Monday, June 01, 2009


Pumas: Disciplina, trabajo, paciencia...

RAúL OCHOA

Arropado por la disciplina táctica y el trabajo de su conservador técnico Ricardo Tuca Ferreti –aunada la insólita paciencia de la directiva ante las eventuales crisis de resultados–, los Pumas de la UNAM terminaron en tercer lugar general de la liga –muy lejos de los punteros–, con la mejor defensa del torneo, pero, por ejemplo, con la mitad de goles de los que metió Pachuca, su rival en la final que este domingo resolvió a su favor. Colgado del mediocre nivel de la liga, a Pumas le alcanzó para disputar el título con dos atributos: estabilidad en la dirección técnica y confianza en sus fuerzas básicas.

Cuando la crisis deportiva tocó de nuevo las puertas de los Pumas y con el ciclo del entrenador en entredicho, Ricardo Tuca Ferreti reunió a su cuerpo técnico en un intento por encontrar una solución. Y sin darle mayor vuelta al asunto, enfrentó la realidad.
“¿De qué manera podemos salir de esto? ¿Qué otra cosa nos queda por hacer? ¿Nos vamos a quedar estacionados, lamentándonos porque no se nos dan los resultados? De ninguna manera, hay que tener confianza, y el trabajo es la única manera que conozco y que puede sacarnos adelante”, les dijo a sus jugadores.
Desde la intimidad del equipo, Enrique López Zarza, uno de los auxiliares de Ricardo Ferreti, cuenta a Proceso que “ante esa línea que marcó la cabeza, el líder, no nos quedó más que alinearnos también y seguir ese ejemplo y dar lo mejor que teníamos”.
“En mi caso estuve haciendo visorías de los rivales, traté de ser más objetivo en mi interpretación sobre el funcionamiento de los equipos que nos iban a tocar, apoyando a Memo Vázquez, el brazo derecho del Tuca, y haciendo algunas observaciones del juego, de acuerdo con lo que veía en la tribuna. Algo muy simple que fue únicamente trabajo.”
En esos momentos, Pumas arrastraba una seguidilla de resultados adversos en el Torneo Clausura 2009. Así, hasta la jornada 7, en febrero pasado, el equipo –diseñado para no descender– pagaba las consecuencias de su inestabilidad con cinco juegos sin victoria.
Y los medios de comunicación hablaban ya del inminente cese del irascible y temperamental entrenador.
Para entonces, el club Universidad ya había prescindido de dos de sus elementos extranjeros, los argentinos Esteban Solari e Ignacio Scocco, que sin ser jugadores extraordinarios le habían dado un significativo impulso al equipo. Tanto Solari como Scocco se fueron al futbol de Europa. En su lugar llegaron el paraguayo Dante López y otro argentino, Martín Bravo.
En medio de la crisis, la directiva insistió en ratificar el proyecto en torno de Ricardo Ferreti quien, entre otras cosas, puede jactarse de ser el único entrenador en activo que desde que inició su carrera en el banquillo –hace 18 años– jamás ha sido despedido. Y sus hojas de servicio ya superan los 700 juegos dirigidos.
Superado el vendaval, el conjunto universitario volvió a caer en el tobogán en la recta final del presente campeonato, ligando tres partidos sin triunfo. De nuevo se mencionó la posibilidad de despedir al entrenador. Pero la directiva, contrario a lo que se estila en el futbol nacional, mantuvo el apoyo a Ferreti.

La pasión de “El Tuca”

