Sunday, December 27, 2009


Fracaso absoluto

2009-12-27

* Es urgente y necesario un cambio de estrategia, de dirección y mandos ante la actual situación generada por el narcotráfico y el Crimen Organizado, que ha costado ya miles de víctimas civiles, militares y policiacas y se ha prolongado demasiado, además de considerar el costo económico y el fortalecimiento de los delincuentes, consideran generales del Ejército y almirantes de la Marina-Armada de México en retiro/ La actual guerra “desde la oscuridad” que han desatado los grupos del narcotráfico propician que muchas de sus acciones sean peligrosas y que las operaciones militares y policiacas caigan con frecuencia en el vacío


MEXICO, D.F., 26 de diciembre.- Generales del Ejército y Almirantes de la Marina-Armada de México, quienes durante su vida activa dentro de las fuerzas armadas estuvieron en puntos trascendentales para la procuración y manejo de la inteligencia, exponen, en diversos trabajos, la situación que priva actualmente en el territorio nacional.
Todos participan en el Centro de Análisis y Opinión de Militares y Marinos Retirados (CAOMIR) para aportar sus vastos conocimientos sobre seguridad nacional, en momentos en que el país requiere el apoyo de la fuerza y la inteligencia de todos para combatir a la delincuencia organizada.
Uno de ellos considera que es claro que el fracaso es obvio y se requiere un cambio, como lo sustenta. “Sin embargo, también considera que el hecho de intervenir decididamente causaría resquemor en la clase política, por el temor de que se podría poner orden a la incertidumbre existente.

Algunos pasajes de este trabajo pertenecen a los analistas en cuestión, quienes han solicitado el anonimato, no así otros quienes podrán ser identificados.
En la búsqueda de una definición y comprensión concreta y justa de la situación en que se encuentra nuestro país en la lucha contra la delincuencia organizada, narcotráfico, bandas de delincuentes que ejecutan, asesinan y secuestran y en general cometen actos de terrorismo, etc., si se busca en el caudal de la literatura contemporánea relativa a la naturaleza de este tipo de acciones, que no se ajustan a un perfil determinado, se roza indefectiblemente con el término de todos nosotros conocido, como una especie de “guerra irregular(GI)”, “combate clandestino(CC)” o algo muy parecido. Dado que la gran mayoría de los teóricos que tratan el asunto aún nos deben una definición clara al respecto.
Es seguro que existirán opiniones de nuestros compañeros que serán controversiales, ya que cada quien sabe lo que se imagina de este concepto, pero estimo que resulta realmente difícil trazar una línea divisoria nítida entre guerra irregular, acción revolucionaria por un lado, y guerra convencional por el otro, y fundamentalmente con el de “delincuencia organizada en su conjunto” que nos esta afectando gravemente y que, según mi opinión, hasta ahora no se ha mencionado en algún manual de operaciones militares.
Por su parte, el Gral. Brigadier Samuel Lara Villa se pregunta: “¿Cuál es el pensar de los militares en activo y en retiro?”
“La cuestión no es menor para los amplios sectores sociales que aún guardan confianza en el Instituto Armado. Los soldados de tierra, mar y aire no están al margen de la realidad, militares de alto rango en activo y retirados, estudiosos de los riesgos que confronta el país en lo político, lo económico y la seguridad nacional, analizan la preocupante situación actual que seguramente llevará a los inconformes a otros cauce que darán a la oligarquía el pretexto buscado para desatar la represión”.
Nada hacemos, agrega en su análisis el general Lara Villa, asusta a los compañeros, de cualquier jerarquía, experiencia y capacidad, expresar abiertamente sus propuestas de solución o cuando menos opinar sobre los acontecimientos de actualidad que tienen al país sumido en la inseguridad, la desconfianza, la inconformidad y la indignación que presagian tempestades sociales.
Uno de los militares que se mantiene en el anonimato, advierte que de aquí en adelante, me voy a permitir mencionar algunas particularidades y singularidades que proyectan una imagen muy similar entre las acciones de guerra irregular GI o ¿sería conveniente mencionar guerrilla urbana?, lo que nos está afectando gravemente y que algunos definen este fenómeno particular, como: “delincuencia organizada”.
Generalmente entendemos por GI. un conflicto armado en que los destacamentos no son grandes unidades, sino grupos de acción pequeños y a veces más pequeños, donde el resultado se decide en una cantidad de breves y pequeñas operaciones, como asaltos, actos de terrorismo, asesinatos, utilización de artefactos explosivos e incendiarios y otros tipos de ataques.
Podríamos decir que es una guerra”desde la oscuridad” ya que en lugar de una acción en fuerza en grande, el adversario presenta una multitud de pequeñas acciones no menos peligrosas; y aunque en algunos casos no hay superioridad de fuego, sí hay superioridad de movimiento, lo que hace que las operaciones militares y policíacas caigan en el vacío.
*Martín Openpenheimer (stadt guerrilla), cataloga a la GI. “bajo el término guerra paramilitar, el cual se supone significa cualquier (conducta organizada y por lo común violenta) dirigida contra las fuerzas militares, incluyendo la policía, del poder dominante. Esto implica una meta política mínima (a diferencia de las bandas o pandillas criminales), sin embargo dichas actividades abarcan una gran variedad de acciones como el terrorismo, un movimiento clandestino, una conspiración golpista o el estallido de una rebelión en cierto momento, con la intención de tomar el poder o trastornar el orden, etc.

