Los gringos tienen razón
El asalto a la razón
Carlos Marín
Si el segundo en el mando del ejército estadunidense dijo que “el narcotráfico es una insurgencia que busca hacerse de poder en México”, lo menos que se puede colegir es que así piensa y que lo ha dicho no sólo en el foro académico de antier, sino a su jefe, el secretario de la Defensa, y al comandante en jefe, Barack Obama.
Frente a las insurgencias reales de carácter popular, militar, sindical o revolucionario, que tienen propósitos explícitos (y pueden llegar al derrocamiento de gobiernos), el término insurgencia es impreciso y no aplicable a lo que sucede en México.
Sin embargo, es innegable que la narcoviolencia devino narcoterrorismo (lanzagranadas, coches bomba, secuestros, descabezamientos) y que, como lo ilustró en el zedillato el caso Gutiérrez Rebollo (recientemente el de Julio César Godoy), el crimen organizado busca y encuentra posiciones en la administración pública.
¿Para qué chillar?
Tiene sentido, sin duda, el temor de una eventual alianza Al Qaeda-Zetas de que habló ayer la secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos.
cmarin@milenio.com
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