Hace 60 años… La República Popular China
El autor analiza el largo recorrido revolucionario en China, desde las revueltas nacionalistas de 1919 hasta la transición al capitalismo.
La proclamación de la República Popular China, el 1 de octubre de 1949 en Pekín, supuso uno de los mayores acontecimientos del siglo XX. Si la revolución hubiese fracasado en 1937-1945, ante las fuerzas de ocupación japonesas, el curso de la Guerra Mundial en Oriente podría haber sido otro. Si hubiese fracasado en 1945-1947, frente a los ejércitos contrarrevolucionarios del Kuomintang (Partido Nacional del Pueblo), lo más seguro es que el país hubiese estado bajo el radio de acción del imperialismo estadounidense. La visión del mundo habría cambiado.
La victoria de la revolución china ha convertido al país más grande del mundo (por su población) en un actor independiente dentro del escenario internacional. ¡Y eso no es poco! Pero, a su vez, la revolución, en más de una ocasión, plantea nuevas preguntas a los marxistas, por sus éxitos y sus fracasos (rotundos en cualquier caso) y, sobre todo, por su duración. Los aires de revolución empezaron a soplar en 1919 con el Movimiento del 4 de mayo y sólo se apagaron 50 años más tarde entre el caos de la Revolución Cultural. Más allá de sus altibajos, es uno de los procesos revolucionarios más largos del mundo, junto con la revolución vietnamita. Ha encadenado una serie de ciclos sucesivos y cada uno de ellos ha traído muchas sorpresas. El Octubre ruso de 1917 ya había supuesto una sorpresa para la mayoría de los marxistas que pensaban que la revolución mundial sólo podía germinar en Europa occidental. La victoria de los bolcheviques inauguró un ciclo de luchas revolucionarias que se plasmaron con rapidez en China y suscitaron cuestiones aún más profundas para la época: ¿puede la modernización de un país del ‘Tercer Mundo’ (el término es anacrónico) ir por vías no capitalistas? ¿Cómo puede el marxismo, fruto del pensamiento occidental, integrarse en una cultura oriental?
El ciclo revolucionario
Tras la derrota en Occidente de la revolución alemana (1923), el ciclo revolucionario que se había inaugurado con el octubre ruso se clausura en Oriente en 1927, con la aniquilación de la segunda revolución china (la primera fue en 1911). Dada la responsabilidad de Moscú en la definición de los caminos del Partido Comunista Chino (PCC), este fracaso sangriento puso sobre la mesa, por primera vez, una pregunta crucial: ¿cuáles serían las consecuencias de la burocratización y la estalinización del Estado soviético para el movimiento comunista internacional? Daban señales de empezar a ser graves… Diez años más tarde, en el Este asiático, la invasión japonesa de China (1937) hacía sonar los tambores de la Segunda Guerra Mundial, al igual que lo hacía la Guerra Civil española en Europa. Esta invasión da comienzo a un tercer ciclo de luchas. La corriente dominante del movimiento comunista chino es ahora el maoísmo, una novedad más. La resistencia a la ocupación nipona es la oportunidad de enriquecer la experiencia militante en diversos ámbitos, desde una concepción muy política de la guerra popular hasta la organización directa de los campesinos por un partido comunista (lo que los marxistas rusos no habían hecho antes de 1917). La derrota japonesa en 1945 deja vía libre a la guerra civil entre el PCC y el Kuomintang. Después, el Octubre chino de 1949 da pie, como antes el Octubre ruso, a un ciclo internacional de luchas revolucionarias que se cierra en 1975 con la victoria vietnamita, la liberación de las colonias portuguesas y el derrocamiento de la dictadura de Salazar. También compromete al imperialismo en la guerra de Corea (1950-1953) y, luego, en Vietnam (1965-1975) en las fronteras chinas. Washington despliega un sistema contrarrevolucionario mundial sin precedentes.
