Tuesday, November 27, 2007




de la redacción

* Revelaciones de Jorge Castañeda y Rubén Aguilar en libro de próxima aparición

* Random House Mondadori desmiente la versión difundida por El Universal

México, D.F., 23 de noviembre (apro).- Dos excolaboradores de Vicente Fox, Jorge Castañeda y Rubén Aguilar, reabren viejas heridas y ofrecen detalles desconocidos hasta ahora de algunos de los sucesos que marcaron ese sexenio, como el intento que hizo Fox de negociar con López Obrador el asunto del desafuero.

En sus ediciones de este viernes, los diarios El Universal y Reforma adelantan partes del libro que escribieron el exsecretario de Relaciones Exteriores y el exvocero presidencial. Titulado La diferencia. Radiografía de un sexenio, el libro saldrá a la venta en los próximos días, con el sello de la editorial Random House Mondadori.

El Universal, por ejemplo, reproduce parte del capítulo relacionado con las negociaciones que emprendió Vicente Fox para destrabar el asunto del desafuero de López Obrador.

Según el diario, en la última semana de abril de 2005, Fox Quesada ofreció a López Obrador negociar personalmente la cancelación del proceso de desafuero que la Procuraduría General de la República (PGR) había iniciado en 2004 contra el entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal (GDF).

Específica que el planteamiento surgió ante la insistencia de los colaboradores más próximos al mandatario.

Y menciona que Rubén Aguilar se encargó de contactar al perredista tabasqueño, que lo hizo vía telefónica, a través del exsecretario de Gobierno capitalino, José Agustín Ortiz Pinchetti.

Luego, cita textual: “En la mañana del sábado 23 de abril, la víspera de la marcha masiva contra el desafuero, vino la respuesta de López Obrador, “no”.

“¡Lástima!”, respondió el entonces presidente.

Esta última parte de la versión reproducida por El Universal fue desmentida por la casa editorial que pondrá a la venta el libro de Castañeda y Aguilar.

En un comunicado difundido por la noche, RandomHouse Mondadori aclara que si bien es cierto que el libro contiene un capítulo dedicado al desafuero, esa expresión no aparece en el libro.

“Les podemos asegurar que ni esta expresión ni el episodio completo narrado en el artículo se encuentra en el libro de Aguilar y Castañeda. Por lo que respecta a este asunto, ignoramos a qué texto tuvo acceso El Universal, aunque reconocemos que, en términos generales, las breves alusiones a otros datos que contiene La diferencia, son correctos.

Reforma también le dedica un espacio importante en su edición de este viernes al libro. Destaca la participación del entonces ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Mariano Azuela, en la decisión final sobre el desafuero de López Obrador.

El domingo 6 de abril de 2004, en una reunión en Los Pinos, Vicente Fox preguntó al ministro Azuela su opinión sobre el desafuero de López Obrador.

Éste le contestó que compartía el análisis jurídico del procurador Rafael Macedo de la Concha, de aplicar la ley.

“Cuando Fox invitó a Mariano Azuela, pensaba en el porvenir. Quería cerciorarse de que el Poder Judicial se hallaba absolutamente seguro de lo que hacía.

“Como dice Fox: ´En mí había una duda razonable de que pudieran luego dejarme bailando en la loma´. Buscaba escuchar, según él, en la propia voz del presidente de la Suprema Corte que, efectivamente, no había otro camino", detalla el texto.

El libro cuenta que, según el círculo de Fox, la presión para el desafuero vino de Macedo de la Concha. Pero gente vinculada al entonces titular de la Procuraduría General de la República recordó que el funcionario no creía en la solidez del caso, e incluso compartió con sus colaboradores que se trataba de “una orden presidencial” que no iba a poner en tela de juicio.

Esta y otras escenas son compartidas por Aguilar Valenzuela y Jorge Castañeda en “La diferencia. Radiografía de un sexenio”, que en los próximos días pondrá en circulación la editorial Random House Mondadori.

Los autores también destacan la frustración que produjo en Fox la negativa del subcomandante Marcos, jefe militar del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), de sentarse a dialogar con personeros del gobierno.

La intención del guanajuatense era aprovechar el encuentro para impulsar la Ley de Derechos y Cultura Indígenas. Al final, el texto aprobado por el Congreso de la Unión no satisfizo a Fox ni al propio EZLN.





En una carta enviada al PAN, el ex presidente Vicente Fox acepta ser un “pecador común y corriente”, pero que toda su vida ha mantenido una conducta recta y apegada a la ética

Lilia Saúl y Xóchitl Álvarez
El Universal
Sábado 24 de noviembre de 2007
lilia.saul@eluniversal.com.mx estados@eluniversal.com.mx

En una carta enviada al PAN, el ex presidente Vicente Fox acepta ser un “pecador común y corriente”, pero que toda su vida ha mantenido una conducta recta y apegada a la ética.

Aseguró que no ha dispuesto de un solo centavo, como lo afirman sus detractores políticos, que no sea producto de su esfuerzo, particularmente en su paso por la vida política y de gobierno.