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Por lo tanto, se describe de esta manera a la GI por insinuación, no se define claramente, ni se determina su naturaleza en forma exhaustiva. De todas maneras es guerra, es una guerra real y no un “sustituto de la guerra” ni tampoco algo parecido a la guerra, o una operación casi de guerra, etc. o a cualquier otra expresión de carácter semántica.
La GI es guerra real; pero no se quiere ver en ella un tipo de guerra, sino sólo una manera de conducir la guerra. Algunos analistas distinguen más definidamente entre tipos de guerra y meras maneras de conducirla. Define los tipos de guerra como: “formas de interacción violenta entre dos grupos organizados”, los cuales difieren: “según la naturaleza de los participantes, la naturaleza de sus finalidades, los esfuerzos que realizan para alcanzarlas y obviamente de los recursos que emplean; ”cada uno de estos tipos de guerra constituye “la suma total de las interacciones militares entre los participantes”.
Por lo que el fenómeno de la GI moderna resulta muy difícil de aprender o definir científicamente, porque precisamente la encontramos en algunos casos, sólo como manera de conducir la guerra, pero en otros, como un tipo especial de guerra en que algunas de las partes emplean ciertos métodos (¿táctica, estrategia y logística?) con todo el poderío de que dispone, con el fin de alcanzar sus objetivos, agotar a su oponente y desgastarlo de tal forma, que a la larga, a resultas de su debilitamiento progresivo no sólo de sus fuerzas físicas sino también sicológicas, sea incapaz de una clara voluntad política y militar y, por ende, incapaz también de actuar con éxito.(Gradualmente se reducen las posibilidades de lograr lo propuesto, además de que se va minando el apoyo y la voluntad popular). Estimo que es nuestro caso*.
Quienes libran una guerra, la que sea, deben estar dispuestos a emplear la violencia en gran escala; pero no precisa o necesariamente debe hacerse en todos los casos. La voluntad de librar una guerra es voluntad política. La decisión de entrar en esa condición excepcional en que la voluntad política se materializa, constituye una decisión política en su forma primaria: es la decisión política por excelencia.
La verdadera dificultad para definir como violencia el concepto de “guerra” consiste en el hecho de que la mera amenaza de emplear la violencia en gran escala puede ser razón suficiente para declarar un estado de emergencia. No es el comprobado empleo de la violencia en gran escala, sino apenas la voluntad comprobada de emplearla en esa forma —si se da de ambos lados del conflicto—, lo que constituye la base de la condición de guerra.
Entonces sin duda, la guerra es, si no una forma de la política, si un medio de ella, porque la guerra es siempre lucha por el poder. De donde, es en la GI. que la conexión entre la guerra y la política aparece con mayor claridad: Que la GI, y en nuestro caso, esta guerra tan especial de contornos indefinidos es, de cierta forma, no la guerra del soldado sino del político. Y cabe preguntarnos: ¿es una guerra de elección y no de necesidad?


