http://www.jornada.unam.mx/2006/07/09/sem-marcos.html
Marcos
Una certeza, dos dudas y una carta inconclusa
I. LA CERTEZA: UN CALENDARIO
Bertolt Brecht murió el 14 de agosto de 1956, en Berlín. Si las matemáticas no me fallan, su muerte ocurre hace cuarenta y nueve años y diez meses, aproximadamente.
Además de poesía y novela, Brecht escribió y dirigió obras de teatro. Algunas de ellas las conozco gracias al trabajo cultural del Centro Libre de Experimentación Teatral y Artística, y al del maestro Luis Tavira, quien todavía busca, como todos nosotros, transformar la sociedad que permita existir, sin dobleces, a la Honesta persona de Sechuán.
Hace poco leí que el departamento de intelectuales de Wal- Mart decretó que hay que esperar que, cuando "El Anhelado" llegue al poder, yo me exilie, como Brecht, en Dinamarca. Bueno, en realidad, Brecht sólo estuvo en Dinamarca hasta 1939 y de ahí se fue a Finlandia, luego a Rusia, luego a Estados Unidos. En 1947 se fue a Suiza porque en eu lo acusaron de actividades antiamericanas. Regresó luego a Alemania y murió de una trombosis coronaria el 14 de agosto de 1956, en Berlín.
Bertolt Brecht nació el 20 de febrero de 1898, en Augsburgo, Alemania, donde tiempo después trazó un círculo de tiza como una más de las Historias de almanaque.
Acá en México, "almanaque" es sinónimo de "calendario".
Y, cuando menos acá en México, hay dos calendarios: el de arriba, que impone fechas, dolores y simulaciones; y el de abajo, que acompaña cada indignación con una rebeldía, a veces organizada. Ahora, mientras en el calendario de arriba se prepara un debate entre los espejos del poder, en el almanaque de abajo se cumple un mes de una injusticia llamada Atenco.
En el calendario de arriba se marcan certezas impuestas con violencia; en el almanaque de abajo se construyen dudas. Sobre ellas, las dudas, Brecht escribió:
Pero la más hermosa de todas las dudas
es cuando los débiles y desalentados levantan su cabeza
y dejan de creer
en la fuerza de sus opresores.
Así que marquemos este nuestro almanaque con dudas, con supuestos...
II. DUDA UNO: LA EXTRAÑA DESAPARICIÓN DE ELÍAS CONTRERAS
Y no me refiero a su muerte. Como casi nadie sabe, Elías Contreras, Comisión de Investigación del EZLN, está difunto. Con ese impreciso status con el que los zapatistas nos identificamos desde el 1 de enero de 1994, el finado Elías Contreras encabezó una de las complicadas batallas que contra el Mal y el Malo se libran en todos los rincones del mundo.
No los aburriré repitiendo los detalles de esta historia o leyenda, puesto que los pueden encontrar en los capítulos que se escribieron por turnos con Paco Ignacio Taibo ii, que el periódico mexicano La Jornada publicó por entregas con el título de Muertos incómodos, y que luego aparecieron en el libro del mismo nombre.
Baste entonces decir que para ese caso o cosa, Elías Contreras viajó a Ciudad de México, a Guadalajara y a otras ciudades del país. Pero cuando hablo ahora de la extraña desaparición de Elías Contreras, no me refiero a esos meses que pasó fuera de las montañas del sureste mexicano, sino a unos días o semanas, no puedo precisarlo, que están en blanco, tanto en los informes que enviaba a la Comandancia General del EZLN, como en las pláticas que tuvo conmigo y en su viejo cuaderno de apuntes.
No, contra lo que puedan suponer algunos, esos huecos en el calendario de lucha de Elías Contreras no se refieren a su relación con la Magdalena, la travestida que se convirtió en héroe-heroína como de por sí se hace abajo, es decir, sin hacer bulla, como si no importara. No, la relación de Elías Contreras con la Magdalena no forma parte de los contados pero significativos espacios en blanco de mi vida. Al contrario, en sus pláticas abundaba y redundaba en referencias a ella/él. Y en su libreta de apuntes hay también muchas líneas dedicadas a él/ella.
