El ejército y la iglesia se abrazan… |
“Así hablaba el Señor Dios de los Ejércitos…”
Zacarías, Cap. 1, Vers. 3
- Con la llegada del PAN al poder presidencial, el Ejército Mexicano no sólo hizo a un lado su tradicional laicismo, sino que ahora subordina sus símbolos y emblemas a las imágenes y alegorías de la Iglesia católica. Contra sus propias leyes, e inclusive olvidando el papel que jugó en la Guerra Cristera, el Ejército permite que un soldado mexicano, en un vitral rodeado por insignias castrenses, sea conducido desde el cielo por San Miguel Arcángel y, peor aún, que en el sagrario de la iglesia concurrida por sus elementos se ponga una sexta estrella (la del “general de generales”, Jesucristo) por encima de la quinta que corresponde al presidente de la República como mando supremo de las Fuerzas Armadas…
Jorge Carrasco Araizaga/ Proceso MEXICO, DF, 22 DE DICIEMBRE
Principal promotor y aun defensor con las armas del laicismo del Estado mexicano en el siglo XX, el Ejército ha sucumbido ante la Iglesia católica con la llegada del PAN a la Presidencia de la República.
Lo que comenzó con el establecimiento de capellanías militares derivó ya en una mezcla de símbolos militares y religiosos en la cual los emblemas castrenses están subordinados a las representaciones de la Iglesia.
Lo más significativo de esa amalgama es la incorporación de una estrella a las cinco reglamentarias que utilizan el Ejército y la Fuerza Aérea Mexicana para identificar a sus mandos.
En violación de lo que establecen las leyes orgánicas del Ejército y la Fuerza Aérea, así como de la Armada de México, en el sentido de que el presidente de la República es el mando supremo de las Fuerzas Armadas del país, la Iglesia católica ha incorporado una nueva insignia a los mandos castrenses mexicanos: la de “general de generales”, simbolizada por Jesucristo.
El testimonio de este hecho se ubica frente a las principales oficinas de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y a un lado del Campo Militar Número 1, en la Ciudad de México: en la iglesia Cristo de la Paz, convertida ya no sólo en capellanía militar, sino en una asociación religiosa de la Arquidiócesis Primada de México, autorizada por la Secretaría de Gobernación.
Erigido en la esquina de Legaria y Periférico, durante 25 años fue un templo en el que los feligreses, la mayor parte de ellos militares sin uniforme o sus familias, acudían, discretos, a los servicios religiosos.
Desde que se construyó, a fines del gobierno de José López Portillo, ahí fueron catequizados parientes de los militares; luego, los sacerdotes adoctrinaron directamente a los uniformados. Ahora, ese templo aloja a la principal capellanía de la Iglesia católica para el Ejército Mexicano.
El 24 de febrero de 2006, la Secretaría de Gobernación publicó en el Diario Oficial de la Federación la relación de seis nuevas asociaciones religiosas, creadas como “unidades internas” de la Arquidiócesis Primada de México, con el objetivo de “realizar actos de culto público religioso y predicar y anunciar proféticamente el Evangelio”.
Encabeza esa relación el templo Cristo de la Paz, que atiende al Hospital Central Militar, a diversas unidades militares y a la zona habitacional destinada a efectivos del Ejército y sus familias.
El capellán, de origen guatemalteco, es Otto Francisco Galicia Soto, conocido entre los elementos del Campo Militar Número 1, de las oficinas de la Sedena y del Hospital Militar como “el padre Otto”.
En meses recientes, al templo se le han hecho arreglos y modificaciones para dar fe de la nueva etapa de las relaciones entre el Ejército y la Iglesia, confrontados durante una parte importante del siglo pasado en la Guerra Cristera.
Poco a poco, se le han incorporado trabajos artísticos para modificar creaciones y símbolos meramente castrenses y darles un sentido religioso.
El 30 de julio pasado, el obispo auxiliar de México, Abelardo Alvarado Alcántara, acudió a esa iglesia para oficiar una ceremonia con motivo de la inauguración y bendición del vitral Del cielo a la misión, una versión modificada de un mural que originalmente se concibió para honrar al Cuerpo Especial de Paracaidistas.
La nueva versión del vitral incorporó a San Miguel Arcángel, que de acuerdo con la Biblia fue el guerrero celestial que venció a Lucifer. Los paracaidistas del Ejército lo asumieron como patrono y protector.
Se trata de un vitral de 700 kilos y de tres metros de ancho por 4.20 de largo, colocado a la entrada de la capellanía. Su propósito es mostrar al Arcángel y a los paracaidistas del Ejército como “aliados contra el mal”.
El vitral está firmado por Mario Juárez Ruiz y contó con el apoyo de la unidad de ingenieros del Ejército. Su elaboración, con técnica de emplomado y latonado, requirió 75 tipos de vidrio en 20 colores, según informes de personal militar.
En la nueva representación, un soldado desciende del cielo custodiado por San Miguel Arcángel, quien mantiene sometido al demonio. En la idea original, plasmada en un mural del museo de la Brigada de Fusileros, el paracaidista bajaba para enfrentar a las armas enemigas, amparado sólo con las alas de plata, símbolo del militar graduado en salto aéreo.
El vitral se halla enmarcado entre los distintos escudos de la Fuerza Aérea Mexicana, y el descenso del paracaidista tiene como fondo el azul del cielo y el rojo de la batalla.
El Cuerpo Especial de Paracaidistas es uno de los de mayor tradición dentro del Ejército. A él pertenece el Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (Gafes), reestructurado el sexenio pasado luego de conocerse que algunos de sus miembros desertaron para crear a Los Zetas, el brazo armado del cártel del Golfo.
Del cielo a la misión es ahora el vitral más vistoso de los que existen en el templo Cristo de la Paz, en una de cuyas paredes laterales se han instalado desde hace años otros nueve símbolos alusivos a diferentes unidades del Ejército.
Más pequeños y sencillos, esos vitrales representan a la Fuerza Aérea Mexicana, Sanidad Militar, Caballería y Blindados, Infantería, Justicia Militar, Fuerzas Especiales, Artillería, Administración y Familia Militar.
Pero la principal modificación a la identidad y simbolismo de las Fuerzas Armadas se encuentra en la parte superior del Sagrario de la iglesia, donde se deposita a “Cristo sacramentado” en la hostia.
Empotrado en la pared frontal del altar mayor del templo, a un lado del presbiterio y en el extremo opuesto de un gigantesco Cristo de madera donado por las Fuerzas Armadas, el Sagrario está coronado por seis estrellas; cinco corresponden a los mandos superiores del Ejército y una a la Iglesia católica.
Contadas de izquierda a derecha, y de acuerdo a la norma militar, la primera estrella pertenece al grado de general brigadier; la segunda, al de general de brigada; la tercera, al general de división; la cuarta, al secretario de la Defensa Nacional –como alto mando–, y la quinta al mando supremo, que recae en el presidente de la República…
La novedosa sexta estrella corresponde al “general de generales”: Jesús.
Esto, pese a que el artículo 125 de la Ley Orgánica del Ejército y la Fuerza Aérea establece que los uniformes y las divisas de esos cuerpos militares son de su uso exclusivo, “por lo que no podrán ser utilizados por personas, corporaciones o dependencias que les sean ajenas”; al punto de que, advierte, “quienes violen estas disposiciones quedarán sujetos a lo que dispone la ley penal de la materia”.
Aún más, a la entrada principal de la capellanía fue colocada una gran escultura en la que un soldado yace en agonía en brazos de Jesús. Sin título y sin autor consignados, la obra fue instalada en agosto pasado y está de espaldas al edificio de la Sedena.
Mientras que en el interior de la iglesia se encuentra enmarcada la Oración de un soldado mexicano. El que la lee o reza de memoria, se declara primero soldado “del Señor” para en seguida pedir a Dios:
“Hazme un soldado fiel a las órdenes de mis superiores, aun cuando no esté de acuerdo con ellas… No me permitas abusar de los demás con la autoridad que mi uniforme me entrega… Gracias por escuchar esta pobre oración de un soldado mexicano y un soldado tuyo también”.
