Fox-Espino: ¿fuego amigo?
La tramposa imposición de Vicente Fox como copresidente de la Internacional Demócrata de Centro (IDC) augura un nuevo papel de México como bastión de la ultraderecha latinoamericana. Con Fox en la IDC y Manuel Espino en la presidencia de la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA), dos miembros del Partido Acción Nacional (PAN) estarán encabezando sendos brazos de la derecha occidental subordinada a Washington.
Saltándose los estatutos, la dirigencia de la IDC hizo en Roma, la semana pasada, un traje a la medida de Fox: creó un nuevo puesto sin consultar a los delegados de la Internacional, que agrupa partidos populares y democristianos de Europa y América Latina. El irresistible ascenso de Fox a la jefatura de la IDC se debió a que cuenta con poderosos padrinos en la interna del conservadurismo mundial. En particular, los neofranquistas españoles José María Aznar y Mariano Rajoy, y los cubano-estadunidenses Marcelino Miyares y Orlando Gutiérrez, del exilio anticastrista del sur de la Florida.
En noviembre pasado, Miyares, del Partido Demócrata Cristiano Cubano (sin representación en la isla), y Gutiérrez, cabecilla del Directorio Democrático Cubano –engendros ambos de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos–, patrocinaron la llegada de Manuel Espino a la presidencia de la ODCA. Por conducto del eje Espino-Miyares/Gutiérrez, la CIA consiguió el objetivo de penetrar a la ODCA, a la cual, ahora, con el renovado activismo de Fox desde la IDC, tratará de capitalizar y manipular contra Cuba y los “populismos radicales” del área, en particular la Venezuela de Hugo Chávez. Según adelantó Miyares, vicepresidente de la ODCA, la designación de Fox se debe a que “es el personaje ideal” para frenar el “proyecto político” de Hugo Chávez y Fidel Castro en el subcontinente. Ésa será su tarea principal en la IDC, dijo Miyares, pues “no hay en Latinoamérica un personaje con mayor estatura que Fox”. De hecho, entre los primeros resolutivos de la IDC en Roma figuraron sendas condenas contra Cuba y Venezuela. Y el propio Fox declaró en la capital italiana que desde su nuevo cargo desplegará una dura oposición a los gobiernos e iniciativas “populistas”.
La expresión “populismo radical” fue elevada a rango de enemigo de la “seguridad hemisférica” por el general James Hill, jefe del Comando Sur del Ejército de Estados Unidos, en marzo de 2004, y desde entonces fue incorporada a la agenda subordinada de Fox, Aznar y otros especímenes de la derecha mundial, incluidos intelectuales ilustrados como Enrique Krauze. Los villanos favoritos fueron el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y el líder opositor mexicano Andrés Manuel López Obrador. Por cuerda separada, y de manera encubierta, la lucha de los “humanistas centro-reformistas” católicos de la IDC y la ODCA se inscribe en los lineamientos de la Comisión de Ayuda a una Cuba Libre, el proyecto de desestabilización y guerra sicológica que impulsa la secretaria de Estado estadunidense, Condoleezza Rice.
La mancuerna Fox-Espino tratará de profundizar los nexos entre los partidos derechistas del área. Ya hay un trecho recorrido. A comienzos de septiembre, Espino protagonizó un duro incidente en Santiago de Chile con la senadora Soledad Alvear, ex ministra de Lagos y carta del Partido Demócrata Cristiano para las presidenciales de 2009. Espino dijo que la DC chilena debía definir “si sigue o no” en la Concertación “izquierdizada e ideologizada” que encabeza una presidenta Michelle Bachelet “desgastada”. En círculos alvearistas la frase fue interpretada como una intromisión y un acto de deslealtad, así como una presión para que los democristianos abandonen la coalición gobernante y se alíen con la Unión Democrática Independiente, de Joaquín Lavín, y Renovación Nacional, de Sebastián Piñera, ambos pinochetistas cerriles. Asimismo, “el aznarcito duranguense” –como llamó en estas páginas Pedro Miguel a Espino– ha ido tejiendo nexos con el empresario derechista argentino Mauricio Macri, quien el 10 de diciembre asumirá como alcalde de Buenos Aires. Por su lado, los cubanos de Miami que operan detrás de Espino desde la ODCA y otras instancias han estado muy activos en México. En agosto, Silvia Iriondo, Ángel de Fana y Orlando Gutiérrez se entrevistaron aquí con legisladores panistas, en un intento por entorpecer los renovados nexos del calderonismo con el gobierno cubano e incidir en el programa de trabajo del nuevo embajador mexicano en La Habana, Gabriel Jiménez Remus.
En ese contexto, Felipe Calderón ha mantenido una “sana distancia” de sus correligionarios panistas Fox y Espino, y producido algunos gestos simbólicos en pro de la recuperación de los buenos modales diplomáticos con Cuba y Venezuela. Pero no hay que olvidar que participó en la guerra sucia mediática contra López Obrador y se benefició de un nuevo fraude de Estado en julio de 2006. Además, sus nexos con los ultraderechistas chilenos Lavín y Piñera, y con el argentino Macri, son públicos y notorios. Como también lo son los que lo ligan con el “führercito de bigotico” Aznar.
Ahora, Fox en la IDC y Espino en la ODCA y el PAN han sido visualizados como el “fuego amigo” de Calderón. Pero no hay que olvidar que con la bendición de monseñor Carlos Aguiar Retes, obispo de Texcoco y vicepresidente del Consejo Episcopal Latinoamericano, la ODCA de Espino y Fox erigieron a Calderón en el “modelo” a seguir por todas las derechas del área. Visto así, los dislates del dúo Fox-Espino, como encarnación de “la derecha de la derecha”, podrían ser muy funcionales a los designios de Washington de utilizar a Calderón como portaestandarte de una reconstrucción neoconservadora en el hemisferio americano. Es decir, serían parte de un mismo juego.
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