Estados Unidos
Un estudio de 1004 campañas de organización sindical emprendido por la directora de investigaciones en educación laboral de la Escuela de Relaciones Industriales y Laborales de la Universidad de Cornell ha descubierto que dos tercios de las empresas observadas violaban el derechos laboral vigente en los EEUU con prácticas como el interrogatorio uno a uno de los trabajadores, amenazas por apoyar a los sindicatos, despidos de organizadores sindicales o uso de otra media docena de tácticas ilegales para desbaratar las campañas de sindicalización.
La profesora Kate Bronfenbrenner, autora de No Holds Barred: The Intensification of Employer Opposition to Organizing [La intensificación de la resistencia empresarial a la organización de los trabajadores], dice que esas tácticas ilegales de la patronal se han empleado para rebajar la representación sindical en las empresas norteamericanas del nivel de un 22% que tenía hace 30 años al actual de un 12,4%.
Si se descubriera un volumen parecido de comportamientos empresariales ilegales en punto a, pongamos por caso, falsificar las facturas presentadas a los clientes, redactar informes engañosos para los accionistas o violar leyes medioambientales, se levantaría por doquiera un clamor de indignación exigiendo la intervención del Congreso y la reacción de la opinión pública. Pero, hasta ahora al menos, no se ha movido protesta contra esa contumaz violación del derecho laboral nacional.
Puede que una de las razones de ello sea que nadie, salvo los sindicatos mismos y las empresas violadoras de las leyes, supiera nada de esta ola de delincuencia empresarial.
El único artículo que yo he conseguido ver referido a este estudio fue publicado por el New York Times, pero aparecía en una página interior de la sección que este diario dedica al mundo de los negocios, una sección ignorada por el grueso de los lectores.
¿Por qué reservar para la sección de negocios un artículo sobre los trabajadores? ¿Sólo interesa a los hombres de negocios y a los inversores? Desde luego que no. El autor de la pieza, Steven Greenhouse, uno de los últimos periodistas norteamericanos que mantiene vivo el interés por el mundo laboral, es un fino reportero, y no escribe sus artículos con la jerga del periodismo de negocios, sino con un estilo llano, fácilmente accesible a todo tipo de lectores. Su artículo, intitulado: “Un estudio sostiene que las tácticas antisindicales están cada vez más generalizadas”, habría merecido, sin duda, figurar en la cabecera de la sección, y lo cierto es que, dadas las pruebas y los asombrosos indicios presentados de delitos cometidos en masa por parte de la patronal en toda la nación, debería haber sido titular de primera plana del periódico, si los editores se molestaran en juzgar las noticias con criterios honrados (¿cuánta gente se ve afectada? ¿Hasta qué punto resulta impactante la noticia?).
Pero otra de las razones podría ser el que los propios sindicatos no airean suficientemente el tema.
Precisamente ahora, el movimiento sindical norteamericano se halla en una brega desesperada por lograr que se apruebe la Ley de Libre Elección de los Empleados (EFCA, por sus siglas en inglés), la cual, si se aprobara tal como está formulada –con artículos de largo aliento—, permitiría enfrentarse a algunos de los problemas planteados en el estudio de la profesora Bronfenbrenner, al eliminar la necesidad del voto secreto en los sufragios sindicales. Porque, como han aprendido desde hace mucho tiempo las empresas y sus abogados, esas elecciones con necesidad de voto secreto pueden aplazarse por años, mientras la patronal socava a su antojo las bases de apoyo sindical. Pero, puesto que las uniones sindicales lo que buscan ahora es mantener el apoyo de un Presidente Obama tan vacilante como los Demócratas en el Congreso en la aprobación de la EFCA, acaso amedrentados por la masiva actividad desplegada en Washington por los lobbies granempresariales, lo que hacen es evitar cualquier tipo de política que pase por salir a la calle y convertir el asunto del delito empresarial en un gran escándalo público.
Pero lo que debería haber son marchas masivas en las grades ciudades de la nación, especialmente en Washington, exigiendo la aprobación de la EFCA. Con el Presidente Obama y la mayoría de Demócratas en ambas Cámaras del Congreso haciendo campaña y proclamando su apoyo a la EFCA. En cambio, muchos, ahora, lo que están es echándose atrás de sus promesas.
