Tuesday, December 09, 2008



Economist Intelligence Unit

Deflación

Las vacas flacas

¿Se encaminan las economías ricas a lo que sería sólo un periodo de precios a la baja, o van hacia una espiral deflacionaria al estilo de los años 30?


En unos cuantos meses brutales, las perspectivas de la economía mundial se han deteriorado a velocidad extraordinaria. Parecía que los países ricos se encaminaban a una recesión poco profunda, de la que saldrían con cierta dificultad; ahora lo que se ve venir es una depresión económica. Como muestra de su creciente preocupación por los consumidores estadunidenses, el 12 de noviembre el Tesoro y la Reserva Federal enfocaron sus esfuerzos al rescate de préstamos para autos, estudios universitarios y tarjetas de crédito. Los bancos centrales, hasta hace poco tan temerosos de la inflación, ahora reducen las tasas de interés para evitar que descienda demasiado. No será fácil: la deflación –caída generalizada del nivel de precios de bienes y servicios– podría estallar el año próximo. Sin embargo, al recordar la década de los 30 del siglo pasado, los políticos procurarán que no se instale y convierta la crisis en catástrofe.

Pensar en que los precios disminuyan puede parecer raro cuando la inflación aún es incómodamente alta. En EU llegó a 5.6% en julio, la tasa más alta desde 1991. En el mismo mes, en el área del euro se elevó a 4%. En Gran Bretaña alcanzó 5.2% en septiembre, muy por encima del 2% que era la meta del gobierno. La inflación alta fue en su mayor parte resultado del alza en los productos básicos durante el primer semestre. La inflación subyacente, que excluye costos de alimentos y energía, fue mucho más estable.

Desplome del crudo

No obstante, a partir del verano el auge de los productos básicos se ha convertido en caída, lo que ha cambiado dramáticamente el panorama de la inflación. El precio del barril de crudo se desplomó de un pico de 147 dólares en julio a menos de 60 dólares en días recientes. El índice de The Economist de precios de los productos básicos, petróleo excluido, cayó 40% desde julio. Si los precios de las materias primas se mantienen en estos niveles bajos, la variación interanual en los precios al menudeo de alimentos y combustibles será muy negativa en 2009.

Eso se sumará a otra presión a la baja sobre la inflación. A medida que las economías se hunden en la recesión y el gasto se reduce, las empresas tendrán que competir denodadamente por las ventas mediante una muy cuidadosa política de precios. El exceso de la oferta es evidente en la bolsa laboral de EU: la tasa de desempleo se elevó a 6.5% en octubre. Un año antes era de apenas 4.8%.

Los bajos precios de alimentos han tenido un rápido efecto sobre la inflación en China, que cayó a 4% en octubre de su pico de 8.7% en febrero. En el mundo rico, un periodo de deflación parece más posible en EU que en Europa. Los costos del crudo constituyen un gran porcentaje de los precios que los consumidores estadunidenses pagan por la gasolina: menores impuestos y aranceles a los combustibles significan que las oscilaciones de los mercados petroleros tienen mayor efecto sobre los precios en la gasolinera. El combustible para motores representa una porción más grande en el gasto de los estadunidenses, de manera que la baja de precios reducirá aún más la inflación. Los precios tienden a ser menos “firmes”: responden más rápido a las condiciones económicas porque los mercados son más flexibles que en Europa. Un dólar más fuerte incrementará las presiones deflacionarias en EU, aunque las mitigará en otras partes.

Es probable que la caída interanual de los precios del petróleo sea más marcada en el tercer trimestre del año próximo, cuando la base sea el punto más alto de este verano. Economistas de Goldman Sachs consideran que el índice inflacionario de EU será negativo durante un periodo. La inflación en el área del euro estaría, por entonces, en camino de alcanzar un punto bajo, también, aunque los precios en realidad no bajen. Al hablar después de que el Banco Central Europeo (BCE) redujo medio punto sus tasas de interés, el 6 de noviembre, Jean-Claude Trichet, director del banco, admitió que la inflación podría caer muy por debajo del techo de 2% que el BCE se había fijado para el año próximo. Pero esa disminución sería “de corta vida y sin importancia” para las decisiones sobre tasas de interés. El Banco de Inglaterra ve la deflación como algo más que un riesgo remoto. Su Informe sobre la inflación, publicado el 12 de noviembre, prevé que las tasas de inflación serán de entre –1% y 3% en un plazo de dos años. Es la primera vez que la previsión de variables del banco, que acierta nueve veces de cada 10, considera una deflación.

