Thursday, October 29, 2009


Ellos saben cómo usarlo, sostiene Jeffrey Max Jones, jefe de Fomento a los Agronegocios

Subsecretario de Agricultura llama a aprender la lógica de mercado del narco

Lo han logrado con el gobierno en contra, y lo han hecho sin recibir subsidios, afirma

Periódico La Jornada

Jueves 29 de octubre de 2009, p. 8

Los campesinos deben aprender la lógica de mercado del narcotráfico, pues ellos saben cómo usarlo, afirmó el subsecretario de Fomento a los Agronegocios de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), Jeffrey Max Jones Jones, en conferencia de prensa luego de inaugurar el foro La política agroalimentaria en un escenario de crisis económica global.

La lógica de los narcotraficantes de definir el mercado y después orientar su logística para surtirlo es una estrategia de la cual el sector agropecuario puede aprender, manifestó en la conferencia.

En entrevista posterior, ratificó su dicho.

–¿Está conciente de lo que dijo?

–Claro, hay que aprender del modelo del narcotráfico. Identifican su mercado y crean su logística. Desafortunadamente están integrados a cultivos ilegales. ¡Ellos sí saben atender los mercados!

Agregó que la idea de aprender el manejo del mercado inicia con la planeación, pero en el sector agropecuario se sigue con la inercia de la lógica productivista, primero producir y después batallar para vender los cultivos.

–Sólo que el mercado del narco es adictivo.

–Sí, así es. Pero la gente todos los días come, son adicciones dentro de la normatividad y dentro del parámetro de la ley. El tema de fondo es que los narcos han sabido cómo usar la plataforma del mercado y atender una lógica fundamental.

Con ese ejemplo, el subsecretario de Fomento a los Agronegocios de la Sagarpa destacó la importancia de volverse sensibles con el mercado, pues históricamente en el sector, desde que terminó la Revolución, se definieron políticas de combate a la pobreza y ese fue el objetivo del reparto de la tierra, pero no se tuvo una lógica de mercado.

Originario de Nuevo Casas Grandes, Chihuahua, insistió en que el éxito del campo radica en tener lógica económica, de mercado. En esta política, el consumidor es quien manda; él decide qué comprar, la calidad del producto y escoge la mejor opción.

Y retomó a los narcotraficantes como ejemplo: ellos lo han logrado (definir el mercado) con el gobierno en contra, y lo han hecho sin subsidios. Ese es el tema, hay que aprender a definir el mercado, todo lo demás cae por inercia.

Militante del PAN y mormón, Jones logró una diputación federal en la 57 Legislatura por el distrito uno de Chihuahua, como representante de Nuevo Casas Grandes. En 2000 llegó a la Cámara de Senadores, donde presidió la Comisión de Asuntos Fronterizos.

En 2007, al concluir su periodo como legislador, se integró a la Sagarpa como subsecretario de Fomento a los Agronegocios. Desde entonces ha insistido en que se reduzcan los subsidios a los productores y en la urgencia de que orienten sus actividades a la demanda del mercado. Todos se ponen a estudiar el mercado.

Al inaugurar el foro, apuntó que las economías que enfocan su oferta a los mercados se vuelven más competitivas y productivas; éstas tienen mayores oportunidades, alternativas y mecanismos para mitigar los escenarios desfavorables.

La Sagarpa se deslinda

En la noche, por medio de un comunicado, la Sagarpa se deslindó de las declaraciones del subsecretario de Fomento a los Agronegocios: Lo expresado por Jeffrey Max Jones no corresponde a la posición de esta dependencia, señala el documento.

Agrega que la declaración del subsecretario no fue afortunada, al recurrir a comparaciones que no contribuyen en lo absoluto a la comprensión y atención de los temas que interesan a la Sagarpa y a los agentes del sector.

Insistió en que respalda plenamente el propósito del gobierno federal de combatir el crimen organizado y brindar mejores condiciones de seguridad a las familias mexicanas.





Al intervenir ayer en un encuentro sobre política alimentaria, el subsecretario de Fomento a Agronegocios de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), Jeffrey Max Jones, afirmó que en la presente circunstancia los agricultores del país deben seguir el ejemplo del narcotráfico, un sector que ha aprendido a identificar un mercado y crear la logística para surtir y crear la plataforma y que, sin subsidio, ha conseguido dominar el mercado, si bien, desafortunadamente, está abocado a un cultivo que es nocivo para la salud.

Aunque estas palabras denotan una torpeza política monumental, que pudiera resultar desastrosa para la carrera política del declarante, constituyen también un ejemplo claro de la forma de pensar del grupo gobernante, así como de sus ambigüedades morales en lo que ha sido presentado a la opinión pública como una guerra contra el narcotráfico y que constituye, a juicio de diversos analistas, un ejercicio de legitimación mediática, una exhibición de músculo a los opositores a la administración calderonista o bien el ensayo de una política represiva policial y militar, no dirigida contra la delincuencia organizada, sino contra eventuales brotes de descontento social difícilmente contenibles por otras vías.

En la visión de muchos funcionarios, los narcotraficantes son empresarios y hombres de negocios exitosos y hasta visionarios, aunque desafortunadamente hayan optado por desenvolverse en un ramo que se encuentra fuera de la ley. La objeción principal de Jones no es que conformen poderes fácticos, que destruyan y corrompan el tejido institucional y social del país, que asesinen, secuestren y siembren el terror, sino que se dediquen a cultivos nocivos para la salud. El funcionario citado reproduce, así, el argumento moralista por medio del cual la autoridad federal establece un nexo causal por demás distorsionado entre el problema de salud pública de las adicciones y el tráfico de drogas, y elude los factores centrales de peligrosidad del segundo de esos fenómenos: que el efecto más nocivo del trasiego de sustancias ilícitas no es que envenene a la juventud, como pregonan de manera demagógica numerosos funcionarios, sino que distorsiona todo el funcionamiento de la economía, se infiltra en la vida política, desplaza y destruye a las instituciones y sienta sus reales como autoridad real e instancia de mediación, arbitraje y financiamiento en extensas regiones del territorio nacional.

En suma, la objeción principal contra el narcotráfico es su capacidad depredadora, rasgo que comparte con los grandes consorcios dedicados a actividades no penadas por la ley, y a los cuales los sucesivos gobiernos neoliberales han ido entregando filones enteros de la economía del país. La vocación de éxito que los funcionarios del momento admiran en unos y otros, esa condición de winners exaltada por la ideología mercantilista dominante, se cifra en la capacidad de abrirse paso a costa de lo que sea, e incluso sobre la destrucción de entornos sociales, humanos y naturales. Los asesinatos provocados por el narco son ilegales, pero es legal que los conglomerados empresariales dejen a millones de personas sin vivienda, sin empleo, sin seguridad social y sin atención médica, en lo que constituye una suerte de asesinato económico aceptado e incluso aplaudido, en aras de la productividad y la eficiencia, por los gobernantes de las últimas dos décadas.

La virtud proyectiva de lo dicho ayer por el subsecretario Jeffrey Max Jones reside, en suma, en poner de manifiesto un sistema de valores para el cual el narcotráfico y el narcotraficante son el modelo ideal de negocio y de empresario, salvo por el detalle de que, por principio y de manera explícita, violan la ley. Ese es, precisamente, el sistema de valores que ha ocupado las máximas posiciones de poder político del país durante más de 20 años, y cuyas consecuencias catastróficas están a la vista.

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