Monday, March 22, 2010


LA VICTORIA DE OBAMA

Avala la Cámara de Representantes la reforma de salud

Obama logra vital triunfo político


La iniciativa dotará de seguro médico a millones de estadunidenses

Culmina un año de debates donde la misma presidencia estuvo en juego

David Brooks

Corresponsal

Periódico La Jornada

Lunes 22 de marzo de 2010, p. 2

Washington, 21 de marzo. El presidente Barack Obama logró un triunfo determinante para su futuro político esta noche cuando la Cámara de Representantes, después de una semana de alta tensión e intensa negociación, aprobó un proyecto de ley de reforma de salud que otorgará seguro a millones de estadunidenses.

A las 20:45, hora local, se logró la mayoría (el voto final fue 219 a favor y 212 en contra) entre gritos de "sí se puede" y ovaciones de los demócratas, y se aprobó el proyecto de reforma de salud, después de intensos debates y negociaciones abiertas y a puerta cerrada.

La atención nacional estaba centrada en esta votación, que opacó por cierto la masiva manifestación nacional por la reforma migratoria que se realizó hoy a unos pasos del Capitolio. La pugna era la culminación de más de un año de debate y negociación, con el futuro de esta presidencia en juego.

Esta noche, la cámara baja aprobó una versión ya sancionada por el Senado, la cual, sin cambios, podría ser enviada directamente al presidente Obama para ser promulgada ley. Sin embargo, la cámara aprobó una legislación adicional con algunos cambios a la versión del Senado, los cuales ahora tendrán que ser aprobados por la cámara alta y sólo después serían enviados al mandatario para su promulgación. La mayoría demócrata en el Senado ha prometido aprobar esos cambios, lo cual podría realizarse esta misma semana.

Así, habrá dos proyectos de ley sobre el mismo tema, y el jefe de la Casa Blanca podría promulgarlos por separado (según algunas versiones, el martes o antes) o al mismo tiempo. En el momento en que promulgue esta primera propuesta de ley, habrá una reforma de salud en Estados Unidos; la segunda agregaría cambios a la primera.

El debate se alargó durante todo el día, con maniobras y discursos de conservadores para entorpecer el proceso. De hecho, al culminar la votación se violó el protocolo cuando un legislador republicano gritó a un demócrata "asesino de bebés" por su apoyo a la iniciativa, que no incluye una prohibición al uso de fondos federales para servicios de aborto (aunque esto por otro lado).

Pero aunque la oposición republicana era la amenaza principal, fueron las divisiones entre los demócratas –además de una creciente rebelión de la ultraderecha por un lado, y el enorme poder de la industria de la salud (aseguradoras, farmacéuticas, hospitales, etcétera) por otro– lo que en los últimos meses estuvo por destruir la iniciativa de Obama.

Con este triunfo, los demócratas celebraron un hecho "histórico", después de argumentar que no era aceptable que unos 40 millones de estadunidenses no contaran con seguro de salud, y que unos 18 mil mueran al año por falta de acceso a esos servicios.

Pero para algunos el triunfo fue, en sustancia, algo vacío. Las concesiones de Obama y los líderes demócratas del Congreso primero para intentar obtener algún apoyo "bipartidista" –lo cual fracasó rotundamente–, y después para obtener los votos de demócratas conservadores, sacrificaron varios elementos iniciales de la reforma, sobre todo la llamada "opción pública", según la cual el gobierno intervendría para garantizar seguros médicos a toda la población, e hicieron que el resultado generara desencanto.

En la recta final, varios legisladores que favorecían una versión más progresista amenazaban con votar en contra de la iniciativa, apoyados por agrupaciones ciudadanas de diversos sectores que habían promovido una reforma muy poco parecida a la que hoy se aprobó. De hecho, a última hora el presidente Obama cedió ante demócratas antiaborto, al prometerles que emitirá una orden ejecutiva para mantener restricciones al uso de fondos federales para servicios de interrupción del embarazo.

Al final, el presidente, en intensas negociaciones directas con representantes y en foros públicos para generar presión, convenció a suficientes legisladores de que el futuro, de no sólo su presidencia, sino de los demócratas en conjunto, dependía de este voto.