Un descenso en la inflación debe ser una buena noticia para las economías. Eleva los ingresos reales de los consumidores y amplía los márgenes de ganancia de las empresas. Sin embargo, hay algo pernicioso en una caída tan grande y tan rápida. Como la caída en los precios encarece la deuda, los hogares endeudados se apresurarán a pagar préstamos, mientras otros consumidores se beneficiarían de un aumento en su capacidad de compra. Si la deflación se instala, la brecha de la demanda que dejarían los que salen de deudas no sería cubierta por el efectivo de los consumidores ricos, quienes tienden a gastar con menos liberalidad.

Una mezcla letal de precios a la baja y alto apalancamiento podría fomentar una “deflación de deuda” como el que describió por primera vez Irving Fisher, economista estadunidense, en 1933. En este esquema, las empresas y consumidores sobrendeudados se apresuran a liquidar sus préstamos al tiempo que el crédito se agota. Eso daña la demanda y provoca reducciones de precios. La deflación, a su vez, aumenta el costo real de la deuda, lo cual significa que las tasas de interés reales no pueden ser negativas, y por tanto son indeseablemente altas. Eso fomenta aún más el pago, de manera que, en palabras de Fisher, la “liquidación se derrota a sí misma”.

La teoría de Fisher tiene interés más allá de lo académico. Recientes encuestas de la Reserva Federal y el BCE mostraron que la mayoría de los bancos endurecieron sus criterios crediticios en octubre en comparación con los de julio. Tal era la preocupación en EU, que el 12 de noviembre los reguladores indicaron que analizarían las políticas de dividendos de los bancos que no incrementaran su colocación crediticia.

Colapso en el gasto

Las encuestas revelaron también cierta renuencia al crédito, lo que concuerda con un colapso en el gasto. Los pedidos extranjeros de bienes de capital alemanes se derrumbaron 14% en septiembre, lo que sugiere que las empresas de todo el mundo reducen su inversión. Las ventas de automóviles en EU y Europa caen en picada. Minoristas estadunidenses, como Neiman Marcus, JC Penney y Gap, reportaron descensos de dos dígitos en ventas durante el año que finalizó en octubre. La información de las ventas al público en Gran Bretaña también es sombría, lo que constituye una gran preocupación para las firmas que han sufrido el deterioro de sus capitales y ahora están muy endeudadas. Si las ventas no responden a las reducciones de intereses, algunos minoristas podrían recurrir a elevados descuentos conforme se aproxima la Navidad.

Los mercados de valores esperan que los precios al consumidor en EU desciendan hasta 2% durante el próximo año, de acuerdo con Mark Capleton, del Banco Real de Escocia. En el área del euro se espera que la inflación se acerque a cero. Cuando los precios se elevaban con rapidez, los bancos centrales temían que, en respuesta, las expectativas inflacionarias a los consumidores ascendieran también. Ahora estarán igual de interesados en evitar que caigan demasiado. Eso significa que, muy pronto, las tasas de interés en los países ricos podrían bajar a cero; algunas ya están muy cerca de hacerlo.

Sin embargo, la deflación no es el único temor. Los inversionistas parecen sumamente interesados en cubrirse contra toda clase de resultados. “El mercado de opciones nos indica que la incertidumbre inflacionaria se ha disparado”, dice Capleton. Eso refleja el temor de que los gobernantes se extralimiten en su esfuerzo por enfrentar la deflación.

Fuente: EIU

Traducción de texto: Jorge Anaya

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