No sé si antes lo he dicho pero, para Elías Contreras, la Magdalena era su heroína, o su héroe. No sólo por haberle salvado la vida en una calle de la colonia Guerrero, aquí en Ciudad de México; ni tampoco sólo por la forma en que enfrentó al tal Morales en las afueras de Ocosingo, Chiapas. Más bien era por la naturalidad con que había hecho una y otra cosa. Como si ambas acciones fueran, más que la culminación de un proceso lógico, sólo una acción en un tiempo y en un lugar, un acto más en el ignorado calendario de resistencia y lucha de quienes son abajo sin que nadie les lleve el apunte.
Elías Contreras era o es un zapatista (hablando de vida, nosotros no sabemos distinguir entre el pasado y el presente, sólo excluimos el futuro), y como tal tenía aprecio especial por quien no alardea. Si a esto le agregamos el complejo y contradictorio puente sentimental que el corazón de Elías Contreras se construyó hacia el de la Magdalena, tenemos una relación que, precisamente por construirse a contracorriente, era firme. Por eso es que Elías Contreras no pretendió esconder esa relación mediante una edición que la eliminara de su historia propia. No, si Elías era parco o evasivo cuando la melancolía le ponía el nombre de la Magdalena en los labios no era porque se avergonzara, sino porque, a mi entender, nunca pudo explicar y explicarse lo que la Magdalena era ni lo que era para él.
Elías Contreras era Comisión de Investigación del EZLN, algo así como lo que ustedes, los ciudadanos, llaman "detective privado". Aunque, como es sabido, los zapatistas tenemos algo averiado el sentido de la propiedad privada. Así que, más que "privado", Elías Contreras era algo así como un detective muy otro, "el otro detective". Pero tenía varias características esenciales para su trabajo: excelente observador, buena memoria, capacidad inductiva, era parco en el hablar y pródigo en la escucha. Y no sólo escuchar lo que se dice, también lo que se calla.
En fin, tampoco los aburriré con eso, después de todo cualquier cosa parecida se puede encontrar en las novelas, películas y series de televisión de detectives.
En realidad, quiero detenerme en una característica que, creo, no es típica. Me refiero a que Elías Contreras, como la mayoría de los zapatistas, era un cazador. Y como tal sabía "huellar" al animal, es decir, sabía seguirle el rastro. Pero ya he dicho que Elías Contreras era un detective muy otro y, además de seguir huellas, le gustaba dejar pistas. No para dejar constancia de su paso, sino para conducir al futuro rastreador por lo que miraba y aprendía. Enseñar a mirar, así podría resumir esta complicada pedagogía que Elías Contreras construía a su paso. "No nomás anduve tras del Mal y el Malo que era el tal Morales. También lo topé a otros que tenían otro nombre y otro modo. Porque el Mal y el Malo otros nombres tienen y no se esconden abajo sino que caminan arriba tan contentos, y se pasean y se saludan y están como muy alegres, como si no fueran el Mal y el Malo", me dijo hace tiempo. Y en alguna plática me insinuó que había dejado algunas pistas o huellas de su paso por la ciudad. "Qué tal que alguna vez te das una vuelta Sup, de repente lo encuentras por dónde anduve conociendo y aprendiendo", me dijo Elías Contreras. Y agregó: "No se puede ponerle freno al rico, no si no se quita la sistema que hace rico al rico."
"La sistema", así dijo Elías Contreras, con ese modo de los compas de convertir al femenino las palabras que terminan con a. Así "el mapa" es "la mapa".
Y "una mapa" fue lo que encontré, en su cuaderno, como pista o huella de algunos de esos días que resaltaban como hueco en sus informes y pláticas. Es un croquis muy sencillo de Ciudad de México, de esos que tienen las rutas del metro. Elías agregó, con tinta azul, algunas pequeñas anotaciones, fechas, nombres y flechitas.
