Tuesday, December 28, 2010


Solución final al calentamiento global


Escrutinio

Juan José Morales

Investigadores de la Unión Meteorológica Universal, que trabajan con un grupo especializado en climatología del Consorcio Geofísico Universitario Europeo, acaban de terminar un estudio de doce años de duración que llevó a una conclusión sorprendente y totalmente inesperada: el calentamiento global y el cambio climático se deben al ser humano.
A muchos, esto podría parecer una verdad de Perogrullo, pues desde hace mucho tiempo se vienen acumulando evidencias, en el sentido de que el dióxido de carbono producido por el consumo de combustibles fósiles —cuya concentración en la atmósfera ha ido en creciente aumento desde el inicio de la Revolución Industrial— tiene el bien conocido efecto invernadero. Es decir, ese gas actúa como el vidrio, reteniendo el calor solar que llega a la Tierra y, por lo tanto, hace que se incremente lenta pero inexorablemente la temperatura media del planeta. No resulta nada novedoso, por lo tanto, decir que el calentamiento global se debe al ser humano.
Pero lo que comprobaron los investigadores de la UMU y el CGUE, no es que ese fenómeno sea resultado de la actividad humana, sino que es una consecuencia directa e inmediata de la propia existencia del hombre.
Los cálculos son claros e irrefutables. En promedio —se señala en el estudio—, un ser humano pesa 40 kilos, considerando tanto a los bebés como a los adultos, y tanto a los flacuchos como a los gordos. La humanidad entera —siete mil millones de personas en números redondos— pesa 280 mil millones de toneladas. Todos esos cuerpos emiten calor, ya que tienen una temperatura de 37 grados, que es superior a la temperatura ambiente prácticamente en todo el mundo.
Ahora bien: considerando el peso total de los seres humanos y su temperatura, puede calcularse la cantidad de energía térmica que emiten: en números redondos, nueve millones de millones de calorías-hora. Es una cantidad nada desdeñable, que puede influir sobre los procesos atmosféricos, sobre todo en las zonas más densamente pobladas.
Resulta así que, como demostró la investigación citada, usted, yo, nuestros vecinos de la casa de al lado, Barack Obama, Felipe Calderón, los narcotraficantes, el rey de Suecia, mi tía Aurora y todos quienes ahora poblamos —o más bien sobrepoblamos— la Tierra, nos hemos convertido en un elemento nocivo para el medio ambiente por el solo hecho de existir y emitir calor corporal como resultado de nuestros procesos orgánicos.
El estudio se ha mantenido en secreto, pero fue filtrado a algunos medios de comunicación europeos, que están recibiendo fuertes presiones de sus gobiernos para que se abstengan de publicarlo, por temor a que si se divulga su recomendación final provoque una oleada de disturbios antinorteamericanos y antieuropeos.
En efecto, los autores del estudio sugieren, como un medio efectivo de atenuar el calentamiento global, reducir el número de seres humanos, por lo menos en un 50 % en un plazo no mayor de ocho años, especialmente en las naciones más pobres y atrasadas, de las cuales se incluye una lista en el estudio. Con ello, dicen los investigadores —que para llegar a tal sugerencia consultaron con los gobiernos de Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, Rusia, China y Francia—, se lograría no sólo detener y comenzar a revertir el calentamiento global, sino también resolver el problema que representa la emigración ilegal de los habitantes de esos países a Europa y los Estados Unidos. Igualmente, se solucionaría en definitiva el problema del hambre, ya que no sería necesario alimentar a tantas bocas, sobre todo de gente pobre que por su situación económica es incapaz de comprar alimentos.
Se ignora qué medidas concretas se proponen para reducir la población mundial, aunque resulta lógico suponer que están orientadas a un exterminio masivo, al estilo de la solución final del problema judío que preconizaba Hitler. Se desconoce, igualmente, si en la lista de países en los cuales habrá que aplicarlas está incluido México. Pero no hay que preocuparse al respecto, pues ni la Unión Meteorológica Universal, ni el Consorcio Geofísico Universitario Europeo, ni —mucho menos— la investigación mencionada existen. Lo que ocurre es que hoy es 28 de diciembre, Día de los Santos Inocentes, y no quisimos dejar de contribuir a mantener viva la tradición.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx

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