Nunca como ahora las trasnacionales petroleras habían coincidido con tanta exactitud con los gobiernos estadunidense y mexicano en sus esfuerzos para lograr la total apertura de Pemex al capital extranjero. Gigantes energéticos como Exxon Mobil –la compañía más importante de Estados Unidos en su tipo–, Transocean Inc, BPLC, Royal Dutch Shell Sakhalin-Island-Oil Dec-07 PLC, Chevron/Texaco, Devon y Anadarko Petroleum, entre las de mayor peso, anunciaron ya que cuentan con miles de millones de dólares para desarrollar proyectos de exploración y explotación de yacimientos petroleros en aguas profundas de numerosos países, incluido México, que tras 70 años de haber decretado la nacionalización de la industria petrolera, se halla a unos cuantos pasos de perder su soberanía en materia de explotación y usufructo del energético
J. Jesús Esquivel/ Proceso
WASHINGTON, 23 DE MARZO /“Pemex requiere urgentemente de capital privado (nacional o extranjero) para modernizar y fortalecer su capacidad de producción, exploración, explotación y exportación”, dice el reporte titulado La industria petrolera: Fusiones, cambios estructurales y el combate a los monopolios, de la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos (FTC). El informe de 303 páginas, donde fácilmente se reconocen las posiciones del gobierno mexicano actual sobre la necesidad de abrir más ampliamente a Petróleos Mexicanos, fue presentado desde agosto de 2004 por el Departamento de Economía de la FTC, dependencia que se encarga de vigilar toda clase de transacciones de las empresas estadunidenses en su país y en el extranjero. En el documento se aborda el tema desde un punto de vista casi empresarial, con interés de invertir en México: “Desde la década de los noventa las únicas industrias petroleras que han tenido éxito son las que permitieron la privatización y que no limitaron este ingrediente esencial a las actividades de exploración y producción de petróleo crudo… Las que siguen aferradas al nacionalismo están enfrentado una caída notable en su capacidad de producción energética y una contracción en sus reservas petroleras”, destaca el informe de la FTC en los capítulos sobre privatización que hacen referencia a la paraestatal mexicana. Otra investigación, realizada por el Consejo Estratégico de Energía Global de la misma FTC –Las actuales implicaciones de la situación energética en el mundo para los proveedores de energía de Estados Unidos, publicado el 12 de abril de 2007–, apunta que las empresas petroleras de México, Venezuela y varias naciones del Medio Oriente, que tienden a privilegiar políticas nacionalistas por encima de las necesidades de inversión, “corren el riesgo de convertirse en obstáculos” para las investigaciones y el desarrollo de mejores proyectos de producción y aprovechamiento de energéticos.
El reporte incluye una advertencia para industrias “nacionalistas” como Pemex: “Hay que tomar en cuenta un hecho inminente que depara el futuro. La demanda de energía en China eliminará el superávit que ahora existe en la capacidad mundial de la industria de la refinación de petróleo. Los países o industrias que no se modernicen sufrirán las costosas consecuencias por no haberse actualizado para enfrentar esta perspectiva global”. Un cuadro estadístico, que acompaña al reporte del Departamento de Economía de la FTC, muestra el deterioro de las reservas petroleras de México entre 1990 y 2002: “En 1990 Pemex contaba con una reserva petrolera de 51 mil 298 millones de barriles, osea el 5.1% de la reserva mundial. En 1995 la reserva mexicana bajó a 48 mil 796 millones de barriles, o el 4.8% de la reserva mundial; en 2000 se desplomó a 28 mil 260 millones de barriles o el 2.7% de la reservas globales, y en 2002 las reservas petroleras de Pemex fueron de 17 mil 196 millones de barriles de crudo, que equivalían al 1.4% de la reserva del planeta”. Las dos investigaciones sobre las alternativas que tiene Pemex para no quedarse atorada en la problemática petrolera mundial, que la FTC facilitó a Proceso, coinciden con las advertencias indirectas que han lanzado empresas petroleras estadunidenses para que el gobierno de Felipe Calderón las tome en cuenta en sus planes de “hacer acompañar” a Pemex de capital privado y extranjero, como dijo el director de la paraestatal, Jesús Reyes Heroles, en el 70 aniversario de la expropiación petrolera.
Por mencionar un caso, Exxon Mobil, la empresa energética más importante de Estados Unidos, anunció a principios de este mes que invertirá 125 mil millones de dólares para la exploración de mantos petroleros y de gas natural “en países políticamente estables y que no se oponen a la privatización de su sector o sectores energéticos”. Los “países políticamente estables” que menciona Exxon Mobil en los planes que publica en su página de internet son Alemania, Nueva Zelanda y Groenlandia.
