Wednesday, February 20, 2008

Bajo la Lupa
Alfredo Jalife Rahme

Boquetazo financiero
Decadencia inexorable

¿De qué tamaño será el boquetazo financiero para que Michael Rubens Bloomberg, millonario y alcalde número 108 de Nueva York, haya acusado sin piedad a la administración pestilente de Baby Bush de haber transformado a Estados Unidos (EU) en un "país del tercer mundo" (CBS,14/2/08)?
Ya el israelí-estadunidense Paul Krugman, de los pocos analistas rescatables de The New York Times (que perdió su alma en la desinformación sobre las "armas de destrucción masiva" en Irak), había anticipado años atrás que EU se había convertido en un "país del tercer mundo" debido a su endeudamiento masivo y a sus severos déficit (NYT,14/10/03).
Krugman resultó mejor escritor que economista –y eso que es uno de los pocos economistas lúcidos que quedaron en EU, ultrajado por las monstruosas mendacidades de sus multimedia– y vuelve a la carga 10 días antes de la explosiva declaración de Bloomberg: "Carmen Reinhart y Ken Rogoff publicaron un análisis alarmante sobre los paralelos que existen entre Estados Unidos y los países que experimentaron crisis financieras en el pasado. El piso de fondo del análisis, que ha llamado mucho la atención, es que nos parecemos espantosamente (sic) demasiado a esas otras naciones –y que si su experiencia constituye guía alguna, entonces las cosas pueden volverse realmente malignas" (NYT, 4/2/08).
¿El "EU monetarista" es similar al "México neoliberal"? Entonces, ¡que Dios nos agarre confesados!
Vale la pena resaltar el elevado nivel académico de los autores citados por Krugman: Carmen Reinhart, de la Universidad de Maryland, y Kenneth Rogoff, de la de Harvard, ambos miembros de la célebre Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER, por sus siglas en inglés), la cual, por cierto, descalificó desde hace cuatro años el TLCAN experimentado en México ("TLCAN y México: un desempeño menos que estelar", por Aaron Tornell, Frank Westermann y Lorenza Martínez, 4/2/04) –para que se vayan enterando tanto el locuaz castañedista Arturo Sarukhán Casamitjana como el desorbitado Calderón, a quien nunca se le ha dado la "economía política" (como tampoco la "economía" ni la "política" sueltas).
A quienes se embelesaron con el "sueño estadunidense" durante un siglo entero y atraviesan por la clásica "fase de negación" para adaptarse a la triste realidad de la decadencia inexorable de EU, les parecerá descabellado el aserto del israelí-estadunidense Bloomberg, quien sopesa la posibilidad de lanzar su candidatura a la presidencia como "independiente" o, en el peor de los casos, figure en calidad de candidato a la vicepresidencia junto a John MacCain, quien a sus 71 años no goza de muy buena salud, lo cual convertiría a su acompañante (cinco años menor) en un "presidente de facto", tan poderoso como fue Dick Cheney en su cúspide previa a la debacle militar en Irak.
No carece de fundamento el feroz ataque del alcalde israelí-estadunidense Bloomberg, propietario de una de las principales agencias financieras del mundo: Estados Unidos "exhibe una hoja contable que parece cada vez más de un país de tercer mundo".
También ridiculizó que los "cheques de rembolso" del gobierno federal "equivalen a proporcionar más bebida a un alcohólico". Ignoramos si la diatriba iba con chanfle, debido al pasado adictivo de Baby Bush, lo cual expresaría el desprecio absoluto del establishment por la figura presidencial número 43.
Agregó que los "candidatos presidenciales buscaban soluciones fáciles a problemas económicos complejos", aunque habría que matizar que Hillary Clinton, la agazapada candidata del Partido Demócrata, es la única que ha expresado un programa "proteccionista" creíble, al estilo de Franklin D. Roosevelt.