Sin embargo, el maoísmo no es una réplica del bolchevismo ni la República Popular es una copia fiel del Estado soviético –ni en su versión original ni en su caricatura estalinista–. Está en camino una auténtica revolución con un cambio radical de la estructura de clases del país. La condición de las mujeres, de los campesinos y de los obreros se modifica, pero el PCC mantiene un rígido monopolio del poder político. El destino del país se decide en tres crisis, cada cual más intensa: el Movimiento de las Cien Flores (1957), el Gran Salto Adelante (1959) y la erróneamente denominada Revolución Cultural (1966-1968), que durante un tiempo desintegra al Partido Comunista. Al comienzo de los años conflictivos, la burocracia se impone, consolidando su poder, mientras que el halo revolucionario se desvanece. A nivel internacional, los conflictos interburocráticos (URRS-China) toman un cariz muy violento. A partir de los años ‘80, el PCC aborda la transición capitalista, de la mano del capital chino transnacional ubicado en Taiwán, Hong Kong y en otros países. Se observa un cambio a contracorriente de la estructura de clases: lo que se había conseguido desde 1949 se derribó sistemáticamente. Tras la contrarrevolución burocrática, llega la contrarrevolución burguesa. La nueva burguesía china puede darle las gracias a Mao: si la revolución china no hubiese protegido al país contra el dominio imperialista, la burguesía no habría podido ocupar la posición internacional que ocupa. Durante 90 años (1919-2009), China –con su revolución y contrarrevolución– no ha cesado de confrontarnos con lo nuevo y lo imprevisto. Los primeros 50 años sirvieron para enriquecer el pensamiento estratégico, la reflexión sobre las posibilidades y las dificultades de las luchas de emancipación, y la comprensión de las sociedades de transición. Estos últimos 30 años, principalmente ¡han alimentado el análisis de las vías de la reconstrucción capitalista! Esperemos que nos vuelva a dar lecciones revolucionarias en un futuro que, ojalá, no sea muy lejano…
LA “VÍA CHINA” HACIA EL SOCIALISMO
PIERRE ROUSSET Entre 1956- 1957, la opción del PCC de copiar el modelo de industrialización de la URSS se vio insuficiente para un país con tal densidad demográfica como China (700 millones de habitantes en 1958-1959) y se buscó la “vía china” hacia el socialismo. Se pusieron objetivos inalcanzables (como superar a Gran Bretaña en 15 años) y forzaron a la administración y a la población a unos ritmos insostenibles, sin tiempo para preparar o planificar medidas económicas, lo que puso en tela de juicio a Mao ante el partido. Entre 1959 y 1960, 20 o 30 millones de personas murieron a causa de hambrunas, malnutrición y catástrofes naturales. El PCC no supo reaccionar. Las tensiones entre el PCC y los campesinos llevaron a levantamientos en algunos puntos del país. En 1961-1962 se aceptó una concepción más modesta de las cooperativas y la producción. El fracaso del Gran Salto Adelante repercutió en la dirección del partido y se cuestionó la figura de Mao. Ahora se daban cuenta hasta qué punto el Gran Timonel podía cometer errores catastróficos.
ALGUNOS HITOS EN LA HISTORIA RECIENTE DE CHINAOCTUBRE 1949 El 1 de octubre, tras vencer a a los nacionalistas de Chiang Kai-shek, Mao proclama la fundación de la República Popular de China. Atrás quedaban el levantamiento de Hunan en 1927, la Larga Marcha (1934, 1935) y 20 años de lucha contra un régimen feudal y por un gobierno comunista.
LAS CIEN FLORES Hasta 1958 la expropiación de grandes terratenientes permitió la entrega de tierras a los campesinos. La campaña de las Cien Flores, inicialmente una invitación a la crítica sobre los males del país, se convirtió en una caza de brujas de los intelectuales más críticos con el régimen.
EL GRAN SALTO En 1958, Mao lanzó el Gran Salto Adelante. Se colectivizó la agricultura y se promovió la industria a pequeña escala. Los buenos resultados iniciales se vieron truncados por metas irreales, escasez de materias primas, mala calidad del acero fabricado y una de las mayores hambrunas de la historia del país.
REVOLUCIÓN CULTURAL Como consecuencia de la lucha de poder dentro del partido, en 1966 se lanza una movilización de masas que ataca la burocracia, la corrupción, el desviacionismo dentro del partido y la cultura, así como el carácter “burgués” del arte, la vestimenta o los intelectuales. Cientos de juicios ‘populares’ rodearon la mayor movilización desde 1949.
DENG XIAOPING A principio de los años ‘80 se inicia la transición al capitalismo con una alianza entre la burocracia del partido y capitales chinos en el extranjero. La privatización de bienes públicos, la pérdida de derechos laborales y el férreo control por parte del Estado convierten a China en un buen sitio para hacer negocios.
