Monday, May 10, 2010


El Niño y las lluvias en el sureste

Impacto Ambiental

Juan José Morales

Una de las consecuencias del cambio climático debido al calentamiento global sería una mayor frecuencia de lluvias intensas. Ello se explica porque si el ambiente es más cálido, aumentan la evaporación y la transpiración de las plantas. Al mismo tiempo, una atmósfera más cálida tiene mayor capacidad para acumular vapor de agua. Por tanto, la mayor concentración de humedad propiciaría la formación de nubes más densas, con el consiguiente incremento en el tipo, frecuencia, intensidad y duración de las precipitaciones.
Esto es lo que dice la teoría. Para verificarlo, desde hace tiempo se hacen investigaciones en diferentes lugares del mundo a fin de establecer si tal cosa ha ocurrido durante las últimas décadas, cuando la temperatura media incrementó. Pero la mayor parte de esas investigaciones se refieren a zonas templadas y de las altas latitudes. Pocas —muy pocas— se refieren a las zonas tropicales, y en especial al sureste de México.



Por eso reviste particular importancia el estudio publicado en la revista Atmósfera, del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, acerca de lo que sus autores llaman “eventos de precipitación extrema” —esto es, ocurrencia de lluvias mucho más copiosas que lo normal— en esta región de nuestro país.
Los autores A. R. Peralta Hernández; L. R. Barba Martínez, del Centro de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, y R. C. Balling, de la Escuela de Ciencias Geográficas de la Universidad estatal de Arizona, tras revisar y analizar los datos meteorológicos sobre la precipitación registrada en cerca de medio siglo —de 1960 a 2004— por casi centenar y medio de estaciones meteorológicas, llegaron a la conclusión de que existe una clara relación entre los eventos extremos y el fenómeno popularmente conocido como El Niño y con la llamada Oscilación Decadal del Pacífico. Si bien ambos fenómenos ocurren en el Pacífico tropical, su influencia se deja sentir sobre una vasta región del mundo, inclusive México y el área del Caribe, y a ellos se atribuye, también, la variación en el número e intensidad de huracanes en el Atlántico.
Si, como indica el estudio, efectivamente hay una relación directa entre esos fenómenos y la ocurrencia de lluvias intensas en el sureste de México, será posible tomar medidas preventivas para evitar daños e incluso para aprovechar, cuando ello sea posible, el exceso de agua.
Y aquí conviene precisar que la región de México, estudiada por los geofísicos hidrocálidos y su colega norteamericano, comprende prácticamente la mitad del territorio nacional, pues abarca desde los estados de Jalisco, Guanajuato, Hidalgo y Querétaro, hasta la península de Yucatán. En esa zona habitan casi 50 millones de personas y la agricultura es básicamente de temporal, tanto con cultivos milperos de subsistencia como con plantaciones comerciales de café, cacao, cítricos, plátano, caña de azúcar y otros productos, además de explotaciones forestales.
Dado que los fenómenos El Niño y la Oscilación Decadal del Pacífico han sido ampliamente estudiados, ocurren con bastante regularidad y es factible pronosticarlos con mucha certeza, al haberse establecido una relación entre ellos y la forma como llueve en el sureste de México permitirá prever, con mayor seguridad, si tendremos lluvias escasas, regulares o muy intensas y, en consecuencia, planear tanto las actividades agrícolas como las acciones para evitar desastres.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx

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