Autora de: Lilus Kikus (1954); Hasta no verte, Jesús mío (1969); La noche de Tlatelolco (1971); Fuerte es el silencio (1980); La “Flor de Lis” (1988); Tinísima (1992); Las siete cabritas (2000); La piel del cielo (Premio Alfaguara, 2001); El tren pasa primero (Premio Rómulo Gallegos 2007); Amanecer en el Zócalo (Editorial Planeta, 2007); Rondas de la niña mala (2008); Jardín de Francia (2008) y Boda en Chimalistac (2008), entre otros libros de entrevistas, crónicas, ensayos y narrativa; básicamente la Biblioteca Elena Poniatowska está publicada por Ediciones Era y la Obra Reunida por el Fondo de Cultura Económica.
El 2 de agosto de 2007, al comenzar su discurso, Elena Poniatowska recordó al Presidente Rómulo Gallegos desde su oficio como “Jefe de estación del Ferrocarril Central de Venezuela”, hasta las sesiones de entrevista durante su exilio en México; el hilo conductor y discursivo de la ceremonia fue una metáfora: “El tren está ligado al destino de México pero también al de Venezuela y al de nuestros países latinoamericanos. Las vías del tren, los rieles son nuestros paralelos y nuestros meridianos. Cubren la gran llanura de América Latina como antes la marcaron las pequeñas huellas de los pies en los códices prehispánicos”. Ahora cobra sentido cada estación: “En América Latina las distancias no sólo son infinitas sino azarosas”
MC.- En 1989 recorrió por primera vez España…
EP.- Yo casi no conocía España, porque en 1942 fui directamente de Toulouse a Bilbao y al día siguiente abordamos el barco “Márquez de Comillas” con destino a México.
MC.- Acaba de regresar de España, ¿cómo la recibieron?
EP.- Con mucho cariño, en la Asociación de Escritores en Lingua Galega está un señor maravilloso que se llama Cesáreo Sánchez Iglesias, es un poeta que me atendió en todo momento; me dieron la presea de Mujer Gallega Universal, me hicieron Mujer Gallega Universal, para mí fue una maravilla.
MC.- Por otra parte, la revista América sin nombre de la Universidad de Alicante le dedicó un número temático…
EP.- El profesor José Carlos Rovira ha sido muy lindo conmigo, muy cariñoso, me han tratado muy bien en la Universidad de Alicante.
MC.- Quería situar su relación con España, porque antes para trascender en Latinoamérica había que publicar en Barcelona y Madrid; sin embargo ya no es necesaria la industria editorial de España para ser distribuido en Latinoamérica, por ejemplo Era coedita con Lom en Chile y con Trilce en Uruguay…
EP.- Es muy difícil distribuir los libros, pero yo no sigo los convenios de edición, conozco autores que van a cada rato a las editoriales para preguntar cuántos libros se han vendido de tal o cuál, yo nunca voy, quizás por miedosa.
MC.- En 2007, el Instituto Cubano del Libro publicó Tinísima, el mismo año recibió el Premio Rómulo Gallegos por la novela El tren pasa primero. ¿Su literatura se identifica con el ideal bolivariano?
EP.- A mí me gustaría muchísimo la unión del continente Latinoamericano, fue lo que dije en el discurso al recibir el Premio Rómulo Gallegos, que me gustaría mucho que los países de América Latina en vez de volver la vista a Estados Unidos, la volvieran hacia ellos mismos, para ser un gran continente, con muchísima fuerza, con un gran mercado común del sur, como el mercado común europeo.
MC.- El año pasado lo dedicó a organizar papeles dispersos, publicó Jardín de Francia y Rondas de la niña mala. ¿En la búsqueda salieron sus entrevistas a escritores latinoamericanos?, siguiendo la idea de Jardín de Francia, ¿piensa publicar una antología con sus conversaciones bolivarianas?
EP.- Más o menos, sí me voy a poner a trabajar en eso, ahorita no lo estoy haciendo, ahorita estoy pensando en una novela.
MC.- ¿Nos adelantará el contexto histórico de su nueva novela?