Un millón de trabajadores encolerizados, concentrados en masa y gritando por las calles de Washington, les helarían la sangre, lo mismo que manifestaciones gigantescas en las mayores ciudades del país.
La acción de masas forzaría también a los grandes medios de comunicación a interesarse por el modo en que la patronal, sencillamente, se cisca en las leyes laborales nacionales; les llevaría a interesarse por la ilegal intimidación a que someten los patronos a los trabajadores, a interesarse por los despidos ilegales de activistas sindicales y a interesarse por la necesidad de garantizar elecciones verdaderamente libres referidas a la cuestión de si ha de haber presencia sindical en el puesto de trabajo.
Ni que decir tiene: un tercer problema es el suscitado por el hecho de que los trabajadores norteamericanos han venido resignándose desde hace mucho a trabajar de manera desindicalizada. Las encuestas muestran que una mayoría de norteamericanos desearían la presencia de los sindicatos en sus lugares de trabajo, pero muy pocos parecen dispuestos a luchar por ese derecho. Tal vez ahora que las encuestas muestran que más de un 50% de norteamericanos están preocupados por la posibilidad de ser despedidos, y con una patronal manifiestamente dispuesta a aprovecharse de la crisis económica para librarse de trabajadores, se ponga punto final a esa inveterada resignación. La única vía de salida para el movimiento obrero es la movilización en la calle.
No es momento de ser educados con los políticos, y no es momento de limitar la acción política a escribir correos electrónicos, firmar peticiones y hacer llamadas telefónicas.
Es momento de denunciar a los ejecutivos empresariales que están tratando las leyes laborales de este país como si fueran papel higiénico: es tiempo de boicots, de marchas, de manifestaciones y de sentadas.
¡Acabemos con la ola de delincuencia empresarial y con las violaciones impunes del derecho laboral!
¡Exijamos castigos ejemplares para la violación de las leyes laborales!
¡Apoyemos a las empresas sindicalizadas y boicoteemos a las empresas hostiles a los sindicatos!
¡Apruébese la EFCA, sin mayores componendas!
Dave Lindorff es un periodista norteamericano radicado en Filadelfia. Su último libro es The Case for Impeachment (St. Martin’s Press, 2006).
Traducción para www.sinpermiso.info: Roc F. Nyerro
http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=2586
La profesora Kate Bronfenbrenner, autora de No Holds Barred: The Intensification of Employer Opposition to Organizing [La intensificación de la resistencia empresarial a la organización de los trabajadores], dice que esas tácticas ilegales de la patronal se han empleado para rebajar la representación sindical en las empresas norteamericanas del nivel de un 22% que tenía hace 30 años al actual de un 12,4%.
Si se descubriera un volumen parecido de comportamientos empresariales ilegales en punto a, pongamos por caso, falsificar las facturas presentadas a los clientes, redactar informes engañosos para los accionistas o violar leyes medioambientales, se levantaría por doquiera un clamor de indignación exigiendo la intervención del Congreso y la reacción de la opinión pública. Pero, hasta ahora al menos, no se ha movido protesta contra esa contumaz violación del derecho laboral nacional.
Puede que una de las razones de ello sea que nadie, salvo los sindicatos mismos y las empresas violadoras de las leyes, supiera nada de esta ola de delincuencia empresarial.
El único artículo que yo he conseguido ver referido a este estudio fue publicado por el New York Times, pero aparecía en una página interior de la sección que este diario dedica al mundo de los negocios, una sección ignorada por el grueso de los lectores.
¿Por qué reservar para la sección de negocios un artículo sobre los trabajadores? ¿Sólo interesa a los hombres de negocios y a los inversores? Desde luego que no. El autor de la pieza, Steven Greenhouse, uno de los últimos periodistas norteamericanos que mantiene vivo el interés por el mundo laboral, es un fino reportero, y no escribe sus artículos con la jerga del periodismo de negocios, sino con un estilo llano, fácilmente accesible a todo tipo de lectores. Su artículo, intitulado: “Un estudio sostiene que las tácticas antisindicales están cada vez más generalizadas”, habría merecido, sin duda, figurar en la cabecera de la sección, y lo cierto es que, dadas las pruebas y los asombrosos indicios presentados de delitos cometidos en masa por parte de la patronal en toda la nación, debería haber sido titular de primera plana del periódico, si los editores se molestaran en juzgar las noticias con criterios honrados (¿cuánta gente se ve afectada? ¿Hasta qué punto resulta impactante la noticia?).
