Monday, March 31, 2008



Carlos Fernández-Vega

cfvmx@yahoo.com.mx • cfv@prodigy.net.mx



■ Otro capítulo de la macabra historia petrolera del país


Que no es propuesta, sino diagnóstico; que ya no será el “sistema PAN” (inquilino de Los Pinos, partido blanquiazul, diputados y senadores de la casa) el que presente la iniciativa de “reforma”, sino “la sociedad”; que ya no “pagaremos el costo político” (Creel dixit), sino que “los cambios que habrán de realizarse” serán producto de “un amplio debate de todos los miembros de la sociedad” (¿con una “amplitud” de cuántos días?); que no “llevamos prisa”, pero les urge “medio embarazar” a Petróleos Mexicanos con capital privado (léase extranjero); que “la idea” es contar con más recursos propios y menos endeudamiento, pero “complementarse con inversiones de terceros” (léase privados); que, en fin, como era previsible, el engrudo se les hizo concreto y ya no saben cómo justificar la política antinacionalista que pretenden legalizar en el sector energético nacional.

Todo lo anterior contenido en un diagnóstico poco revelador (la mayoría de la información es por demás conocida), presentado dominical y conjuntamente en sociedad por la secretaria de Energía, Georgina Kessel, y Jesús Reyes Heroles González Garza, director de Petróleos Mexicanos, a escasas ocho sesiones para que concluya el periodo ordinario en el Congreso, a lo largo de las cuales, y previo “amplio debate de todos los miembros de la sociedad”, se presentaría oficialmente la iniciativa de “reforma” del inquilino de Los Pinos, se “estudiaría” su conveniencia, se amarrarían los “consensos necesarios”, se votaría y se informaría al popolo de la trascendental cuan meditada decisión. Ni en las malas películas las cosas suceden con tal rapidez.

El problema es que, precisamente, la clase política mexicana ha tenido la habilidad de trascender el género de malas películas, para convertirse en una verdadera pesadilla para la nación, desde luego no incluida en el diagnóstico presentado ayer por dos de los supuestos interlocutores de un equipo, el calderonista, encabezado por la pareja del momento, Felipe y Juan Camilo, totalmente quemado, sin credibilidad ni confiabilidad, que lleva meses errando y dándole vueltas al asunto para justificar la decisión de privatizar, creyendo que nadie se ha dado cuenta.

El susodicho diagnóstico incluye prácticamente todo tipo de información (la mayoría de uso corriente de tiempo atrás), pero de forma por demás notoria deja de lado un factor fundamental en esta macabra historia petrolera de supuesto deterioro fortuito, de aparente caída imprevista: ¿por qué se permitió el menoscabo financiero de Pemex, si desde cuando menos 15 años atrás se conoció a detalle en qué circunstancia crítica se encontraba la paraestatal? ¿Dónde está el acaudalado río del petróleo? ¿Dónde quedaron los miles de millones generados y aportados por esta industria nacional? ¿Cómo se desperdiciaron, cómo se derrocharon y quiénes son los responsables?

Un diagnóstico enfocado a intentar explicar las consecuencias sin abordar detalladamente las causas no es de mucha ayuda, y ese es el enfoque del documento presentado ayer por Kessel y RHGG, el cual “olvida” que en los últimos siete años, como nunca antes en la historia de Petróleos Mexicanos, se obtuvieron multimillonarios recursos por exportación de crudo, los cuales en lugar de hacer florecer a la paraestatal y a la nación, parecen haber contribuido a hundir aún más al “navío de gran calado” (Calderón dixit).

En la última década, correspondiente a tres administraciones neoliberales (una disfrazada de priísta, la del “bienestar para la familia”, y dos panistas con ineludible estilo priísta, “cambio” y “continuidad”), los ingresos presupuestales aportados por el petróleo al sector público acumularon un equivalente a 70 por ciento del PIB a precios actuales. Casi 6.8 billones de pesos alimentaron a la “federación” de 1997 a 2007, de los que poco más de 4 billones (cerca del 60 por ciento) correspondieron al sexenio foxista y 880 mil al primer año del calderonista. Entre ambos, gozaron de 73 por ciento de esos dineros, mientras Pemex se hundía financieramente y junto a ella la economía en conjunto.