LA GUERRA DE CONTORNOS INDEFINIDOS

Las fuerzas participantes en la GI.”son tan variadas en su desarrollo, forma, estructura y modo de despliegue, como las formas en que se utilizan”.
En la guerra regular pelean soldados contra soldados, en la GI. por el contrario, los grupos que se enfrentan son fundamentalmente diferentes unos de otros en sus objetivos y, por lo tanto, en todo lo que se refiere a la forma de conducir la guerra, en sus tareas, sus opciones reales, e incluso respecto a su condición legal.
Basándonos en el concepto intrínseco de la guerra irregular como la conocemos, podemos decir que”el guerrillero dirige sus actos de guerra no sólo contra los combatientes enemigos, sino también y en especial contra los burócratas, los administradores, los miembros y responsables políticos, las fuerzas del orden y los adeptos al régimen que combate”. Considera legítimo emplear sus armas contra un adversario desarmado.
Mediante la ejecución de la táctica que le da su fuerza —golpear por sorpresa y sumergirse entre la población fingiendo inocencia e indiferencia— busca desviar el contragolpe hacia los no combatientes, y provoca medidas de represión contra ellos (*): no por sadismo (lo que distingue de los sicarios que todos los días actúan), sino porque esa es la forma de acorralar al adversario, y de ganar nuevos adeptos. Ganarse a las personas “voltearlas” (difamando y proyectando acciones de desprestigio contra las FF.AA.) convirtiéndolas al menos en simpatizantes pasivos, aunque sólo sea por miedo a las represalias, le es igualmente útil. (¿En nuestra situación actual no hay similitudes?)

UNA GUERRA SIN FRENTES

La lucha por la libertad de movimiento es el contenido esencial de la estrategia que significa, fundamentalmente, disponibilidad de tiempo y espacio, Quien dicta al adversario dónde y cuándo pelear puede obtener ventajas y aun éxito con fuerzas relativamente menores. El secreto radica en ser fuerte y más rápido en el lugar y momento exactos, lo que en ciertas circunstancias, rapidez significa fuerza, principios básicos en guerra regular e irregular, como todos sabemos.
El espacio es tan importante en una u otra de las anteriores, pero para la GI. o la que nos afecta actualmente, la importancia es diferente, ésta es guerra de mucho territorio, es todo el territorio del país. El objetivo de las fuerzas legítimas debe ser constreñir el área de acción de los irregulares”, su derrota comienza cuando se les limita el territorio donde tienen libertad espacial de acción. La GI no requiere el espacio de un país grande, sino todo el espacio del país donde se libre.
Sabemos que la GI es el combate de combatientes individuales o grupos pequeños. Se manifiesta en una multiplicidad de actos de violencia aislados, actos que se distribuyen en todo el territorio del país donde se libra este tipo de guerra. No existe un frente, ni un campo de batalla delimitado. Su frente se ubica en todas partes, pinchazos en diferentes ámbitos en momentos inesperados. Cualquier lugar puede convertirse repentinamente en un “frente”. Cuando se cree haber restablecido el orden en algún lugar, éste será desbaratado o alterado en otro mediante acciones típicas de guerra irregular.

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Por otra parte, el explotar como zonas de operaciones todo el territorio del país afectado, mediante continuos cambios de acción, el oponente no sólo logra fragmentar las fuerzas del orden, que tienen que estar preparadas en cualquier parte del territorio, sino que también “lo fija o lo ata a él” ya que entonces, las unidades “quedan transformadas en fuerzas de ocupación”, y se convierten en “esclavos del espacio”, en vez de realizar misiones operativas. Lo que ocasiona que dichas fuerzas no tendrán a su disposición suficientes unidades para controlar todo su territorio que se ha convertido en área de operaciones, teniendo que limitarse a mantener “firme” el control de ciertos objetivos claves, y ejercer un control “insignificante” en otras zonas; esto crea, como se ha dicho, un “vacío espacial” donde los “guerrilleros” operan en forma libre o semilibre y ejecutan en forma permanente sus propias capacidades de asalto, ejecuciones, ataques a diversidad de blancos u objetivos.