Pero otra de las razones podría ser el que los propios sindicatos no airean suficientemente el tema.
Precisamente ahora, el movimiento sindical norteamericano se halla en una brega desesperada por lograr que se apruebe la Ley de Libre Elección de los Empleados (EFCA, por sus siglas en inglés), la cual, si se aprobara tal como está formulada –con artículos de largo aliento—, permitiría enfrentarse a algunos de los problemas planteados en el estudio de la profesora Bronfenbrenner, al eliminar la necesidad del voto secreto en los sufragios sindicales. Porque, como han aprendido desde hace mucho tiempo las empresas y sus abogados, esas elecciones con necesidad de voto secreto pueden aplazarse por años, mientras la patronal socava a su antojo las bases de apoyo sindical. Pero, puesto que las uniones sindicales lo que buscan ahora es mantener el apoyo de un Presidente Obama tan vacilante como los Demócratas en el Congreso en la aprobación de la EFCA, acaso amedrentados por la masiva actividad desplegada en Washington por los lobbies granempresariales, lo que hacen es evitar cualquier tipo de política que pase por salir a la calle y convertir el asunto del delito empresarial en un gran escándalo público.
Pero lo que debería haber son marchas masivas en las grades ciudades de la nación, especialmente en Washington, exigiendo la aprobación de la EFCA. Con el Presidente Obama y la mayoría de Demócratas en ambas Cámaras del Congreso haciendo campaña y proclamando su apoyo a la EFCA. En cambio, muchos, ahora, lo que están es echándose atrás de sus promesas.
Un millón de trabajadores encolerizados, concentrados en masa y gritando por las calles de Washington, les helarían la sangre, lo mismo que manifestaciones gigantescas en las mayores ciudades del país.
La acción de masas forzaría también a los grandes medios de comunicación a interesarse por el modo en que la patronal, sencillamente, se cisca en las leyes laborales nacionales; les llevaría a interesarse por la ilegal intimidación a que someten los patronos a los trabajadores, a interesarse por los despidos ilegales de activistas sindicales y a interesarse por la necesidad de garantizar elecciones verdaderamente libres referidas a la cuestión de si ha de haber presencia sindical en el puesto de trabajo.
Ni que decir tiene: un tercer problema es el suscitado por el hecho de que los trabajadores norteamericanos han venido resignándose desde hace mucho a trabajar de manera desindicalizada. Las encuestas muestran que una mayoría de norteamericanos desearían la presencia de los sindicatos en sus lugares de trabajo, pero muy pocos parecen dispuestos a luchar por ese derecho. Tal vez ahora que las encuestas muestran que más de un 50% de norteamericanos están preocupados por la posibilidad de ser despedidos, y con una patronal manifiestamente dispuesta a aprovecharse de la crisis económica para librarse de trabajadores, se ponga punto final a esa inveterada resignación. La única vía de salida para el movimiento obrero es la movilización en la calle.
No es momento de ser educados con los políticos, y no es momento de limitar la acción política a escribir correos electrónicos, firmar peticiones y hacer llamadas telefónicas.
Es momento de denunciar a los ejecutivos empresariales que están tratando las leyes laborales de este país como si fueran papel higiénico: es tiempo de boicots, de marchas, de manifestaciones y de sentadas.
¡Acabemos con la ola de delincuencia empresarial y con las violaciones impunes del derecho laboral!
¡Exijamos castigos ejemplares para la violación de las leyes laborales!
¡Apoyemos a las empresas sindicalizadas y boicoteemos a las empresas hostiles a los sindicatos!
¡Apruébese la EFCA, sin mayores componendas!
Dave Lindorff es un periodista norteamericano radicado en Filadelfia. Su último libro es The Case for Impeachment (St. Martin’s Press, 2006).
Traducción para www.sinpermiso.info: Roc F. Nyerro
http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=2586
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