Los Cruzados de Cristo Rey
La iglesia Cristo de la Paz fue la primera capellanía militar que se estableció en México como resultado del trabajo de los Cruzados de Cristo Rey, sociedad religiosa fundada en 1971 pero que en años recientes ha avanzado en su objetivo de “extender el Reinado de Cristo en las personas, las familias, instituciones y toda la sociedad”.
La Sociedad Cruzados de Cristo Rey fue creada por monseñor Hilario Chávez Joya, exobispo de Nuevo Casas Grandes, Chihuahua, y entre sus principales promotores desde la década de los setenta estuvo Ramón Plata Moreno, fundador en Puebla de la organización secreta El Yunque.
De acuerdo con una placa colocada afuera de la capellanía, la iglesia fue fundada en 1936 por los hermanos Josefina y Guillermo Belloc, de la Asociación de Caballeros y Damas de la Paz.
La primera piedra no fue puesta sino hasta 1949 por el entonces arzobispo primado de México, Luis María Martínez y Rodríguez. Pero su construcción se logró más de tres décadas después, entre 1981 y 1982, cuando el patronato de la Asociación lo presidía Refugio Pacheco viuda de López Portillo, madre del entonces presidente José López Portillo.
El diseño arquitectónico lo hizo Pedro Ramírez Vázquez, titular de la entonces Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras Públicas, y autor también de la arquitectura de la Basílica de Guadalupe.
El siguiente paso que quiere dar la Iglesia católica es abrir capellanías dentro de las instalaciones militares, luego de las que ha establecido fuera del perímetro de unidades militares en el Distrito Federal, Estado de México, Morelos, Chihuahua y Baja California Sur (Proceso 1598).
En entrevista con este semanario (Proceso 1051), Chávez Joya dio a conocer en 1996 los planes que tenía el entonces Papa Juan Pablo II para que, desde mediados de los ochenta, el Episcopado Mexicano iniciara la evangelización de las Fuerzas Armadas.
En 1985, la Conferencia del Episcopado Mexicano designó a Chávez Joya para coordinar a los Cruzados de Cristo Rey, la congregación encargada de llevar los sacramentos a “la oveja perdida”, como se refirió al Ejército.
El entonces obispo explicó que la labor empezó en el templo Cristo de la Paz con parientes de los militares y siguió con los propios elementos del Ejército, con la complacencia de las autoridades castrenses.
En esa misma entrevista, el entonces encargado del templo, el sacerdote Carlos Ortiz Montes, mostró ya el interés de la Iglesia católica para que el Ejército permitiera su presencia dentro de las áreas militares.
Pero el establecimiento de ese tipo de capellanías no es el fin último. La meta fijada por Juan Pablo II fue el nombramiento de un obispo castrense responsable de una diócesis con sacerdotes, catedral y seminarios propios.
La presencia de la Iglesia católica en el Ejército es consecuencia de la reforma constitucional de 1991 impulsada por el presidente Carlos Salinas, que dio personalidad jurídica a las Iglesias y a las agrupaciones religiosas.
A partir de entonces, el acercamiento entre la Iglesia católica y las autoridades mexicanas ha crecido,sobre todo con la llegada del PAN y Vicente Fox a la Presidencia de la República en el año 2000.
En mayo pasado, la Arquidiócesis de México dedicó una de sus ediciones del semanario Desde la Fe a apoyar la decisión de Felipe Calderón de poner al Ejército al frente de la lucha contra el narcotráfico.
En medio de las acusaciones contra efectivos militares por la alegada violación y muerte de una anciana en la sierra de Zongolica, Veracruz, el órgano de la Iglesia católica criticó en esa misma edición las acusaciones contra el Ejército.
“Sorprende que algunos sectores, lejos de apoyar ese combate (al narcotráfico)… se dediquen a denostar al Ejército, a hacer acusaciones inverosímiles y difamatorias.”
