MEXICO, D.F., 17 de mayo (apro).- En el interior de una pirámide del municipio de Chiapa de Corzo, Chiapas, fue hallada la tumba de un dignatario que data de hace aproximadamente 2,700 años, lo que podría convertirla en la más antigua de su tipo en Mesoamérica.
Miembros del Proyecto Arqueológico Chiapa de Corzo hicieron el descubrimiento, que consiste en los restos óseos de cuatro individuos, repartidos en dos sepulcros, además de utensilios de cerámica y otros objetos preciosos para la cultura y la época.
La pirámide, una de las estructuras más tempranas del Montículo 11 de la zona arqueológica, debió tener entre seis y siete metros de altura, escaleras de barro y un templo en la parte superior.
En una tumba, de tres por cuatro metros cuadrados, fueron encontrados los restos óseos de un hombre, de 50 años; un niño de un año, y un joven de unos 20 años. Los dos últimos pudieron haber sido depositados como acompañantes, posiblemente sacrificados.
El personaje principal era el más viejo, según lo señala su rico atavío, y fue colocado bocaarriba y con la cabeza hacia el norte. Su boca estaba tapada con una concha y sus dientes tienen incrustaciones de jade o concha.
El antiguo dignatario fue ataviado con sartales de más de un millar de cuentas de jade; un taparrabo o faldellín, al que le fueron incrustadas minúsculas perlas; pendientes de jade de diversas formas, incluido un lagarto y cucharillas de estilo olmeca; ajorcas colocadas en sus tobillos y rodillas; pulseras, brazaletes; una posible máscara con ojos de obsidiana verde; un espejo de pirita y 15 vasijas, algunas de ellas de superficie pulida de color negro a grisáceo, o blanco y negro, con diseños negativos o punzados.
Los arqueólogos descubrieron, en el anexo a la cámara principal, en un pequeño desnivel, otro sepulcro, de dos por tres metros cuadrados, con la osamenta de una mujer, cuya edad al fallecer debió ser de unos 50 años. También ella fue colocada bocaarriba. En su boca tenía una concha e incrustaciones dentarias.
El cuerpo estaba acompañado de un ajuar de jade y perlas, pendientes en forma de aves y de un mono saraguato, dos vasijas, un espejo de pirita, una espina de mantarraya colocada sobre su pecho y cuentas de ámbar.
Emiliano Gallaga, director del Centro INAH Chiapas, dijo que son escasos los hallazgos de esta resina fósil en contextos arqueológicos, y señaló que este es uno de los más antiguos, lo que confirma su uso ritual en entierros desde hace siglos.
La relevancia académica del descubrimiento radica en que permitirá ajustar las cronologías de desarrollo de las antiguas culturas olmeca y maya, además de confirmar que el uso de pirámides como recintos funerarios es mucho más antiguo de lo que se había creído hasta ahora.
El grupo de investigadores, en el que hay especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia, de la Universidad Brigham Young, de Utah, y del Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, determinó de manera preliminar que la tumba data del periodo Preclásico Medio, entre 700 y 500 a.C., aunque para asegurarse aplicarán estudios de Carbono 14, Estroncio y ADN a las osamentas y objetos.
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