“Ricardo está con nosotros, Ricardo está en el plan de club Universidad para continuar, porque es un programa más amplio que el torneo. Ya lo mencionamos en un principio: él encaja perfectamente en los planes que tenemos en el club”, anunció el director deportivo de Pumas, Mario Trejo, el último día de abril pasado.
E incluso, Trejo vislumbró los buenos momentos que se avecinaban: “Cuerpo técnico y jugadores han cumplido. Fuimos criticados por no traer refuerzos, pero los hechos han demostrado que estábamos en lo correcto… Pumas siempre aspira a lo mejor: el campeonato lo queremos lograr con nuestra esencia, con nuestras bases, con nuestra filosofía, con nuestra cantera”.
De ahí en adelante, Ricardo Ferreti le cambió el rostro al equipo, hasta terminar la competencia regular con un par de victorias que lo catapultaron a la disputa por el título. Terminó en el tercer lugar de la clasificación general con 28 puntos, a ocho del líder, Pachuca.
Por si algo faltaba, el equipo dirigido por el brasileño, clave en el recambio generacional que se viene dando en la estructura del club Universidad, terminó como la mejor defensiva del torneo regular, el sello que distingue a los equipos dirigidos por Ferreti.
Los Pumas apenas admitieron 17 goles en igual número de jornadas, al parejo con los ahora ex Tecos de la UAG.
Acostumbrado, por así decirlo, a las crisis deportivas de las que no ha estado exento en su largo peregrinar por las canchas de futbol, el técnico de 55 años nacido en Río de Janeiro, Brasil, reconoció recientemente la fórmula para mantenerse vigente en este inestable futbol, donde la llamada guillotina siempre espera recibir a nuevas víctimas del desempleo:
“Pienso que, por la edad que tengo, hoy es mi último día de vida, y como entrenador consciente y gente de futbol siempre pienso que mi último partido es el siguiente”, se sinceró Ferreti en las páginas del diario El Universal en febrero de 2008.
Con visible espíritu masoquista, el entrenador no tuvo empacho para reconocer que “a mí me gusta más vivir al filo de la navaja”, y admitió que “todas las semanas” su directiva le aprieta fuerte la soga.
Dijo estar consciente que la vida del técnico marcha en función del resultado inmediato: “Si ganas, te aflojan tantito la horca, y si pierdes te van ahorcando hasta que te matan… en cada partido tienes que sacar el resultado. De lo contrario, no te sirvió de nada”.
Puso como ejemplo la situación en Pumas, donde “perdimos tres partidos en fila, éramos el último general en todos los aspectos y de pronto viene una jornada doble (tres partidos en una semana), sacas siete puntos de nueve, y todo cambia”.
Ricardo Ferreti regresó a la dirección técnica de los Pumas el 24 de mayo de 2006 con la encomienda exclusiva de rescatar al equipo de un posible descenso. Y si bien pudo salvar a la institución de la pérdida de la categoría, el Tuca acumuló malos resultados en su agitada actividad: en agosto de 2007, la directiva universitaria tuvo que brindarle su voto de confianza al brasileño tras aumentar el record a 14 partidos sin ganar, incluyendo nueve del Torneo Clausura 2007 y cinco del Apertura 2007.
“Con los resultados: dos puntos de 12, merezco todos los madrazos… por eso tengo la espalda tan ancha para poder soportarlos”, llegó a decir Ferreti, quien inició su carrera de entrenador precisamente en los Pumas, en la temporada 1991-92, donde se mantuvo hasta la campaña 1995-96.
¿Cómo le hizo Pumas, pese a sus pocos recursos, para llegar a la final contra los Tuzos?
López Zarza, figura de los Pumas en los setenta y ahora auxiliar técnico de Ricardo Ferreti, sostiene:
“La definición de los objetivos, la continuidad del cuerpo técnico, la confianza en la base de jugadores de experiencia y la política del club de voltear a la cantera propició que los pasos que se dieron fueran muy sólidos. Era cuestión de no salirse de la línea del esfuerzo, de la humildad, establecida desde el inicio.