La proclamación de la República Popular China, el 1 de octubre de 1949 en Pekín, supuso uno de los mayores acontecimientos del siglo XX. Si la revolución hubiese fracasado en 1937-1945, ante las fuerzas de ocupación japonesas, el curso de la Guerra Mundial en Oriente podría haber sido otro. Si hubiese fracasado en 1945-1947, frente a los ejércitos contrarrevolucionarios del Kuomintang (Partido Nacional del Pueblo), lo más seguro es que el país hubiese estado bajo el radio de acción del imperialismo estadounidense. La visión del mundo habría cambiado.
La victoria de la revolución china ha convertido al país más grande del mundo (por su población) en un actor independiente dentro del escenario internacional. ¡Y eso no es poco! Pero, a su vez, la revolución, en más de una ocasión, plantea nuevas preguntas a los marxistas, por sus éxitos y sus fracasos (rotundos en cualquier caso) y, sobre todo, por su duración. Los aires de revolución empezaron a soplar en 1919 con el Movimiento del 4 de mayo y sólo se apagaron 50 años más tarde entre el caos de la Revolución Cultural. Más allá de sus altibajos, es uno de los procesos revolucionarios más largos del mundo, junto con la revolución vietnamita. Ha encadenado una serie de ciclos sucesivos y cada uno de ellos ha traído muchas sorpresas. El Octubre ruso de 1917 ya había supuesto una sorpresa para la mayoría de los marxistas que pensaban que la revolución mundial sólo podía germinar en Europa occidental. La victoria de los bolcheviques inauguró un ciclo de luchas revolucionarias que se plasmaron con rapidez en China y suscitaron cuestiones aún más profundas para la época: ¿puede la modernización de un país del ‘Tercer Mundo’ (el término es anacrónico) ir por vías no capitalistas? ¿Cómo puede el marxismo, fruto del pensamiento occidental, integrarse en una cultura oriental?
El ciclo revolucionario
Tras la derrota en Occidente de la revolución alemana (1923), el ciclo revolucionario que se había inaugurado con el octubre ruso se clausura en Oriente en 1927, con la aniquilación de la segunda revolución china (la primera fue en 1911). Dada la responsabilidad de Moscú en la definición de los caminos del Partido Comunista Chino (PCC), este fracaso sangriento puso sobre la mesa, por primera vez, una pregunta crucial: ¿cuáles serían las consecuencias de la burocratización y la estalinización del Estado soviético para el movimiento comunista internacional? Daban señales de empezar a ser graves… Diez años más tarde, en el Este asiático, la invasión japonesa de China (1937) hacía sonar los tambores de la Segunda Guerra Mundial, al igual que lo hacía la Guerra Civil española en Europa. Esta invasión da comienzo a un tercer ciclo de luchas. La corriente dominante del movimiento comunista chino es ahora el maoísmo, una novedad más. La resistencia a la ocupación nipona es la oportunidad de enriquecer la experiencia militante en diversos ámbitos, desde una concepción muy política de la guerra popular hasta la organización directa de los campesinos por un partido comunista (lo que los marxistas rusos no habían hecho antes de 1917). La derrota japonesa en 1945 deja vía libre a la guerra civil entre el PCC y el Kuomintang. Después, el Octubre chino de 1949 da pie, como antes el Octubre ruso, a un ciclo internacional de luchas revolucionarias que se cierra en 1975 con la victoria vietnamita, la liberación de las colonias portuguesas y el derrocamiento de la dictadura de Salazar. También compromete al imperialismo en la guerra de Corea (1950-1953) y, luego, en Vietnam (1965-1975) en las fronteras chinas. Washington despliega un sistema contrarrevolucionario mundial sin precedentes.