Sed de petróleo
La nueva modalidad que promueven a todo vapor las empresas petroleras o energéticas de Estados Unidos y de Europa para enfrentar la acelerada caída en la producción petrolera mundial es la extracción de petróleo y gas natural en aguas profundas. Este tipo de producción implica el uso de tecnología y equipo que, a decir del gobierno mexicano, una empresa como Pemex no podría costear sin la participación de capital privado nacional o extranjero. El tema forma parte del debate sobre la reforma energética que la administración de Felipe Calderón y el Partido Acción Nacional impulsan actualmente en el Congreso de la Unión. Esta posibilidad de apertura a la inversión extranjera atrajo la atención de empresas como Transocean Inc., compañía estadunidense fundada en 1919 en Louisiana, que ya extrae petróleo de aguas profundas en el Golfo de México y en las costas cercanas a Nueva Orleáns.
Con 140 unidades móviles de perforación, ocho equipos de exploración y perforación de alta mar, la grúa más grande del mundo (equipada con 68 unidades de perforación) y una flota de 68 naves perforadoras con equipo semisumergible, Transocean es la mayor empresa de perforación marina en el mundo y afirma que cuenta con la tecnología necesaria para perforar mantos petrolíferos en aguas profundas de México, Mauritania y Malasia. Tiene sus oficinas centrales en Houston, Texas, emplea a unas 20 mil personas en varios países y cuenta con clientes en Canadá, Brasil, Gran Bretaña, Noruega, Arabia Saudita, India y Australia, además de otros países de Asia y África. Frente a las posibilidades de “acompañamiento” o “asociación” anunciadas por la dirección de Pemex para eventualmente abrir la exploración y explotación de recursos petroleros en aguas profundas, Transocean informa en su página de internet que cuenta con equipo y tecnología de perforación en aguas profundas con un alcance de 3.2 kilómetros, es decir, el que requiere México para esa modalidad de extracción. A raíz de la promoción que está haciendo Transocean, y luego de que Exxon Mobil diera a conocer el monto de su presupuesto para inversiones en “países políticamente estables”, otras trasnacionales como BPLC, Royal Dutch Shell PLC, Chevron/Texaco, Devon y Anadarko Petroleum anunciaron que también cuentan con miles de millones de dólares para desarrollar proyectos de exploración y explotación de yacimientos petroleros en aguas profundas. De hecho varias de estas empresas, como Devon y Anadarko Petroleum, ya perforan mantos petrolíferos en aguas de Brasil, Nigeria y Angola, y al igual que Transocean ambas trasnacionales aseguran tener la capacidad económica y tecnológica para la exploración de las costas del sur de China, la India, Paquistán, Mauritania, Egipto, Malasia y México.
Además, Exxon Mobil y Transocean, entre otras empresas estadunidenses, trabajan actualmente en la extracción de petróleo en aguas profundas de África occidental. La producción actual con este método de explotación de mantos petrolíferos es de 2 millones de barriles de crudo diarios, y según las trasnacionales existe la posibilidad de alcanzar 10 millones de barriles al día para el año 2015. Calculan también que abrir un pozo petrolero de aguas profundas le costará a México entre 50 y 100 millones de dólares.
Interés crucial
El reporte elaborado por el Departamento de Economía de la FTC destaca un hecho que el gobierno de Felipe Calderón debe considerar en sus planes de inyectar capital privado en Pemex: “La mitad de los 274 mil 200 barriles de petróleo refinado que Pemex produce al año, se debe a la asociación de 50-50 que tiene con Shell”. Además, ejemplifica lo que un país puede lograr si permite la participación de capital privado en el sector energético: “La asociación entre Petróleos de Venezuela (Pdvsa) y Citgo (con sus filiales) da como resultado una refinación anual de mil millones 158 mil 533 barriles de petróleo y reditúa ganancias calculadas en unos 49 mil 900 millones de dólares”, indica el reporte La industria petrolera; fusiones, cambios estructurales y el combate a los monopolios. El mismo documento hace hincapié en otro problema al que se enfrenta la paraestatal mexicana dentro de su limitada apertura a la inversión extranjera: “Por tener el control del 50% de la refinación de petróleo mexicano, los intereses de Shell en Pemex le permiten controlar el precio y tomar las decisiones de la producción del petróleo ya refinado. Pemex, además, no es dueña de ningún otro activo de refinación en Estados Unidos y por ello no tiene ningún papel significativo en la venta de la producción del petróleo refinado mexicano”.