El proyecto contiene medidas que obligarán a casi todos los estadunidenses a adquirir un seguro de salud, y ofrecerá subsidios de cobertura privada a personas de bajos y medios recursos. El costo del proyecto será de 938 mil millones de dólares a lo largo de 10 años. Obligará a muchos empleadores a ofrecer seguros de salud a sus empleados, so pena de pagar una multa; cada estado establecerá un "intercambio", cuya idea es promover la competencia entre aseguradoras para que quienes no tienen póliza puedan comprar una que cumpla con las normas federales. Se calcula que el proyecto otorgará nueva cobertura a unos 32 millones de no asegurados, pero dejará a 23 millones sin seguro para 2019. Dentro del plan se prohibirá anular la cobertura a personas que padecen una nueva enfermedad, como hacen actualmente algunas aseguradoras, y tampoco se podrá negar seguro y atención a alguien con una condición médica previa, entre otras medidas.





Healthcare reform: political gap widens


We are about to witness a huge rhetorical battle over healthcare reform – but Barack Obama won't let his bipartisan hopes die



Barack Obama took office promising a new age of bipartisanship. And he tried. But then push came to shove, and two things dawned on him. First, that he wouldn't be getting a single Republican vote for his health-reform package. Second, that losing this fight would send his presidency into a nosedive. So he made the logical decision: we just need to get this done and ram it down the other guys' throats.

That was accomplished Sunday night with the House of Representatives' 219-212 vote in support of reform. But now as we go forward – and there are numerous other weighty matters on the president's to-do list, from climate change to immigration to the Middle East and Iran – it's worth asking whether this process has just left our bitterly divided polity even more divided than it was in George W Bush's time.

The depressing short-term answer is yes. The passage of this bill, historic achievement though it is, is merely a beginning, not an end: starting immediately, we will witness a titanic rhetorical battle over its impact. Republicans are building their strategy for this November's midterm election around what they're now calling "repeal and replace" – that is, if the voters give them majorities in the Senate and House of Representatives, they'll repeal the bill and pass their own far more modest version. The conservative Republican attorney general of Virginia is planning on filing a lawsuit as soon as Obama signs the bill, as early as Tuesday, challenging its constitutionality. Other attorneys general are poised to follow him, and still other states are exploring the possibility of simply not obeying the law. And of course the tea partiers will be out in force between now and November, slinging their fury at all Democrats and even those Republicans who don't toe their inflexible line.

Democrats – starting with Obama himself, who will barnstorm the country later this week to tout the law's benefits – will try to paint the Republicans as servants of insurance companies. Liberal pressure groups have already begun ginning up television advertising campaigns against potentially vulnerable GOP legislators. Democrats now own this bill. The best strategy is to defend it tooth-and-nail and attack the people who opposed it.

So it's hardly as if a sunny new day waits just around the corner. And yet, in the longer term, I still think there may exist a shred of a sliver of a shard of a possibility that things will improve. Here's why.

It's my bet that Obama, to the disappointment of progressives, won't take away from this fight the lesson that he needs to give up on bipartisanship once and for all. He went to the partisan mat when he had to, but his instinct is and will continue to be to try to find common ground where possible because that's how he fundamentally sees himself – as one who has spent his life bridging divides (not least within himself, given his parentage). So he will hope, for example, that he can get at least a Republican or two to work with him on climate change and immigration reform.

That will knock the ball over to the GOP's side of the net. Will any Republicans conclude from this episode that perhaps obstructionist solidarity isn't the best way? Obstructionist solidarity depends entirely on winning. If Republicans had succeeded in making healthcare Obama's "Waterloo", as one GOP senator put it, then the path forward would have been clear. United opposition wins.

But they've lost two battles following this strategy – stimulus last year, and now healthcare. The stimulus loss was tolerable (they didn't expect to win it anyway), but passage of universal healthcare is devastating to them. Might it be possible, in the wake of it, that a small number of Republicans decide they shouldn't follow the tea partiers off the cliffs of extremism and vitriol, and should instead do what politicians exist to do and make compromises with the people on the other side?

Sounds far-fetched, I know. But it will take only a few.

http://www.guardian.co.uk/commentisfree/michaeltomasky/2010/mar/22/healthcare-barack-obama

No comments: