“De los Flores Magón se habla poco”: Diego Flores Magón
El carácter anarquista del pensamiento magonista hace difícil incorporarlo a la ideología del PRI y menos a la del PAN, pero tampoco encaja con la izquierda burocrático-partidaria.
Las ciudades de México están cubiertas de banderas tricolores, banderines e imágenes que recuerdan el Bicentenario. Todo el mundo se prepara para festejar los 200 años del fin del yugo colonial con las caras de los héroes y de los padres de la patria. El rostro de José María Morelos, o del cura Miguel Hidalgo, cano y vigoroso, aparecen en cada esquina de la calle, en cada manifiesto, en los sobres de papas y en forma de caricatura en la televisión.
La retórica de régimen recuerda lo que Porfirio Díaz hizo justamente con la imagen de Hidalgo: Díaz quería ser asociado a los padres de la patria, entonces hizo “envejecer” a Hidalgo en las imágenes oficiales para que hubiera por lo menos una semejanza entre los dos. En algunas estampas conmemorativas del primer Centenario de la Independencia, en 1910, Porfirio Díaz e Hidalgo aparecen juntos como si fueran los dos padres de la patria.
De manera un poco menos estridente se recuerda también que se festeja el Centenario de la Revolución. La cara sonriente de Pancho Villa aparece en las paredes del Metro u observándonos desde el alto de un edificio. El rostro serio y campesino de Emiliano Zapata se ve menos, o no se ve para nada. Pero hay algunos héroes que no se quiere recordar, o que se olvidan, como Ricardo Flores Magón, una de las mentes políticas más brillantes y revolucionarias de México, inspirador de la Revolución, exiliado y encarcelado junto con su hermano Enrique durante años en Estados Unidos y lejano de las visiones victoriosas de Francisco I. Madero y Venustiano Carranza. “Cuando aquí en México le preguntas a alguien si conoce a los hermanos Flores Magón, todos te contestan más o menos que sí. Si luego preguntas quiénes eran, te pueden contestar “los que le dan el nombre a una calle o a una escuela”. Todos saben quién era Madero o Villa, pero de los Flores Magón se habla poco”.
Diego Flores Magón es el bisnieto de Enrique. Tiene con su bisabuelo una similitud física bastante marcada: el cabello chino y rebelde, los anteojos extravagantes y la mirada siempre atenta y vivaz. Diego es el curador del enorme archivo de Enrique y es el promotor de un proyecto cuyo objetivo es recuperar las fuentes documentales del magonismo —empezando por el archivo de Enrique— y reflexionar sobre su carácter revolucionario y su topografía binacional.
FM: ¿Qué representa para ti el magonismo?
DFM: Hay muchas definiciones posibles para este movimiento tan importante e interesante. Antes es necesario dar algunas informaciones históricas que ayuden a colocar el movimiento. Los hermanos Flores Magón eran, antes que todo, periodistas. Provenían de una tradición liberal y durante los años del porfiriato, a finales del XIX, sentían la necesidad de dar voz, a través de la prensa, a una crítica liberal y jacobina del régimen. Por esto, en 1900 fundaron un periódico, Regeneración, que tuvo una importancia central en el periodo inmediatamente anterior a la Revolución, y aún después. Como periodistas tuvieron que enfrentar la censura y los ataques frontales del régimen de Porfirio Díaz hasta 1903, cuando decidieron autoexiliarse en Estados Unidos en lugar de renunciar a su libertad de prensa y de expresión. Por esta razón yo diría que una primera definición de magonismo podría ser la de un movimiento de periodistas que empezaron a luchar para defender su derecho a la libertad de expresión y acabaron aborreciendo al Estado y a toda forma de dominación.
FM: Desde el exilio estadunidense su actividad política sigue y se radicaliza, tanto que los dos hermanos, junto con algunos de sus correligionarios, son en varias ocasiones arrestados por las autoridades de ese país.
DFM: Efectivamente. Los años del exilio serán muy intensos. Ricardo no regresará nunca más a México y morirá en la cárcel en 1922, después de haber cumplido un camino de progresiva radicalización ideológica. Alrededor del periódico, que se hizo itinerante, se desarrolló un importante trabajo de propaganda y denuncia que influyó a muchos de aquellos que, en los años sucesivos, participarían bajo el mando de diversos caudillos en la Revolución. En 1906, 1907, 1908, 1911 los Flores Magón promovieron desde Estados Unidos diversas tentativas de insurrección revolucionaria. Desde la prensa de Regeneración se lanzó el programa del Partido Liberal Mexicano, escuchado por todos los descontentos del régimen porfiriano. Dos años después, Ricardo Flores Magón renegaría sin duda de las posiciones de aquel programa por ser demasiado burguesas, liberales; pero era la primera vez que en México un partido político, a través de un documento público, hablaba de reformas sociales, agrarias, laborales, y eso lo reviste de una enorme trascendencia histórica. Es en este período cuando el magonismo se conforma como una organización clandestina, que tiene como objetivo revolucionar al país, y Ricardo abraza el anarquismo.
FM: Pero el movimiento magonista, ¿qué posición tiene respecto al nacionalismo típico de la Revolución mexicana?
