Saturday, September 29, 2007

Álvaro delgado México, D.F., 27 de septiembre (apro).- Germán Martínez Cázares solía decirlo en público y en privado: Sólo por órdenes de Felipe Calderón, y no por decisión propia, sería candidato a la presidencia del Partido Acción Nacional (PAN).

Después de la Asamblea Nacional del PAN, en junio, cuando el nuevo Consejo Nacional cobró un perfil más inclinado a Calderón y se anticipaba que un miembro de esa facción ganaría ese cargo, Martínez Cázares ratificó que estaba en espera de la instrucción de su jefe para lanzarse a suceder a Manuel Espino, el enemigo de ambos.

“Estoy listo para cumplir las instrucciones del presidente, que hoy son ser secretario de la Función Pública”, declaró Martínez Cázares el lunes 18 de junio.

--¿Estaría dispuesto a asumir la presidencia del CEN del PAN?

--Estoy listo para cumplir las instrucciones del presidente de la República.

Así ocurrió: Hoy, después de la orden de Calderón, convertido en el “gran elector” --lo que tanto criticaban los panistas a las facultades supraconstitucionales de los presidentes del Partido Revolucionario Institucional (PRI)--, Martínez Cázares se separó de la Secretaría de la Función Pública para contender por la presidencia del PAN, en la elección que se efectuará en marzo del 2008.

Así, a sólo nueve meses de iniciado el gobierno, un asunto estrictamente partidista obligó al primer cambio en el gabinete de Calderón, a quien Espino y miembros de su grupo acusan de utilizar la estructura gubernamental para comprar voluntades de militantes del PAN.

Martínez Cázares no será el único aspirante a la presidencia del PAN: Apenas ayer Gerardo Priego Tapia --allegado a Espino-- renunció a la secretaría de Vinculación con la Sociedad del Comité Ejecutivo Nacional (CEN). También es casi seguro que Espino se inscriba para la reelección.

La separación de Martínez Cázares de la Secretaría de la Función Pública, que oficialmente se presentó como renuncia, se produce en medio de denuncias penales y acusaciones directas por el enriquecimiento del expresidente Vicente Fox, por quien él afirmó que “metería las manos al fuego” como muestra de confianza de su honestidad.

La lucha por la presidencia del PAN, que será elegida en marzo por el Consejo Nacional, supuestamente dominado por los calderonistas, se anticipa cruenta, debido a la vieja rivalidad de Martínez Cázares con Espino, que se recrudeció en el 2004.

Martínez Cázares quiso contender entones, pero hasta el propio Calderón le negó su apoyo y prefirió dárselo a Carlos Medina Plascencia, quien se ufanó de que contaba también con el apoyo de otros precandidatos presidenciales, particularmente Francisco Barrio y Alberto Cárdenas Jiménez.

Fue entonces que Martínez Cázares afirmó, el 20 de enero del 2005: “Denuncio, advierto a los militantes del partido una peligrosa derechización de Acción Nacional.”

Esa “peligrosa derechización” del PAN se concretó, tres meses después, con la victoria de Espino sobre Medina Plascencia, quien anunció --con ojos llorosos-- su retiro de la política.

Junto con Juan Ignacio Zavala, cuñado de Calderón, Martínez Cázares, entonces diputado federal, acusó a Espino de actuar con dureza contra sus adversarios internos, y lo retó: “No estoy dispuesto a dejarme atemorizar por los reglamentos o por los garrotes que está exhibiendo, en sus primeras actitudes, la nueva dirigencia del PAN.”

--¿Cuáles son esos garrotes?

--Las amenazas.

--¿Se está ubicando Espino en la ultraderecha?

--Yo insisto en que si por ultraderecha o por derecha entendemos todas esas acciones de intolerancia, de no aprecio al menos favorecido, yo creo que sí.

--¿Ha sido intolerante con usted?

--Yo creo que hay actitudes. Las primeras actitudes han sido de revanchismo, han sido de intolerancia y eso no habla bien de una dirigencia nacional.

En otra entrevista, con el diario Reforma, advertía: “¡No nos van a vencer los nuevos meones de agua bendita y no les vamos a dar el gusto de salirnos de nuestra casa!”

Durante el proceso interno por la candidatura presidencial, y sobre todo después de que Calderón se convirtió en candidato, fueron frecuentes los choques entre Espino y Martínez, representante del PAN ante el Instituto Federal Electoral (IFE), cargo que tuvo también en la elección de Fox.

Pasados los comicios presidenciales, y después de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación declaró ganador a Calderón, el exsecretario de la Función Pública adelantó que el PAN requería un cambio; y manifestó su desprecio por Espino, a quien ni siquiera llamaba “jefe nacional”, nombre al que se le da a los presidentes de ese partido. Criticaba la actitud de la dirigencia nacional:

“Si el discurso del PAN es débil es porque no hay deliberación interna, porque no se están intercambiando inteligencias para posicionar al partido y sencillamente se están generando líneas de mando.”

--¿Cuáles son los contrastes entre las presidencias de Luis Álvarez, Castillo Peraza y el mismo Calderón con la de Espino?

--En la presidencia de don Luis H. Álvarez una generosa entrega; en la de Castillo Peraza, una inteligencia gobernando al partido; y en la de Calderón, un orden en el partido y una lealtad a esos dos antecesores. Espino tiene ejemplos por seguir.

“A Espino le falta mucho para llegar a recorrer ese terreno y tiene que apretar el paso en la segunda mitad que le corresponde para alcanzar esas presidencias del partido.”

--¿Se ganó el gobierno, pero se perdió el partido?

--No. El partido no es un dirigente, no es un esfuerzo, el partido es una idea y son los ciudadanos los que le refrendan su confianza a esa idea.

--¿Existe ese riesgo?

--Hay que cuidar al gobierno y cuidar al partido. La mejor manera de hacerlo es concitar el debate

Sin embargo, ni Germán Martínez ni toda la facción dio el debate al interior del PAN. Al contrario, los asfixió, como fue el caso de la sesión del Consejo Nacional del 19 de mayo, la última antes de la elección del nuevo, que se efectuó en la Asamblea Nacional, el 2 de junio, en León, Guanajuato.

Junto con Juan Camilo Mouriño, jefe de la Oficina de la Presidencia; César Nava, secretario particular de Calderón; el vocero Maximiliano Cortázar y Martínez Cázares, reventaron el quórum del Consejo Nacional, lo que hizo montar en cólera a Espino.

“¡Fue un acto de traición y cobardía!”, acusó Espino. “Es muy lamentable, sobre todo en un partido que hoy está en la responsabilidad de gobierno, y lo más lamentablemente es que personas que laboran en ese gobierno se hayan dedicado a desalentar la asistencia al Consejo Nacional.”

Añadió: “Quienes hicieron eso han asumido una actitud, primero, de traición a la institución y, segundo, también me parece una actitud muy cobarde. Es una actitud muy cobarde, porque si no tienen argumentos para ir en contra de la propuesta de reforma de estatutos, que permitan que los que sí tienen argumentos para impulsarla los expongan, o si tienen argumentos que vayan a la sesión donde se iba a debatir el contenido del proyecto de reforma de estatutos.”

Espino acusó, inclusive, a Calderón de actuar con una “doble moral”.

La respuesta llegó en la Asamblea Nacional: Los calderonistas urdieron una rechifla contra Espino, cuyos principales colaboradores no lograron ser electos como consejeros nacionales.



... anatema.

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