El "cambio" inespecífico del fenomenal Barack Obama subsume una genuina revuelta de la base popular del Partido Demócrata contra el establishment, mientras que la materia económica no es el fuerte del senador de Arizona John MacCain, candidato del Partido Republicano en caída libre, y que pudiera ser revigorizado con la candidatura "independiente" de Bloomberg, o hasta del belicoso israelí-estadunidense Joe Lieberman, republicano centrista con máscara de "demócrata".
El régimen torturador bushiano pasó una legislación de emergencia que proveerá rembolsos de 300 a mil 200 dólares para más de 130 millones de personas, con el fin de estimular la economía, a punto de entrar oficialmente en recesión.
El entorno recesivo favorece una candidatura "independiente" de un tercer partido en discordia y de un candidato con el perfil de Bloomberg, muy exitoso en los negocios bursátiles en Wall Street y con la aureola de haber creado un imperio informativo financiero.
En la geometría política que se va configurando para la elección presidencial, al alcalde neoyorkino le conviene más enfrentar la candidatura de Barack Obama que la de Hillary Clinton, quien sería más competitiva con el discurso económico. De allí que no suene nada discordante que Bloomberg haya alabado el plan de Obama, senador de Illinois, para crear un muy loable Banco Nacional de Reinversión en Infraestructura, de entonaciones neokeynesianas, con el fin de reconstruir carreteras, puentes, aeropuertos y obra pública que generarían más de 2 millones de empleos.
Nadie dice de dónde provendría el financiamiento que endeudará todavía más a Estados Unidos y que afectará sensiblemente la cotización del dólar convertido en papel-chatarra, pero no queda la menor duda de que EU tiene que ser reconstruido de pies a cabeza, después de la embriaguez frenética de su fase monetarista-neoliberal-centralbanquista por más de dos décadas aciagas y ciegas: el periodo del brujo-aprendiz Alan Greenspan, que legó lastimosamente a Ben Shalom Bernanke, su sucesor en la devaluada Reserva Federal, quien no se da abasto en arrojar dinero desde su flotilla de helicópteros muy averiados.
Bloomberg sabe acomodarse y maniobrar estupendamente de cara a las tempestades: "demócrata" toda su vida, fue elegido como "republicano" para alcalde de Nueva York, nada menos que en 2001: ciudad y año del 11-9, el montaje terrorista hollywoodense "actuado" conjuntamente por la CIA, el Mossad y los circuitos sionistas globales con el fin de invadir Irak y Afganistán –si hacemos caso a las estrujantes aseveraciones del ex presidente italiano Francesco Cossiga (entrevista con Corriere della Sera, 30.11.07).
En la matriz neoliberal, los partidos políticos descerebrados son intercambiables, como sucede con los saltimbanquis de PRI y PAN, así como en los partidos Demócrata y Republicano.
Relegido en 2005, con el barómetro financiero en las manos, Bloomberg abandonó en 2007 el lánguido Partido Republicano, con el fin de coquetear a la postulación "independiente". Es probable que un triunfo de Obama facilitaría su lanzamiento "independiente", mientras una victoria de Hillary lo induciría a reforzar a McCain.
El diagnóstico de Bloomberg, aunque tardío, es real, pero encubre su posicionamiento en el óptimo momento como "independiente" a la presidencia y/o a la vicepresidencia, en calidad de compañero del anterior héroe de guerra MacCain. Pero, desde cualquiera de las dos posiciones, ¿podrá Bloomberg, o llámese quien sea, regresar a EU al "primer mundo" financiero?


