Armando el rompecabezas del clima pasado
Orfilio Peláez Cada cierto tiempo Jesús M. Pajón, investigador del Departamento de Arqueología del Instituto Cubano de Antropología y jefe del proyecto científico Paleoclima-Arqueología, calza sus "armaduras" para tomar muestras de las aguas que filtran el sistema cavernario Majaguas-Cantera, en la Sierra de San Carlos, Pinar del Río. Las formaciones de cavernas como las estalagmitas contienen valiosa información sobre el clima pasado. El propósito de las incursiones, cuya frecuencia puede ser mensual o bimensual, es analizar las características químicas y otros parámetros de esas aguas interiores, monitoreo hecho con la colaboración del Instituto de Física Ambiental de la Academia de Ciencias de Heilderber, Alemania, en particular del profesor Augusto Mangiri. Tales datos son de suma utilidad a la hora de evaluar si las espeleotemas (incluyen las conocidas estalagmitas, estalactitas y otros tipos de formaciones) presentes en las cavernas subterráneas del lugar, son las más idóneas a la hora de continuar los estudios de paleoclimatología iniciados hace más de diez años en ese sector del occidente cubano, por diferentes instituciones del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente. FUENTE DE CONOCIMIENTOS
pelaez@granma.cip.cu
Según comenta Pajón, el clima del planeta nunca ha sido estable, ha variado en todas las épocas y continuará haciéndolo así en el futuro, más allá de cuanto pueda ser influido por la actividad humana.
En la gráfica, el investigador Jesús M. Pajón y el licenciado Hermes Farfan toman muestras de agua en el interior de la Gran Caverna de Santo Tomás.
Ante las fuertes evidencias de que está en marcha un proceso de calentamiento global, se impone saber cómo evolucionaron las temperaturas y otras variables en los diferentes periodos históricos de la Tierra. Esa es la esencia de la paleoclimatología, estudiar el clima del pasado a partir de indicadores geológicos, subrayó.
Mientras más datos se tengan al respecto, de mejores posibilidades dispondrán los científicos de calcular con mayor objetividad el impacto real de las acciones del hombre sobre las condiciones medioambientales del presente y modelar los probables escenarios futuros.
Explicó el investigador que las espeleotemas, y de modo especial las estalagmitas, son una suerte de archivo natural de excepcional valor para el estudio de los cambios climáticos globales, pues en sus anillos o bandas de crecimiento anual quedan registradas variaciones en la composición o actividad de los isótopos de oxígeno, las cuales solo se producen si han ocurrido modificaciones notables en el clima.
La Sierra de San Carlos, señaló Jesús, es quizás uno de los sitios más importantes de las zonas tropicales del mundo para acometer estos trabajos, pues acoge una amplia gama de estalagmitas, desde edades bien antiguas, hasta otras más jóvenes.
Mediante la aplicación de métodos y técnicas de geoquímica de isótopos estables de oxígeno y dataciones isotópicas por carbono 14 y uranio-torio a una estalagmita del citado sistema cavernario Majaguas-Cantera, pudo determinarse que entre el último Máximo Glacial ocurrido hace 18 000 años y nuestros días, hay una tendencia general al calentamiento del clima en nuestro archipiélago.
Otro de los resultados más interesantes de este proyecto incluido dentro del Programa Nacional de Cambios Globales y la Evolución del Medio Ambiente Cubano, y que se ejecuta en coordinación con los investigadores Luis Raúl Paz, Abel Centella y Ramón Pérez, del Instituto de Meteorología, es la obtención por primera vez en Cuba de curvas de paleotemperaturas correspondientes a los últimos 15 000 años, que ponen de manifiesto la expresión de esa tendencia.
De acuerdo con esas observaciones, el valor medio de la temperatura para esa zona montañosa de la región occidental de Cuba se ha elevado entre ocho y diez grados Celsius durante ese periodo.
También sobresale la ocurrencia de un cambio climático sumamente abrupto con un aumento de la temperatura promedio de seis a ocho grados en apenas dos milenios, que al parecer tuvo lugar entre 11 520 y 9 220 años antes del presente, registros coincidentes con los reportados en estalagmitas estudiadas en otras partes del orbe.
Como señala Pajón, hubo en esa época una rápida transición a nivel global de las condiciones típicamente glaciales (avance de grandes masas de hielo hasta las latitudes medias y la zona subtropical) a las interglaciales, caracterizadas por la fusión y retirada de esos hielos por el sostenido incremento de la temperatura.
Precisamente, la ubicación geográfica de Cuba, sometida a la interconexión atmósfera-tierra-océano del hemisferio Norte con el Sur, le conceden una privilegiada posición para investigar la influencia de los periodos glaciares e interglaciares sobre las regiones tropicales y subtropicales.
De ahí que toda la información recopilada al respecto en nuestro verde archipiélago tenga un interés internacional. Armar el rompecabezas del clima pasado tiene en los científicos cubanos un soporte nada despreciable.
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