Wednesday, May 12, 2010

Las caras de Maciel

Para ir a fondo en la refundación de la Legión de Cristo, la Iglesia deberá enfrentar con decisión las facetas de un líder que causó un daño irreversible a la estructura de la organización que él mismo creó.

Por Félix Arredondo


07/05/2010

Como si se tratara de una larga noche que está a punto de terminar, la más alta jerarquía de la Iglesia Católica parece estar decidida a que salga a flote la verdad.

En un inusual comunicado de 955 palabras en su versión en italiano, la Santa Sede finalmente dio una señal de que pretende enfrentar el grave problema que le ocasionó el haber asumido una posición contraria a la verdad y a la justicia frente a los abusos sexuales y actos de pederastia cometidos por algunos de sus ministros.




Como no lo había hecho antes, por lo menos en el pasado reciente, el Vaticano se pronunció con claridad sobre Marcial Maciel y la Congregación de los Legionarios Cristo.
¿Quién fue Marcial Maciel y cuál fue la trascendencia de sus actos en la Legión de Cristo?
¿Cuáles fueron las armas secretas que le permitieron forjar su sofisticado poder?
¿Qué futuro tienen la congregación y el Movimiento Regnum Christi después de las resoluciones que recién ha adoptado el papa Benedicto XVI?
Analicemos.


1. MARCIAL: EL DELINCUENTE
Hace un mes, los expertos en asuntos religiosos decían que no se debía esperar gran cosa de la visita apostólica ordenada por el papa Benedicto XVI a la Congregación de los Legionarios de Cristo.
Había razones para pensar así. Y es que la mayoría sostenía que Marcial Maciel había construido un perverso sistema diseñado para protegerse aun después de muerto.
Si bien Maciel fracasó en su pretensión de ser canonizado, al menos logró inhibir la instauración de un proceso judicial en su contra.
A lo más que se llegó en 2006 fue a la “invitación” que hizo el papa a Marcial Maciel para que dedicara sus últimos años a vivir en un retiro de penitencia y oración.
Y aunque hay quien afirma que Maciel fue castigado con una suspensión A Divinis, esto nunca fue dado a conocer de manera pública.
Afortunadamente, los católicos no tuvimos que esperar al juicio final para ver caer la afilada hacha sobre el cuello de Marcial, quien fue calificado por la Santa Sede como delincuente inescrupuloso y sin sentimiento religioso.
La sentencia es inapelable.
Aunque el juicio fue realizado post mórtem, no deja de tener validez y trascendencia, sobre todo en las conciencias de quienes creen que la vida no termina con la muerte.
“Los gravísimos y objetivamente inmorales comportamientos del padre Maciel, confirmados por testimonios incontrovertibles, representan, en algunos casos, auténticos delitos y manifiestan una vida sin escrúpulos ni auténtico sentimiento religioso”, dice el comunicado Vaticano, cuya versión original está escrita en italiano.
Marcial Maciel no fue un loco, como sostiene el cardenal Juan Sandoval Íñiguez. No al menos para el papa, como tampoco para los cinco obispos visitadores comisionados para revisar su vida.
De haber sido un loco, no se le podría haber imputado responsabilidad alguna por sus actos.

2. MARCIAL: EL GRAN DEFRAUDADOR
Pero, ¿cómo pudo este delincuente inescrupuloso mantener una imagen de santo?
El comunicado sostiene que “su vida era desconocida para gran parte de los Legionarios, sobre todo por el sistema de relaciones entretejido por el padre Maciel, que hábilmente había sabido crearse coartadas, ganarse la confianza, amistad y silencio de los que le rodeaban y reforzar su propio papel de fundador carismático”.
Los obispos visitadores también afirman que el “lamentable descrédito y alejamiento de cuantos dudaban de su recto comportamiento, así como la errada convicción de no querer dañar el bien que la Legión estaba realizando”, también “habían creado a su alrededor un mecanismo de defensa que le permitió ser inatacable durante mucho tiempo, haciendo que, por consiguiente, fuera muy difícil conocer su verdadera vida”.


3. MARCIAL: EL VERDUGO DE LA LEGIÓN
La rabia no se acabó cuando murió Marcial.
Su conducta trascendió a su muerte y “ha causado consecuencias serias en la vida y en la estructura de la Legión, hasta el punto de que requiere un camino de profunda revisión”, señala el comunicado.
En otras palabras, la Congregación de los Legionarios de Cristo, tal y como la conocemos hoy, habrá de desaparecer.
El comunicado contiene el decreto de esta “pena de muerte” porque el daño fue tan profundo, que se hace necesario “redefinir el carisma de la Congregación de los Legionarios de Cristo, preservando el núcleo verdadero, el de la ‘militia Christi’, que caracteriza la acción apostólica y misionera de la Iglesia”.
Y sí. La Congregación de los Legionarios no podrá seguir siendo la misma que conocimos, aunque le dejen el mismo nombre, porque el “carisma” equivale a aquellas características que le dan identidad a una organización religiosa y la distinguen de cualquier otra.
Será necesario erradicar todos los métodos de control que usó Marcial Maciel para mantener secreta su verdadera identidad y contar con la colaboración perversa de una buena parte de su estado mayor a través de un sistema de autoridad malévolo.
Y es que el ejercicio de la autoridad fue perversamente concebido por Maciel. Creó un “complejo sistema de poder” basado en una autoridad que nunca estuvo unida a la verdad, sino que solo simulaba estarlo, pretextando y pregonando una obediencia ciega, así se tratara de la comisión de delitos y pecados.
Marcial fue capaz de implementar un sistema fascista en una organización religiosa donde la obediencia era ciega y la orden del superior tenía que ser seguida a toda costa y sobre todas las cosas.
Más perverso aún cuando incurrió en el abuso sexual de niños, haciendo a un lado los más fundamentales principios evangélicos.


4. MARCIAL: ¿EL CÓMPLICE?
Aunque el comunicado es relativamente sutil al señalar que la vida de Marcial Maciel era “desconocida para gran parte de los Legionarios”, al mismo tiempo afirma que algunos de ellos sí estaban al tanto de la faceta secreta de su líder.
De ahí que el comunicado anuncie la designación de un delegado y de una comisión de estudio de las constituciones.
Con esta decisión, queda claro que el papa Benedicto XVI ya no confía en el cuerpo directivo de la Legión de Cristo, como tampoco en su estado mayor.
Sin embargo, aun quedan preguntas por responder.
¿Las autoridades de la Iglesia Católica están decididas a llegar al enjuiciamiento eclesiástico y civil de aquellos que, conociendo la vida secreta de Marcial Maciel, le facilitaron sus crímenes o le ayudaron con su silencio cómplice?
¿Podemos esperar que se enjuicie a los cardenales, obispos y prelados que, conociendo a Marcial Maciel, no solo se quedaron callados, sino que colaboraron con él?
¿Se hará extensiva la aplicación de la justicia a los malos Legionarios que formaban parte del círculo íntimo de cómplices y encubridores del delincuente sin escrúpulos?
La renovación emprendida por la Santa Sede quedará trunca si no se enjuicia al estado mayor de Marcial, pero esto no es todo. El proceso podría ser considerado como fallido si la verdad y la justicia quedan nuevamente ahogadas en el mar de las lágrimas de las víctimas inocentes.
Fuente: Reporte Indigo




Difusión: AMLOTV

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