La creciente intervención de los estados en la resolución de la crisis financiera (que ha incluido, en varios países como EE.UU., una parcial nacionalización de centros bancarios), ha sido interpretada como el fin de la época neoliberal iniciada en EE.UU. por el Presidente Reagan (y por la Sra. Thatcher en Gran Bretaña), hace treinta años. En esta lectura de la realidad se asume que el neoliberalismo se caracterizó por la reducción del papel del estado en las esferas financieras y económicas, reducción que terminó ahora con las medidas claramente intervencionistas del estado en la resolución de la recesión (y posiblemente depresión) que existe a nivel mundial.
Esta supuesta reducción del estado durante la época neoliberal (1980-2008), sin embargo, no ocurrió en realidad. En EE.UU., país considerado como la máxima expresión del neoliberalismo, las intervenciones estatales crecieron durante aquella época liberal 1980-2008. El gasto público, por ejemplo, se incrementó notablemente en EE.UU., pasando de representar el 34% del PIB en 1980 al 38% en 2007. El gasto público per capita también subió de 4.148 US $ en 1980 a 18.750 en 2007. Y los impuestos subieron de un 35% en 1980 a un 39% en 2007. En realidad el Presidente Reagan fue el Presidente de EE.UU. que subió más los impuestos en tiempo de paz en toda la historia de aquel país. Los recortó muy notablemente para el 20% de renta superior de las familias, pero los incrementó para todo lo demás. En resumidas cuentas, no hubo una disminución del papel del estado en la sociedad estadounidense sino un cambio muy significativo de sus prioridades como lo demuestran los cambios que han tenido lugar en el presupuesto federal durante el periodo neoliberal. Así, mientras al principio de tal periodo, en 1980, el gasto federal que iba destinado a personas (a través de transferencias y servicios públicos a personas) representaba el 38% de todo el gasto, el gasto militar representaba el 41% de todo el gasto y el gasto de apoyo a las empresas (incluido las financieras) representaba el 21% del total, a finales de tal periodo en 2007 el gasto a las personas había descendido al 32% mientras que el gasto militar había subido al 45% y a las empresas el 23%. Este último porcentaje ha subido de una manera espectacular a raíz de la compra de activos y apoyos a la banca por parte del gobierno federal.
Es tos datos muestran como el discurso liberal (supuestamente antiestado) sólo aplica a cierto tipo de intervenciones: aquellas relacionadas con el bienestar de las personas, primordialmente de las clases populares. No así a la mayoría del gasto e intervenciones públicas. Hay pues que señalar que durante el periodo liberal hubo un desfase entre el discurso retórico neoliberal y la realidad. Como bien dijo John Williamson, el intelectual más influyente dentro del consenso neoliberal de Washington “Tenemos que darnos cuenta de que lo que el gobierno federal de EE.UU. predica en el extranjero y lo que hace en casa no son lo mismo” .
Estas observaciones son relevantes pues lo que estamos viendo estos días no es un cambio sino una expansión de lo que ha ido ocurriendo durante aquel periodo. El establecimiento de la nueva autoridad del gobierno federal (que gastará más de 700.000 millones de dólares, además de los que ya ha gastado, representando en total un 17% del PIB estadounidense) está dirigido por el mismo equipo y las mismas personas que dirigieron la banca Goldman Sachs y otros centros financieros de Wall Street. Como dijo el Senador Sanders (el único senador que pertenece a la Internacional Socialista en el Congreso de EE.UU.) la creación y modus operandi de tal agencia es “la instrumentalización más abusiva del estado por parte de la banca en la historia de EE.UU.” El gobierno federal compra las hipotecas basura de la banca y otras acciones, a la vez que renuncia al voto que tal compra le permitiría en la toma de decisiones de la banca intervenida. Lo que estamos viendo no es pues el fin, sino la continuación del neoliberalismo. Es más. La banca y el mundo empresarial quieren aprovechar esta crisis para continuar resolverla a través de medidas neoliberales tales como la reducción de salarios, el aumento de la precariedad, la reducción del gasto a las personas, la privatización de la seguridad social (sí, sí, lo ha leído bien, la privatización de la seguridad social), el aseguramiento privado de la sanidad y otros servicios del estado del bienestar. Hemos visto, incluso en España, como portavoces del mundo empresarial y financiero han pedido inmediatamente una expansión de muchas de tales políticas públicas como manera de resolver la crisis financiera actual. Si ello ocurriera, sería ya la victoria final del neoliberalismo.
Vicenç Navarro es Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra
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