Sin embargo, el maoísmo no es una réplica del bolchevismo ni la República Popular es una copia fiel del Estado soviético –ni en su versión original ni en su caricatura estalinista–. Está en camino una auténtica revolución con un cambio radical de la estructura de clases del país. La condición de las mujeres, de los campesinos y de los obreros se modifica, pero el PCC mantiene un rígido monopolio del poder político. El destino del país se decide en tres crisis, cada cual más intensa: el Movimiento de las Cien Flores (1957), el Gran Salto Adelante (1959) y la erróneamente denominada Revolución Cultural (1966-1968), que durante un tiempo desintegra al Partido Comunista. Al comienzo de los años conflictivos, la burocracia se impone, consolidando su poder, mientras que el halo revolucionario se desvanece. A nivel internacional, los conflictos interburocráticos (URRS-China) toman un cariz muy violento. A partir de los años ‘80, el PCC aborda la transición capitalista, de la mano del capital chino transnacional ubicado en Taiwán, Hong Kong y en otros países. Se observa un cambio a contracorriente de la estructura de clases: lo que se había conseguido desde 1949 se derribó sistemáticamente. Tras la contrarrevolución burocrática, llega la contrarrevolución burguesa. La nueva burguesía china puede darle las gracias a Mao: si la revolución china no hubiese protegido al país contra el dominio imperialista, la burguesía no habría podido ocupar la posición internacional que ocupa. Durante 90 años (1919-2009), China –con su revolución y contrarrevolución– no ha cesado de confrontarnos con lo nuevo y lo imprevisto. Los primeros 50 años sirvieron para enriquecer el pensamiento estratégico, la reflexión sobre las posibilidades y las dificultades de las luchas de emancipación, y la comprensión de las sociedades de transición. Estos últimos 30 años, principalmente ¡han alimentado el análisis de las vías de la reconstrucción capitalista! Esperemos que nos vuelva a dar lecciones revolucionarias en un futuro que, ojalá, no sea muy lejano…
LA “VÍA CHINA” HACIA EL SOCIALISMO
PIERRE ROUSSET Entre 1956- 1957, la opción del PCC de copiar el modelo de industrialización de la URSS se vio insuficiente para un país con tal densidad demográfica como China (700 millones de habitantes en 1958-1959) y se buscó la “vía china” hacia el socialismo. Se pusieron objetivos inalcanzables (como superar a Gran Bretaña en 15 años) y forzaron a la administración y a la población a unos ritmos insostenibles, sin tiempo para preparar o planificar medidas económicas, lo que puso en tela de juicio a Mao ante el partido. Entre 1959 y 1960, 20 o 30 millones de personas murieron a causa de hambrunas, malnutrición y catástrofes naturales. El PCC no supo reaccionar. Las tensiones entre el PCC y los campesinos llevaron a levantamientos en algunos puntos del país. En 1961-1962 se aceptó una concepción más modesta de las cooperativas y la producción. El fracaso del Gran Salto Adelante repercutió en la dirección del partido y se cuestionó la figura de Mao. Ahora se daban cuenta hasta qué punto el Gran Timonel podía cometer errores catastróficos.
ALGUNOS HITOS EN LA HISTORIA RECIENTE DE CHINAOCTUBRE 1949 El 1 de octubre, tras vencer a a los nacionalistas de Chiang Kai-shek, Mao proclama la fundación de la República Popular de China. Atrás quedaban el levantamiento de Hunan en 1927, la Larga Marcha (1934, 1935) y 20 años de lucha contra un régimen feudal y por un gobierno comunista.
LAS CIEN FLORES Hasta 1958 la expropiación de grandes terratenientes permitió la entrega de tierras a los campesinos. La campaña de las Cien Flores, inicialmente una invitación a la crítica sobre los males del país, se convirtió en una caza de brujas de los intelectuales más críticos con el régimen.
EL GRAN SALTO En 1958, Mao lanzó el Gran Salto Adelante. Se colectivizó la agricultura y se promovió la industria a pequeña escala. Los buenos resultados iniciales se vieron truncados por metas irreales, escasez de materias primas, mala calidad del acero fabricado y una de las mayores hambrunas de la historia del país.
REVOLUCIÓN CULTURAL Como consecuencia de la lucha de poder dentro del partido, en 1966 se lanza una movilización de masas que ataca la burocracia, la corrupción, el desviacionismo dentro del partido y la cultura, así como el carácter “burgués” del arte, la vestimenta o los intelectuales. Cientos de juicios ‘populares’ rodearon la mayor movilización desde 1949.
DENG XIAOPING A principio de los años ‘80 se inicia la transición al capitalismo con una alianza entre la burocracia del partido y capitales chinos en el extranjero. La privatización de bienes públicos, la pérdida de derechos laborales y el férreo control por parte del Estado convierten a China en un buen sitio para hacer negocios.
Pierre Rousset (miembro de la Asociación Europe Solidaire Sans Frontières)
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