LA CONTAMINACIÒN DEL ESPACIO

Los guerrilleros, como los “oponentes actuales” en nuestro país, no ocupan ni retienen ningún espacio específico: más bien lo “contaminan”. Lo que significa limitar lo más posible la libertad de acción de las fuerzas del orden en el área, mediante una serie de actos fulminantes de intensidad creciente, contra puestos de mando y comunicaciones, vehículos, convoyes, destacamentos pequeños y, finalmente, aterrorizando a la población civil. En estos casos la contaminación conlleva riesgos altos, si se penetra al territorio “contaminado”. En ese territorio normalmente acecha la muerte.
La contaminación de un territorio es una tendencia del modo de conducir la guerra, cuyo objetivo consiste en “provocar la inseguridad” en las filas del adversario y por ende de la población. Puede decirse que se genera una inseguridad generalizada.
Cuando las fuerzas desfilan en formación y masivamente, no encontrarán al enemigo, por lo tanto no podrán combatirlo. Cuando se dispersen confiados y regresen a sus casas y cuarteles, los oponentes les esperarán y les darán caza, y no sólo se dirigirán a los soldados o policías, sino contra oficiales y funcionarios o burócratas principales. No habrá territorio pacífico, ninguna base, ningún hogar tranquilo. El oficial o burócrata no debe saber cuál de sus vecinos está en contacto con la “guerrilla”, ni cuándo o en qué circunstancias vendrá el golpe contra él.
Aun cuando la movilidad que distingue el tipo de combate de la GI constituye un requisito esencial de éxito, también ellos dependen, hasta cierto punto, de un territorio, y para lograr prolongar sus operaciones requieren al menos de una base, desde la cual puedan operar y pertrecharse o para esconderse y eludir a sus perseguidores, y obviamente debe ser desconocida, inaccesible o muy bien disimulada en la población.
Ahora bien, dentro del territorio de operaciones lo que puede encontrarse será un mayor número de bases pequeñas, locales, secretas y dispersas. Estas bases devienen gradualmente en “estados semilla” dentro del estado o territorio, donde se encargan de aplicar recaudaciones, expropiaciones o extorsiones, ejecuciones, actos de terror y, en ciertos casos, hasta el reclutamiento de seguidores.



DENSIDAD E IMPORTANCIA DE LA POBLACIÒN

Las posibilidades de conducir una “guerra irregular moderna” dependen también de la densidad de la población, las acciones de la GI sólo son posibles en dos tipos de terreno. Primero, donde la densidad de la población es tan baja que impide la vigilancia, o la hace muy improbable, por esta razón los bosques o poblados pequeños resultan muy adecuados.
Asimismo las acciones de la GI moderna pueden prepararse y realizarse en áreas tan densamente pobladas que nadie se fija en sus semejantes y el individuo se pierde en la masa anónima. Por esta razón, la gran ciudad moderna resulta ideal para la conducción de la GI. El “guerrillero” requiere, para poder sobrevivir y operar, o soledad o masas; ambas situaciones le ofrecen cobertura.
No sólo el soldado, sino también el “guerrillero” responde no sólo a la época histórica en que se encuentra la región geográfica que habita, sino también del carácter del pueblo a que pertenece. Las peculiaridades de su momento, las condiciones geográficas de su zona de influencia, el desarrollo histórico de su gente, las condiciones sociales y económicas, en las que crece, a las que enfrenta, la constitución y leyes, la situación política interna y externa del estado, etc. En gran parte determinan el objetivo y la forma de acción del guerrillero; pero esta condición puede surgir en cualquier momento y en cualquier parte…

