Miguel A Infante Villegas
En la colonia Mojoneras, una zona marginada de Puerto Vallarta, un pastor del Ejército de Salvación está acusado de violar a una niña de cuatro años, aprovechando que la madre trabaja y que muchas familias de ahí necesitan la ayuda que la organización estadunidense les brinda en forma de alimentos.
PUERTO VALLARTA.- Una niña de cuatro años fue violada por un pastor y representante del Ejército de Salvación, organización de origen estadunidense que se dedica a impartir instrucción religiosa y dar alimento a los pobres.
En esta ciudad, sus actividades se concentran principalmente en la colonia Mojoneras y otras zonas marginadas, donde radican muchas personas dedicadas a la fabricación de ladrillo o a la albañilería. La mayoría de las calles son de tierra y en esta época de lluvias están encharcadas y expiden olores nauseabundos.
Para tratar de contrarrestar la desintegración familiar y las adicciones, aquí funciona un Centro de Integración Juvenil.
Una de las habitantes de Mojoneras, la señora Irma Andraca Rodríguez, cuenta que al igual que otras madres de familia que trabajan, decidió llevar a su hija de cuatro años a la sede del Ejército de Salvación, donde le dijeron que podían cuidarla, darle comida y llevarla a la guardería cercana. Cuando ella tomó esa decisión asistían ahí entre 10 y 15 niños.
Sin embargo, al paso de los días notó cambios de comportamiento en su hija: le preguntaba con frecuencia si ya no la quería y si la iba a dejar de besar. Mucho más se alarmó al encontrar vellos púbicos en la ropa interior de la niña, así que en una conversación con ella logró que le contara los abusos de que era objeto.
La menor señaló sin dudas al pastor Mario Latabán Ramírez, alias El Capi, como autor de los ataques sexuales.
El sujeto aterrorizaba a la menor diciéndole que si le platicaba de los ataques a su mamá, ésta ya no la iba a querer ni le iba a dar afecto. Además, amenazaba con matarla.
Incluso, la niña le dijo a su mamá que el pastor le puso ropa blanca, una corona y un velo como si fuera novia, antes de abusar de ella.
El pasado 13 de agosto la señora Andraca Rodríguez presentó la denuncia de hechos en la delegación de la Procuraduría General de Justicia del estado y logró que la averiguación previa se integrara con rapidez.
Sin embargo, a la medianoche del 14 de agosto se realizó un careo y la menor se intimidó frente al agresor: guardó silencio y se retrajo en una esquina, presa de temor y nerviosismo.
Con los escasos datos obtenidos, la agente del Ministerio Público para Delitos Sexuales, Blanca Jacqueline Trujillo Cueva, logró integrar la averiguación y la consignó al Juzgado Segundo Penal. Pero ahí la juez Laila Adriana Cholula Villa negó inexplicablemente la orden de aprehensión contra Latabán Ramírez con el argumento de que no se había acreditado su personalidad.
Irma Andraca se pregunta cómo se pretendía en el juzgado que una niña de cuatro años proporcionara en un interrogatorio las fechas en que había sido violada.
Por eso, a pesar del primer descalabro jurídico, la señora consiguió más testimonios, con los que se pudo establecer que la niña únicamente estuvo sola con El Capi en la casona ubicada en la calle Sonora 232 o 332 (la señora Andraca no recuerda exactamente la dirección en el momento de la entrevista).
En ese edificio, que se utilizaba como guardería, el pastor del Ejército de Salvación primero le dio instrucción religiosa a la niña y después la llevó a la parte alta, que normalmente se utilizaba como dormitorio.
Luego de conocerse este caso, otros niños que asistían a clases de religión a cambio de que les entregaran bolsas de frijol y azúcar señalaron que también con ellos ha incurrido en tocamientos Latabán Ramírez.
El expediente del caso, al que tuvo acceso este reportero, indica que se está integrando nuevamente la averiguación para solicitar la orden de aprehensión contra Mario Latabán.
Peligro de impunidad
Fuentes consultadas en el Ministerio Público negaron que haya presiones o influencia externa para favorecer al acusado, pero reconocieron que la noche del careo entre 10 y 20 personas de su congregación se presentaron para apoyar a su pastor. "Es un santo", decían de él, según ellos porque les da alimentos a muchas personas.
"Es un santo del diablo", dice la señora Andraca de Mario Latabán, y afirma que sin importar que tenga apoyo y mucho dinero "de los gringos", ella tiene los principios y sobre todo la valentía para enfrentarlo y continuar con el juicio hasta el final.
Además, los testimonios de unas gemelas que asistían a las clases de religión, aunados al de otras personas, sirvieron para robustecer la denuncia por violación.
De todas formas, la madre de la niña agredida dice que no va a dejar de pugnar por que se haga justicia y Labatán Ramírez pague con cárcel su delito. Y señala que hay otras víctimas, pero que no han interpuesto denuncias.
La entrevistada está consciente de que ahora sólo cuenta con el apoyo total de otra vecina cuya hija también fue víctima de El Capi, quien "la manoseó y le agarró las nalgas" cuando estaba comiendo.
De hecho, dice que algunos colonos las miran con recelo por denunciar al pastor, ya que temen que nadie les dé alimentos si El Capi va a la cárcel. "Eso es puro interés", señala, aunque en seguida admite que al principio ella creyó en Latabán y se acercó para pedirle consejos y ayuda espiritual.
Ahora está preocupada porque, si bien reconoce que las instancias oficiales están atendiendo el caso, dice que El Capi es de Guerrero y quizá pueda evadir la justicia refugiándose en su estado. Por eso presentó una queja en la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco y desde que hizo la denuncia también lleva a su hija al DIF municipal para que le brinden terapia, ya que manifiesta una conducta inusual.
Desde que se conocieron estos hechos, el Ejército de Salvación desocupó la casona donde presuntamente se cometió el delito y sólo atiende en su sede. l
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