EP.- No sé todavía, pero sí es lo que quiero hacer, yo creo que el ideal de todo escritor es escribir una novela. Pero claro, mis hijos me dicen: “Ay mamá nos vas a dejar todo ese tiradero de papeles”, no les voy a hacer eso, por lo mismo estoy organizando papeles.
MC.- Insistiría en la urgencia de leer una antología con sus entrevistas a escritores latinoamericanos…
EP.- Bueno, existen ocho volúmenes de entrevistas.
MC.- Sí, Todo México (I-VIII), pero me refiero, por ejemplo, a una antología con su entrevista a Pablo Neruda (1966) y la entrevista con la poeta Idea Vilariño en Uruguay…
EP.- Sí claro, puedo recogerlas, no más que no sé a qué horas, pero sí me voy a dedicar.
MC.- Escudriñando su archivo aparecieron estos primeros poemas de Rondas de la niña mala, paralelamente ¿siguió escribiendo poesía? ¿O sólo leeremos los poemas de la adolescencia?
EP.- Ni siquiera me atrevo a llamarle poesía, le puse “Rondas”, tengo muchas otras rondas de distinta índole.
MC.- Octavio Paz la aconsejó para que publicara su poesía, aunque con humildad las rotule como rondas…
EP.- Sería mi ilusión, yo no podría decir si son poesías o no, pero en realidad no creo que sean poesías.
MC.- Es interminable su lista de entrevistados: Juan Rulfo, Octavio Paz, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, etcétera. ¿A qué entrevista le tiene un especial cariño?
EP.- Le tengo mucho cariño, por ejemplo, a una entrevista que le hice al cineasta Luis Buñuel, porque a raíz de esa entrevista nos hicimos amigos; además hicimos cosas juntos, fuimos a Lecumberri a ver al escritor Álvaro Mutis, nos enseñaron toda la cárcel, entonces hice varias actividades con él, fuimos a comer, nos queríamos muchísimo.
MC.- ¿El oficio de entrevistadora le ayuda a estructurar los diálogos de sus novelas?
EP.- No, ese es mi gran problema que no tengo ninguna especie de metodología, entonces yo me arranco los cabellos, yo hago las cosas por instinto y a partir de mi ignorancia, de mi ilusión de hacer las cosas, pero no las hago con ningún método, de veras creo que soy un poco como “el burro que tocó la flauta”. Pero tengo la ventaja de mi educación, sé varios idiomas: francés, inglés y español, creo que de cierta manera me ha ayudado, pero es casi mi única formación, eso y el convento de monjas.
MC.- ¿Todavía es católica?
EP.- Sí, yo vivo a lado de una iglesia, puedo ir y llevar mi cama para dormir en la capilla de San Sebastián, que por cierto es un santo muy lindo, lleno de saetas, todo clavado de flechas, menos los órganos vitales. Dicen que San Sebastián es el santo de los homosexuales, no lo sé, lo que sí sé es que era santo de un pordiosero que entraba a esta iglesia y me conmovía muchísimo la manera en que le rezaba “la dolorosa”, como que era lo único que tenía en la vida.
MC.- En 1989, usted le comentó a Juan Domingo Argüelles que el único libro que reescribiría sería La “Flor de Lis”, ¿sigue con esa idea?
EP.- Ya no pienso reescribir La “Flor de Lis” (1988); pienso que había una parte que me parecía un poco aburrida, que era la del retiro en sí, la parte de las señoritas que harían el retiro me parecía un poco lenta, la del párroco que no era sacerdote; pero ahorita ya no la reescribiría prefiero lanzarme a algo nuevo.
MC.- Siempre dice que el mejor libro es el que está por escribir, sin embargo creo que de toda su narrativa, Tinísima es la novela que tiene mayor repercusión…
EP.- Creo que Tinísima tuvo más repercusión incluso han querido hacerla película, pero nunca se ha concretado, también La piel del cielo (2001) y El tren pasa primero (2007), ambas novelas han sido reconocidas en el extranjero, una ganó el Premio Alfaguara y el otro libro recibió el Premio Rómulo Gallegos.
