Thursday, July 23, 2009


Entrevista a Juan Alberto Barahona, Coordinador del Bloque Popular y dirigente del Frente Nacional contra el golpe de Estado



Aunque el régimen de Roberto Micheletti no lo reconozca, Juan Alberto Barahona (Nueva Armenia, Francisco de Morazán, 12 de julio de 1954) se ha de mover permanentemente escoltado, sobre todo después de la última noche de hostigamiento sufrida por él y su familia.

Para evitar posibles arrestos o nuevas agresiones, un grupo de miembros de la Federación Unitaria de Trabajadores, que hasta ahora presidía, le acompaña con discreción a sus mítines y entrevistas. Conocedores de la tensión que se vive en el país en estas horas de incertidumbre, los miembros del Bloque Popular, que coordina este histórico sindicalista hondureño no quieren dar pie a que su líder corra la misma suerte que el depuesto presidente Zelaya. Si bien "el Bloque", alma máter del "Frente Nacional contra el golpe de Estado", sigue manifestándose con relativa libertad, todo puede cambiar en cuestión de minutos, sobre todo desde que Zelaya haya llamado a la desobediencia civil, el ejército continúe pisando las calles y la propia organización de Barahona apela a la rebeldía.

¿Qué ha cambiado en Honduras desde el pasado 28 de junio?

Se ha retrocedido 50 años. Hemos regresado a los tiempos de las repúblicas bananeras, días en las que la oligarquía junto con el ejército hacia lo que quería con el beneplácito de Estados Unidos.

Además este golpe significa un atraso en el desarrollo social, político y económico, porque lo dan los sectores más atrasados de la sociedad, esos que se oponen al desarrollo común. Aunque sean ricos y vistan trajes, su opción no es en realidad la del progreso.

¿Por qué creen ustedes que se da el golpe?


Bueno, lo evidente es que el régimen golpista representa los intereses económicos de una minoría que vio amenazada su hegemonía cuando Zelaya empezó a actuar sin contar con la receta que éstos le imponían.

Explíqueme eso.


Cuando él llega a la presidencia apoyado por estos sectores del poder tradicional, Zelaya se sale del esquema heredado por estas elites y se va acercando al pueblo, con cambios que poco a poco lo acercan a los más desfavorecidos.

Primero decide una licitación para comprar los combustibles energéticos de este país. Esa licitación fue boicoteada. Luego se une a PetroCaribe. Después se adhiere al Alba, proyecto que ha beneficiado, probadamente, a los sectores más pobres del hemisferio, erradicando el analfabetismo, dando apoyos al campo, bonos a estudiantes, etc. Después, aprueba una subida del salario mínimo. Este salario mínimo nunca fue subido tanto como hasta que llegó Zelaya. El diciembre pasado se da la negociación entre empresarios y trabajadores pero finalmente fracasa, pues los empresarios querían bajarlo, ¡ni tan siquiera mantenerlo! Por último, el presidente aprobó la subida unilateralmente. Los empresarios recurrieron, pero la corte finalmente da la razón a Zelaya y los trabajadores, confirmando el derecho a la subida. Esto, evidentemente, creó un importante malestar en las clases dirigentes del mundo empresarial. No se lo perdonaron.

El 1, 2 y 3 de junio se da la asamblea de la OEA en San Pedro Sula. Acá se querían suspender las sanciones a Cuba y se logró. Desde ese momento la guerra contra el presidente Zelaya se hizo abierta.

Y, por último, se planteó la consulta al pueblo hondureño para ver si estábamos de acuerdo o no en poner una cuarta urna en las elecciones con el fin de votar a favor, o no, de una asamblea constituyente. Eso, a ojos de la oligarquía, fue la gota que colmó el vaso, pues veía con claridad que definitivamente su histórico control político se desvanecía.

¿Realmente tenían miedo?


Sin duda, pero a lo que verdaderamente tienen miedo los oligarcas es a la reforma de la Constitución, eso los aterra, pues afectaría a sus negocios, al comenzar a perder parte de sus injustos privilegios, como es el no pagar impuestos en cantidad de sectores.

Nosotros queremos aclarar que el golpe no es contra Zelaya, sino contra todo el pueblo hondureño. Nos niega cualquier posibilidad de cambio por muy legitimo y democrático que sea. Los golpistas quieren mantener todo como antaño, el pueblo abajo y ellos arriba.

Tras estos días de infructuosa negociación, ¿hay algo que para ustedes sea negociable?


Muchas cosas lo son. Lo que es innegociable es el regreso del presidente Zelaya y la convocatoria de una asamblea nacional constituyente, pues el pueblo tiene derecho.

¿Puede definir su movimiento?


En Honduras todo lo que son los sectores populares, el llamado "bloque popular", estamos aglutinados en el "Frente Nacional contra el golpe de Estado". Somos campesinos, maestros, indígenas, mujeres, médicos, sindicalistas, etc. y tenemos una dirección en la que nos coordinamos para resistir y responder a los desafíos impuestos por los golpistas.

¿Cuáles son sus instrumentos de lucha?


La razón, la capacidad de movilización y, sobre todo, muy importante, el apoyo de la mayoría de la comunidad internacional. Para nosotros, ese apoyo internacional es determinante, nos anima a seguir.

¿Y cómo viven esa lucha?


Se han dado asesinatos, arrestos, palizas y registros injustificados. En la zona norte, donde apenas hay medios de comunicación, la represión es aún peor. Pero el día en que realmente quisieron dejar claro hasta dónde podían llegar fue cuando nos balacearon en el aeropuerto, matando a un joven manifestante e hiriendo a varios otros.

Pero resistimos. Por ejemplo, hace poco nos ametrallaron un autobús de ciudadanos que iban a una concentración, como no paramos ni nos asustamos, nos hicieron bajar del autobús y retroceder. Más aún así conseguimos llegar al punto de protesta. Y ahora vamos a golpear su economía, que es donde de verdad les duele.

¿Critican mucho el papel de los medios de comunicación frente a la actual crisis?


Si, porque es un escándalo. Desde el primer día del golpe, los medios se han posicionado ferozmente a favor del golpe. No es casualidad, dado que todos los medios de gran difusión están vinculados a las elites. Los pocos que eran objetivos, no digamos ya críticos, los cerraron. Todavía hoy el ejército monta guardia en la entrada de varios de los clausurados. Es lamentable que cierta prensa internacional trate a Micheletti de demócrata.

Se ha dado y se da un salvaje cerco mediático para que el pueblo no sepa nada. Si hoy se sabe algo de lo que pasa es gracias a los medios internacionales que han llegado y han tenido la suerte de no ser expulsados, como les sucedió a varios venezolanos.

¿Se declaran en rebeldía?


El pueblo está rebelado en contra del régimen golpista, no en contra de la gente. El artículo 3 de nuestra Constitución dice que no debemos apoyar a un gobierno usurpador como éste, un gobierno no votado, que ha sido impuesto en contra de la voluntad del pueblo y de los intereses de éste.

¿Hasta dónde puede llegar su resistencia?


No tenemos limites en nuestra resistencia. Los limites los pondrán la cohesión del pueblo y su accionar en la defensa de su soberanía. Pero repito, aunque somos un movimiento pacífico no tenemos limites. Estos -los límites- vendrán más bien dictados por la dirección en la que los golpistas quieran llevar su agresión contra el pueblo.

Unai Aranzadi / Tegucigalpa (Honduras)

www.independentdocs.com

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