Sunday, April 13, 2008
Immanuel Wallerstein
No soy yo quien dice que Wall Street realmente se fundamenta en la codicia sino Stephen Raphael. ¿Y quién es Stephen Raphael? Es un antiguo miembro de la junta directiva de Bear Stearns, el banco de Wall Street que colapsó el mes pasado. ¿Y dónde dijo esto Raphael? En una entrevista con el Wall Street Journal, más o menos el periódico de casa en Wall Street. ¿Cuál era el punto que quería plantear Raphael? Quería explicar (¿o la idea era excusar?) el colapso de la firma. “Esto pudo ocurrirle a cualquier firma”, dijo.
Sí, en efecto pudo haber sido así. Y así fue. Entretanto, en el momento en que esto ocurría, el presidente de la junta, Jimmy Caines, muy quitado de la pena jugaba bridge en un torneo. Algo no muy listo por parte de un banquero codicioso. El resultado es que perdió casi toda su fortuna personal, y otra voraz firma, JP Morgan Chase, llegó como buitre y liquidó a su víctima. Ah, incidentalmente, 14 mil empleados de Bear Stearns están, o muy pronto estarán, sin empleo.
¿Es entonces el capitalismo únicamente codicia? No, hay otras cuestiones relativas a éste, pero la codicia juega un gran papel. Y la codicia, por definición, trabaja por algo a expensas de otros. Así que algunas compañías van a la bancarrota en estos días –en Wall Street, y en todo el resto del mundo– y otras no. Estados Unidos como país va a la bancarrota y otros no. Estados Unidos no le llama bancarrota, pero esa es la verdad.
¿Es siempre así? No. No siempre. Sólo la mitad del tiempo. Revisemos cómo fue que Wall Street y Estados Unidos se metieron en este vericueto particularmente desastroso. Todo comenzó bien, para Wall Street y Estados Unidos, en 1945. La guerra había terminado. La guerra estaba ganada. Y Estados Unidos era la única potencia industrial cuyas fábricas estaban intactas, no las habían afectado los daños de tiempos de guerra. En otras muchas partes había ciudades destruidas, y hambre real en Europa y Asia.
Estados Unidos estaba empeñado en hacerlo bien, y lo hizo bien, muy bien. Podía producir más que nadie en el mundo, y obtener las recompensas. Hizo un trato con la Unión Soviética (retóricamente le llamamos Yalta) con el fin de que no hubiera guerras nucleares que pudieran realmente dañar a Estados Unidos. Y en casa, los grandes manufactureros hicieron un trato con los grandes sindicatos para que no hubiera huelgas destructivas que interfirieran con la lucrativa producción. Se avizoraron tiempos promisorios, y el nivel de vida creció de forma dramática. De hecho, los años posteriores a la guerra resultaron ser bastante promisorios para casi todo el mundo. Fue el momento de la mayor expansión de la producción, de la ganancia, de la población, y sí, de bienestar general en la historia de la economía-mundo capitalista. Los franceses llamaron a esa época “los gloriosos 30 años”.
¿Deben terminar todas las cosas buenas? Bueno, cíclicamente, en los 500 años del sistema-mundo moderno, me temo que esto ha sido siempre cierto. Cuando todo el mundo comienza a sacar ventaja de la expansión económica, la tasa de ganancia tiene que bajar. La ganancia de la producción depende de la relativa monopolización de las industrias principales. Pero si muchos países tienen acereras o fábricas automotrices (las industrias principales de ese tiempo), hay mucha competencia. Y pese a todos los lemas sin sentido, la competencia no es buena para los capitalistas. Reduce las ganancias.
Y cuando se le pega muy fuerte a las ganancias, el sistema-mundo entra en uno de sus etapas periódicas de estancamiento. Esto ocurrió cerca de 1970. Y, en caso de que nadie lo haya notado, las cosas no han sido muy promisorias desde entonces, pese a que de nuevo se invocan lemas sin sentido. ¿Qué ocurre en un periodo de estancamiento económico mundial? Las fábricas se comienzan a mover fuera de sus anteriores enclaves (como Estados Unidos, pero también Alemania, Francia, Gran Bretaña y Japón) a otros países (como Corea del Sur, India, Brasil y Taiwán) en busca de menores costos de producción. Parece bueno para los nuevos lugares del acero y la producción de automóviles, pero significa despidos en los antiguos centros de producción.