MC.- Y en 2007 se instauró el Premio Elena Poniatowska…
EP.- Existe un premio que lo instituyó el Gobierno de la Ciudad de México, pero no lo han dado en 2009, al único que se lo han dado es al escritor Álvaro Uribe ¿ya no lo van a dar?
MC.- Tal vez sea bienal
EP.- No me han dicho.
MC.- La novela que ganó el Premio Elena Poniatowska (Expediente del atentado) se ubica en el Porfiriato. Por partida doble su familia vivió exiliada en Francia, del lado paterno por la abdicación de la Corona en Polonia y del apellido materno…
EP.- La parte Amor Iturbe creo que se fueron con Porfirio Díaz, no en el barco Ypiranga, pero sí perdieron todas sus haciendas con la Revolución de 1910 y se fueron a refugiar a Biàrritz donde estuvo Porfirio Díaz. En el libro de Carlos Tello Díaz (El exilio. Un relato de familia) aparecen muchas personas de la familia de mi mamá, recuerdo que Horacio Casasús cortejó a mi mamá, pero se casó con una señora francesa Madeleine Tellier de Casasús; mi mamá fue hasta su muerte muy amiga de Christiane Casasús, que era la abuela de Carlos Tello Díaz.
MC.- ¿Escribirá algo al respecto para el Bicentenario?
EP.- Yo lo que quiero es escribir mi novela, no voy hacer gran cosa y menos reivindicar temas para los que tendría que investigar muchísimo. Yo le podría decir que tengo una enorme admiración por mi familia paterna, pero también un gran respeto por mi familia materna, porque las Amor todas fueron muy destacadas: Carito Amor fundó la prensa médica mexicana, una editorial muy importante de libros médicos; Inés Amor fue directora de la Galería de Arte Mexicano, en fin…
MC.- Pita Amor…
EP.- Mi tía Pita Amor fue poeta, todas las Amor son mujeres valiosísimas. Del lado de mi padre, también heredé el interés por la literatura, comenzando por mi abuelo André Poniatowski, escritor de dos libros buenísimos y que fue amigo de Claude Debussy y de Paul Valéry.
MC.- Dedicó un ensayo literario a su tía Pita Amor, ¿habría más de siete cabritas por describir?
EP.- Claro que sí, falta por ejemplo Lupe Marín, sobre quien tengo muchas entrevistas e información, yo pensaba hacer un libro sobre ella, pero no lo he podido escribir, ya me pondré las pilas.
MC.- El 18 de mayo, en la ciudad de Los Ángeles, impartió una conferencia dentro del Seminario Narrativa Latinoamericana del siglo XXI, ¿por qué decidió hablar de las escritoras mexicanas?
EP.- Porque las escritoras mexicanas tienen un enorme éxito, incluso los hombres se encelan, dicen que para tener éxito hay que ser una “pinche vieja”, a Laura Esquivel la atacaron, diciendo que era una mala escritora, calificaron de “light” su novela Como agua para chocolate.
MC.- ¿Se considera pionera en revalorar el trabajo de las escritoras?
EP.- No me considero pionera, pero siempre me he ocupado de lo que le pasa a las mujeres, de la literatura que escriben las mujeres, desde Sor Juana Inés de la Cruz para acá.
MC.- Su otra gran preocupación han sido los movimientos sociales…
EP.- Los movimientos sociales en los cuales las mujeres han participado, en todas las grandes causas del país.
MC.- La derecha mexicana pretendió descalificarla desde La noche de Tlatelolco (1971) al Amanecer en el Zócalo (2007)
EP.- El rechazo en mi contra es porque dicen que soy una gente que hace de lado a su clase social, que de cierta manera la traiciona, que siendo periodista no debiera ocuparme de las causas sociales, sino de las causas de la aristocracia, parece que me alineo con lo subalterno, y es verdad. La razón es la curiosidad, más o menos siento que el medio del cual provengo lo conozco, me es fácil entrar a él y escribir sobre él, en cambio el otro medio es dificilísimo porque no lo conozco y me sorprende a cada momento, en mí hay una enorme curiosidad por lo desconocido. Recuerdo que cuando yo vine de Francia me gustaba hacer mapas, lo que más me llamó la atención es que me enseñaran mapas de México y que estuvieran pintadas de amarillo las zonas desconocidas, inexploradas, decía: “cómo es posible, en Francia cada milímetro está súper explorado y se sabe hasta en qué pueblito se fabrican los quesos, los patés, la ubicación exacta de los viñedos, se conoce todo, todo”.