No tengo una certeza en esto, así que aventuro una hipótesis, un supositorio:
Siguiendo esos rastros puedo aventurar que Elías Contreras, Comisión de Investigación del EZLN, tal vez asistió a la presentación de La honesta persona de Sechuán, montada por la Casa del Teatro bajo la dirección de Luis de Tavira.
Podemos suponer que Elías Contreras, como zapatista que es y fue, se sentó inicialmente en la parte de atrás del auditorio. Y podemos suponer que, conforme avanzaba la trama y se interesaba en ella, se fue pasando más adelante.
Recuerdo vagamente el argumento de esta obra de Brecht, así que seré muy sintético, sin olvidar recomendarles la lectura del texto y, mejor aún, asistir a su representación cuando haya modo, tiempo y lugar.
Shen Te es una mujer en un arrabal de cualquier ciudad del mundo y recibe la visita del Poder, representado por tres licenciados, que la tocan con la varita mágica de la desgracia disfrazada de fortuna. Los licenciados deciden apoyar las cualidades individuales de Shen Te, pero esto provoca envidias de los demás habitantes. Para poder defenderse de la avaricia que provoca su progreso, Shen Se se inventa un varón, Shi Ta, que la defiende haciendo alarde del autoritarismo, la codicia y la violencia propias del machismo.
Podemos suponer que el llamado "distanciamiento brechtiano" fue resuelto con fortuna en el trabajo artístico de los integrantes de la Casa del Teatro, y que Elías Contreras, desde su butaca, asentía en silencio, confirmando el planteamiento de que no basta que una persona sea buena y noble para cambiar al mundo, y que lo que se necesita es transformar la estructura social.
Podemos suponer que al final de la función, Elías Contreras intentó acercarse a la actriz que interpretaba a Shen Se y a Shi Ta, y que los guardias de seguridad le impidieron llegar a los camerinos. Podemos suponer que Elías no sólo quería felicitar a la artista, sino platicar con ella sobre la dualidad forzada que el sistema impone a las personas. Seguramente Elías pensaba en la Magdalena cuando trataba de entender ese desdoblamiento.
Tal vez es un supositorio, pero Elías Contreras dedujo que, al convertirse en mujer, el hombre que era la Magdalena no sólo optaba por ser otra, sino también elegía un lado para luchar. Es como mujer que la Magdalena salva a Elías de los tiras del df, y es como mujer que se enfrenta al tal Morales. La Magdalena, diría Elías Contreras, eligió ser mujer para pelear contra el sistema que imponía un desdoblamiento, que la obligaba a ser lo que no era.
Y, siguiendo con el supositorio, Elías Contreras sintió un estremecimiento al comprender no sólo a la mujer como víctima del sistema, también y sobre todo como quien lo enfrenta y desafía. La víctima que se rebela.
Como indígena y como zapatista, Elías Contreras sabía lo que significaba. Y tal vez de eso quería platicar con la actriz: de la necesidad de luchar contra el sistema que nos obliga a negar lo que somos, de desafiarlo y de hacerlo en colectivo.
Claro que no tenemos ninguna certeza de todo esto, es sólo una suposición, un supositorio, nacido de una duda.
Pero todo esto viene a cuento porque hace un mes que el sistema, representado en la policía, atacó, violó y encarceló a mujeres en San Salvador Atenco. Y estas mujeres, nuestras compañeras, no sólo no se rindieron, ni como luchadoras ni como mujeres, sino que se pusieron, como diríamos los zapatistas, más bravas.
En ellas lejos queda la imagen impuesta de la femenina resignación, en ellas es derrotada la derrota.
"Son buena gente", hubiera dicho Elías Contreras.
Y Bertold Brecht hubiera dicho:
A la buena gente se la conoce
en que resulta mejor
cuando se la conoce.