Pero esas fábricas fugitivas no son toda la historia. ¿Qué hacen los grandes capitalistas, si quieren hacer dinero, en tiempos de menores ganancias procedentes de la producción? Empiezan a mover su dinero de las empresas productivas a las financieras. Es decir, empiezan a especular. Y, en tiempos de especulación, la codicia no conoce límites. Así tenemos los llamados “bonos de desecho” (de muy alto riesgo pero de grandes rendimientos) las “adquisiciones forzadas” (conocidas en inglés como takeovers), “hipotecas abiertas” y “fondos de cobertura” y todos esas cosas curiosas con nombres curiosos. Parece que aun Robert Rubin, una de las personas realmente grandes en el mundo de las finanzas, admitió recién que en realidad él no sabe lo que es un “liquidity put” (una especie de “rembolso asegurado”).
La historia que subyace –desde 1970 en adelante– es una de endeudamiento, una deuda más y más grande. Las corporaciones, los individuos, los estados, piden prestado. Todos viven por arriba de sus ingresos reales. Y, si uno se halla en situación de pedir prestado (eso que se llama crédito), uno puede vivir con mucho lujo. Pero las deudas tienen un lado difícil. En algún punto, se espera que uno reintegre su deuda, que pague. Si no lo hace, hay una “crisis de deuda” o “bancarrota” o, si uno es un país con divisas, que ocurra un descenso dramático en la tasa de cambio.
Eso es lo que conocemos como burbuja. Si uno infla un globo lo suficiente, no importa que tan bien nos haga sentir, en algún punto el globo revienta. Y todo mundo está asustado, como debería estar. Cuando la burbuja realmente reviente, será muy doloroso. La cosa es que es mucho más doloroso para algunos que para otros, aunque sea doloroso para todos.
En algún momento, puede que para Estados Unidos resulte ser lo más doloroso, como país, para los capitalistas, y sobre todo para los ciudadanos ordinarios. Parece que Estados Unidos no ha gastado más que miles de millones sino billones de dólares en algunas guerras en Medio Oriente que ha estado perdiendo. Y parece que el país más rico del mundo no tiene en sus arcas billones de dólares. Así que los ha pedido prestados. Y parece que su crédito en 2008 no es tan bueno como lo era en 1945. Parece que los acreedores de hoy están renuentes de “ponerle dinero bueno al malo”. Y parece que Estados Unidos podría ir a la bancarrota, como Bear Stearns.
¿Acaso serán China o Qatar o Noruega, o una combinación de ellos, quienes compren Estados Unidos a dos dólares o aun a 10 dólares por acción? Qué pasará con todos esos juguetes extremadamente caros que Estados Unidos sigue comprando, bases militares en cientos de países, esos aeroplanos y esos buques y esos armamentos que constantemente pide Estados Unidos que le traigan para sustituir los juguetes de ayer? ¿Quién va a alimentar a la gente en las filas de comida de los desempleados? Regresen la década que viene, y déjenme saber.
Traducción: Ramón Vera Herrera
© Immanuel Wallerstein
It is not I who is saying that Wall Street is really predicated on greed, but Stephen Raphael. And who is Stephen Raphael? He is a former member of the Board of Bear Stearns, the Wall Street bank that collapsed last month. And where did Raphael say this? In an interview with the Wall Street Journal, which is more or less the house journal of Wall Street. And what was Raphael's point? It was to explain (or was it to excuse?) the collapse of the firm. "This could happen to any firm," he said.
Yes, indeed it could. And it did. Meanwhile, while this was happening, the chairman of the firm, Jimmy Caynes, was nonchalantly playing bridge in a tournament. Not too smart for a greedy banker. As a result, he lost most of his personal fortune, and another greedy firm, JPMorgan Chase, came in like a vulture and made a killing. Oh, incidentally, some 14,000 employees of Bear Stearns are, or will soon be, out of a job.