Que “jamás he otorgado favores o privilegios a nadie en mi responsabilidad como gobernante”.

Pero el candidato único a la dirigencia nacional del PAN, Germán Martínez, informó que apoyará las indagatorias que realiza la Cámara de Diputados sobre el ex presidente Fox. Y que de ser elegido pedirá a legisladores panistas que investiguen a fondo sobre las acusaciones en contra de Vicente Fox.

“Cuando yo sea dirigente del partido voy a pedir a los dos diputados del PAN que forman parte de la comisión que investiga a Fox, que se indague sin buscar impunidad, pero sin linchar a nadie”, declaró en Guanajuato el aspirante a suceder a Germán Martínez.

Fox dijo en su carta que ha sido “sometido a juicio” y que en adelante “todos deberán serlo, incluidos los que hoy acusan y no fueron juzgados en el pasado”. En la misiva pidió el apoyo de su partido, el PAN; los exhortó a cerrar filas y mantenerse unidos trabajando por México.

La carta fue enviada al PAN en momentos en los que él y su esposa, Marta Sahagún, son investigados por presunto enriquecimiento ilícito.

Fox pidió perdón a aquellos que hayan sido afectados por sus acciones, pero criticó a los que juzgan ahora y no fueron juzgados en el pasado.

Y ofreció poner a disposición de las autoridades e instituciones sus declaraciones patrimoniales para que sea investigado.

“He sido sometido a juicio, en adelante todos deberán serlo, incluidos los que hoy acusan y no fueron juzgados en el pasado...”, declaró.

A sus acusadores les demandó “pruebas de sus dichos y no sólo recortes periodísticos sin constancia alguna”.

“Seguramente he cometido errores junto con aciertos, unos por los cuales pido perdón a quien haya afectado, incomodado u ofendido; de los otros es al pueblo de México a quien hay que reconocerlos”, dijo.

Fechada en San Francisco del Rincón, Guanajuato, la misiva de Fox explica que siendo “pecador común y corriente como ser humano”, se ha esforzado al máximo en servir a su país.

Dijo que lo mucho o poco que tiene es de conocimiento público y señaló que “quienes hoy acusan no tienen las manos limpias y sí muchos intereses e intenciones de perjudicar no sólo a mí y a mi familia, sino a la causa que compartimos”.





Revelaciones de Castañeda y Aguilar

José Luis Ruiz y David Aponte
El Universal
Viernes 23 de noviembre de 2007
jose.ruiz@eluniversal. com.mxdavid.aponte@eluniversal. com.mx

En la última semana de abril de 2005 el presidente Vicente Fox ofreció a Andrés Manuel López Obrador negociar personalmente la cancelación del proceso de desafuero que la PGR había iniciado en 2004 contra el ex jefe de Gobierno del Distrito Federal.

El planteamiento surgió ante la insistencia de los colaboradores más próximos al mandatario.

Rubén Aguilar fue el encargado de contactar al tabasqueño. Lo hizo vía telefónica a través del ex secretario de Gobierno, José Agustín Ortiz Pinchetti, cercano a López Obrador.

Era el sábado 23 de abril, la víspera de la marcha contra el desafuero.

La respuesta de López Obrador no tardó en llegar; fue recibida 20 minutos después: No.

“¡Lástima!”, respondió el entonces presidente.

Los detalles de ese y otros momentos clave en el sexenio de Fox están contenidos en el libro La diferencia, de la editorial Random House Mondadori, y escrito por Aguilar y el ex canciller Jorge G. Castañeda; la obra circulará a partir de diciembre.

EL UNIVERSAL conoció la parte del libro que narra el proceso judicial que desencadenó una de las confrontaciones políticas más intensas en la historia reciente del país.

Los autores narran además la frustración que produjo en Fox la negativa del subcomandante Marcos, jefe militar del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, de sentarse a dialogar.

La intención del guanajuatense era aprovechar el encuentro para impulsar la Ley de Derechos y Cultura Indígenas. Al final, el texto aprobado por el Congreso no satisfizo a Fox ni al EZLN




alvaro delgado

México, D.F., 26 de noviembre (apro).- En muy poco tiempo, apenas un año después de entregar el cargo que ostentó durante un sexenio, un perlario de las más prominentes mentiras de Vicente Fox, que ya eran bien conocidas por quienes jamás sucumbieron a su verborrea, son exhibidas monumentalmente por dos de sus portavoces.

Jorge Castañeda y Rubén Aguilar, prototipos del foxiato panista, no revelan en el libro La diferencia nada que no sea conocido, sobre todo en dos episodios clave del primer gobierno de la derecha: la integración del gabinete y cómo se tramó el desafuero de Andrés Manuel López Obrador.

La novedad no es que se detalle lo ya sabido, por ejemplo la negociación de puestos en el gabinete con los poderes fácticos del país --que en buena medida explica por qué nada cambió para bien con la alternancia--, sino que sean justamente dos de los personajes que con más ahínco defendieron esa tomadura de pelo a los mexicanos que fue el foxiato.

