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La desigualdad racial sigue siendo problemática en EEUU. Las personas de “color” continúan experimentando tasas desproporcionadamente altas de pobreza, de desempleo, de fichaje policial, de encarcelamiento represivo y de segregación en la escuela.
Según el nuevo informe de derechos civiles “Restableciendo la meta de una Sociedad Integrada: Un desafío del siglo XXI”, por Gary Orfield, el 44% de las escuelas de EEUU son actualmente de estudiantes no blancos [o de “color”], y las minorías están convirtiéndose rápidamente en la mayoría de los estudiantes de escuelas públicas.
Los latinos y los negros son los dos grupos minoritarios más grandes. Sin embargo, los estudiantes negros y latinos asisten a escuelas más segregadas hoy que durante la era de [la lucha por] los derechos civiles. Cincuenta años después que el Tribunal Supremo de EEUU fallara el caso “Brown versus Dirección de Educación”, las escuelas siguen siendo separadas y no iguales. El estudio de Orfield muestra que las escuelas públicas de los Estados Occidentales, incluyendo a California, sufren la segregación más severa de EEUU, mucho más que las escuelas de los estados sureños, como tanta gente cree.
Esta nueva forma de segregación esta basada primariamente en cómo están geográficamente organizadas las áreas urbanas -como lo describe tan apasionadamente Cornel West– en suburbios de vainilla y ciudades de chocolate.
Las escuelas siguen siendo altamente desiguales, tanto en términos de dinero como en la calificación y curriculum de los profesores. La educación desigual conduce a disminuir el acceso a las universidades y a los futuros trabajos. Las escuelas no blancas son segregadas por la pobreza así como por la raza. La mayor parte de la nación concurre a estas escuelas públicas de “chocolate”, de bajos ingresos, que dejan a una gran cantidad de personas jóvenes de color virtualmente incapacitada para obtener un empleo en la lucha por sobrevivir en una economía sofisticada.
Las menores oportunidades para los estudiantes de color crean invariablemente mayores privilegios para los blancos. El privilegio blanco es un concepto que desafía a muchos blancos que lo aceptan. Los blancos gustan de pensar sobre ellos mismos como individuos de trabajo duro cuyos merecidos logros se deben a sus esfuerzos personales. En muchos casos esto es una parte de la verdad; el trabajo duro en las universidades a menudo es en gran medida gratis. No obstante, muchos blancos encuentran difícil aceptar que ese racismo, asentado geográfica y estructuralmente, sigue siendo una barrera significativa para muchos estudiantes de color. Los blancos dicen a menudo que el racismo pertenece al pasado y que ya no necesitamos evocarlo. Con todo, diariamente la desigualdad nos mira fijamente en los barrios hispanos, ghettos y a través de las paredes de las prisiones. La desigualdad también continúa en universidades privilegiadas.
Un ejemplo del privilegio blanco es cómo la Universidad Sonoma State (SSU, su sigla en inglés) alcanzó recientemente el estatus de tener probablemente la población estudiantil blanca y más rica que cualquier otra universidad pública en California. La investigación muestra que a comienzos de los años 90 la administración de la SSU empezó a comercializar el campus como una institución que a precios de universidad pública [del estado California] ofrecía experiencias propias de una universidad privada afiliada a la Liga Ivy [que en términos deportivos agrupa a ocho universidades privadas del noreste de EEUU]. Parte de este empaque público de la imagen publicitaria “Liga Ivy” de la SSU proclamaba su ubicación en una región vinícola mezclada con amenidades físicas y culturales. Estos esfuerzos de comercialización fueron diseñados principalmente para atraer a estudiantes de altos ingresos a un campus tipo Falcon Crest.
Para alcanzar el resultado deseado de convertirse en una universidad “Liga Ivy” pública en la región del vino, la administración de la SSU puso en práctica un escrutinio de admisión especial que utiliza índices de puntajes socio-económicos más altos que el resto del sistema universitario del estado de California (CSU, en inglés). Según Lani Guinier y Gerald Torres en The Miner’s Canary (El canario del minero), los altos puntajes del sistema llamado SAT correlacionan directamente a la raza y al ingreso económica, prestando poca atención al éxito real en la universidad.
SSU también condujo un reclutamiento entre público predominantemente blanco de altos ingresos y en las escuelas secundarias privadas de la costa oeste y Hawai. Por lo tanto, los estudiantes de primer año de la SSU provenientes de familias con rentas superiores a 150.000 dólares anuales aumentaron en 59% desde 1994, mientras los estudiantes de primer año de familias con rentas por debajo de los 50.000 dólares disminuyeron en 21% en 2007. La condición racial de los estudiantes del campus permaneció sobre más de tres cuartas partes de blancos durante este período de quince años, mientras en el resto de los campus del CSU la diversidad étnica aumentó perceptiblemente.
Y a la vez vivimos en una sociedad en que la mayoría de la población ha elegido a un negro como Presidente de EEUU. Esta presidencia es un enorme logro simbólico para las relaciones raciales en EEUU. Sin embargo, no debemos ignorar las desventajas que continúan existiendo para la gente de color y las ventajas conseguidas por los blancos. La segregación de hecho y las políticas institucionales contribuyen a perpetuar desigualdades que requieren estudio, discusión y compensación efectiva. Los esfuerzos contra el racismo deben continuar si queremos alcanzar de verdad la meta de igualdad de oportunidades para todos proclamada durante la lucha por los derechos civiles.
