Monday, September 17, 2007


ricardo ravelo México, D.F. 17 de septiembre (apro).- Los siete cárteles mexicanos que operan en el país perdieron a uno de sus principales proveedores de droga, quien operaba desde Colombia: Diego León Montoya, jefe del llamado cártel del Norte del Valle, una ramificación del desaparecido cártel de Cali, el cual se extinguió con la extradición de los hermanos Rodríguez Orejuela, en 2006.

Diego León Montoya, Don Diego, quien fue capturado el pasado lunes 10 en Colombia, suministraba la droga, principalmente a los cárteles de Tijuana, Sinaloa y Golfo. La droga llegaba a esas organizaciones por el Pacífico mexicano, en particular por Manzanillo. Llegaba en lanchas rápidas construidas por el cártel del Norte del Valle, cuyos integrantes habían desarrollado toda una infraestructura naviera –con astilleros propios– para construir sus lanchas y pequeños barcos que eran utilizados en el comercio de las drogas.

A Don Diego se le atribuyen el envío a Estados Unidos y Europa del 70 por ciento de la cocaína y más de 1,500 asesinatos.

Famosos en Cali por su inmensa fortuna y por su rivalidad con Pablo Escobar Gaviria, los hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez levantaron un emporio con base en “cañonazos” de dólares para comprar conciencias en Colombia. En esos años –1985– León Montoya ya figuraba en la estructura de trasiego de esa organización criminal.

De acuerdo con el testimonio de Alberto Giraldo, periodista colombiano, amigo de los jefes del cártel de Cali y autor del libro Mi Verdad (Editorial Planeta 2005), los hermanos Rodríguez Orejuela financiaron, desde 1967 y hasta 1994, a casi todos los candidatos presidenciales de Colombia.

Por medio de turbias complicidades, lograron edificar el cártel de Cali, con amplios dominios en Sudamérica y, posteriormente, se extendieron a México, paso obligado hacia el mercado norteamericano, el más boyante consumidor de drogas.

Tras la extradición de los Rodríguez Orejuela, en 2006, el cártel de Cali prácticamente desapareció. Recluidos en una prisión de alta seguridad de Estados Unidos, sus representantes fueron obligados a entregar buena parte de su fortuna. La organización criminal cayó en desgracia, pero muchos eslabones quedaron sueltos, entre ellos el de Diego León Montoya, quien en pocos años logró construir una nueva organización, la que las autoridades colombianas identifican como cártel de Norte del Valle, precisamente porque su asiento está en el Valle del Cauca.

Don Diego extendió sus dominios hacia México, hasta convertirse en el principal proveedor de varios cárteles mexicanos, entre ellos el del Golfo y el de Sinaloa, viejos rivales por el control del territorio nacional.

La más reciente operación que se le atribuye al cártel encabezado por Diego León Montoya se efectuó en abril de 2006, cuando un avión DC-9, proveniente de Venezuela, aterrizó en Ciudad del Carmen, Campeche, con cinco toneladas de cocaína.

El cargamento, oculto en maletas, tenía un destinatario conocido: Joaquín “El Chapo” Guzmán, jefe del cártel de Sinaloa. Los tentáculos de Montoya y de su socio Guzmán Loera lograron “comprar” a la policía federal: primero, mediante pagos millonarios, cooptaron a la Policía Fiscal y, luego, a la Policía Federal Preventiva (PFP), cuyos integrantes afincados en Campeche se organizaron en varios estados del país.

La finalidad: lograr que el cargamento llegara seguro a un aeropuerto, sin la necesidad de ser revisado por las autoridades federales. Tal objetivo no se cumpliría si antes el avión no aterrizaba en algún otro aeropuerto mexicano, a fin de convertir en nacional el vuelo.

El plan se cumplió. El cargamento llegó, de acuerdo con el itinerario, a Ciudad del Carmen –otro grupo de agentes federales esperaba el avión en Toluca, estado de México--, pero la aeronave sufrió un desperfecto poco antes de descender, por lo que tuvo que ser revisada, y así fue como se encontró la droga.

Esta no fue la única operación en la que apareció el nombre de Don Diego. De acuerdo con la Procuraduría General de las República (PGR), la cartera de clientes de Diego León Montoya era más amplia: también distribuía droga –principalmente cocaína– a los cárteles de Tijuana y del Golfo, encabezados por la familia Arellano Félix y por Heriberto Lazcano, respectivamente.

No sólo eso: el cártel del Norte del Valle también envió a México a operadores, a fin de tejer las alianzas con los jefes de los cárteles mexicanos, cobrar los envíos de droga y lavar los activos a través de múltiples empresas “fachadas” que servían para esos fines.

Esta versatilidad del cártel encabezado por “Don Diego” le permitía contar en México con diversos operadores, entre los cuales se encontraban s mujeres colombianas y venezolanas que realizaban viajes desde México con maletas llenas de dólares.

Se trataba –según las investigaciones de la PGR– de cuantiosas sumas de dinero que llegaban a Colombia y Venezuela desde México y que correspondía a los pagos recolectados en México para el cártel del Norte del Valle.

Según las autoridades colombianas, la captura de Diego León Montoya, el lunes pasado, significó el golpe más fuerte contra el narcotráfico después de 12 años, lapso en el que fueron desarticulados los cárteles de Medellín y Cali.

León Montoya, según la Policía colombiana, era uno de los narcotraficantes más buscados en el mundo. Su principal zona de influencia era el Pacífico colombiano, y las autoridades le atribuyen vínculos con el cártel de Tijuana.

Tal relación fue confirmada por la PGR desde 2001, cuando se acreditó que León Montoya, quien al mismo tiempo era la cabeza del cártel y fungía como líder de las Autodefensas Unidas del Valle, comenzó a intercambiar armas por droga con los jefes del cártel de Tijuana, cuyas ramificaciones ya se extienden a Perú, Colombia y Venezuela.

Según sus antecedentes, tiene una orden de captura con fines de extradición desde 2000.

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