III. DUDA DOS: EL OTRO DEBATE O EL DIÁLOGO IMPOSIBLE ENTRE BERTOLT BRECHT Y DON DURITO DE LA LACANDONA
Si, como tal vez no dijo Julio Cortázar, la naturaleza imita al arte, quienes escuchan o leen este texto estarán de acuerdo en dar la debida credibilidad al siguiente diálogo entre Bertolt Brecht y alguien que se parece extraordinariamente a un escarabajo.
Se dio en el café "Comandanta Ramona" que está junto con pegado de la tiendita "El Rincón Zapatista" que, como su nombre lo indica, está en un rincón de la calle Zapotecos, en la colonia Obrera de Ciudad de México. El "Rincón Zapatista" está, en estos días, literalmente asediado por diversas corporaciones policíacas. Ignoro la causa, pero, es un supositorio, tal vez se deba a lo que ocurrió esta madrugada.
Estaba lloviendo. Como no había quién atendiera, me tocó hacerla de mesero. Así que yo fui testigo. Bertolt Brecht pidió un café vienés (que no hay en el menú, así que le puse helado de fresa, porque el de nuez es, ése sí, propiedad privada) y Durito ordenó un café capuchino con harta azúcar. Los dos pidieron cuernitos con jamón y queso, pero Durito se empacó las dos órdenes.
No sé bien cómo empezó, pero lo que logré apuntar, fingiendo que escribía en la libreta la cuenta de lo que Durito se empacaba con singular alegría, es lo siguiente:
Durito: A ver Bertoldo, de por sí es un cuete entender a los intelectuales y todavía tú lo complicas más con eso de "tuis". ¡Cómo que "tuis"? Parece nombre de chicloso.
Brecht: Tuis era el nombre que se daba en Chima, uniendo las letras iniciales, a los miembros de la casta de los "telect-ua-ines", los trabajadores intelectuales. El Tui es el intelectual de esta época de mercados y mercancías. El arrendador del intelecto. (Bertold Brecht. La novela de los Tuis". Alianza Editorial, Madrid 1991. Traducción de Juan de Solar. pp. 32 y 47.)
Durito: O sea que como quien dice, los "tuis" son los intelectuales orgánicos del dinero. Ya decía yo que para ser chiclosos les faltaba cajeta. Eso quiere decir que tenían palancas, se iban a tomar las copas con el Carlos Slim, sacaban su tarjeta de "cliente distinguido" de Wal-Mart, y ya luego a la escribidera. Por ejemplo, en esa novela que no acabaste de escribir y que, si echamos trato, yo estoy dispuesto a terminarla.
Brecht: Por lo cual le estaría profundamente agradecido.
Durito: No, que agradecido ni que nada, hay que mocharse con un porcentaje de las regalías, para juntar el varo para la fianza de l@s pres@s de Atenco.
Brecht: Mmh... ¿Aceptaría usted un cheque?
Durito: ¡Uy no mi buen!, esos rebotan más que el balón de futbol en las redes de la portería de la selección mexicana. Mientras pienso cómo te cobro, síguele con tu rollo, mientras yo le hago los honores a los cuernos de mi escudero.
Yo, el Sup, no dije nada, pero con discreción me toqué la frente, por aquello de que no me fuera a atorar en la puerta... Mmh... Aunque tal vez Durito se refería a los cuernos de jamón y queso.
Durito: Bueno Bertoldo, decías que esos tuis...
Brecht: Sí, "provistos de la totalidad del saber y expertos en todas las prácticas literarias, eran los administradores de la cultura y de la vida comercial y mercantil al mismo tiempo. Su única arma era el espíritu. La palabra ‘telect- ual- ines’ significaba trabajadores de la mente, discernidores, diferenciadores y, más precisamente aún: formuladores." (Ibid.)