El Ejército y la Iglesia de hoy comparten, pues, algo más que emblemas, símbolos y alegorías… El ejército y la iglesia se abrazan…
“Así hablaba el Señor Dios de los Ejércitos…”
Zacarías, Cap. 1, Vers. 3
* Con la llegada del PAN al poder presidencial, el Ejército Mexicano no sólo hizo a un lado su tradicional laicismo, sino que ahora subordina sus símbolos y emblemas a las imágenes y alegorías de la Iglesia católica. Contra sus propias leyes, e inclusive olvidando el papel que jugó en la Guerra Cristera, el Ejército permite que un soldado mexicano, en un vitral rodeado por insignias castrenses, sea conducido desde el cielo por San Miguel Arcángel y, peor aún, que en el sagrario de la iglesia concurrida por sus elementos se ponga una sexta estrella (la del “general de generales”, Jesucristo) por encima de la quinta que corresponde al presidente de la República como mando supremo de las Fuerzas Armadas…
Lo que comenzó con el establecimiento de capellanías militares derivó ya en una mezcla de símbolos militares y religiosos en la cual los emblemas castrenses están subordinados a las representaciones de la Iglesia.
Lo más significativo de esa amalgama es la incorporación de una estrella a las cinco reglamentarias que utilizan el Ejército y la Fuerza Aérea Mexicana para identificar a sus mandos.
En violación de lo que establecen las leyes orgánicas del Ejército y la Fuerza Aérea, así como de la Armada de México, en el sentido de que el presidente de la República es el mando supremo de las Fuerzas Armadas del país, la Iglesia católica ha incorporado una nueva insignia a los mandos castrenses mexicanos: la de “general de generales”, simbolizada por Jesucristo.
El testimonio de este hecho se ubica frente a las principales oficinas de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y a un lado del Campo Militar Número 1, en la Ciudad de México: en la iglesia Cristo de la Paz, convertida ya no sólo en capellanía militar, sino en una asociación religiosa de la Arquidiócesis Primada de México, autorizada por la Secretaría de Gobernación.
Erigido en la esquina de Legaria y Periférico, durante 25 años fue un templo en el que los feligreses, la mayor parte de ellos militares sin uniforme o sus familias, acudían, discretos, a los servicios religiosos.
Desde que se construyó, a fines del gobierno de José López Portillo, ahí fueron catequizados parientes de los militares; luego, los sacerdotes adoctrinaron directamente a los uniformados. Ahora, ese templo aloja a la principal capellanía de la Iglesia católica para el Ejército Mexicano.
El 24 de febrero de 2006, la Secretaría de Gobernación publicó en el Diario Oficial de la Federación la relación de seis nuevas asociaciones religiosas, creadas como “unidades internas” de la Arquidiócesis Primada de México, con el objetivo de “realizar actos de culto público religioso y predicar y anunciar proféticamente el Evangelio”.
Encabeza esa relación el templo Cristo de la Paz, que atiende al Hospital Central Militar, a diversas unidades militares y a la zona habitacional destinada a efectivos del Ejército y sus familias.
El capellán, de origen guatemalteco, es Otto Francisco Galicia Soto, conocido entre los elementos del Campo Militar Número 1, de las oficinas de la Sedena y del Hospital Militar como “el padre Otto”.
En meses recientes, al templo se le han hecho arreglos y modificaciones para dar fe de la nueva etapa de las relaciones entre el Ejército y la Iglesia, confrontados durante una parte importante del siglo pasado en la Guerra Cristera.
Poco a poco, se le han incorporado trabajos artísticos para modificar creaciones y símbolos meramente castrenses y darles un sentido religioso.
El 30 de julio pasado, el obispo auxiliar de México, Abelardo Alvarado Alcántara, acudió a esa iglesia para oficiar una ceremonia con motivo de la inauguración y bendición del vitral Del cielo a la misión, una versión modificada de un mural que originalmente se concibió para honrar al Cuerpo Especial de Paracaidistas.
La nueva versión del vitral incorporó a San Miguel Arcángel, que de acuerdo con la Biblia fue el guerrero celestial que venció a Lucifer. Los paracaidistas del Ejército lo asumieron como patrono y protector.
Se trata de un vitral de 700 kilos y de tres metros de ancho por 4.20 de largo, colocado a la entrada de la capellanía. Su propósito es mostrar al Arcángel y a los paracaidistas del Ejército como “aliados contra el mal”.
El vitral está firmado por Mario Juárez Ruiz y contó con el apoyo de la unidad de ingenieros del Ejército. Su elaboración, con técnica de emplomado y latonado, requirió 75 tipos de vidrio en 20 colores, según informes de personal militar.