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Peter Phillips es profesor de sociología en la Universidad Sonoma State de California. Su reciente estudio e investigación Building a Public Ivy: Sonoma State University: 1994-2007, está en: http://www.projectcensored.org/articles/story/building-a-public-ivy/
Traducción de Ernesto Carmona, especial para ARGENPRESS.info
Según el nuevo informe de derechos civiles “Restableciendo la meta de una Sociedad Integrada: Un desafío del siglo XXI”, por Gary Orfield, el 44% de las escuelas de EEUU son actualmente de estudiantes no blancos [o de “color”], y las minorías están convirtiéndose rápidamente en la mayoría de los estudiantes de escuelas públicas.
Los latinos y los negros son los dos grupos minoritarios más grandes. Sin embargo, los estudiantes negros y latinos asisten a escuelas más segregadas hoy que durante la era de [la lucha por] los derechos civiles. Cincuenta años después que el Tribunal Supremo de EEUU fallara el caso “Brown versus Dirección de Educación”, las escuelas siguen siendo separadas y no iguales. El estudio de Orfield muestra que las escuelas públicas de los Estados Occidentales, incluyendo a California, sufren la segregación más severa de EEUU, mucho más que las escuelas de los estados sureños, como tanta gente cree.
Esta nueva forma de segregación esta basada primariamente en cómo están geográficamente organizadas las áreas urbanas -como lo describe tan apasionadamente Cornel West– en suburbios de vainilla y ciudades de chocolate.
Las escuelas siguen siendo altamente desiguales, tanto en términos de dinero como en la calificación y curriculum de los profesores. La educación desigual conduce a disminuir el acceso a las universidades y a los futuros trabajos. Las escuelas no blancas son segregadas por la pobreza así como por la raza. La mayor parte de la nación concurre a estas escuelas públicas de “chocolate”, de bajos ingresos, que dejan a una gran cantidad de personas jóvenes de color virtualmente incapacitada para obtener un empleo en la lucha por sobrevivir en una economía sofisticada.
Las menores oportunidades para los estudiantes de color crean invariablemente mayores privilegios para los blancos. El privilegio blanco es un concepto que desafía a muchos blancos que lo aceptan. Los blancos gustan de pensar sobre ellos mismos como individuos de trabajo duro cuyos merecidos logros se deben a sus esfuerzos personales. En muchos casos esto es una parte de la verdad; el trabajo duro en las universidades a menudo es en gran medida gratis. No obstante, muchos blancos encuentran difícil aceptar que ese racismo, asentado geográfica y estructuralmente, sigue siendo una barrera significativa para muchos estudiantes de color. Los blancos dicen a menudo que el racismo pertenece al pasado y que ya no necesitamos evocarlo. Con todo, diariamente la desigualdad nos mira fijamente en los barrios hispanos, ghettos y a través de las paredes de las prisiones. La desigualdad también continúa en universidades privilegiadas.
Un ejemplo del privilegio blanco es cómo la Universidad Sonoma State (SSU, su sigla en inglés) alcanzó recientemente el estatus de tener probablemente la población estudiantil blanca y más rica que cualquier otra universidad pública en California. La investigación muestra que a comienzos de los años 90 la administración de la SSU empezó a comercializar el campus como una institución que a precios de universidad pública [del estado California] ofrecía experiencias propias de una universidad privada afiliada a la Liga Ivy [que en términos deportivos agrupa a ocho universidades privadas del noreste de EEUU]. Parte de este empaque público de la imagen publicitaria “Liga Ivy” de la SSU proclamaba su ubicación en una región vinícola mezclada con amenidades físicas y culturales. Estos esfuerzos de comercialización fueron diseñados principalmente para atraer a estudiantes de altos ingresos a un campus tipo Falcon Crest.
Para alcanzar el resultado deseado de convertirse en una universidad “Liga Ivy” pública en la región del vino, la administración de la SSU puso en práctica un escrutinio de admisión especial que utiliza índices de puntajes socio-económicos más altos que el resto del sistema universitario del estado de California (CSU, en inglés). Según Lani Guinier y Gerald Torres en The Miner’s Canary (El canario del minero), los altos puntajes del sistema llamado SAT correlacionan directamente a la raza y al ingreso económica, prestando poca atención al éxito real en la universidad.
SSU también condujo un reclutamiento entre público predominantemente blanco de altos ingresos y en las escuelas secundarias privadas de la costa oeste y Hawai. Por lo tanto, los estudiantes de primer año de la SSU provenientes de familias con rentas superiores a 150.000 dólares anuales aumentaron en 59% desde 1994, mientras los estudiantes de primer año de familias con rentas por debajo de los 50.000 dólares disminuyeron en 21% en 2007. La condición racial de los estudiantes del campus permaneció sobre más de tres cuartas partes de blancos durante este período de quince años, mientras en el resto de los campus del CSU la diversidad étnica aumentó perceptiblemente.
Y a la vez vivimos en una sociedad en que la mayoría de la población ha elegido a un negro como Presidente de EEUU. Esta presidencia es un enorme logro simbólico para las relaciones raciales en EEUU. Sin embargo, no debemos ignorar las desventajas que continúan existiendo para la gente de color y las ventajas conseguidas por los blancos. La segregación de hecho y las políticas institucionales contribuyen a perpetuar desigualdades que requieren estudio, discusión y compensación efectiva. Los esfuerzos contra el racismo deben continuar si queremos alcanzar de verdad la meta de igualdad de oportunidades para todos proclamada durante la lucha por los derechos civiles.
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Peter Phillips es profesor de sociología en la Universidad Sonoma State de California. Su reciente estudio e investigación Building a Public Ivy: Sonoma State University: 1994-2007, está en: http://www.projectcensored.org/articles/story/building-a-public-ivy/
Traducción de Ernesto Carmona, especial para ARGENPRESS.info
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