Wednesday, October 14, 2009


Desencanto empresarial

Rogelio Ramírez de la O

El Universal

Miércoles 14 de octubre de 2009


Como en toda situación en la que el pastel no alcanza para quienes se sienten con derecho a comerlo, la propuesta de aumentar impuestos del gobierno ha causado división. Primero, entre el gobierno y los empresarios; y segundo, entre los empresarios mismos. Lo único que se puede desprender es que el clima de negocios seguirá empeorando y la confianza seguirá cayendo.

En realidad es de sorprender que no haya ocurrido antes. Por ejemplo, desde que fue claro que el gobierno no cumpliría su palabra de realizar su ambicioso programa de infraestructura, aun sabiendo que éste ayudaría mucho a las empresas y a la economía.

Pero aún más grave para los empresarios es el proyecto de aumentar impuestos. Lo que más les molesta es que revierte la reducción sostenida en la tasa del Impuesto Sobre la Renta que ya daban por hecho que continuaría. Además, el gobierno acota el régimen de consolidación fiscal que había servido a los empresarios más grandes para tener una carga fiscal efectiva mucho más baja que en ningún otro país de tamaño y potencial comparables con los de México.

Los cambios abruptos en la postura oficial revelan a los grandes grupos empresariales que el gobierno en el que creían a ciegas, tan sólo por ser del PAN, en la realidad no tiene un proyecto económico, sino que sólo reacciona según las circunstancias.

Y en esa reacción no repara en principios básicos que son los que realmente dan garantías de largo plazo a los grandes grupos.

Para colmo, la variedad de impuestos que propone el gobierno divide a los empresarios. Por ejemplo, cuando a los grandes grupos les preocupa sobre todo la consolidación fiscal y la tasa de Impuesto Sobre la Renta, a los pequeños, la mayoría, les preocupa que el 2% de impuesto a las ventas de todos los bienes y servicios, sumado al IVA de 15%, aumente la tasa general a 17%. Y si se consideran, por ejemplo, las telecomunicaciones, el aumento en el precio de estos servicios llegaría a 22%. También les preocupa el aumento de precios públicos, en especial el propuesto por el gobierno de 17% a la gasolina, la pérdida de poder de compra y su efecto inflacionario.

Los líderes de los organismos cúpula, en su afán por mantener la cercanía con el gobierno, apoyan el impuesto de 2%. Pero al hacerlo ignoran sus efectos sobre la demanda y las ventas de las empresas. Aquí revelan que su principal preocupación no es la capacidad de compra de la clase media, sino que la tasa de impuestos máxima siga bajando y que los regímenes especiales que favorecen a los grandes grupos se mantengan.

Por ello, en paralelo con el desencanto de los organismos cúpula empresariales con el gobierno, hay un desencanto de los empresarios medianos y pequeños con sus líderes cupulares. Esto a veces se pierde de vista porque ambos grupos están unidos en su condena al paquete gubernamental en lo general. Pero cuando acaben los debates y el PRI apruebe lo que su propia cúpula le dicta, cada grupo se irá desengañando.

Los empresarios cupulares no van a recuperar su confianza en el gobierno. Las empresas medianas y pequeñas se darán cuenta de que los organismos cúpula no comparten sus intereses en una economía más fuerte y un gobierno menos dispendioso. El PRI se mostrará como igualmente falto de proyecto económico y como no confiable para la clase media.

Y todo será fútil, porque al final no se cumplirán las metas que el gobierno planteó para la recaudación, y antes de que termine 2010 o a más tardar en 2011 será obvio que los recursos no alcanzaron y que la economía siguió debilitándose.

rograo@gmail.com

Analista económico

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