Wednesday, June 03, 2009



Carlos Martínez García

Es en las pequeñas poblaciones donde se notan más los grandes cambios. Tal vez lo recientemente acontecido en el pequeño pueblo de Filadelfia, en el estado de Misisipi, sea más revelador de las tendencias y nuevos vientos que se manifiestan y soplan en Estados Unidos. Con la elección de Barack Obama a la presidencia de Estados Unidos parecieron consolidarse transformaciones sociales y culturales en la sociedad estadunidense. Pocas décadas atrás una persona con la pigmentación de piel del hoy presidente sufría discriminación y hasta furibundos ataques de los supremacistas blancos.

En 1964 tres jóvenes que hacían trabajos a favor de los derechos civiles de la comunidad afroamericana fueron secuestrados en el poblado de Filadelfia. El asunto alcanzó relevancia nacional, de tal manera que la FBI envió un contingente para investigar el caso. Los cuerpos de los tres activistas fueron encontrados con huellas de torturas. La investigación demostró la abierta protección, y hasta complicidad, de las autoridades blancas del lugar con la agrupación racista Ku Klux Klan, responsable de la desaparición y asesinato de los tres hombres. La población negra de Filadelfia vivía bajo un régimen de terror y sistemática persecución, el sistema les negaba cualquier posibilidad de justicia frente a sus atacantes. De manera fílmica la historia quedó registrada con el título de Misisipi en llamas (1988), con Gene Hackman y Willem Dafoe en los papeles de agentes de la FBI.

James Young recuerda bien aquellos acontecimientos. Cuarenta y cinco años después de los mismos el afroamericano Young ha sido elegido alcalde de Filadelfia, Misisipi. La población del lugar es de 8 mil personas, la mayoría de la cual es blanca, 55 por ciento. Los comicios en los que James Young se impuso al candidato blanco, Rayburn Waddell, fueron muy cerrados. El ganador se adjudicó la victoria por apenas 46 votos más que los emitidos a favor de su contrincante. Además el hoy alcalde debió enfrentar a un adversario muy experimentado y una bien aceitada maquinaria política, que había logrado gobernar el lugar por tres mandatos consecutivos.

La trayectoria de vida, y sus antecedentes bien conocidos por la población de Filadelfia, hicieron que James Young tuviese el respaldo electoral para iniciar una nueva etapa política en la comunidad. De 53 años y pastor de una iglesia pentecostal, Young fue uno de los primeros niños afroamericanos del lugar en asistir a una escuela para blancos. Ahí recibió maltratos, que resistió y forjaron un carácter determinado para dar la cara a las adversidades. Trabajó en una fábrica de automóviles, y más tarde como conserje en un hospital, donde lo impulsaron a que estudiara enfermería. Por su capacidad y dedicación alcanzó la dirección de la unidad móvil de urgencias del nosocomio.

Las transformaciones valorativas en el microcosmos social de un poblado antes agudamente racista las resume James Young en pocas palabras: Ahora tendré como alcalde la llave de los espacios en los que antes nos encerraban. También de los lugares donde no podíamos entrar por ser negros. Este simple hecho explica todo el gran cambio que se ha producido.

El pastor/alcalde representa, y es parte, de una larga tradición de resistencia en las comunidades afroamericanas: la de iglesias protestantes/evangélicas que afirmaron la total igualdad racial. La base de sus ideas y discursos está en su acercamiento y entendimiento de la Biblia, que también se externa en una espiritualidad e himnología propias. En los siglos XVIII y XIX se va sedimentando en las comunidades eclesiales negras estadunidenses un sentido de dignidad y valoración que enfrenta a un mundo exterior hostil. A principios del siglo XX, en los barrios bajos de Los Ángeles, California, el pastor pentecostal afroamericano William Seymour inicia un movimiento que daría origen al pentecostalismo contemporáneo. Entre sus utopías, Seymour predicaba el fin del racismo como expresión de un cristianismo auténtico.

No es casual que en la himnología característica de las iglesias protestantes afroamericanas, como de la que el nuevo alcalde de Filadelfia es integrante y líder, tenga un lugar preponderante el canto Amazing grace. Originalmente compuesto tras su conversión por el ex esclavista inglés John Newton (1725-1807), este himno vino a ser una pieza que los afroamericanos entonaban de manera característica para afirmar tanto su resistencia a la opresión como su esperanza de liberación espiritual y política. Las versiones del himno son incontables, y todo intérprete afroamericano importante lo ha grabado, entre ellas y ellos Mahalia Jackson, Aretha Franklin, Ray Charles y B. B. King. Amazing grace siempre está en el repertorio interpretativo del sudafricano Soweto Gospel Choir.

Las llamas del odio racial no se han extinguido en Misisipi, como tampoco en el extenso territorio estadunidense. Pero la elección de James Young en Filadelfia es un signo que apunta hacia que el fuego del racismo disminuye en lugares que fueron sus bastiones. Un Misisipi sin llamas alienta para consolidar espacios en los que tengan lugar todos y todas, con sus diferencias y diversidad.


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