En la nueva representación, un soldado desciende del cielo custodiado por San Miguel Arcángel, quien mantiene sometido al demonio. En la idea original, plasmada en un mural del museo de la Brigada de Fusileros, el paracaidista bajaba para enfrentar a las armas enemigas, amparado sólo con las alas de plata, símbolo del militar graduado en salto aéreo.
El vitral se halla enmarcado entre los distintos escudos de la Fuerza Aérea Mexicana, y el descenso del paracaidista tiene como fondo el azul del cielo y el rojo de la batalla.
El Cuerpo Especial de Paracaidistas es uno de los de mayor tradición dentro del Ejército. A él pertenece el Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (Gafes), reestructurado el sexenio pasado luego de conocerse que algunos de sus miembros desertaron para crear a Los Zetas, el brazo armado del cártel del Golfo.
Del cielo a la misión es ahora el vitral más vistoso de los que existen en el templo Cristo de la Paz, en una de cuyas paredes laterales se han instalado desde hace años otros nueve símbolos alusivos a diferentes unidades del Ejército.
Más pequeños y sencillos, esos vitrales representan a la Fuerza Aérea Mexicana, Sanidad Militar, Caballería y Blindados, Infantería, Justicia Militar, Fuerzas Especiales, Artillería, Administración y Familia Militar.
Pero la principal modificación a la identidad y simbolismo de las Fuerzas Armadas se encuentra en la parte superior del Sagrario de la iglesia, donde se deposita a “Cristo sacramentado” en la hostia.
Empotrado en la pared frontal del altar mayor del templo, a un lado del presbiterio y en el extremo opuesto de un gigantesco Cristo de madera donado por las Fuerzas Armadas, el Sagrario está coronado por seis estrellas; cinco corresponden a los mandos superiores del Ejército y una a la Iglesia católica.
Contadas de izquierda a derecha, y de acuerdo a la norma militar, la primera estrella pertenece al grado de general brigadier; la segunda, al de general de brigada; la tercera, al general de división; la cuarta, al secretario de la Defensa Nacional –como alto mando–, y la quinta al mando supremo, que recae en el presidente de la República…
La novedosa sexta estrella corresponde al “general de generales”: Jesús.
Esto, pese a que el artículo 125 de la Ley Orgánica del Ejército y la Fuerza Aérea establece que los uniformes y las divisas de esos cuerpos militares son de su uso exclusivo, “por lo que no podrán ser utilizados por personas, corporaciones o dependencias que les sean ajenas”; al punto de que, advierte, “quienes violen estas disposiciones quedarán sujetos a lo que dispone la ley penal de la materia”.
Aún más, a la entrada principal de la capellanía fue colocada una gran escultura en la que un soldado yace en agonía en brazos de Jesús. Sin título y sin autor consignados, la obra fue instalada en agosto pasado y está de espaldas al edificio de la Sedena.
Mientras que en el interior de la iglesia se encuentra enmarcada la Oración de un soldado mexicano. El que la lee o reza de memoria, se declara primero soldado “del Señor” para en seguida pedir a Dios:
“Hazme un soldado fiel a las órdenes de mis superiores, aun cuando no esté de acuerdo con ellas… No me permitas abusar de los demás con la autoridad que mi uniforme me entrega… Gracias por escuchar esta pobre oración de un soldado mexicano y un soldado tuyo también”.
Los Cruzados de Cristo Rey
La iglesia Cristo de la Paz fue la primera capellanía militar que se estableció en México como resultado del trabajo de los Cruzados de Cristo Rey, sociedad religiosa fundada en 1971 pero que en años recientes ha avanzado en su objetivo de “extender el Reinado de Cristo en las personas, las familias, instituciones y toda la sociedad”.
La Sociedad Cruzados de Cristo Rey fue creada por monseñor Hilario Chávez Joya, exobispo de Nuevo Casas Grandes, Chihuahua, y entre sus principales promotores desde la década de los setenta estuvo Ramón Plata Moreno, fundador en Puebla de la organización secreta El Yunque.
