¿Quién lo duda? Observadores de todas partes y todos los pelajes asistieron a los comicios de Venezuela el 23 de noviembre. Transmitieron sus despachos con absoluta libertad. La oligarquía gritaba estruendosamente lanzando al mundo la grosera calumnia de que la prolongación del cierre de los puntos de votación, que les daba a los ciudadanos la oportunidad de votar, era con el propósito de cometer el fraude, a pesar de que el Consejo Nacional Electoral lo había acordado y anunciado previamente.
Si Estados Unidos adopta tal medida para facilitar la elección indirecta del Presidente de ese país que funge como modelo de los oligarcas venezolanos, es absolutamente correcto; pero en Venezuela no, aunque no se trate siquiera de la elección de su Presidente, que es directa, igual que la de los demás cargos ejecutivos.
La abyecta sumisión al imperio, la fuga de divisas por incontables miles de millones de dólares que escapan cada año, mantener la pobreza, el analfabetismo y el desempleo por encima del 20 por ciento, es para ellos lo único honorable y limpio.
No me atrevería a emitir opinión alguna con relación a otro país de este hemisferio, si olvidara que somos hermanos y que Martí, quien luchó y murió por Cuba y por Nuestra América, dijo un día ante la estatua del Libertador Simón Bolívar: "Déme Venezuela en qué servirla: ella tiene en mí un hijo."
En el seno de ese pueblo hermano laboran 40 mil compatriotas altamente calificados que están dispuestos a dar su vida por el pueblo de Bolívar y junto a él corren por igual los riesgos de cualquier zarpazo imperialista.
No soy un opinante intruso en el país del ALBA.
Venezuela puede convertirse en un modelo de desarrollo socialista a partir de los recursos que las transnacionales extraían de su rica naturaleza y del sudor de sus trabajadores manuales e intelectuales. Ningún poder extranjero determinará su futuro. El pueblo es dueño de su destino y marcha en pro de los más altos niveles de educación, cultura, salud y pleno empleo. Es un ejemplo a seguir por otros pueblos hermanos de este hemisferio sin ponerse de rodillas: no desea marchar a remolque de un imperio que los saquea. Venezuela reclama con razón y dignidad, de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que diseñe una nueva estructura financiera internacional. Cuba la apoya en ese empeño.
Cuando se observan las noticias internacionales, parecería que la URSS se desintegró ayer. Como diría Stella Calloni, hoy lunes el aparato de terror mediático se desató. Después de la bruma, sin embargo, emergerá de nuevo la verdad.
Las elecciones de ayer constituyeron un gran salto cualitativo para el proceso revolucionario bolivariano en muchos aspectos que se pueden medir; no como dice el aparato de desinformación masiva: "Castro opina que la Revolución en Venezuela seguirá adelante a pesar de las elecciones." ¡No!, precisamente por el análisis de los datos fundamentales que reflejan los boletines del Consejo Nacional Electoral, veo con toda claridad la gran victoria obtenida.
Hubo datos precisos, victoria inobjetable de los candidatos a gobernadores en 17 de los 22 estados, todos pertenecientes al Partido Socialista Unido de Venezuela; mayor asistencia que nunca, 1,5 millones de votos más que los obtenidos por los candidatos de la oposición que aspiraron a ese cargo; 264 alcaldías de las 328 que tuvieron elecciones. No existe un partido de oposición; existe una suma de opositores con media docena de partidos, y transparencia total. Por eso dije y reitero que la llama de la Revolución será muy difícil de apagar en Venezuela.
Fidel Castro Ruz
Noviembre 24 de 2008
6 y 35 p.m.
Como si no existiesen suficientes causas para enloquecer, la proliferación de siglas con motivo de la crisis se multiplica de tal modo, que nadie acaba de entenderlas. La primera fue la del G-20, grupo selecto que en Washington pretendió representar a todos; la segunda, el grupo también selecto de APEC que se reunió en Lima; ahí estaban presentes el país más rico, Estados Unidos, en el número uno, con un PIB per cápita de 45 mil dólares por año, y el que ocupa alrededor del número 100, la República Popular China, con 2 483, el mayor inversor en Bonos del Tesoro de aquel país.
El G-192 es como el presidente Leonel Fernández, de la República Dominicana, que no está en ninguno de los dos, denomina a tal grupo, aludiendo a la cifra de miembros de las Naciones Unidas en una conferencia económica con la participación de Joseph Stiglitz, Premio Nóbel de esa ciencia.
George Soros, gran magnate de origen húngaro y ciudadano norteamericano inmensamente rico, escuchaba entre otras importantes personalidades.
Es tarea de ajedrecistas desentrañar los argumentos de tan diversos intereses nacionales y empresariales de los grupos G-20 y G-21.
Lo real es que, si un país del Tercer Mundo suscribe a la vez acuerdos de libre comercio con ocho o diez países desarrollados o emergentes, entre los cuales algunos se caracterizan por ser productores tradicionales de mercancías abundantes y atractivas a bajo costo o productos industriales sofisticados, como Estados Unidos, Canadá, Japón, Corea del Sur, etcétera, la naciente industria de un país en desarrollo tendrá que competir con los sofisticados productos que salen de la industria de los más desarrollados o de las manos laboriosas de sus poderosos socios, uno de los cuales maneja a su antojo las finanzas mundiales. Les correspondería sólo el papel de productores de materias primas baratas requeridas de grandes inversiones que serán en todo caso propiedad extranjera con plenas garantías contra veleidades nacionalizadoras. No les quedaría más que las manos extendidas esperando el piadoso apoyo al desarrollo, y una eterna deuda a pagar con el sudor de sus hijos. ¿No es acaso lo mismo que ha ocurrido hasta hoy?