MC.- ¿Alguna vez sintió curiosidad por postular a un cargo de elección popular? Lo pregunto porque este año dos escritoras, Laura Esquivel y Guadalupe Loaeza, lanzaron sus candidaturas para ser legisladoras…
EP.- Nunca me interesó, además tampoco puedo porque no nací en México, yo nací en Francia de padre francés, y de madre que también había nacido en Francia. Sí me lo ofrecieron, pero no podía aceptar, además no creo que sea el camino.
MC.- Hablando de elecciones, me sorprendió que en una encuesta de El País usted no incluyera a Rulfo dentro de los 10 mejores escritores de Iberoamérica, ¿por qué?
EP.- Yo creo que sí dije Rulfo, es que primero pidieron un listado de 25 escritores y después cortaron ellos, por supuesto incluí a Rulfo, yo quiero mucho a Rulfo, me parece importantísimo, yo creo que sí puse a Rulfo en mi listado, pero no sé cómo lo publicarían después. Le tengo la mayor admiración y cariño, Rulfo escribió una reseña sobre Lilus Kikus, no conozco a otros escritores mexicanos a los que Rulfo les dedicó un comentario literario.
MC.- ¿Cuántas veces lo entrevistó?
EP.- Varias veces, tres o cuatro.
MC.- Usted llama “Mis Tres Gracias” a José Emilio Pacheco, Sergio Pitol y Carlos Monsiváis; felicitó a Sergio Pitol por el Premio Cervantes, ya celebró los 70 años de Monsiváis, ¿cómo festejará el 70 cumpleaños de José Emilio?
EP.- Voy a participar en algunas mesas redondas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
MC.- ¿Quién es más difícil de entrevistar Carlos Monsiváis o José Emilio Pacheco?
EP.- Se me hace más difícil entrevistar a Monsiváis, porque lo reescribe todo, él te pide el reportaje antes de que salga publicado y lo cambia todo, nunca la entrevista con Monsiváis es espontánea o te dice que le envíes las preguntas por escrito y te contesta por escrito.
MC.- Sin embargo para los 40 años del 2 de octubre de Tlatelolco, Monsiváis no pudo escapar a la mesa del Centro Cultural Universitario…
EP.- Bueno, sí lo he entrevistado en público o él se ha autoentrevistado cuando lo acompaño en alguna mesa.
MC.- A diferencia de Monsiváis usted no publicó una relectura del Movimiento Estudiantil de 1968, ¿por qué?
EP.- No lo hice para no escribir un refrito. Luego hasta Luis González de Alba dijo en la revista Nexos y en La Jornada que no era exacto lo que yo publiqué sobre él, 26 años después de La noche de Tlatelolco (1971); sin embargo se desdijo en Milenio Diario (15.09.2008), cuando me atacaron en Estocolmo, entonces González de Alba dijo que no lo había plagiado. Para los 40 años del Movimiento Estudiantil, no quise hacer un análisis político como el de Monsiváis o Julio Scherer, así que pensé que mejor escribía algo nuevo.
MC.- Luego del distanciamiento con Luis González de Alba, ¿vendría la ruptura con el Movimiento Zapatista?
EP.- Para nada, yo no tengo capacidad de ruptura con nadie, ni siquiera con González de Alba. Lo que sucedió con el EZLN es que yo soy muy ingenua, creí que sería muy fácil ir a saludar al Subcomandante Marcos durante La Otra Campaña en la ciudad de México, incluso adelanté mi regreso de San Luis Potosí para poder charlar con el Subcomandante Marcos, entonces me mandaron decir en una reunión en la delegación Magdalena Contreras que no iban a comenzar si yo estaba ahí, la razón es que yo apoyaba a López Obrador.
