y se pusieran “punk” como dicen hoy los chavos. Las guerras son además abiertas posibilidades de intervenir cuando no invadir para apropiarse de los países, y esa fue planeada contra países productores orientales para taparle el ojo al macho y la única pagana fue Latinoamérica. Pero el peor y más perverso objetivo de la guerra de Cheney fue el de aumentar el consumo local en los países productores en los que antes no era problema. Por desgracia la guerra logró esa meta. Se globalizó así el negocio.
El famoso investigador y lingüista Noam Chomsky, del Instituto Tecnológico de Massachusetts opinó entonces: “La Guerra de las Drogas sustituye en Estados Unidos a la Guerra Fría como instrumento de control social y la cruzada contra el general panameño Manuel Antonio Noriega es un ejemplo perfecto de ello. Durante la Presidencia de Ronald Reagan el Gobierno estadunidense manejó la amenaza soviética para justificar un gigantesco rearme y eventuales intervenciones en el Tercer Mundo”. La Guerra provocó el rechazo de otras personalidades estadunidenses de diferente perfil político. Por ejemplo, el Premio Nobel Milton Friedman, publicó en el Wall Street Journal una carta abierta al presidente Bush I, en la que se manifestó contra la nueva política y sostuvo que lo único que podía detener el narcotráfico era la legalización de las drogas: “La ilegalidad, decía, crea utilidades obscenas que financian las tácticas asesinas de los barones de la droga, lleva corrupción a los funcionarios que aplican la Ley y monopoliza los esfuerzos de las fuerzas honestas de la Ley de tal manera que se quedan sin recursos para luchar contra delitos simples”. Muchas otras opiniones mundiales se opusieron a la política de Bush, pero como se sabe, los hombres de ese apellido son tenaces en la defensa de sus intereses...
El capítulo México
“Nuestra guerra mexicana” que hasta la fecha ha producido casi 20 mil ejecuciones, la ruina económica y psicológica de varias ciudades, la cancelación del turismo, la ruinosa disminución de la inversión nacional e internacional, el descrédito absoluto del país en todo el mundo, un terror feroz y por ende un empobrecimiento atroz, que el Inegi debería cuantificar cuanto antes como argumento para detenerla, le fue ordenada a Calderón sin duda desde su vergonzosa campaña, pero sólo se hizo evidente para el público mexicano, hace tres años, en marzo de 2007, apenas tres meses después de su toma de posesión “por la puerta de atrás”.
George Bush invadió literalmente la ciudad de Mérida (hasta con tamaño acorazado en aguas mexicanas), para entrevistarse con Felipe Calderón y crear el Frankenstein al que bautizaron “Iniciativa Mérida”, porque llamarlo Plan México hubiera sido recordar demasiado al Plan Colombia y en este país, a diferencia del sudamericano, no debían entrar nunca más tropas estadunidenses.
En ese marzo de hace tres años, como hoy se indigna el presidente Obama por la muerte en Ciudad Juárez de tres personas relacionadas con el Servicio Exterior de USA, dentro de una asociación de defensa de los derechos humanos llamada Indignación, AC, cientos de jóvenes protestaron indignados en Mérida, Yucatán, por la insultante presencia imperial de George W. Bush en su ciudad. 48 de ellos fueron arrestados y algunos enviados a un Cereso posteriormente. Por su parte, muchos analistas y activistas sociales advirtieron que la IM se ubicaba en el contexto de criminalización de la lucha social y que reforzaría la guerra contra la verdadera insurgencia que se da en México desde 2006.
Pero Calderón no escuchó a la mitad de la población que en ese momento (y muchos seguimos) lo repudiaba. Calderón lo único que tenía que hacer era obedecer las órdenes de Bush y obtener dinero. Mil millones de dólares se previeron al principio.
Y se declaraban cosas como ésta: La “Iniciativa Mérida” atacará a los cárteles mexicanos y a pesar de que el gobierno pida ayuda y equipos, no se permitirá injerencia en su territorio y en la “conducción operacional” que estará en manos mexicanas.
Pero si en México no se permitía la discusión de una guerra tan nefasta para el país como lo estamos viendo, en Washington un poco antes, al término de la Cumbre de Líderes de América del Norte (la reunión trilateral de presidentes de los 3 países del TLC en Ottawa, Canadá, el 23 de febrero de 2007) la comidilla era la posible colaboración de Bush y del flamante “presidente” Calderón, para un capítulo más de la Guerra de las Drogas, en territorio mexicano. George W. declaró a Lourdes Heredia, corresponsal de BBC-Mundo en Washington: Discutimos una estrategia común para enfrentar un problema común que es el narcotráfico y violencia en nuestra frontera. No se trata de un Plan Colombia, ya que no habrá envío de soldados estadunidenses a suelo mexicano. Por su parte, Calderón explicó que no aceptarían soldados estadunidenses en su suelo, pero admitió que no se podía resolver el problema de la narcoviolencia de manera aislada (…) Haré, dijo, todo lo posible para que “la policía mexicana pueda defenderse del crimen organizado. No quiero que ningún policía mexicano esté en desventaja logística frente a esos criminales. Es un deber para mí no mandar a los policías con una mano amarrada a la espalda”. Y Andrew Selee, director del Instituto del Centro Woodrow Wilson en México, dijo: “Evidentemente (la Iniciativa) no va a tener el componente militar como tiene el Plan Colombia por diferencias de la relación bilateral, pero sí tendrá el intercambio de inteligencia, equipos de radares, entrenamiento, entre otras cosas.