De acuerdo con una placa colocada afuera de la capellanía, la iglesia fue fundada en 1936 por los hermanos Josefina y Guillermo Belloc, de la Asociación de Caballeros y Damas de la Paz.
La primera piedra no fue puesta sino hasta 1949 por el entonces arzobispo primado de México, Luis María Martínez y Rodríguez. Pero su construcción se logró más de tres décadas después, entre 1981 y 1982, cuando el patronato de la Asociación lo presidía Refugio Pacheco viuda de López Portillo, madre del entonces presidente José López Portillo.
El diseño arquitectónico lo hizo Pedro Ramírez Vázquez, titular de la entonces Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras Públicas, y autor también de la arquitectura de la Basílica de Guadalupe.
El siguiente paso que quiere dar la Iglesia católica es abrir capellanías dentro de las instalaciones militares, luego de las que ha establecido fuera del perímetro de unidades militares en el Distrito Federal, Estado de México, Morelos, Chihuahua y Baja California Sur (Proceso 1598).
En entrevista con este semanario (Proceso 1051), Chávez Joya dio a conocer en 1996 los planes que tenía el entonces Papa Juan Pablo II para que, desde mediados de los ochenta, el Episcopado Mexicano iniciara la evangelización de las Fuerzas Armadas.
En 1985, la Conferencia del Episcopado Mexicano designó a Chávez Joya para coordinar a los Cruzados de Cristo Rey, la congregación encargada de llevar los sacramentos a “la oveja perdida”, como se refirió al Ejército.
El entonces obispo explicó que la labor empezó en el templo Cristo de la Paz con parientes de los militares y siguió con los propios elementos del Ejército, con la complacencia de las autoridades castrenses.
En esa misma entrevista, el entonces encargado del templo, el sacerdote Carlos Ortiz Montes, mostró ya el interés de la Iglesia católica para que el Ejército permitiera su presencia dentro de las áreas militares.
Pero el establecimiento de ese tipo de capellanías no es el fin último. La meta fijada por Juan Pablo II fue el nombramiento de un obispo castrense responsable de una diócesis con sacerdotes, catedral y seminarios propios.
La presencia de la Iglesia católica en el Ejército es consecuencia de la reforma constitucional de 1991 impulsada por el presidente Carlos Salinas, que dio personalidad jurídica a las Iglesias y a las agrupaciones religiosas.
A partir de entonces, el acercamiento entre la Iglesia católica y las autoridades mexicanas ha crecido,sobre todo con la llegada del PAN y Vicente Fox a la Presidencia de la República en el año 2000.
En mayo pasado, la Arquidiócesis de México dedicó una de sus ediciones del semanario Desde la Fe a apoyar la decisión de Felipe Calderón de poner al Ejército al frente de la lucha contra el narcotráfico.
En medio de las acusaciones contra efectivos militares por la alegada violación y muerte de una anciana en la sierra de Zongolica, Veracruz, el órgano de la Iglesia católica criticó en esa misma edición las acusaciones contra el Ejército.
“Sorprende que algunos sectores, lejos de apoyar ese combate (al narcotráfico)… se dediquen a denostar al Ejército, a hacer acusaciones inverosímiles y difamatorias.”
El Ejército y la Iglesia de hoy comparten, pues, algo más que emblemas, símbolos y alegorías… El ejército y la iglesia se abrazan…
“Así hablaba el Señor Dios de los Ejércitos…”
Zacarías, Cap. 1, Vers. 3
* Con la llegada del PAN al poder presidencial, el Ejército Mexicano no sólo hizo a un lado su tradicional laicismo, sino que ahora subordina sus símbolos y emblemas a las imágenes y alegorías de la Iglesia católica. Contra sus propias leyes, e inclusive olvidando el papel que jugó en la Guerra Cristera, el Ejército permite que un soldado mexicano, en un vitral rodeado por insignias castrenses, sea conducido desde el cielo por San Miguel Arcángel y, peor aún, que en el sagrario de la iglesia concurrida por sus elementos se ponga una sexta estrella (la del “general de generales”, Jesucristo) por encima de la quinta que corresponde al presidente de la República como mando supremo de las Fuerzas Armadas…
... Limantour.
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