Álvaro Delgado
APRO/México
MÉXICO, D.F., 27 de octubre (apro).- Detrás del feroz rostro de la tropa disfrazada de "Policía Federal" que Genaro García Luna encabeza de facto, porque legalmente ese cuerpo no existe, están muchos de los vicios del gobierno de Felipe Calderón, entre ellos la ineptitud y la improvisación, como quedó de manifiesto en el operativo para evitar la aprobación de la reforma energética en el Senado.
Ese jueves por la mañana, cuando era generalizada la impresión de que Andrés Manuel López Obrador tiraba a la basura el triunfo de su movimiento --porque el proyecto privatizador de Calderón quedó hecho añicos--, en la Secretaría de Gobernación se reunieron su titular, Juan Camilo Mouriño, el subsecretario Daniel Cabeza de Vaca y el propio García Luna, secretario de Seguridad Pública.
Desde ahí se disponían a seguir el debate, por el Canal del Congreso, que se celebraría en la sede del Senado, en el edificio de Xicotécatl, que para entonces era resguardado por centenares de soldados disfrazados de policías, colocados detrás de granaderos capitalinos, que hacían las veces de contención de los manifestantes.
La víspera, López Obrador convocó a sus seguidores a concentrarse en el Hemiciclo a Juárez, para de ahí marchar al Senado, supuestamente para evitar la aprobación de la reforma que deja abierta una "rendija" para la cesión territorial a empresas privadas, y así lo hicieron.
Cualquiera que hubiera visto la movilización en las inmediaciones del Senado no habría dudado que no sería posible ingresar al recinto sin un choque entre gendarmería y manifestantes, tal como lo apreciaron los senadores del Partido Acción Nacional (PAN) que iban a bordo de un autobús.
Con los senadores iba el subsecretario de Enlace Legislativo de la Secretaría de Gobernación, Cuauhtémoc Cardona, a quien le reclamaron la falta de seguridad a su integridad. Se alarmaron porque, para hacer retroceder el autobús, el chofer debió abrir la puerta para que su auxiliar bajara a "echarle aguas" para la maniobra.
Sólo hasta entonces, y cuando ya era un hecho que la sesión se celebraría en el recinto alterno de la Torre del Caballito, Cardona se comunicó con García Luna, quien todavía estaba en la Secretaría de Gobernación, para manifestarle la molestia de los senadores y la exigencia de que dispusiera un operativo de seguridad más eficaz.
Fue así que García Luna se apareció en la Torre del Caballito, acompañado del coordinador de asesores de Mouriño, el expriista Ulises Ramírez, senador con licencia.
La presencia del jefe policiaco produjo un caos: Sin conocimiento del personal de seguridad ni con la logística habitual del edificio --y en específico del quinto piso donde se celebraría la sesión senatorial--, el aparatoso operativo que involucró a mil 500 elementos barrió con todo, al grado que el empuje de los gorilas estuvo a punto de enviar al vacío a un grupo de periodistas, de haberse vencido los vidrios a sus espaldas.
Fue tan obvia la improvisación de García Luna en el recinto alterno del Senado, a punto de la tragedia, que el operativo de resguardo de la Cámara de Diputados por la "Policía Federal" comenzó desde el propio viernes, con la presencia del mismo funcionario, aunque ahora bajo la supervisión del Ejército.
Apuntes
Otra noticia extraordinaria: El secretario del Trabajo, Javier Lozano, reconoció que en México no se podrán crear más de 300 mil empleos por año hasta 2010, debido a la crisis económica que supuestamente jamás nos afectaría. La oferta de Calderón, quien se vendió como el "candidato del empleo", fue de generar al menos un millón de empleos cada año. Ahora, Lozano anticipa que a finales del 2008 habrá una "fuerte caída" en el mercado laboral, y que no se tendrán ni siquiera los 340 mil empleos que se registraron hasta septiembre. Recomendó a los trabajadores, además, no pedir aumento salarial, porque "traería una presión inflacionaria muy grave"... Qué curioso: Los enemigos de López Obrador deberían estar felices y son los más indignados. ¡Cómo es que López Obrador arroja a la basura la victoria que consiguió con la reforma energética! ¡Cómo, si el gran perdedor fue Calderón! ¡Debería estar celebrando el triunfo! ¡Es "don contreras"! ¡Da tristeza, caray! Y uno recuerda: ¿No había perdido todo el capital político y estaba políticamente muerto desde que tomó la infame decisión de establecer un gigantesco plantón en el Paseo de la Reforma? Y después, pasados unos meses, ¿no volvió a morir cuando hizo tomar la tribuna del Senado? Más aún: ¿No estaba loco cuando hablaba de que Calderón enviaría una iniciativa de reforma para promover la inversión privada en Petróleos Mexicanos (Pemex) y el gobierno --amanuenses incluidos-- decía que no había tal? Ahora que exige la incorporación de las famosas 12 palabras --"no se suscribirán contratos de exploración y producción que contemplen el otorgamiento de bloque en áreas exclusivas"-- se vuelve a la cantaleta. Quizá por lo que dice el diputado panista Juan José Rodríguez Prats: Incluir el párrafo propuesto por el político tabasqueño a la Ley de Adquisiciones, Arredamientos y Servicios del Sector Público sería "atar" a Pemex y condenarla al fracaso, porque la empresa ya no podría desarrollar sus tareas. "Ceder en la inclusión de las 12 palabras que propone López Obrador sería matar a la empresa pública".
Comentarios: delgado@proceso.com.mx
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