POR RAMI SCHWARTZ |
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Esto ya es una guerra contra la convivencia civilizada: todos contra los civiles inocentes. El gobierno, nuestro peor enemigo junto con sus monopolios y sindicatos aliados, lleva haciéndonos la guerra desde hace décadas. Ahora el crimen organizado, nuestro nuevo y enquistado enemigo, hace lo propio. La sociedad está completamente desamparada y sólo le quedan dos alternativas: emigrar o cambiar por completo sus hábitos y así tratar de defenderse de tan formidables enemigos. En mi vida vuelvo a pisar ese lugar, marcado hoy por la muerte. Sólo de pensar que en ese lugar ejecutaron a 24 personas, una por una, con una misma pistola, se eriza la piel. Yo acostumbro tomarme libres las tardes de los viernes para ir a practicar mi deporte a mi bosque; no quiero ni pensar lo que me hubiese sucedido de haber sido testigo de la masacre. Ese viernes decidimos no ir porque amenazaban fuertes lluvias y, además, porque no queríamos lidiar con el tráfico de salida de la ciudad a raíz del puente. No cabe duda, Dios trabaja en formas muy misteriosas. La famosa guerra contra el narco, que según nuestro enemigo número uno, el gobierno, entre ellos, ya me afectó a mi, me veo obligado a dejar de practicar mi deporte y seguir con mi vida de manera normal. No es la primera vez que me sucede. Durante décadas acostumbraba acampar en playas y bosques. Hace ocho años que no practico el campismo. Fui testigo, en diciembre de 1993, de una entrega de cargamento de drogas ahí en Chacahua, Oaxaca. La isla fue acordonada, había PGR, ejército y marina, todos pendientes y es probable que a pesar de ello, el intercambio se haya realizado sin contratiempos. Algunos pescadores fueron acusados, convertidos en chivos expiatorios, y quién sabe que les sucedió. Yo jamás volví a acampar en ninguna playa. Hace siete años, en el lugar donde acampaba en el Edomex sufrí un robo por parte de los empobrecidos y vapuleados pobladores locales, a quienes yo conocía desde niños. La desesperación lo lleva a uno a hacer cosas terribles y robaron a quién había sido su aliado y hasta protector, pues quién sabe cuanta ropa, comida y juguetes les regalé a esos chamacos. Levantamos denuncia ante el MP y cuando el agente nos contó lo que sucedía por esos rumbos, nunca jamás volví. Había ahí un santuario desconocido de monarcas que ya fue talado, dos cascadas primorosas que hoy deben ser sendos basureros. No lo se, jamás regresé a ese paraíso. Miles van a dejar de acudir a ceremonias públicas a raíz del bombazo en Morelia, del cual, por cierto, tampoco tenían una sola pista hasta que otros narcotraficantes los apresaron y entregaron a la PGR. Hasta parece que nuestros grandes enemigos, gobierno y crimen organizado, están coludidos en contra de la sociedad civil. Esto ya es una guerra civil, todos contra los civiles inocentes y su nivel de vida. El gobierno y sus aliados monopolios contra los civiles, el crimen organizado contra los civiles, los partidos políticos contra los civiles, los grupos de interés contra los civiles, los sindicatos contra los civiles; en fin, todos contra los civiles, lo que convierte esto en una guerra a la convivencia civilizada. Y los civiles no tenemos como defendernos ante tanto poderío volcado en nuestra contra. |
Sunday, November 02, 2008
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