EL COMBATE CLANDESTINO

Un aspecto que debe llamar la atención es, precisamente, este tipo de combate, ya que como es sabido, la GI moderna pasa por varias fases, que las caracteriza por ciertos comportamientos —ciertas medidas, ciertas formas de combate— de sus integrantes. En la guerra irregular aislada GI y en la que precede a la guerra regular clásica, la fase “preparatoria” que se ha descrito aunque muy someramente en el presente cuerpo de este ensayo, va seguida por la fase del “combate clandestino” y cuya conclusión, y por regla general sigue una tercera fase de transición al combate abierto, con las intenciones ya mencionadas en párrafo anterior.
Cabe señalar que a cada nueva fase se le añade una forma nueva de comportamiento, diferente al anterior, y se utilizan nuevos métodos sin descuidar los aplicados en la fase anterior. Una fase importante del combate clandestino es el incremento en los actos violentos, violencia en general, no violencia en una forma específica y no sólo esencialmente violencia militar, los actos que se cometen no pueden interpretarse como acciones de “batalla”, sin embargo su perfil es siempre el mismo, “es el combate desde la oscuridad o en la oscuridad”.
He aquí un aspecto muy importante a considerar: una u otra de las partes en el conflicto a menudo trata de ocultar que se libra una pelea, la existencia de este tipo de combate,”o en todo caso muchas de sus consecuencias”, “siempre será negada o será encubierta”,
Lo importante es que este tipo de acciones puede poner a la “defensiva” a un gobierno mal dotado en lo constitucional o políticamente débil; es concebible que dicho gobierno, por razones bien consideradas, tenga que negar que se libre un combate clandestino. Por regla general es la etapa inicial de una rebelión armada y tiene la tendencia a convertirse en guerra regular.
Para mayor abundamiento, en esta fase los oponentes son regularmente los que atacan y se limitan a acciones individuales o de muy pequeños grupos. En ocasiones serán meros actos de terror contra personas u objetivos varios, con el fin de atemorizar tanto al adversario como a la población civil neutral, otros serán asaltos o ataques diversos, y en otros lo que ellos llaman “ejecuciones”, atentados contra la vida de personajes importantes, soldados, policías o incluso civiles acusados de cometer traición, delación o espionaje.

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A medida que avanza dicho combate clandestino (CC), las incursiones armadas contra posiciones aisladas del adversario se harán cada vez más frecuentes, estaciones de policía, puestos militares, cuarteles y campamentos aislados, vehículos y destacamentos pequeños y si van en marcha, ataques a convoyes y emboscadas.
*Como un simple comentario histórico, sólo basta echar un vistazo a la problemática que vivió Colombia en los últimos 30 años, donde un problema similar se combinó con las fuerzas del FLN guerrillero.

PROBLEMAS DE MANDO Y DIRECCIÒN

Sabemos que cada acto de guerra es una “labor de equipo”. Es la colaboración decidida del dirigente y los dirigidos, de los que planifican y los que ejecutan los planes. Por capaz que sea un líder, fracasará si fracasan las tropas que dirige, o si la tropa no congenia con “el genio de la guerra” (según define Clausewitz).
El adiestramiento, el equipo, el ánimo y el valor de la tropa, nada valen si ésta carece de un líder capaz. La coherencia entre el mando y ejecución deben haberse creado convenientemente en los preparativos de las acciones a ejecutar ante este tipo de adversario, y debe garantizarse para todo el curso de las operaciones.
Ante este tipo de acciones ofensivas, tanto los oponentes como los dirigentes de las fuerzas del orden, por tratarse de acciones de combate un tanto distintas a las operaciones regulares, ambos mandos deben reunir requisitos indispensables para tales fines; que la gente los respete y reconozca, el carisma para atraer y mantener la lealtad de sus seguidores, capacidades organizativas y, sobre todo, decidida determinación para mantener la disciplina entre las filas e imponerla.
Para combatirlos con éxito, se deben adoptar medidas preventivas, de inteligencia, represivas y constructivas. Las medidas de inteligencia deben informar lo antes posible los objetivos, planes e intenciones. Las preventivas, protección de objetivos vitales, vigilancia de personas y grupos sospechosos y otras medidas de seguridad deben evitar las de guerra irregular que planeen los oponentes. Las represivas en el combate clandestino, rastreo, cateos, detención de sospechosos, castigo a culpables, y ya en el combate abierto o enfrentamientos, peinado de áreas contaminadas, recuperación de zonas “liberadas” y destruir a los oponentes y sus recursos, para incapacitarlos para una posible reanudación de sus operaciones.
Finalmente, las medidas constructivas: informar continuamente a la población del peligro que representan estas organizaciones, hacer propaganda efectiva sobre los ideales nacionales y sociales, elevar el nivel de vida, principalmente de las capas que potencialmente son susceptibles de proporcionarles apoyo por causas económicas o sociales.
Las medidas anteriores están íntimamente ligadas una con otra; si se descuidan se estará proporcionando oportunidades a los adversarios. Ellos viven de los errores nuestros.
Cuando se sabe lo que está en juego ante este tipo tan especial de operaciones, no debe perderse de vista el objetivo de aislar sicológicamente a los adversarios (guerrilleros) con las medidas preventivas y represivas, analizándolas cuidadosamente antes de ejecutarlas para evaluar sus posibles efectos sicológicos en la población. Aquí cabe mencionar algo especial: “Querer vencer a la guerrilla como en una guerra total, donde está en juego la propia existencia, con elementos militares y policiales y con medidas de terror, fue uno de los grandes errores que cometió “la jefatura política y militar” alemana en la Segunda Guerra Mundial”.
El adversario despliega parte de las fuerzas armadas contra los guerrilleros, en la fase de transición al combate abierto. Cuando se aplica esto, las fuerzas armadas han de enfrentar a sus oponentes utilizando los métodos propios de aquellos. Ejecutarán sus acciones con “sistemática irregularidad” utilizando sorpresas tácticas y operativas, justamente como lo aplican ellos. (No anunciar cuántos efectivos se destacarán a cierto estado o región del país, como se hace actualmente) Esto es ¡absurdo¡. Las operaciones de seguridad se realizan siempre con bajo perfil.
El empleo de partes o fracciones de las fuerzas armadas contra estos adversarios, después de la transición al ”combate abierto” (¿no estamos en esta fase?) debe hacerse en el marco de la planeación global de todas las medidas iniciadas en contra de los multicitados oponentes, Ese despliegue debe prepararse —guardando estricto secreto y conservando el elemento sorpresa— indirectamente con propaganda, y acompañado de medidas constructivas eficaces a corto plazo, de tal manera que la población no las perciba como un cambio traumático, sino como el inicio de tiempos mejores, en los que se garantizará la calma, el orden y la seguridad.

