Wednesday, March 31, 2010


Bajo la Lupa

Petrolera anglosajona vaticina guerra civil en EU

Alfredo Jalife-Rahme

Cada vez permea más la probabilidad de una inestabilidad política en Estados Unidos (EU) para la próxima década, según el académico ruso-estadunidense Peter Turchin (Bajo la Lupa, 3/3/10), y hasta la nada descabellada guerra civil que ha exclamado Newton Leroy Gingrich, anterior líder camaral del Partido Republicano (Bajo la Lupa, 28/3/10).

El muy consultado blog Idle Scrawl (El Ocioso Garabato), del británico Paul Mason, periodista, investigador y comentarista económico de la BBC, exhuma el ominoso escenario de una trasnacional petrolera anglosajona, la cual mantiene herméticamente en el anonimato –que, a nuestro juicio, puede ser indistintamente BP y/o Shell–, sobre la alta probabilidad de una guerra civil en EU.

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El periodista británico Paul Mason abordó en su blog el tema de una posible guerra civil en EU a causa de la escasez del petróleo. En la imagen, una refinería de una empresa trasnacional
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En su blog del 28/3/10, muy seguido por un sustancial público en China, Mason resalta la cólera en EU y el escenario petrolero que le preocupa y es susceptible de desembocar en una guerra civil.

El vandalismo en espiral contra los legisladores demócratas y la violencia verbal de los furibundos conductores de radio y la blogósfera han llevado a que Mason considere bajo una nueva luz algo expresado en el verano pasado (sic) por un petrolero (¡extra súper sic!), quien consulta (sic) a una de las grandes trasnacionales del mundo y quien, después de haber conducido una simulación por computadora de la situación política y económica global, obtuvo varios resultados-modelo de la sequía de recursos (sic) que se inicia a la mitad de la década de 2010: sea como se tuerzan (sic) los resultados, el epílogo es el mismo: una guerra civil en EU en los próximos 25 años.

Mason se defiende en ocultar la identidad de su informante, cuya trasnacional petrolera, que juzga como una jugadora global de altos vuelos, no estaba interesada en publicar su ominoso escenario, pero que, curiosamente, sí susurra selectivamente a un periodista e investigador británico muy influyente.

¿Tendrá algo que ver el conspicuo distanciamiento de la otrora relación especial entre EU y Gran Bretaña (The Sunday Times, 28/3/10)?

En el escenario de la trasnacional petrolera la causal no es la ideología, sino simplemente (sic) los recursos (¡extra súper sic!) El asunto nodal radica en la rapidez con la que el mayor consumidor del mundo de productos basados en petróleo (léase EU) corte su dependencia.

¡Hasta dónde llevó la catástrofe militar de la dupla Bush-Cheney en Irak al fracasar en su intento de controlar sus hidrocarburos!

A juicio del anónimo petrolero anglosajón, EU no podrá desprenderse de su adicción por el petróleo debido a que las instituciones políticas de ese país son demasiado consensuales con numerosos pesos y contrapesos (v.gr Suprema Corte, filibusterismo en el Congreso, medios controlados por las trasnacionales, etcétera), aun cuando existan políticos preparados para actuar en forma decisiva. Así que el sistema político se fragmentará (¡súper sic!) una vez que el petróleo sea escaso.

Más allá de sus consabidas adicciones (estimulantes eróticos/eréctiles como Viagra, antidepresivos como Prozac, antiestresantes, y los medicamentos que disminuyen la presión arterial y el colesterol sanguíneo, para citar los más solicitados por el american way of life: una verdadera fantasía farmacológica), ¿podrá subsistir el estadunidense promedio sin gasolina?

¿No serán suficientes los hidrocarburos del Golfo de México que anhela enajenar el Comando Norte (ver Bajo la Lupa, 24/3/10)?

Mason comenta lúcidamente que EU es un país con un déficit presupuestal insostenible, un papel en el mundo que es desafiado por China y que es adicto (sic), económicamente, a una sustancia (¡súper sic!) que tendrá una menguada oferta disputada durante nuestras vidas.

Tal sustancia, que evoca maliciosamente Mason, no es la cocaína generosamente abastecida por los cárteles mexicanos de la droga, sino el inescapable petróleo.

Si hacemos caso al escenario petrolero, presuntamente británico, es probable que EU pueda subsistir sin sus multivariadas drogas (extensivo a sus fármacos del Mundo feliz que anticipó Aldous Huxley), pero no sin la gasolina, que sería el detonador de una nueva guerra civil.

Mason se defiende de ser muy escéptico de los escenarios de guerra civil en EU debido a que son una fantasía (sic) recurrente de personas que no quieren a EU, como el profesor ruso Igor Panarin, decano de la Academia Diplomática del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia y quien, tanto The Wall Street Journal como el Partido del Té, le han dado mucha difusión a su prospectiva sobre la balcanización de EU (ver Bajo la Lupa, 26/11/08).

Mason tampoco evade la realidad imperante en EU como consecuencia de la batalla campal del Obamacare (la polémica enmienda de salud de Obama, a quien 24 por ciento del Partido Republicano fustiga como Anticristo) que ha provocado tres corrientes del lado conservador que rememoran la Guerra Civil de EU en la década de 1850.

Mason no es ningún improvisado ni un vulgar repetidor de noticias: académico y músico profesional que dictaba conferencias en la británica Loughborough University of Technology.

Cita tres obras obligatorias a releer en esta coyuntura: 1- La Batalla por el Grito de la Libertad, de James McPherson; 2- Los ocho volúmenes Ordalía de la Unión, de Allan Nevins, y 3- la trilogía La Guerra Civil: una narrativa, de Shelby Foote.

En forma luminosa resume que las obras citadas recuerdan que la guerra civil estadunidense fue precedida por un proceso de ruptura (sic) política larga y compleja acompañada de cambio demográfico y modernización económica.

A quienes somos más de corte estructural que coyuntural nos seduce intelectualmente que los insignes historiadores citados vayan más allá de la incuestionable esclavitud monotemática y resalten la emergencia de un nuevo modelo político de capitalismo industrial en el noreste y en la parte central, así como el ascenso de un partido político (v.gr el Partido Republicano de entonces) que representaba el nuevo sistema y que carecía de apoyo en el sur proclive al esclavismo.

¡Qué transformación ha sufrido en más de 160 años el mexicanófobo Partido Republicano inundado por los wasp (blanco-anglosajón-protestante) y el Partido del Té!

Cabe señalar que el PAN mexicano es aliado del Partido Republicano.

Muy autodefensivo por lo delicado del tema y el carácter opaco de su fuente primaria, Mason insiste en que sería totalmente erróneo (sic) extrapolar la pasada guerra civil del siglo XIX con la presente situación en EU, pero añade que el ominoso escenario del anónimo petrolero lo obliga a realizar preguntas pertinentes.

Lo extraño es que Mason en ningún momento pregunta, sino que más bien exhuma un escenario muy viable de una trasnacional petrolera, probablemente británica, cuando la grave crisis energética en EU sea alcanzada por el ascenso irresistible de la demografía latinoamericana, en general, y la mexicana, en particular, para sumarse a las fuerzas multicentrífugas que han propiciado la plutocracia oligárquica y oligopólica de Wall Street que ha puesto a EU al borde de la balcanización.

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