Sin embargo, cuando Bush fue posteriormente a pedirle al Congreso de EU los primeros fondos para la guerra en México tuvo que surgir la verdad: “Entre las instituciones norteamericanas que estarán involucradas se encuentran el Departamento de Estado y el Departamento de Justicia, el Consejo Nacional de Seguridad, El Pentágono, la Agencia Central de Inteligencia (CIA), el FBI y la agencia antidrogas, DEA. Y por parte de México: el Congreso de la Unión, la Secretaría de la Defensa, la Armada de México, la Secretaría de Seguridad Pública, la Procuraduría General de la República y el Centro de Investigación y Seguridad Social”. Como se ve, la Iniciativa Mérida no es sólo mexicana.
En esos preliminares del horror que sería para México la guerra antinarcos, no se habló nunca abiertamente de involucrar a ningún ejército aunque Calderón se había arropado en el nuestro desde el principio por su ilegitimidad, no registrada en los anales formales del país septentrional ¿quizás porque ayudaron a su candiatura? El pasado 11 de marzo en su denuncia de 18 páginas sobre México, la Secretaria de Estado, Hillary Clinton. En el reporte anual sobre derechos humanos que le requiere el Congreso de su país para valorar los programas de “ayuda” a más de 140 países del planeta, empezó por decir que Calderón es producto de elecciones “limpias y justas” -¡hágame usté el favor!- para luego ponérselo como camote en materia de derechos humanos por los cientos de crímenes inocultables que cometen contra la población los militares y policías mexicanos. Y es que por una parte Hillary no puede dejar de defender en otros países los derechos humanos aunque USA sea uno de los grandes violadores de los mismos, y por otra, está encantada porque en sus tres años de existencia la Iniciativa Mérida ha logrado para solaz del gobierno gringo que las relaciones entre los dos gobiernos, que antes de centraban sobre todo en los importantes temas migratorios de los que a ellos no les gusta hablar, hoy se dediquen exclusivamente a sus temas distractores y aterradores preferidos, narcotráfico, violencia, dinero que producen, cantidad de muertos, etc. Eso es lo que le gusta escuchar a la masa bondadosa de su país y sobre todo, como es el caso, cuando la guerra despiadada y atroz se da en territorio ajeno al que ni siquiera hay que mandar, como en el caso de Irak o Afganistán, a sufrir y a morir a los propios hijos.
La iniciativa, hoy por hoy
Y el horror sigue. Esta nota se eternizará si no se detiene la guerra: “En la noche del jueves 11 de marzo un comando armado volvió a protagonizar una masacre en la que murieron seis personas, jóvenes entre 16 y 28 años, a 40 días de la masacre de 15 jóvenes asesinados en Villas Salvárcar. El suceso fue en la colonia Parajes del Sur, en un municipio aledaño a Juárez. También en Sinaloa, en el ejido de Bachoco, municipio de Navolato, se registró otra masacre que cobró la vida a cuatro jóvenes. Pero no son estas las masacres que se han generalizado las que le preocupan al gobierno mexicano ni al de Estados Unidos. Las autoridades del FBI y una “fuerza especial” integrada por siete corporaciones gubernamentales del país vecino, iniciarán su investigación propia en Ciudad Juárez para saber exactamente qué sucedió con los ciudadanos norteamericanos asesinados”.
Bueno… con este tipo de insistente y desoladora información y no obstante la constante propaganda goebbeliana del gobierno federal para vivir mejor, tirios y troyanos en México han comprendido que la única manera de salvar al país de la debacle a la que lo ha conducido esta atroz guerra, es detenerla, regresar al Ejército a los cuarteles como pide Ciudad Juárez. Hasta la ONU se ha cansado de repetirle a Calderón que erró el camino al tomar el militar. Pero paz no tendremos los mexicanos porque 3 personas del Servicio Exterior estadunidense murieron en esa guerra y el imperio viene a vengarlas. Llega Hillary Clinton con sus tropas el próximo martes a reafirmar la guerra, SU GUERRA, la que Estados Unidos planeó y replantea. No abandonarán, dice, a Calderón. Y el Congreso de la Unión (el mexicano) que según la lista que tuvieron los legisladores gringos para dar los primeros 400 millones de dólares de “ayuda” para la IM, sí tiene un poquito que ver en la guerra, ¿cómo se va a comportar ante la belicosa Hillary, sustentadora en su momento de la Guerra de Irak? ¿Además de sus chismes y sus acuerditos, sabrán hacer algo por el bien de México nuestros carísimos legisladores o le van a besar manos y pies a la casi presidente de Estados Unidos, que sin duda pretenderá apoyar hasta con soldados gringos en México, temen algunos, a su amigo Felipe Calderón?
satiricosas@gmail.com
No comments:
Post a Comment