El ejemplo más nítido de Fox como un impostor fue, y es --porque las consecuencias son vigentes--, el desafuero del jefe de Gobierno del Distrito Federal, un plan tramado por quienes controlaban y controlan ni más ni menos que los tres poderes del Estado: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial.

Lo aceptan y se regodean de ello Castañeda y Aguilar, justamente dos de los más tenaces promotores de ese embate en contra no de López Obrador en sí mismo, sino de la legalidad y la democracia, conceptos de los que tanto les gusta hablar y que no practican.

¿No convocó Castañeda, cuando se amamantaba de recursos de oscuro origen para buscar ser candidato presidencial, a detener a López Obrador “por las buenas, por las malos o como sea”, y alegaba que era un asunto de legalidad, porque había cometido un delito y debía ser castigado?

¿No era Aguilar, quien jamás se atrevió a ser guerrillero en su patria, el corrector de los gazapos de Fox y encendido defensor de las instituciones y leyes que desafiaba “el señor López”, estribillo que tomó de los jilgueros de Carlos Salinas?

Cualquier interesado en evocar las proclamas justicieras de este par

--como los activistas de la derecha, esos que envían virus y basura a quienes identifican como enemigos-- puede acudir a las hemerotecas y cotejar si se corresponden al libro que han puesto en circulación, aun con autocensura de último momento, como haber cercenado la respuesta que dio Fox a la negativa de López Obrador de negociar el desafuero: “¡Lástima, se pierde una muy buena oportunidad!”.

Si hacía falta una versión foxiana del montaje del desafuero ya está en papel, pero hay que recordar que quien primero reconoció que el objetivo de quitar de en medio a López Obrador fue Manuel Espino, presidente del PAN, quien le pidió rectificar porque estaba afectando electoralmente a ese partido.

El asunto era y es clarísimo: Fox se amafió con Mariano Azuela, entonces presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para proceder al juicio de procedencia en la Cámara de Diputados, controlada por Manlio Fabio Beltrones.

La maniobra era quitar de en medio a un contendiente por la presidencia de la República, cosa que lograron, porque López Obrador fue despojado del fuero constitucional con la votación de priistas y panistas, entre ellos Juan de Dios Castro Lozano, quien sólo para ese fin dejó el cargo de consejero jurídico de Fox para encabezar la ofensiva leguleyo como diputado federal.

Hoy, para quienes no lo tienen en cuenta, Castro es subprocurador de la PGR y es padre de uno de los dos diputados que integran la comisión especial que investiga el enriquecimiento de Fox, obviamente para encubrirlo con acuerdo de Felipe Calderón y Germán Martínez, el gerente del PAN.

En el libro de Castañeda y Aguilar hay, también, omisiones y encubrimientos hilados al desafuero y que conducen a la fraudulenta elección presidencial de 2006, como la abierta e ilegal intervención de Fox en el proceso electoral.

“El hecho de que Fox no haya transferido recursos del gobierno a Calderón, no significa que no lo haya ayudado más que con discursos y apariciones públicas”, escribe el par de aventureros, tratando de encubrir lo que fue obvio, quizá porque buscan una chamba en la alta burocracia federal.

Pero lo que sugieren tiene dirección: Fox no le dio a Calderón recursos públicos, pero lo conectó con quienes sí se los dieron en abundancia: los mismos que financiaron la campaña de 2000 y cuyos intereses prevalecieron durante el sexenio y, una vez consumada su inversión seis años después, siguen haciendo lo que les viene en gana.

Son los mismos que dieron su parecer para integrar el gabinete de Fox, como Francisco Gil Díaz en la Secretaría de Hacienda, y los que impusieron el actual de Calderón, con Carstens en la misma cartera.

La mafia, pues, de la que Calderón es un subordinado.

Una vez que Castañeda y Aguilar han exhibido por sí mismos lo que era ya sabido por millones de mexicanos, ¿qué dirán los apóstoles del Estado de derecho sobre la actuación de Fox?

Conviene citar a Rafael Preciado Hernández, un prominente abogado panista ya olvidado en su partido:

“Los peores enemigos de la democracia no son los autócratas sinceros, sino quienes simulan ser demócratas y en realidad son autócratas vergonzantes, pues aquéllos la atacan desde fuera, mientras que éstos últimos lo hacen desde dentro, a mansalva, a traición; la desprestigian, la minan en sus cimientos y pueden llegar a destruirla.”



Apuntes

La Iglesia católica tardó 500 años en pedir perdón por las atrocidades cometidas contra los indios y los crímenes de la Santa Inquisición, tardó décadas en reconocer su silencio ante el Holocausto y muchos años en avergonzarse de su apoyo a las sangrientas dictaduras militares en América Latina, en las que los capellanes castrenses perdonaban a los asesinos y mandaban al infierno a los “comunistas”… Quizá haya que ir armándose de paciencia para que, si acaso, dentro de 100 años la Iglesia pida perdón por los abusos sexuales de niños en México y los crímenes que ha cometido contra la democracia…

delgadop@proceso.com.mx



... se les acabaron LOS CONEJOS.




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