Bajo la Lupa
Alfredo Jalife-Rahme


¿A quién corresponde realizar las exequias del putrefacto neoliberalismo global, antes de que provoque una pandemia bacteriológica?
Pareciera que la tarea de darle sepultura incumbe a la “realidad” –una de las dos herramientas de la salud mental–, ya que nadie de sus desacreditados turiferarios se atreve cobardemente a formular el deceso de un modelo pernicioso que causó tanta devastación financiera, depredación ambiental y miseria humana.
Mientras el “México neoliberal” pretende desnacionalizar Pemex, Gran Bretaña, centro de la globalización financiera, nacionaliza Northern Rock, uno de los bancos hipotecarios más importantes que cayó en la insolvencia debido a las atrocidades especulativas de sus salvajes directivos depredadores.
La nacionalización de Northern Rock, que será la tónica en el G-7 en los años venideros, ha causado conmoción en Gran Bretaña, en particular en los circuitos fundamentalistas thatcherianos del Partido Conservador (los Tories), cuyas teorías artificiales son inoperantes para el “fin de una era” (por cierto, título de nuestro más reciente libro editado en Argentina): la del dolarcentrismo en caída libre.
Ante la insolvencia del banco Northern Rock, que se embriagó en la especulación de las hipotecas de baja calidad (los célebres subprime), el gobierno laborista de Gordon Brown optó por proteger a los inversionistas que son legión.
En forma cínica, los seudobanqueros británicos, colocados en la picota por la opinión pública debido a sus manejos extravagantes, exigían su propio salvamento sin miramiento a los inversionistas, por lo que el gobierno decidió la nacionalización ante el temor de una fronda ciudadana.
La prensa británica abunda sobre el futuro de Londres como el mayor centro financiero del mundo cuya “reputación ha quedado mancillada” (The Daily Telegraph, 17/2/08).
George Osborne, encargado de las finanzas del “gabinete de oposición” del Partido Conservador, entró en pánico y enjuició el precedente de la nacionalización, que no se veía en Gran Bretaña desde la década de los 70, y puede servir de pauta para intervenir otros bancos en desgracia que se encuentran en la insolvencia “invisible” y que a gritos solicitan al gobierno su rescate, pero sin pagar costo alguno por sus exacciones (como en el “México neoliberal” al puro estilo zedillista).
Las implicaciones metafísicas son inconmensurables. Una cosa es que Alemania, principal potencia económica de la Unión Europea y primera exportadora global, haya nacionalizado en forma tersa su banca insolvente en el verano reciente, y otra que Gran Bretaña haga lo mismo. Sucede que la nacionalización del banco Northern Rock aniquila en los hechos el modelo neoliberal global que surgió en la misma Gran Bretaña con el thatcherismo (luego imitado por la reaganomics en EU), lo cual descarrila el paradigma fundamentalista anglosajón.
Curiosamente, el primer ministro Gordon Brown refirió el salvamento estatal en Alemania y sacó a colación que EU estaba infestado de “bonos de seguros”, en especial bonos municipales, como metáforas de la crisis financiera que azota al planeta (The Daily Telegraph, 16/2/07).
Parte sustancial de los bonos hipotecarios de baja calidad (los tóxicos subprime) anda extraviada y Ambrose Evans-Pritchard (The Daily Telegraph, 10/2/08) asegura haberlos detectado en Japón, que ha escondido sigilosamente alrededor de 300 mil millones de dólares que pueden provocar un estallido y un efecto dominó en cualquier momento.
No existe país del G-7 que no haya sido infectado por el tóxico contagio financiero que ha expuesto en la insolvencia a la banca privada que reclama el rescate de sus gobiernos, contra todas las leyes del “libre mercado”, lo que ha ocasionado un severo problema político cuando los ciudadanos del G-7 protestan enérgicamente la selectiva discrecionalidad unilateral de sus tiránicos bancos centrales, que salvan a los especuladores banqueros parasitarios mientras dejan quebrar sus hospitales. ¡La barbarie total!
Sería “sano” para su equilibrio mental (con el fin de que no acaben en el escarnio “global”) que el siniestro cuan ignaro Comité de Energía del Senado/Cenado (por aquello de las comisiones subrepticias a las que nos tienen acostumbrados la mayoría de sus desprestigiados miembros –si son de creer sus frecuentes exhibiciones en la nota roja, de por sí supercontrolada por sus cómplices, perdón, aliados– se actualizara sobre las tendencias globales tanto de la macroeconomía como de la geopolítica que han operado ya el punto de inflexión del “fin de una era” –y no una simple cuan vulgar “crisis” pasajera a la Carstens– del neoliberalismo que ha iniciado el doble proceso de la desglobalización (por cierto, título de nuestro penúltimo libro) y la renacionalización, lo cual es más que evidente en el seno del G-7 después del estallido de sus múltiples burbujas especulativas que han puesto en la insolvencia a la banca israelí-anglosajona que controla las trasnacionales petroleras (ver Bajo a Lupa, 13/2/08).
A tales trasnacionales anglosajonas (las españolas Santander y Repsol son travestis británicas) el susodicho Comité de Energía, sumado de los siameses entreguistas Beltrones Rivera (¿por qué oculta su apellido paterno?) y Gamboa Patrón (dejémosle aquí para no ahondar en historias macabras de torturas de policía judicial totalitaria), desea rematar Pemex al peor postor y al mejor impostor en el peor momento de la coyuntura internacional, que se encamina en sentido contrario a sus aviesos propósitos de desnacionalización.
Cabe recordar que parte sustancial de las acciones bursátiles de Aeroméxico fue rematada sin piedad por el calderonismo (la fase terminal del decadente neoliberalismo “mexicano”) a la insolvente Banamex, de por sí rescatada por los miserables ciudadanos mexicanos, cuya matriz Citigroup se encuentra insolvente (ocultado en la “contabilidad invisible” de los paraísos fiscales”) y ya hace agua en Wall Street, si son de fiar las reseñas de los analistas de EU y Gran Bretaña (nota: con el debido respeto, pero España, una franquicia y excrecencia financiera anglosajona, no cuenta en estas grandes ligas).
¿Cómo es que personajes funestos del fétido “viejo régimen” mexicano, condensados en la alianza neoliberal del PRI y el PAN en el último cuarto de siglo, se atreven a proferir la palabra “modernización”, es decir, la desnacionalización de Pemex que han “administrado” en forma conjunta, en especial en los recientes siete años panistas de pésima gestión despilfarradora?
En este contexto global de inicio del oleaje de nacionalizaciones resulta anacrónica –válgase la contradicción– la “modernización” de Pemex: sinónimo de su desnacionalización en la lingüística orwelliana tanto del calderonismo neoliberal decadente como en las fauces de dos senadores/cenadores dizque “economistas”, Labastida y Beltrones, con pasado nada glorioso, a quienes les abundan los cadáveres en el clóset desfondado y a quienes no se les conoce obra académica respetable en “economía política” (ni en economía ni en política).

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