Wednesday, May 12, 2010


Bajo la Lupa

¿La última batalla del euro?

Alfredo Jalife-Rahme

La multicrisis del G-7 es mayúscula y no es coyuntural sino estructural. La única diferencia radica en la desincronización entre sus miembros, quienes detentan las dos principales divisas del planeta, el dólar y el euro, ahora en guerra abierta por la captación de escasos recursos monetarios globales.

La peor insensatez que cometió la eurozona de 16 miembros es haber pretendido contar con una ilusa inmunidad cuando sus demás socios dentro del G-7 naufragan en medio de la multicrisis, con la notable excepción de Canadá que ha sabido sortear los cataclismos, entre otras consideraciones, gracias a sus pletóricas materias primas.


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Disturbios cerca del Parlamento griego, en Atenas, el pasado 5 de mayo, tras el anuncio gubernamental de un drástico plan de austeridad para el país mediterráneo
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En los cinco países más relevantes del G-7, los políticos instalados en el poder, independientemente de su pertenencia ideológica (en inglés les llaman incumbent), han sufrido severos descalabros en las urnas y los sondeos: el estadunidense Obama, el francés Sarkozy, el británico Gordon Brown, la alemana Angela Merkel y el nipón Yukio Hatoyama (este último por no cumplir sus promesas electorales).

Franck Biancheri, fundador del centro de pensamiento LEAP/Europe 2020, arremete contra los anglosajones, quienes han victimizado a Grecia para desfondar al euro y pretender así salvar al dólar y a la libra esterlina (Le Matin Dimanche, 8/5/10).

Quizá la mayor insensatez de los dirigentes de la eurozona haya consistido en haber celebrado su cumbre de emergencia para el rescate de su divisa común, más que de los PIIGS (acrónimo despectivo de la prensa británica para Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España), en Bruselas, capital belga que se encuentra al borde de la balcanización entre valones y flamencos.

Landon Thomas Jr. y Jack Ewing, de The New York Times (11/5/10), desmenuzan las vulnerabilidades del espectacular rescate por un millón de millones (un trillón en aglosajón) para Europa, repleto de contradicciones financieras, económicas y políticas que conllevan serias dudas, entre ellas que su fondo primordial no existe (¡supersic!) y cuyo marco teórico agrega mayor deuda a la deuda existente.

El editorial de Le Monde (11/5/10) cesó también de delirar espejismos, pero el más catastrofista de todos ha sido Jacob Aharon Frenkel, polémico ex gobernador del banco central de Israel, quien predijo el colapso (¡supersic!) del euro en los próximos tres añoswww.novinite.com, 2/5/10). En contraste, comentó que Israel vería el fin de su crisis en los próximos dos años. (

¿Qué milagro habrá realizado la banca israelí para haberse desacoplado de las crisis financieras a los dos lados del Atlántico?

Vale la pena una síntesis de la interesante biografía de Frenkel, hoy mandamás del poderoso banco JP Morgan Chase International (vinculado a la familia Rockefeller y a Henry Kissinger).

Por cierto, Frenkel fue sustituido en el banco central israelí por Stanley Fischer, anterior vicedirector ejecutivo del FMI, ex vicedirector de Citigroup y asesor de la tesis doctoral de Ben Shalom Bernanke (presidente de la Reserva Federal).

Es nuestra hipótesis que Frenkel constituye una de las piezas claves del neoliberalismo global y de la omnipotente banca israelí-anglosajona: formado como economista en la Universidad Hebrea (Jerusalén) y la Universidad de Chicago, fungió como director de Investigaciones (sic) del FMI y fue director de Merrill Lynch International, otro poderoso banco de inversiones adquirido en forma desaseada durante la crisis hipotecaria por el Bank of America.

Hoy Frenkel es el segundo de a bordo de la polémica aseguradora AIG –inmersa en el ojo del huracán por el doble cobro de las Torres Gemelas demolidas el 11/9 (Bajo la Lupa, 26/9, 3/10 y 22/12 de 2004) y atrapada flagrantemente en sus pases contables de magia con Goldman Sachs– y forma parte del consejo de administración de la firma biotecnológica israelí Brain Storm Cell Therapeutic, Inc.

Además, Frenkel es miembro prominente del plutocrático Grupo de los Treinta (financiado por la Fundación Rockefeller, alma máter geopolítica de Henry Kissinger), donde figuran junto a Greenspan, para cerrar el círculo vicioso, Zedillo y Guillermo Ortiz Martínez (hoy locutor de Televisa).

Solamente le faltó a Frenkel –a quien le fascina fotografiarse con Zedillo y el tamaulipeco Ángel Gurría Treviño– ser miembro del consejo de Banca Mifel junto a Martín Werner Wainfeld, firmante israelí-argentino de los pagarés del Fobaproa/IPAB (ver Bajo la Lupa, 2/5/10).

¿Por qué desea la banca israelí-anglosajona aniquilar al euro?

¿Cuántos años más podrá resistir todavía el dólar cuando ha empezado la agonía de la libra esterlina?

Conclusión: desde nuestro humilde nicho latinoamericano –que también existe porque sufre los devastadores daños colaterales ocasionados por la insolente cuan insolvente plutocracia neoliberal global– hemos insistido en que el planeta ya no vive una vulgar crisis, sino varias crisis simultáneas; una multicrisis: crisis financiera generada en EU, que propició el efecto dominó de la crisis económica global que desnudó la crisis energética que padece básicamente el G-7 (además de China, India, Sudcorea y los países importadores de hidrocarburos) y provocó a su vez la impronunciable crisis alimentaria en medio de la crisis climática, las cuales subsumen en su conjunto un cambio de paradigma.

El grave problema ya no es el consabido diagnóstico de multicrisis, es decir, del cambio de paradigma que fundamentalmente ha trastocado y trastornado al mundo occidental repleto de letales arsenales nucleares y de deudas impagables.

El problema nodal se centra en la pésima terapia de la multicrisis, para no decir su iatrogenia (enfermedad creada por el tratante), aplicada alocadamente por los veterinarios del monetarismo centralbanquista, quienes pretenden implementar una eutanasia selectiva que sentencia el retroceso generalizado de los ciudadanos del planeta, con el fin de que la plutocracia oligopólica y oligárquica de la banca israelí-anglosajona se resguarde en sus ilusos fractales (nichos de orden en medio del caos generalizado) financieristas y, de ser posible, incremente su ficticia rentabilidad monetarista de etéreo papel-chatarra.

Se pretende propinar terapias económicas de choque a una crisis financiera insoluble, mientras se asestan simultáneamente otros tratamientos financieros de diluvio monetarista y de acrobacia fiscalista a la crisis económica, cuando el verdadero tratamiento es sencillamente conceptual y político: oficiar las exequias litúrgicas al cataclísmico neoliberalismo global que hace agua por doquier, con o sin catástrofes naturales y/o deliberados desperfectos computacionales.

La intratable esquizofrenia de los actores y tomadores de decisiones de la desregulada globalización financierista –una insanidad cerebral desde su génesis, diseñada para maximizar el poder del G-7 con las recetas tóxicas del patriarca del monetarismo Milton Friedman –no había exhibido la vastedad de sus alcances mórbidos cuando sus figurantes no saben nada más qué hacer y han sido superados, para no decir ridiculizados, por la realidad.

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