Durito: Mmh... El "bisnes" de la pensadera, la grandeza del espíritu en proporción directa a la de la cuenta bancaria. Pero ellos dicen que buscan la libertad de la idea, la supremacía del espíritu sobre la materia, que la conciencia determina al ser social.
Brecht: "El espíritu precede siempre a los hechos, pero no como un tractor, sino como un perro que hiciera cabriolas." (Ibid.)
Durito: Como un desfile anunciando la presentación de un circo. Me temo que estamos rozando peligrosamente el tema de las próximas elecciones. Y ahora la novedad del fascismo en tres pistas...
Brecht: "Lo ‘totalmente nuevo’ de la fascistización son las líneas directrices de la dominación capitalista que surgen ahora nítidamente y en toda su desnudez, unas líneas que siempre habían existidos y habías sido respetadas por los tuis de la ‘gran’ época de oro. Se engañan muy seriamente respecto a las posibilidades de progreso y libertad espiritual bajo esta dominación." (Ibid.)
Durito: Entonces para ser intelectuales son bastante mensos. Oí Bertoldo, ¿estás diciendo que no hay cambio de rumbo, por más que se cambien el caballo y el jinete?
Brecht: "El ‘nuevo’ espíritu que hace su aparición no sólo no modifica las relaciones fundamentales, sino que las conserva incluso mejor." (Ibidem).
Durito: ¿Mejor? ¿Quieres decir más orden?
Brecht: Con todo lo que necesita el sistema para mantener y reproducir las relaciones de explotación. Ejemplos: "Tras la proclamación de la República, el orden imperante en Chima fue adquiriendo un carácter cada vez más desenfrenado. La secular actividad de los tuis empezó a dar sus frutos. Ya casi no había hierba alguna que comer, pero las mujeres se repartían números entre ellas y, siguiendo un orden riguroso, se paraban frente a las tiendas vacías y se iban con las manos también vacías, respetando el orden de los números. Las fábricas cerraban porque los altos mandos del ejército ya no compraban nada. Los obreros llevaban sus relojes de control a las plazas públicas y se plantaban allí cada mañana, tiritando en el frío de un invierno cada vez más intenso. Y los que enfermaban de gripe iban muriendo en el mismo orden numérico que tenían sus camas de hospital." (Ibid.)
Durito: Mmh, por eso los tontulines esos se preocupan tanto por el desorden...
Brecht: Otro ejemplo: "El gobierno de Wei-Wei se fijó como meta conceder al espíritu el papel de guía en todos los asuntos públicos. Se empleó como carteros a maestros del estilo epistolar que habían obtenido el doctorado en filología y tenían, además, letra muy bonita. Algunos geógrafos pasaron a conducir locomotoras. El gobierno tenía muy claro que esa gente era capaz de conducir los trenes a su destino preciso de manera totalmente distinta a como lo harían personas no versadas en geografía [...] Como las capas más pobres de la población se quejaran en el Parlamento de que nunca veían un trozo de carne, el gobierno respondió con el nombramiento de cientos de zoólogos que empezaron a impartir cursos vespertinos al pueblo. Todos obtuvieron así pronta información sobre los bueyes y terneras, y muchos ampliaron incluso sus conocimientos en la materia recabando datos sobre animales de países exóticos o sobre la fauna de épocas pretéritas." (Ibid.)
Durito: ¡Pero eso es una estupidez gigantesca!
Brecht : "La estupidez se vuelve invisible al adquirir proporciones muy grandes. Las afirmaciones incongruentes son irrefutables. Ni-en-leh señaló que un filósofo podía tener dificultades si afirmaba que dos por dos es igual a cinco, mientras que corría pocos riesgos sosteniendo que dos por dos es igual a betún para calzado." (Ibid.)
Durito: Mmh... Por cierto, ya necesito darle lustre a mi caparazón. Pero los intelectuales del dinero están en contra de los actos inhumanos.