Espíritu de triunfo

López Zarza, quien jugó para Pumas de 1975 a 1983 y que llegó a dirigir al primer equipo en una parte del Torneo Verano 98 y otra del Torneo Invierno de ese año, refiere que el proceso “se inició cuando el equipo estaba en situación de riesgo de descenso; ahí se establecieron muy bien las políticas y los objetivos, y culmina con la llegada a esta final”.
–¿La permanencia de Ferreti fue determinante para el resurgimiento del equipo?
–Es indudable el mérito de la directiva al haber apoyado y soportado al cuerpo técnico en los momentos de crisis en la institución. Lo que pasa con Pumas es una muestra más de que cuando se tiene confianza en la gente y se mantienen las bases y la idea de lo que es un proyecto inicial, se obtienen resultados.
Dice López Zarza: “En el año que llevo en el equipo es satisfactorio ver que una persona como Ricardo se entregue al ciento por ciento a la institución y que quiera esta profesión, como él lo manifiesta en cada momento.
–¿Se cumplieron todos los objetivos?
–En lo que me corresponde, en la etapa que llegué, sí se cumplieron. En el torneo anterior, que fue mi incorporación al primer equipo, el objetivo era obtener 26 puntos para mantenernos en esa estabilidad de la tabla porcentual, y se logró la calificación. Nos quedó un sabor amargo el quedar eliminados en la primera ronda, en los cuartos de final. Para este torneo el mismo Ricardo estableció un margen de 30 puntos para olvidarnos del descenso; nos quedamos a dos puntos. El balance no fue malo, estuvimos en tercer lugar de la general, fuimos la mejor defensa del torneo, de los equipos con menos tarjetas de amonestación y expulsiones; además, el conjunto buscó el equilibrio y el funcionamiento tanto defensivo como ofensivo.
–¿Este equipo fue diseñado para no descender?
–Eso fue hace seis torneos. Entonces sí se conformó un plantel para evitar el problema del descenso, porque Pumas arrancó con ocho puntos en relación con el último lugar de la tabla porcentual. Pero conforme se le ha ido dando estabilidad a la institución se ha ido pensando en pelear ligas mayores, en este caso la liguilla y la Concachampions, donde se le ha dado oportunidad a los jóvenes.
López Zarza menciona a todos los jugadores del primer equipo surgidos en la cantera puma: Sergio Bernal, Israel Castro, Efraín Velarde, Efraín Juárez, Jehu Chiapas, Alex Diego, Luis Fuentes –que apenas debutó este torneo–, David Cabrera, Pablo Barrera, Fernando Morales, Fernando Espinosa, Marco Antonio Palacios, David Toledo, Odín Patiño y Miguel Alejandro Palacios…
–¿Cuáles fueron los momentos más difíciles que vivió el cuerpo técnico?
–De lo que recuerdo, Ricardo nunca transmitió inestabilidad ni mostró desesperación, siempre tuvo la confianza de que el trabajo era la única manera de sacar adelante las cosas. Los medios, la gente con determinados intereses o que no está muy conforme con el funcionamiento del equipo sí llegó a manifestar que era necesario un cambio. Pero la directiva siempre estuvo consciente de lo que tenía como cuerpo técnico y le dio confianza a los jugadores.



El técnico Ricardo Ferretti le ganó por segunda ocasión a su homólogo Enrique Meza

La UNAM se convirtió en el quinto mejor equipo mexicano, detrás de Chivas, América, Cruz Azul y Toluca

El juego definitivo, de 120 minutos, fue una agotadora batalla que incluyó un conato de bronca

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Los auriazules Odín Patiño, Paco Palencia, David Toledo, Dante López, Fernando Espinoza y Jehu Chiapas festejan eufóricos la obtención del títuloFoto Ap
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No fueron suficientes los dos goles del Chaco Giménez para el triunfoFoto Ap
Marlene Santos Alejo
Enviada

Pachuca, Hgo., 31 de mayo. Tras una fragorosa, vibrante y agotadora batalla de más de 120 minutos, que incluyó un conato de bronca final, Pumas se alzó con el título Clausura 2009 y hoy, como hace 12 años, Ricardo Ferretti le ganó la partida a Enrique Meza con global de 3-2.

Con este triunfo los auriazules se convirtieron en el quinto mejor equipo mexicano al conquistar su sexto cetro, sólo detrás de Chivas, América, Cruz Azul y Toluca.

El Tuca paladeó el segundo título en su larga trayectoria como estratega y, al igual que sus pupilos, acudió en loca y explosiva carrera al romance con sus porras, que en una cabecera entonaban el clásico cóooomo no te voy a quereeer..., mientras el Ojitos Meza anduvo a paso lento hasta el centro del campo, para abrazar a sus fatigados gladiadores que contemplativos reposaban su derrota y miraban la celebración ajena.

Pumas recibió el trofeo, parecía que ni ánimo tenían de dar la vuelta olímpica y de nuevo se encajonaron en el rincón donde los idolatraban como verdaderos dioses. El nuevo grito fue: ¡Oh, oh, vámonos al Ángel, oh, oh!”

A Pachuca le tomó 32 minutos encontrar el tanto que le dio el empate y avivó la esperanza. El zaguero auriazul Efraín Juárez se equivocó y chocó por la espalda al panameño Blas Pérez.

De inmediato el silbante Paul Delgadillo decretó la pena máxima que se encargó de cobrar Christian Chaco Giménez, seleccionado argentino, quien clavó el esférico a la derecha del portero Sergio Bernal, cuyo vuelo fue en dirección opuesta.

La UNAM había solventado media hora de acecho tuzo bajo una pertinaz lluvia. Desde su reducto los visitantes rebotaron, como una fortaleza, todos los embates del cuadro hidalguense acompañados de rispidez.