Por ello no vacilo en solidarizarme con la posición de Chávez, cuando afirma que no está de acuerdo con la receta de Lima. Sobran razones. Observemos el desarrollo de los acontecimientos, exigiendo derechos sin ponernos de rodillas.
Fidel Castro Ruz
Noviembre 23 de 2008
7 y 30 p.m.
Su libro La operación Cóndor denuncia una serie de atroces crímenes cometidos recientemente por Estados Unidos contra los pueblos de América Latina y constituye un texto clásico para comprender lo que significa el imperialismo yanqui. Es la denuncia más objetiva y detalladamente documentada que hasta hoy he leído, insuperable en su estilo y elocuencia. Impresiona la lista de eminentes figuras, militares y civiles, vilmente asesinadas dentro o fuera de sus respectivos países, entre ellas prestigiosas personalidades, religiosos como el arzobispo salvadoreño Oscar Arnulfo Romero, los generales chilenos Schneider y Prats, presidentes de otros países, así como la conspiración en Chile, que concluyó con la muerte de Salvador Allende y el establecimiento de un gobierno fascista. Hubo presidentes de Estados Unidos directamente involucrados, como Nixon, Reagan y Bush padre. En nuestro país Stella es conocida por esa obra.
En días recientes, lo que llamó de nuevo mi atención sobre la autora argentina fue la ponencia presentada en la Conferencia Internacional “Revolución e Intervención en América Latina” que tuvo lugar en Caracas, de la que envió una copia a Cuba.
Nos habla de la invasión silenciosa en todos los frentes: el arma de la desinformación, la recolonización de América Latina, “el patio trasero” como la “reserva estratégica” del imperio, la contrainsurgencia operativa, los golpes “suaves”, la intoxicación informática, agrupaciones de izquierda actuando junto a sectores golpistas de extrema derecha; el poderoso enemigo que ataca deliberadamente el alma de los pueblos, su cultura y su identidad; avanzadas coloniales y colonialismos tardíos.
Nos recuerda que la brutal invasión de Panamá, el 20 de diciembre de 1989, estuvo precedida por una campaña desinformativa que, en este caso, logró penetrar en sectores progresistas y de izquierda; la manipulación informática sobre las razones que adujo Estados Unidos para invadir el pequeño país de poco más de dos millones de habitantes ―dividido en dos por un enclave colonial que la potencia hegemónica mantenía desde principios del siglo pasado―, increíble y burda, aún es imposible entender cómo paralizó América Latina. Hasta hoy ―nos dijo― se ignora que allí murieron miles de personas. “Panamá fue la Guernica de América.”
Después añade que las Naciones Unidas desempeñaron “una presencia de papel en todos estos conflictos”.
Al Qaeda, nacido de las propias entrañas del imperio, es un típico ejemplo de un enemigo que el poder hegemónico ubica a su antojo donde lo necesita para justificar luego sus acciones, como a lo largo de su historia fabricó enemigos y atentados destinados a favorecer sus planes de dominación. El pretexto de la Seguridad Nacional de Estados Unidos para justificar sus crímenes fue trazado mucho antes de los atentados que desplomaron las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001.
Así por el estilo continúa esgrimiendo argumentos y pruebas irrefutables. Lo escribe en no menos de 20 páginas de apretada síntesis. Expresa sincera admiración por los procesos revolucionarios de Cuba y Venezuela, por su lucha valerosa en las proximidades de la metrópoli neocolonial.
Para comprender el sentido de esa lucha, baste recordar algunas de las frases pronunciadas por George W. Bush, presidente al que restan sólo 58 días para concluir su actual mandato como jefe del imperio.
En medio de la crisis que azota al mundo, declaró en la reunión cumbre de la APEC que tiene lugar en Lima:
“Por más de una década el mercado libre probó ser una vía eficaz.
“El crecimiento económico en esta región podría ser ilimitado y es algo que concierne a los pueblos libres. Todo país que sea honesto con su pueblo, contará con el apoyo de Estados Unidos.
“Nuestros socios pueden estar seguros de que la agenda compasiva de Estados Unidos se mantendrá.
“Seguiremos inspirando al mundo.
“Que Dios los bendiga.”
Hay que ser incurablemente cínico para hacer tales afirmaciones. Mientras eso se proclamaba en Lima, de Estados Unidos llegaban noticias sobre la gravedad de la crisis y el creciente número de desempleados. Las empresas de las industrias automotrices reclaman con urgencia una parte de los 700 mil millones de dólares destinados a afrontar la crisis más fuerte desatada en decenas de años. Aseguran que la quiebra de una sola de las grandes empresas del sector originaría el despido de dos millones y medio de trabajadores. Son cifras siderales de dinero y de afectados en el país que pretende seguir inspirando al mercado.
Las elecciones de hoy en Venezuela son complejas por la situación creada con las lluvias, el número de colegios, la elevada cifra de votantes inscritos por cada uno de ellos, el empleo de los recursos mediáticos y el abundante dinero que la oligarquía y el imperialismo emplean para confundir a los votantes, pero el gobierno bolivariano actúa con dignidad, se preocupa por los daños que ocasionan las lluvias excesivas, y combate con la firmeza y decisión que inspiran las causas justas.
Cualquiera que fuese el resultado de los comicios para elegir las autoridades locales y regionales, no será fácil apagar la llama encendida de la Revolución.
Creemos mucho más en las verdades de Calloni que en las cínicas mentiras de Bush.
Fidel Castro Ruz
Noviembre 23 de 2008
Hora: 11 y 36 a.m.
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