Is then capitalism nothing but greed? No, there are other things to it, but greed plays a very big role. And greed, by definition, works for some at the expense of others. So, some firms are going bankrupt these days - on Wall Street, and elsewhere in the world - and others are not. The United States as a country is going bankrupt, and others are not. The United States doesn't call it that, but that is the truth of it.
Is it always like this? No, not always. Just half the time. Let us review how Wall Street and the United States got into this particular disastrous corner. It all started out well - for Wall Street and for the United States in 1945. The war was over. The war was won. And the United States was the only industrial power whose factories were intact, untouched by wartime damage. There were destroyed cities elsewhere, and actual hunger in Europe and Asia.
The United States was set to do well, and it did do well, very well. It could outproduce the world, and get the rewards. It made a deal with the Soviet Union - we call it rhetorically Yalta - so that there would be no nuclear wars that could really damage the United States. And, at home, the big manufacturers made a deal with the big unions so that there would be no destructive strikes to interfere with the profitable production. Rosy times loomed, and the standard of living went up dramatically. Actually, the years after the war proved to be fairly rosy times for most of the world. It was the moment of the greatest expansion of production, of profit, of population, and yes of general welfare in the history of the capitalist world-economy. The French called it the "thirty glorious years."
Must all good things come to an end? Well, cyclically, in the five hundred years of the modern world-system, I fear this has always been true. When everyone begins to cash in on economic expansion, the rate of profit has to go down. Profit from production depends on relative monopolization of the leading industries. But if too many countries have steel factories or auto factories (the leading industries of the time), there is too much competition. And, despite all the nonsensical slogans, competition is not good for capitalists. It reduces the profits.
And when profits get hit too hard, the world-system enters into one of its periodic periods of stagnation. This happened circa 1970. And, in case you hadn't noticed, things have not been rosy since then, despite once again all the nonsensical slogans. What happens in a period of worldwide economic stagnation? The factories begin to move out of the erstwhile locales (like the United States, but also Germany, France, Great Britain, and Japan) to other countries (like South Korea, India, Brazil, and Taiwan) in search of lower costs of production. It seems good for the new places of steel and auto production, but it means layoffs in the old centers of production.
But runaway factories are not the whole story. What do big capitalists do, if they want to make money, in times of lower profits from production? They start to shift their money from productive enterprises to financial enterprises. That is to say, they begin to speculate. And, in a time of speculation, greed knows no limits. So we have junk bonds and takeovers and subprime mortgages and hedge funds and all those curious things with curious names. It seems that even Robert Rubin, one of the really big people in the financial world, admitted recently that he doesn't know what a "liquidity put" is.
The underlying story - from 1970 on - has been that of debt, greater and greater debt. Corporations borrow, individuals borrow, states borrow. They all live above their real incomes. And, if you're in a position to borrow (it's called credit), you can live high on the hog, as they say. But debts have a small downside. At some point, you're expected to repay debts. If you don't, there is a "debt crisis" or a "bankruptcy" or, if you're a country with a currency, a dramatic decline in the exchange rate.
This is what we call a bubble. And if you blow up a balloon long enough, no matter how good it feels, at some point the balloon bursts. It is bursting now. And everyone is frightened, as well they might be. When the bubble really bursts, it is really painful. The thing is, it is usually more painful for some than for others, even if it is painful for everyone.
At the moment, it might turn out to be most painful for the United States - as a country, and for its capitalists, and above all for its ordinary citizens. It seems the United States has been spending not billions of dollars but trillions of dollars on some wars in the Middle East it has been losing. And it seems that even the wealthiest country in the world doesn't have in its coffers trillions of dollars. So it has borrowed them. And it seems that its credit in 2008 is not as good as it was in 1945. It seems that the creditors are today reluctant to throw good money after bad. It seems that the United States might be going bankrupt, like Bear Stearns.
Will the United States be bought out by China or by Qatar or by Norway, or by a combination of all of them at $2 or even $10 a share? What will happen to those very expensive toys that the United States keeps buying, like military bases in a hundred countries, and those airplanes and ships and superduper guns the United States constantly orders to replace yesterday's toys? Who will feed the people on the breadlines?
Come back next decade, and let me know.
by Immanuel Wallerstein
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