DFM: Se puede decir que el magonismo corre en sentido inverso del nacionalismo y a la vez se alimenta de él. En 1911 Ricardo Flores Magón alentó una invasión a Baja California apoyada por obreros estadunidenses: una revolución que seguía una lógica de internacionalismo obrero, donde la nación se borra ante la clase. Obviamente, para los tijuanenses, fue percibida como una invasión de filibusteros y no tuvo éxito, pero de todas maneras es demasiado difícil incorporar este tipo de pensamiento en la mitología de la Revolución mexicana, que es básicamente una teogonía de la nación, y cuyo fiat lux es el plan de San Luis. Por otra parte, entre 1906 y 1907, cuando el movimiento alcanzó el punto máximo de su influencia política, el magonismo tuvo un arraigo considerable en los focos obreros de Cananea y de Río Blanco, movimientos muy nacionalistas, en particular Cananea. Una de las características centrales del movimiento político de los Flores Magón es su carácter fuertemente binacional e internacional. Apelaba a los mexicanos en México, pero también a los mexicanos en Estados Unidos. Recurría a obreros, como los woblies, en virtud de su ideología revolucionaria, más que de su identidad nacional. Cuando Ricardo fue arrestado por última vez en Estados Unidos, era uno entre los muchos anarquistas extranjeros, pertenecía mucho más al espectro de los radicales que operaban en Estados Unidos en aquellos años: españoles, italianos, franceses, rusos; su lenguaje es único en la política mexicana de entonces como de ahora. Tenía mucho menos que ver con el tipo de animales políticos presentes en aquel momento en México. Tal vez el personaje de la Revolución con el que tuvo más afinidad fue Zapata. No se tiene que olvidar que el lema “tierra y libertad”, tan caro a los zapatistas, llegó al líder campesino de Morelos a través de la lectura de Regeneración, que a su vez retomaba el lema de la revista anarquista catalana Tierra y Libertad. Como el anarquismo, el magonismo es cosmopolita, transnacional. Y con el zapatismo, el magonismo compartía una utopía agraria arcaizante, típica de Ricardo.
FM: El magonismo tuvo un papel tan central en la formación del pensamiento revolucionario, ¿por que en la retórica oficial son tan escasas las referencias a los hermanos Flores Magón?
DFM: En realidad hay dos diferentes actitudes hacia el magonismo. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) se apropió de la figura de los hermanos Flores Magón en cuanto a “precursores” de la Revolución. Como el PRI encarnaba la institucionalización de la Revolución, a su manera debía incluir y hacer suyos a estos personajes que habían tenido un papel importante contra Porfirio Díaz. Entonces, a costa de distorsiones típicas de la mitología oficial, encontró la manera de incorporar cuando menos una versión del magonismo a su relato del origen de la nación posrevolucionaria. Esta operación es desde luego más difícil para el PAN, menos ecuménico en sus invocaciones políticas, que nace de una serie de oposiciones al estado jacobino de la posrevolución: los rasgos jacobinos, anticlericales, antiburgueses del magonismo, lo vuelven totalmente indigesto. Además no olvidemos que su fuerza originaria es la defensa feroz de la laicidad del estado.
FM: ¿Entonces el proyecto de digitalización del archivo histórico de los documentos del magonismo (y de dar una casa al periodismo y a la libertad de prensa en México) que estás llevando adelante con tu fundación, es una empresa a contracorriente en este momento?
DFM: El edificio que estamos rescatando es un emblema de la libertad de prensa en México. Parece que la libertad es el producto de una resistencia. Hoy los enemigos de la libertad de prensa son otros, pero sigue siendo necesario el ejercicio de la resistencia. Lo mismo puede decirse del estado laico, que sigue requiriendo de luchas y de resistencias, en otros escenarios, tal vez más descentralizados. La historia de estos periodistas que se autoexilian para no renunciar a su libertad y que desde el exilio erigen un movimiento contra la tiranía es un gran tema. Nuestro proyecto parte de la conformación de un centro de documentación, pero abrazamos esos valores, y hemos encontrado una coalición de aliados que nos ha permitido avanzar en la restauración del edificio y que nos permitirán seguir con lo que falta. Yo creo que la historia es lo bastante compleja como para ser contada nuevamente, más allá de la retórica nacional y de las distorsiones de la apropiación. El edificio de Hijo del Ahuizote, situado en pleno centro histórico, en la calle de Colombia numero 42, va a ser la nueva casa de este proyecto. Además, el espíritu internacionalista, en un momento en que México y Estados Unidos se confrontan en la situación aberrante de los flujos migratorios, es de una actualidad desconcertante; vale la pena recordar que hay una comunidad transnacional, como la que denomina el magonismo, partida por la frontera. Hablando con Tomás Ybarra Frausto, un viejo intelectual chicano de Los Ángeles, me dijo que él aprendió a leer con viejos números de Regeneración que había encontrado en su casa, y esta anécdota me hace pensar en una idea de comunidad que no termina con la frontera. Creo que es importante seguir contando la historia de este intento de hacer una revolución que nunca triunfó, la historia del pensamiento utópico en México, que lo hay. La historia de hombres nacidos liberales que se murieron anarquistas en un país en que vivieron, hablaron y anduvieron con otros mexicanos.
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