Rafael Alarcón*
ralarcon@colef.mx
En semanas recientes los diarios mexicanos se han llenado de noticias sobre el retorno inminente de miles de migrantes mexicanos a causa de la crisis económica que enfrenta Estados Unidos. Entre estas noticias se habla del retorno de mil 500 personas al día por Sonora (El Financiero, 25/10/08), de 4 mil migrantes de Chicago que regresaron al Distrito Federal (El Semanario, 14/10/08), de 20 mil familias residentes en Estados Unidos que han vuelto a Michoacán en lo que va del año (La Jornada Michoacán, 10/10/08). Por último, el Instituto Nacional de Migración señala que ha detectado un número cada vez mayor de inmigrantes mexicanos que regresan de manera definitiva a México por la crisis económica en Estados Unidos (El Universal, 30/9/08).
Sin evidencia empírica sólida, esta bola de nieve parece haberse convertido en hecho irrefutable. Por tanto, conviene analizar detenidamente este proceso. En primer lugar la historia nos muestra que el pánico a la expulsión masiva de mexicanos ha sido recurrente y se funda en un hecho histórico, ya que la Gran Depresión de Estados Unidos, que se inició en 1929, condujo a la deportación forzada y la repatriación voluntaria de más de 400 mil mexicanos.
Este pánico resurgió al final del Programa Bracero en 1964, cuando se temía que retornarían miles de ex braceros a México en busca de empleo. En parte por esta razón, se instituyó el Programa de Industrialización Fronterizo, pero fueron mujeres y no ex braceros quienes empezaron a trabajar en las primeras maquiladoras. Al inicio de la década de los 80 hubo la misma aprensión en el periodo anterior a la promulgación de la popularmente llamada Ley Simpson Rodino de 1986, cuando se pronosticaba que los migrantes indocumentados que no fueran “amnistiados” serían expulsados de Estados Unidos. La aprobación por el electorado californiano de la Proposición 187 en 1994, que decretaba que los indocumentados no tendrían derecho a recibir servicios sociales como educación y salud, reactivó el mismo temor. Sin embargo, ni la Ley Simpson Rodino ni la Proposicion 187 causaron deportaciones ni repatriaciones masivas.
El desarrollo de la crisis económica de Estados Unidos se ha visto acompañado de dos hechos importantes que quizás estén explicando en parte esta alarma: la aparente disminución de la migración indocumentada mexicana y el incremento de las deportaciones de migrantes mexicanos llevadas a cabo por el gobierno estadunidense.
En un reporte de este mes del Pew Hispanic Center se estima que en marzo de 2008 había 11 millones 900 mil indocumentados en Estados Unidos, de los cuales 7 millones eran de México (59 por ciento). Sin embargo, el reporte expone que la población indocumentada creció más lentamente entre 2005 y 2008 que al principio de la década. Se estima que el flujo de inmigrantes indocumentados llegaba en promedio a 800 mil por año entre 2000 y 2004, pero que este promedio bajó a 500 mil entre 2005 y 2008 con tendencia decreciente
Con respecto a las deportaciones, el Departamento de Seguridad Interior recientemente emprendió una operación gigantesca a través de su unidad Immigration Customs Enforcement (ICE), que tiene a su cargo aprehender a inmigrantes indocumentados en el interior de Estados Unidos. Estas deportaciones son diferentes a las que realiza la Patrulla Fronteriza, que en su mayor parte se refieren a migrantes que son capturados en la frontera tratando de introducirse a Estados Unidos de manera subrepticia y que en 2006 sumaron un millón 89 mil 136 (Migration Information Source, octubre de 2008).
De acuerdo con un reporte de ICE de 2007, ésta es una agencia que tiene cuatro objetivos: capturar a los “extranjeros criminales” y a los “extranjeros prófugos”, así como desmantelar la infraestructura criminal que apoya la inmigración ilegal y aplicar la ley de inmigración en los lugares de trabajo. Según este reporte, en 2007 ICE expulsó de Estados Unidos a 276 mil 912 extranjeros indocumentados. Muchas de estas personas fueron deportadas a México, no necesariamente por ser criminales, sino por no haber asistido a una cita con un juez de inmigración o por trabajar sin documentos en una empresa en la que se realizó una redada.
Ante este panorama hay que hacer análisis fundamentados. Paul Krugman (El País, 19/10/08) señala que lo más importante en estos momentos son las lúgubres noticias sobre la economía real, con la caída de la producción industrial y el consumo minoritario junto con el incremento del desempleo, que ha subido por encima de 6 por ciento. Esto sin duda causará impacto en la vida de los migrantes mexicanos y sus familias, que tendrán que hacer uso de sus recursos y estrategias sociales y económicas para permanecer en ese país. El retorno a México podría ser una decisión extrema que tomarán cuando se agoten las otras opciones.
* Director del Departamento de Estudios Sociales en El Colegio de la Frontera Norte en Tijuana
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