En los dorados años del “cambio” y el primero de la “continuidad”, por impuestos, derechos y aprovechamientos pagados por la paraestatal, el gobierno federal se hizo de casi 3.7 billones de pesos (a precios de 2007). Sólo en 2007 la “federación” se quedó con 676 mil millones de pesos generados por Pemex, 16 mil millones más de las ganancias de la paraestatal en el periodo, monto que se cubrió por medio de endeudamiento. Y la secretaria Kessel se queja de que México, por la caída de reservas petroleras, “dejó de obtener 10 mil millones de dólares por falta de tecnología”. Sí, pero muchísimos más por el desmantelamiento de la paraestatal con fines privatizadores y por depredadores, como Fox, instalados en el gobierno.

Paralelamente se desplomó la inversión programable en Petróleos Mexicanos (de 40 por ciento del total en 2000, a 2.8 por ciento en 2007 casi 15 veces menos en el periodo), a la par que los Pidiregas crecieron en forma explosiva (de 60 por ciento en 2000, pasaron a 97.2 por ciento en 2007). El resultado era inevitable, como resume la Auditoría Superior de la Federación: Pemex “hipoteca sus ventas a futuro” para pagar ese esquema de “inversión”, y “no existen recursos monetarios o reservas líquidas para cubrir esas obligaciones”.

Lo anterior, en el contexto de los más elevados precios internacionales para el crudo mexicano y el mayor volumen de excedentes: más de 220 por ciento aumentó el precio de la mezcla de 2001 a 2007, que fácilmente llegaría a 330 por ciento al cierre de 2008.

Si a lo anterior se suma la cadena de errores, omisiones y excesos de gobierno, directiva y sindicato, la cuadratura del círculo es más que sencilla. Pero el diagnóstico sólo habla de “complementar con inversiones de terceros”.

Las rebanadas del pastel

Los “diagnosticadores” afirman que en las próximas dos décadas “se debe superar lo hecho en 70 años”. En realidad, la titánica tarea es arreglar lo que dejó de hacerse en los pasados 25.
Julio Hernández López Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx

■ Pemexovejuna
■ ¿Quién vendió Petróleos?
■ Escorts empresariales
■ Todo, ya

Que dice el licenciado Calderón que mejor él no se echa la bronca de la iniciativa de reformas energéticas y que mejor sean todos, o muchos, o de perdida varios pero con membretes diferentes. Fe Lope de Vega adapta a su conveniencia la historia del comendador abusivo al que el pueblo ajusticia y pretende que no haya culpables o, más bien, que lo sean todos los más posibles (aunque acaben siendo poquitos), sean capaces o no de cobrar comisiones por contratos con extranjeros: “¿Quién vendió Pemex?/ Fuenteovejuna, señor/ ¿Quién es Fuenteovejuna?/ Calderón, Mouriño, Kessel, Reyes Heroles júnior, Beltrones, Gamboa, Halliburton, Exxon, Mobil, etcétera pero, en realidad (o al menos así lo pretende el antedicho licenciado Calderón): Todos a una, señor”. Súbita pasión democrática que en realidad es una torpe intención de repartir entre muchos la responsabilidad histórica de convertir la riqueza nacional en negocio de unos cuantos. ¡Oh, sí, pueblo, Congreso y gobierno unidos en un solo ideal! ¡Que todo mexicano pueda firmar contratos familiares cual si se apellidara Mouriño! ¡Piensa, oh patria querida, que el cielo una iniciativa de reforma en cada hijo te dio!
La secretaria Caldera (Kessel) y el licenciado Chucho Reyes González (Reyes-Heroles González-Garza) comparecieron ayer mediante boletines, diagnósticos, resúmenes y conferencias de prensa para dar a conocer diagnósticos y propuestas con los que quieren colocar las sabidas pretensiones privatizadoras en condición de tesorito que debe ser extraído de las aguas profundas por alianzas dizque sociales y partidistas. Jugada maestra del Jardín de Niños Los Pinos: si nadie es responsable de la iniciativa privatizadora, ¿a quien le montarán comandos cívicos los opositores a partir de ahora desarmados por la pluralidad Fuenteovejuna? Si entre muchos es repartido el nombre de Antonio López de Santa Anna, ¿de a cuántas millonésimas de letra le tocará a cada cual y, por tanto, a quién le armarán panchos nacionalistas los defensores del petróleo y el redivivo Lázaro Cárdenas del trópico, mejor conocido como López Obrador? (Un detallazo más estuvo a cargo del antes mencionado Chucho Reyes, al negarse a considerar todo lo que ayer dio a conocer, junto a la doctora K, como una iniciativa, pues todo ese rollotote nada más sería, según eso, un análisis que podría “ayudar a definir los contenidos de una reforma” en un proceso “de intercambio cotidiano con otros actores políticos, en particular en el seno del Congreso de la Unión”. Chido.)
Otra genialidad pinolera es darle a las solemnidades empresariales un viso virtualmente doméstico: ya no se propone que haya alianzas, asociaciones estratégicas o convenios determinados para enfrentar “el reto que implica acceder a yacimientos en aguas profundas”, sino, simplemente, “es necesario que Pemex pueda hacerse acompañar de otras empresas al desarrollar diversas actividades propias de su giro”. La recurrencia a cierto tipo de acompañantes (escorts) ya provocó desgracias políticas en quien era gobernador del estado de Nueva York, pero la moralidad panadera mexicana no tiene miedo de esas tentaciones cobrables por hora y, en cambio, se imagina diálogos empresariales enternecedores: “Amiga Repsol, ¿me acompaña a ver si encontramos algún tesoro en el charco que está a un lado de la casa?” “Con mucho gusto, amiguito Pemex, para eso están los amigos, para acompañarse cuando hace falta, sin ningún otro interés”.
Y el sentido de la urgencia global que convertiría en pecado patrio el tardarse en aprobar que haya esos acompañamientos externos (véase, dice el calderonismo, cómo se han dejado de ganar tantas decenas de miles de millones de dólares en años pasados, pero no por irresponsabilidad de los gobiernos o por taimada táctica devaluatoria de la paraestatal, sino porque nunca antes se han hecho los “cambios” ahora propuestos): “La ejecución de estos proyectos en un plazo tan corto es una tarea compleja. El reto es hacerlo todo al mismo tiempo”, dijo la doctora Caldera en el rubro referido a refinación. ¿Por qué todo al mismo tiempo? Pues, porque así se cree que se vuelve absolutamente necesario abrir las puertas a capitales privados, extranjeros y nacionales. Tantas décadas de abandono y corrupción no pueden ser enfrentadas –según los planes felipillos– más que con una estrategia tan “compleja” que requiera de ayudas diversificadas. Calderón sabe de lo que habla: el panismo hecho gobierno federal llevó a Pemex del sexto lugar mundial al noveno en 2004 y al decimoprimero en 2007, así es que sin lugar a dudas la caída seguiría si antes no le quitan algunos acompañantes extranjeros el control a ese panismo rapaz.
El planteamiento elusivo, buscador de compañías y urgentemente impreciso (todo al mismo tiempo, porque no hay una sola forma de hacer las cosas, sino muchas), trata de dar espacio al priísmo beltrónico que ya quiere encargarse de la operación del asunto porque ve demasiadas torpezas en el actuar del Kinder Kalder y, al mismo tiempo, busca dar sustento a un alegato antiprotestas que se parapete tras la presunta participación colectiva en el diseño de una iniciativa que no sería responsabilidad de quien oficialmente dice gobernar el país sino, oh, la gran democracia mexicana, de todos los habitantes de la nueva República de Fuenteovejuna al revés.
Y, mientras se pone ahora el miércoles como nueva fecha para posibles resultados oficiales de la elección de presidente nacional del PRD (y aparece simultáneamente en diversas columnas periodísticas la versión de que un interinato podría ser ocupado por Batel C. Lázaro), ¡hasta mañana, en esta columna que ve al micropartido Alternativa Socialdemócrata pelear entre bandos tan malo uno como el otro: de un lado, Patricia Marketing y, del otro, Alberto Begné; pleitos sin contenido ideológico ni base social, meros pataleos tramposos en busca de controlar el aparato institucional para aprovechar recursos económicos, dividir por encargo a la izquierda en momentos importantes y vender “alianzas” con partidos o personajes mayores!

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