Wednesday, May 27, 2009

"No corras... pon las manos en la cabeza"


MARCELA TURATI


A la una de la mañana del 5 de abril pasado, en Torreón, Coahuila, dos médicos veterinarios salieron al Oxxo de la colonia a comprar agua y no volvieron a ser vistos. A medio camino, entre la casa y la tienda, fue encontrada la camioneta donde viajaban: estaba abierta, baleada, con los asientos manchados de sangre y 40 casquillos percutidos en los alrededores.
De los tripulantes -Juan Pablo Alvarado Oliveros e Isaías Uribe Hernández- nada se sabe hasta ahora.
"Hallan tras intenso tiroteo camioneta baleada y con rastros sanguinolentos"; "Rafaguean una vivienda y vehículos en Cd. Nazas"; "Denuncian la desaparición de médicos veterinarios", y "Buscan a heridos de balacera tras ser detenidos por soldados", fueron los encabezados de los periódicos locales que difundieron la información.
Los vecinos de la calle Sierra España, colonia Ciudad Nazas, en Torreón, no aportaron mayores datos a la prensa. "No nos asomamos, duramos mucho tiempo debajo de la cama, después nos dormimos", dijo una mujer al diario Express.
Sin embargo, las indagaciones que dice haber hecho la familia Alvarado Oliveros apuntan a que Juan Pablo fue "levantado" y "desaparecido" por miembros del Ejército. Vecinos del lugar les comentaron que los protagonistas de la balacera iban a bordo de camionetas militares y que una de ellas tenía "una metralleta en la batea".
"¡No corras, cabrón, pon las manos en la cabeza!", fue el grito que alcanzó a escuchar esa noche uno de los vecinos -quien no quiso acudir a declarar-, según se lee en la denuncia que la familia levantó en la delegación de la Procuraduría General de la República en Coahuila.
La familia, originaria de Tuxtepec, Oaxaca, tiene su propia explicación de lo sucedido:
"Al parecer mi hermano se percata de que estaban levantando gente en la calle, y creo que se le hizo fácil arrancarse porque estaba a cuatro cuadras de la casa, para tratar de refugiarse, pero empiezan a abrir fuego y los impactan de frente. Creemos que al amigo que iba de copiloto le dieron en la cabeza porque ahí quedó la sangre salpicada en el asiento", dijo Gaspar Alvarado, hermano del veterinario.
El joven, que vive en Xalapa, llegó a las instalaciones de Proceso para denunciar lo sucedido y mostrar copias de las denuncias presentadas (en las comisiones nacional y estatal de derechos humanos, en la delegación estatal de la PGR, ante el juez primero de Distrito en La Laguna, en la Presidencia de la República, en la Comisión de Derechos Humanos del Senado y en la Secretaría de la Defensa Nacional). También aportó copias de los diarios donde se dio cuenta del "levantón" o "detención" de su hermano.
"Desde el 5 de abril no sabemos nada de él. Hemos ido cuatro veces al XXIII Batallón de Coahuila a pedir información y los soldados dicen que no tienen gente, pero los vecinos aseguran que vieron en la balacera muchos camiones militares. Nosotros queremos ver dónde lo tienen, en qué condiciones", dijo en entrevista.
"Hubo una ocasión en que nos atendió en el XI Batallón uno que se presentó como 'capitán David', pero en su camisa tenía las letras 'JRodríguezR'. Nos dijo que no levantaron gente, que no tenían a nadie, pero agregó una frase que nos inquietó: 'Tengan paciencia'. Sacamos la conclusión de que quizá lo piensan liberar. Lo más seguro es que lo tengan golpeado, herido, y si el otro muchacho se les murió, lo más seguro es que a mi hermano no lo quieren dejar libre para que no hable."
En la CNDH prometieron a Gaspar que un visitador viajaría a La Laguna para investigar lo ocurrido porque de esa región "tienen varias denuncias". Una nota publicada el 13 de mayo en El Siglo de Torreón afirma que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos ya investiga las dos desapariciones, y que la esposa de Isaías Uribe -el veterinario que viajaba en el asiento del copiloto- tuvo un parto prematuro y perdió al bebé por la situación angustiosa que vive.
Ambas familias se quejan de que, en un principio, la PGR no quiso aceptar sus quejas. El argumento: que eran de competencia del estado de Coahuila. Las autoridades locales también las rechazaron por considerarlas de competencia federal.
"Fuimos a la Sedena a solicitar una audiencia, y me dijeron que en un plazo de 30 a 60 días me contestan", señaló Gaspar a la reportera después de haber recorrido varias oficinas de gobierno en busca de su pariente.
En el paquete que entregó a este semanario se halla uno de los carteles que la familia ha pegado en las calles de Torreón, donde se ve la foto de su hermano, vestido con camisa blanca, y los siguientes datos: estatura aproximada: 1.66 mts.; complexión: delgada; color de ojos: café obscuro; edad: 30 años; señas particulares: cicatriz en brazo izquierdo a la altura del codo de aproximadamente 5 cms., y lunar negro y grande en la espalda a la altura de la columna vertebral.
"Esta es su foto. Él y su amigo trabajaban en el laboratorio de investigación animal Romarse, después de haber estudiado la carrera juntos hace unos ocho años", explicó al mostrarla.
El paquete contiene así mismo copias de recortes de periódicos locales donde se denuncian abusos de militares, en cuyos encabezados se lee: "Militares agreden a 50 tablazos a albañiles"; "Militares agreden a civiles con golpiza"; "Ciudadano acusa a militares de 'levantarlo' y torturarlo: también fue violado con un objeto de plástico", y "Militares 'abusan' de él".
Siete semanas después de la desaparición de Juan Pablo, Gaspar puntualiza: "Lo único que pedimos es que nos devuelvan a mi hermano, si está vivo; o si se les pasó la mano, que nos digan dónde lo podemos encontrar para darle cristiana sepultura".
-¿Tu hermano tenía nexos con narcos?
-Nada, nada. Él es una persona honrada, honesta. Se rumora que lo confundieron con un narcomenudista que tenía una camioneta de la misma marca y color que la que él usaba de la empresa, y que vivía en esa colonia. Lo que se me hace más raro es por qué el Ejército les abrió fuego si no traían armas...








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