Brecht: "Están contra la antropofagia en la provincia de Chen. Pero respetan las leyes. Se someten a una disposición según la cual la gente bien vestida debe hacerse afilar los dientes, y exigen que los mal vestidos cumplan con la ley según la cual deben mantenerse limpios y evitar determinados alimentos que les ensucien la carne. Un desacato a las leyes (ilegalidad) pondría en peligro su lucha por cierto tipo de vida humana amenazada." (Ibid.)
Durito: ¿O sea que no hay diferencia entre un adulador pagado por un partido político y un chicloso de las ideas?
Brecht: "A menudo nos preguntamos si el arte del lameculismo supone un talento innato [...] En realidad, la mayoría de la gente puede llegar a un grado medio de lameculismo, no del todo desvalido, dando simplemente rienda suelta a sus inclinaciones naturales. Algo muy distinto ocurre con el arte del lameculismo: hay que aprenderlo, y para ello hace falta asiduidad, sobre todo. Sólo el ejercicio y la perseverancia permiten sobrepasar el lameculismo vulgar y corriente, y sólo cuando la imaginación se aúna a la paciencia, se accede a la maestría. [...] El lameculismo practicado como arte crea formulaciones originales, características sentidas en profundidad: da forma. Por lo demás, el arte del lameculismo se encuentra entre las pocas artes que dan de comer." (Ibid.)
Durito: No, pues estás cabrón Bertoldo. Si todo eso que dices se conociera ahora, más de uno brincaría, y no de gusto. Mira, si vas al panteón frente a la cárcel de Santiaguito, tal vez te haga un descuento por terminar la novela ésa de los chiclosos tontolines.
Se despidió Brecht y Durito se puso, dijo, a hacer la digestión. O sea que se quedó jetón. Yo dejé los platos sin lavar porque mi turno ya había terminado.
Afuera la madrugada era una duda sin resolver...
IV. SUPONGAMOS QUE...
Detrás de su nube, Sombra mira y escribe:
Falta lo que hace falta. Su ausencia es herida que se renueva aún en esta cicatriz que mal regalan las horas.
Aun y cuando os sé lejana, luz que me desvela, con la mirada acorto las distancias y en vuestro cuerpo marco las señales para la ruta que aspiro a que caminen después mis labios.
Bien sé que la sombra que me envuelve y nombra, muro se hace entre vuestra piel y la que ahora me duele por no teneros.
Apenas puedo asomarme por una grieta y, a través de ella, rondar vuestro talle, ceñirlo con la mirada y con la mirada rendirlo. Tocan mis ojos lo que tocar no pueden mis manos. De vuestra carne la espera, amable y distanciada luz, es cadena cruel para tanta libre ansia, mordaza perversa para el deseo, y eterna vergüenza para quien impávido la acepta. Y maldigo así este tiempo que muro pone sobre el muro que de vuesa gracia me aparta.
Y vencerlo me prometo. Envuelto en sombras, sombra yo, me llegaré a vuestro cuerpo para hacer la ruta hasta el nudo del deseo, para desatarlo luego. Con los labios habré de quitarle las ropas y las penas. Una promesa le dibujaré en la nuca y con su nombre susurrado le peinaré los cabellos. Sus senos con mi pecho serán cubiertos y nuestras caderas se mecerán al compás de jadeos y gemidos. Esas vuestras manos a mi espalda habrán de aferrarse cuando el placer vuele su caída hasta la pequeña muerte de su vientre. No habrá entonces ni luz ni sombra, apenas un relámpago languideciendo con nuestras pieles desgastadas.
Esperad de mi espera, alto vuelo, que habrá que hacer de nuevo la madrugada...
Amanece. La madrugada esconde sus nostalgias en la lluvia de junio. Sobre la mesa, un libro queda abierto con la ayuda del peso de una pipa rota. En una página manchada con ceniza, con línea irregular están subrayados unos versos de Bertolt Brecht:
La lluvia
No regresa hacia arriba.
Cuando la herida
Ya no duele,
Duele la cicatriz.
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