CONCLUSION

Ante el panorama mencionado y es de considerar que ante la actual situación que va en aumento y que ha costado miles de víctimas civiles, militares y policíacas, y se ha prolongado demasiado, además de considerar el costo económico, sin dejar de mencionar que ha generado enormes ventajas también económicas a la delincuencia organizada, se estima:

1. “QUE ES URGENTE Y EN VERDAD YA NECESARIO, EL CAMBIO DE ESTRATEGIA, DE DIRECCIÓN Y MANDOS ANTE ESTE TIPO DE OPERACIONES”. DEFINIR RESPONSABILIDADES.
2. Se ha mencionado, someramente, las características del problema que se enfrenta y sus singularidades y particularidades, independiente de la denominación que semánticamente se le quiera dar; el caso es que se enfrenta a un enemigo poderoso con tácticas y acciones que semejan, como se ha dicho, a operaciones de guerra irregular, guerrilla urbana o como se quiera llamar. Esto no es lo importante.
3. El problema está enfrente y es actual, ya no es posible perder el tiempo en discusiones bizantinas, que atienden más a los intereses de politicastros, partidos de diferente geometría, ya sea la zurda estrepitosa, la derecha clerical, o las escandalosas acusaciones de organismos que tienden a desprestigiar la labor actual de nuestro instituto armado.
4. Es necesario, entonces, que ante un enemigo con características como el citado, se enfrenten a él, de manera decidida, los únicos organismos, organizados, capacitados, equipados e integrados y con verdadera “unidad de doctrina” como lo establecen las leyes y cuya responsabilidad es ”garantizar el orden interior”, además de otras obligaciones que complementan sus funciones; son las Fuerzas Armadas, en sus correspondientes ámbitos acción.
5. El Ejército es, entonces, el especialista para enfrentar este tipo de situaciones y organizaciones que afectan a nuestro país, para eso estamos preparados, ya no son operaciones de carácter policial. No son simples delincuentes. Son combatientes. Claro que previas adecuaciones a las leyes que permitan y fundamenten su actuación dentro del marco legal.
6. No es posible continuar actuando sin coordinación, y sujetos a los avatares y decisiones viscerales o vaivenes de la política, maquillaje e intereses de los encargados civiles favoritos de manejarla. Además de lo complicado que es definir la actuación y responsabilidades de los diversos cuerpos policíacos que intervienen carecen de unidad de doctrina, organización, capacitación y objetivos. No es posible jugar ajedrez utilizando la táctica de las damas chinas…
(Javier Ibarrola)

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