MC.- Permítame aclarar el mal entendido, en entrevista con Laura Castellanos, el Subcomandante Marcos dijo: “Me avisaron que ahí estaba Elenita. Me preguntaron si podía entrar y yo dije que no había problema, yo no corro a nadie” (Corte de caja, 2008)
EP.- Ni siquiera había leído esa declaración del Subcomandante Marcos, qué bueno leerlo de primera fuente.
MC.- ¿Son irreconciliables el Movimiento Zapatista con el Movimiento de López Obrador?
EP.- A mí no me lo parece, al contrario; tengo muchísimas simpatías por el EZLN, el Sub Marcos lo sabe. Mi sobrina Beatriz Zalce está siempre en Chiapas, ella se casó con René Villanueva (quien ya murió); mi hija Paula Haro estuvo trabajando en la biblioteca zapatista durante un mes; mi hijo Felipe estuvo filmando; mi yerno Lorenzo Hagerman también ha filmado en zonas zapatistas. En la familia tenemos mucha simpatía por el Subcomandante Marcos y no sólo por él, también por la Comandanta Ramona, ella durmió aquí en la casa, Ramona se sentaba a bordar en la banquita, de frente al sol, nos dolió muchísimo la muerte de Ramona.
MC.- Otra pérdida para Latinoamérica fue la muerte de Mario Benedetti, leí sus emotivas palabras In memoriam, pero nadie en México recordó a la poeta uruguaya Idea Vilariño…
EP.-Antes de Mario Benedetti e Idea Vilariño había muerto Liber Seregni, un general fabuloso, un tipazo, lo encarcelaron en Uruguay, después vivió su exilio en México y aquí se dedicó a la astronomía. A Mario Benedetti lo conocí por Arnaldo Orfila, comimos juntos con Roberto Fernández Retamar; Benedetti era fiel a sus convicciones, su muerte fue una enorme pérdida para la literatura y una tristeza para los jóvenes que lo leían muchísimo. Por otra parte, nadie habló de Idea Vilariño, su muerte pasó desapercibida, la entrevisté hace años en su casa en Uruguay, ya entonces la vi frágil y triste, como que se sentía abandonada.
MC.- Usted ha trabajando con grandes editores: Neus Espresate y Arnaldo Orfila…
EP.- Neus Espresate no sólo es mi editora es una gran amiga. Cuando don Arnaldo Orfila salió del Fondo de Cultura Económica, las oficinas de Siglo XXI Editores funcionaron en mi casa, en la calle Morena esquina con Gabriel Mancera, en esa casa se hizo Siglo XXI Editores.
MC.- ¿Ambos editores la ayudaron a conseguir entrevistas? Lo pregunto porque en Jardín de Francia habla de la gestión de Orfila ante Régis Debray…
EP.- No me consiguió la entrevista, pero creo que don Arnaldo le dijo a Régis Debray que yo era confiable, porque él era muy desconfiado.
MC.- ¿En algún momento Neus Espresate le presentó autores del catálogo de Ediciones Era?
EP.- No, yo creo que era más fácil solicitar las entrevistas a través del periódico; además cuando yo lo hacía había poca gente, no existía ese alubión de periodistas que se echan encima de alguien, sobre todo en referencia a la cultura.
MC.- ¿Se retirará paulatinamente del periodismo cultural?
EP.- En esta época de mi vida estoy dando conferencias, participando en las presentaciones de libros. Ya hice mucho periodismo, tengo que dedicarme a algo que me cuesta más trabajo: escribir novelas.
MC.- ¿Piensa escribir sus memorias?
EP.- Uno siempre se pone a sí mismo en las novelas, ¿a poco no? a partir de uno mismo creamos personajes.
MC.- En el Jardín botánico del Uruguay busqué los árboles del poema “A la izquierda del roble” de Mario Benedetti, ¿dónde está la Jacaranda de Boda en Chimalistac?
EP.- La Jacaranda está aquí en el traspatio de mi casa, pero el Limonero está adelante, por la banquita, donde bordaba la Comandanta Ramona.
*Se publica en Clarín.cl con autorización del autor y TeleSur.
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