Friday, May 18, 2007

Felipe IV de España, mis valedores, uno más de los pequeñajos que han trepado al poder. Al que vivió entre las fechas 1605 y 1665 aludí aquí mismo el pasado viernes; que como rey fue un irremediable mediocre y que en una de esas tanto le pesó la corona que entregó las llaves del gobierno a un tal Conde-Duque de Olivares, el Camilo Mouriño de aquel entonces. Que el mediocre falleció de pura tristeza, según las crónicas, destino que es de los pobres de espíritu, y eso cuando no les da por compensar su enanismo jugándole al dictador. Macabro. En aumentativo.

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Felipe el mediocre

Publicado por Tomás Mojarro en 16th Mayo 2007

Felipe IV de España, mis valedores, uno más de los pequeñajos que han trepado al poder. Al que vivió entre las fechas 1605 y 1665 aludí aquí mismo el pasado viernes; que como rey fue un irremediable mediocre y que en una de esas tanto le pesó la corona que entregó las llaves del gobierno a un tal Conde-Duque de Olivares, el Camilo Mouriño de aquel entonces. Que el mediocre falleció de pura tristeza, según las crónicas, destino que es de los pobres de espíritu, y eso cuando no les da por compensar su enanismo jugándole al dictador. Macabro. En aumentativo.
Este Felipe IV mediocre de facha, intelecto y carácter, iba a ser el destinatario del célebre Memorial que en la mesa del augusto comedor le deslizó a lo subrepticio aquel mi señor don Francisco de Quevedo y Villegas, genio de genios del Siglo de Oro español. Léanlo, y verán si exagero.
En los pareados del Memorial, Quevedo echa en cara al parvo Felipe ser el causante de achaques y tribulaciones que chicoteaban al noble pueblo español, y que iban del enriquecimiento inexplicable de algunos voraces Slim a la extrema miseria de los entenados del reino. Esto, a mediados del XVII español. Males fueron aquellos que la España del Cid soportaba desde los inicios de tan funesta dinastía. El Memorial iba a llevar de la mano a Quevedo hasta acogedora mazmorra del rey, rencoroso como todos los de su alzada, vengativos que son. Mis valedores.
Muchas excelencias se le advierten al Memorial, entre ellas una para nosotros fundamental: las acusaciones con que Quevedo chicotea la cara al monarca son las que nosotros pudiéramos enderezar contra cualquiera que haya posado sus reales en el sillón de Los Pinos. Lean, reflexionen y aplíquense al ejercicio de la comparación, aleccionadora; porque nunca las comparaciones, más allá del dicharajo embustero, resultan odiosas. Vale
Católica, sacra y real majestad - que Dios en la tierra os hizo deidad; -Un paisano pobre,
sencillo y honrado - humilde os invoca y os habla postrado.
El honrado, pobre y buen caballero - de plano, no alcanza ni pan ni carnero. -Perdieron su esfuerzo pechos españoles -porque se sustentan con tronchos y coles - Cebada que sobra los años mejores - de nuevo la encierran los revendedores. - Madrid a los pobres pide mendicante - y en gastos perdidos es Roma triunfante. - En vano es que agosto nos colme de espigas –
si más lo almacenan logreros que hormigas. - En vegas de pasto realengo vendido -ya todo ganado se da por perdido.
Perpetuos se venden oficios, gobierno - que es dar a los pueblos verdugos eternos.
- Si a España pisáis, apenas os muestra -tierra que ella pueda deciros que vuestra. -Los que tienen puestos, lo caro lo encarecen - y los otros lloran, revientan, perecen.
Crecen los palacios, ciento en cada cerro -y al pobre del pueblo, castigo y encierro.
Ved tantas miserias como se han contado - teniendo las costas del papel sellado. - Plazas de madera costaron millones, - quitando a los pobres vigas y tablones. - Un ministro, en paz, se come de gajes - más que en guerra pueden gastar diez linajes. - Nunca tales gastos son migajas pocas, - porque se las quitan muchos de las bocas. - Los ricos repiten por mayores modos: - ya todo se acaba, pues robemos todos. - Y asi en mil arbitros se enriquece el rico, - y todo lo pagan el pobre y el chico.
El vulgo es, sin rienda, ladrón y homicida - Burla del castigo, da coz a la vida. - ¿Qué importan mil horcas, dice algunas vez, - si es muerte más fiera hambre y desnudez? - Si el rey es cabeza del reino, mal pudo - lucir la cabeza de un cuerpo desnudo. - Consentir no pueden las leyes reales - pechos más injustos que los desiguales.
Loa plumas compradas por Dios jurarán - que el palo es regalo, y las piedras, pan. - Contra lo que vemos, quieren proponernos - que son paraíso los mismo infiernos. - La fama, ella misma, si es digna, se canta - no busca en ayuda algazara tanta - Del mérito propio sale el resplandor, - y no de la tinta del adulador. - Y así, de esas honras no hagáis caudal - mas honrad al vuestro, que es lo principal. - Servicios son grandes las verdades ciertas. - Las falsas lisonjas son flechas cubiertas. Porque por lo demás todo es cumplimiento -de gente servil, que vive del viento.
Si en algo he excedido, merezco perdones. - ¡Dolor tan del alma no afecta razones..!
¿Encontraron ustedes algún parecido entre la España de ayer y el México de hoy? Y la crueldad de los débiles: apenas leer el Memorial, Felipe el mínimo ordena ¡A la mazmorra con el acusador! ¡Con mi señor don Francisco de Quevedo y Villegas, genio de genios del Siglo de Oro español. Porque así se escribe la historia Válganos Dios. (Felipe.)


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M@rquevedo;
Norwich, U(n) K(amilo);
18/5/07


... Shut up and learn.

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