Cada balón se disputó con fiereza, conscientes los jugadores de lo que estaba en juego. Surgieron roces entre Blas Pérez y Darío Verón; Gerardo Rodríguez le dio un codazo a Israel Castro, mientras Efraín Velarde se afanaba en incomodar al creativo Chaco.

Gabriel Caballero sacó su colmillo retorcido y supo imprimir el toque, la pausa, circuló el esférico hacia los costados como si no tuviera prisa. Giménez apeló al tiro de media distancia y estuvo cerca con un disparo que la zaga puma desvió ligeramente por encima del larguero. Así, los titubeos de Luis Montes y Gerardo Rodríguez fueron maquillados por la experiencia del veterano tuzo.

Los ímpetus del Pachuca crecían y al minuto 26 el paraguayo Verón desarmó con eficaz punterazo a Caballero. Dos minutos después Damián Álvarez tiró a gol y Bernal rechazó.

El técnico Enrique Meza puso a calentar a toda su banca cuando al 32 de acción llegó el tanto del empate en el marcador global por la vía penal. El festejo y entusiasmo estallaron en el graderío, 85 por ciento pintado con los colores tuzos.

El berrinche de Ricardo Ferretti fue descomunal. De inmediato hizo levantar del banquillo a sus hombres de recambio para hacer ejercicio, mientras en la cancha hubo relativa reacción. Ismael Íñiguez estuvo a punto de fusilar a Calero, quien por cábala optó hoy por vestirse todo de rojo.

Enseguida Dante López tuvo otra oportunidad, pero apareció puntual el defensa Paul Aguilar para salvar la meta local.

Para el complemento, los Tuzos se mostraron mejor, circularon el balón a pesar de la presión de Pumas, que al minuto 52 tuvo una buena llegada por conducto de Palencia, pero se topó con la mejor salida de Calero.

El Tuca optó por sacar al delantero Íñiguez y meter al mediocampista Leandro Augusto. Los locales dejaron de llegar y el Ojitos Meza relevó al titubeante Luis Montes para dar actividad a José María Cárdenas.

Sin embargo, el paraguayo Dante López empató el tablero al minuto 61, tras recibir pase desde la derecha. El defensa Marco Iván Pérez falló en el despeje y la pelota llegó hasta López, quien dio una media vuelta e incrustó el esférico cerca del poste izquierdo de la meta de Calero.

Fue un tiro raso que enmudeció al estadio e hizo saltar en festejos y cánticos a los seguidores universitarios, que durante el himno nacional prefirieron saltar, cantar y aplaudir en grotesca estampa.

La batalla se centró en el mediocampo. Meza sacó al veterano Caballero y metió al Gringo Torres, también de tendencia ofensiva. Luego de un rato sin llegada, Damián Álvarez remitió poderoso disparo, Bernal estaba atento y desvió a tiro de esquina en gran reacción.

Al acierto siguió un garrafal fallo, porque al minuto 77 el Chaco Giménez cobró un tiro directo desde unos 35 o 40 metros; Bernal se lanzó a la izquierda, pero se le doblaron los dedos y no pudo impedir que la pelota entrara (2-1).

La alegría, veleidosa y traicionera, cambió de bando a cada rato. El Ojitos Meza pegó un inusual brinco eufórico: el grito era ¡tuzos, tuzos!, y aunque aún no había nada para nadie, la adrenalina hervía por doquier, los nervios estaban al límite y se escuchaba con entusiasmo el cántico: Vaaamos Pachuuuuca, queremos la cooopa.

Y de nuevo el balde de agua fría con la expulsión de Muñoz Mustafá, al 89, por ruda barrida sobre Bravo que había entrado cinco minutos antes por Palencia.

Con el 2-2 global llegaron sin remedio los tiempos extras. Los Tuzos resintieron la pérdida de un jugador y prefirieron defenderse los primeros 15 minutos. El Tuca Ferretti siguió tocado por ese tino milagroso a la hora de los cambios, pues al minuto 107 de tiempo corrido Pablo Barrera, quien ingresó por Jehu Chiapas al minuto cinco de los extras, clavó el 2-2 parcial (3-2) global, con un desborde por derecha que Calero atacó mal.

Al colombiano naturalizado mexicano se le escurrió el esférico que dio paso al infaltable Cóoooomo no te voy a quereeer, cómo no te voy..... y apagó el local ¡Sí se puede, sí se puede!

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