Carlos Fernández-Vega
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■ Rescate al voraz capital financiero
■ Mercados al borde del colapso
Los contribuyentes gringos están de plácemes: no sólo cargan con el creciente cuan oneroso costo de la invasión bushiana a Irak y con un abultadísimo déficit que ha crecido como la espuma con el texano como inquilino de la Casa Blanca, sino que ahora se ven obligados, por democrática decisión, a “rescatar” al voraz capital financiero, especialista en salirse del festín sin pagar la cuenta.
Como buen republicano, a Bush le da por “devolver” a los estadunidenses unos cuantos dólares por concepto de “reducción de impuestos”, mientras por otro lado los saquea con miles y miles para financiar la invasión a Irak, y ahora con otro tanto para intentar contener la crisis financiera orquestada por sus cómplices de la banca trasnacional. Es el viejo truco de la socialización de las pérdidas, para garantizar las ganancias privadas de su selecto club de amigos.
Independientemente de los muertos, cinco años de invasión le han costado –hasta ayer– 555 mil millones de dólares (equivalente, para dar una idea, a cinco veces el PIB centroamericano) a los contribuyentes estadunidenses. A ellos se suman más de 800 mil millones de billetes verdes por el saldo negativo en la balanza de pagos. Si eso no fuera suficiente, la economía de Estados Unidos, el “motor del mundo”, una vez más se encuentra en franca recesión (la segunda en tiempos del texano), y para colmo se cocina una crisis financiera de pronóstico reservado, con repercusión internacional, que no termina de manifestarse (desde el crac de las hipotecarias más “prestigiosas” Fannie Mae y Freddie Mac, hasta lo más reciente, que no lo último, la quiebra del Lehman Brothers, el cuarto banco de aquel país, con ramificaciones en buena parte del planeta, sin olvidar Merrill Lynch, las sacudidas del Citigroup, Bear Stearns, GPMorgan Chase y AIG, todos ellos entre los consentidos de Wall Street; en lista de espera se encuentran Goldman Sach y Morgan Stanley).
Desde agosto de 2007, la Reserva Federal de Estados Unidos y la Casa Blanca han intentado contener la crisis financiera con las mismas herramientas utilizadas, fallidamente, en otras naciones, es decir a golpe de micrófono, negando lo que para todos resulta más que obvio. Por ejemplo, al estallar la bomba de las hipotecas “basura”, coincidieron en que era un “fenómeno” pasajero de “corta duración”, tanto que 13 meses después, más 200 mil millones de dólares del erario para el “rescate”, lejos de solucionarse se ha llevado entre las patas a miles de inversionistas y a no pocas “sólidas” instituciones financieras involucrados hasta el cuello en el mercado de dichas hipotecas, amén de mantener en el filo de la navaja a no pocas economías y centros financieros del planeta.
El turno es para la trasnacional financiera Lehman Brothers, fundada 150 años atrás y que en otras ocasiones (incluido el crack de 1929) resistió todos los excesos y la voracidad de sus dueños. Pero ya no; tronó como cuete, con una deuda superior a 600 mil millones de dólares (como referencia, es un monto equivalente al 60 por ciento del PIB mexicano), o lo que es lo mismo el 97 por ciento de sus activos totales. Es el tercer conglomerado estadunidense de este estilo y nivel que revienta en seis meses, y la mano “rescatadora” del erario de aquel país está presta a firmar los cheques necesarios, mientras 25 mil empleados se quedaron en la calle sin perro que les ladre, y los mercados financieros al borde del colapso.
En el transcurso de 2008 el precio de los títulos bursátiles de Lehman Brothers cayeron de 65.44 dólares por acción a 15 centavos de dólar el pasado 13 de septiembre. ¿Las autoridades bancarias y bursátiles de Estados Unidos no se percataron del deterioro? ¿Por qué no intervinieron a tiempo, si de cualquier suerte intervendría? ¿Dónde quedó aquella máxima de que cada quien se rasque como pueda, porque es el mercado el que marca la pauta? ¿Por qué trasladar el costo a los contribuyentes y de paso desestabilizar los mercados internacionales?
Preguntas sin respuesta, al viejo estilo de las autoridades financieras mexicanas, quienes gozan con pasarle la factura a los mexicanos y su bienestar. Ahora la Casa Blanca procede en igual sentido, con el agravante de que el costo lo terminará cubriendo el planeta en su conjunto, porque si de pérdidas se trata así funciona el “motor del mundo” y la globalización: reparten sin distinción. Lo llamativo de todo esto es cómo no tronó antes en esta economía de casino, de papel.
De entrada, de acuerdo con los reportes provenientes de Nueva York, la Reserva Federal ayer “tomó” 70 mil millones de dólares de los contribuyentes estadunidenses para “motivar” al sistema financiero y paliar, según cree, la crisis desatada por la quiebra de Lehman Brothers. “Minutos antes de la apertura de Wall Street, la Fed hizo una primera aportación a los mercados de 50 mil millones de dólares y a media jornada una segunda por 20 mil millones. En un comunicado, la Fed señaló que está preparada para adoptar otras medidas a lo largo del día si fuera necesario. Horas antes, el Banco Central Europeo, el Banco de Inglaterra y los bancos centrales de Suiza y Japón también aportaron miles de millones de dólares (también de sus respectivos contribuyentes) para evitar un desplome en los mercados de valores. El movimiento se produce cuando el presidente de la Fed, Ben Bernanke, se reúne en Washington en la penúltima reunión del año del Comité de Mercado Abierto para decidir qué hacen con los tipos de interés y analizar la actual coyuntura. La víspera, la Reserva Federal había inyectado 70 mil millones de dólares adicionales”. Y lo que falta por ver.
Las rebanadas del pastel
Lo que han dado en llamar crimen organizado (en los hechos un Estado dentro del Estado), ahora selecciona inermes objetivos civiles congregados con motivo de los festejos patrios. Más allá de las “victorias” y “golizas” de micrófono, el narcoterrorismo grita ¡presente!, mientras la actuación del aparato de seguridad es meramente reactiva, con prácticamente nula capacidad preventiva. No evita, sólo reacciona ante hechos consumados, como en el ruin atentado registrado el pasado lunes por la noche en Morelia... De alto gramaje deben ser los valium que ingiere el doctor catarrito, Agustín Carstens, porque en medio de la trifulca y con las severas sacudidas que vienen del norte plácidamente aseguró a la colegiza que en México “no hay preocupación, estamos bien, sí; ya les dije que bien, y tenemos una economía fuerte”… Y Bolivia, en la mira golpista de la Casa Blanca.
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