Con base en datos de Pemex sobre su capacidad de producción (que en 2004 era de 3.4 millones de barriles diarios y actualmente es de 2.8 millones), las trasnacionales prevén que si la paraestatal no se moderniza y abre las puertas al capital privado para diversificar sus métodos de exploración y explotación de crudo, para 2015 México dejará de exportar energéticos para convertirse en importador neto. Al respecto, el reporte del Departamento de Economía de la FTC señala que “con una privatización extensa, muchas entidades paraestales podrían ser más exitosas, abriendo sin límites sus fronteras a todo tipo de actividades relacionadas con el aprovechamiento de sus recursos petroleros”. El documento del Consejo Estratégico en Energía Global de esta misma dependencia, ya mencionado, llega a conclusiones más políticas: resalta que si países petroleros que no pertenecen a la Organización de Países Exportadores de Petróleo –como es el caso de México– permitieran un mayor acceso al capital privado, “resurgirían como proveedores de petróleo seguro” para los intereses energéticos estadunidenses. “La neoglobalizacion requiere de una nueva arquitectura petrolera y existe un número importante de esfuerzos multilaterales que se llevan a cabo con este propósito”, enfatiza el informe de 20 páginas del Consejo Estratégico de la FTC. Los dos reportes de la FTC ya mencionados subrayan que si Pemex se abre al capital privado extranjero ofrecerá a Estados Unidos la posibilidad de atenuar su dependencia de las importaciones petroleras del Medio Oriente.
“Las respuestas de los mercados parecen por ahora ser la mejor opción, porque los programas que se han realizado para lograr una independencia energética (de Estados Unidos) lo único que han dado como resultado es un gasto de 50 mil millones de dólares durante los últimos 10 años”, dice el reporte elaborado por el Consejo Estratégico en Energía Global de la FTC. Esos miles de millones desperdiciados son los que han gastado el gobierno y el Congreso de Estados Unidos para impulsar legislaciones que no se han aprobado o aplicado, instalar laboratorios y centros de investigación energética, y desarrollar programas de discusión y análisis sobre el impuesto energético y la búsqueda de fuentes alternas de energía sin la participación del sector privado. “La energía es el asunto de mayor importancia para la seguridad nacional de Estados Unidos y su importancia supera a cualquier interés político bipartidista. (…) Es prioridad nacional seguir apoyando los esfuerzos de inversión de las empresas privadas del país en proyectos petroleros y de gas natural en el extranjero. Hay países donde este objetivo debe ser crucial; México, Rusia y Venezuela son apenas un ejemplo de esta necesidad”, consigna el reporte del Consejo Estratégico.
J. Jesús Esquivel/ Proceso
WASHINGTON, 23 DE MARZO /“Pemex requiere urgentemente de capital privado (nacional o extranjero) para modernizar y fortalecer su capacidad de producción, exploración, explotación y exportación”, dice el reporte titulado La industria petrolera: Fusiones, cambios estructurales y el combate a los monopolios, de la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos (FTC). El informe de 303 páginas, donde fácilmente se reconocen las posiciones del gobierno mexicano actual sobre la necesidad de abrir más ampliamente a Petróleos Mexicanos, fue presentado desde agosto de 2004 por el Departamento de Economía de la FTC, dependencia que se encarga de vigilar toda clase de transacciones de las empresas estadunidenses en su país y en el extranjero. En el documento se aborda el tema desde un punto de vista casi empresarial, con interés de invertir en México: “Desde la década de los noventa las únicas industrias petroleras que han tenido éxito son las que permitieron la privatización y que no limitaron este ingrediente esencial a las actividades de exploración y producción de petróleo crudo… Las que siguen aferradas al nacionalismo están enfrentado una caída notable en su capacidad de producción energética y una contracción en sus reservas petroleras”, destaca el informe de la FTC en los capítulos sobre privatización que hacen referencia a la paraestatal mexicana. Otra investigación, realizada por el Consejo Estratégico de Energía Global de la misma FTC –Las actuales implicaciones de la situación energética en el mundo para los proveedores de energía de Estados Unidos, publicado el 12 de abril de 2007–, apunta que las empresas petroleras de México, Venezuela y varias naciones del Medio Oriente, que tienden a privilegiar políticas nacionalistas por encima de las necesidades de inversión, “corren el riesgo de convertirse en obstáculos” para las investigaciones y el desarrollo de mejores proyectos de producción y aprovechamiento de energéticos.
El reporte incluye una advertencia para industrias “nacionalistas” como Pemex: “Hay que tomar en cuenta un hecho inminente que depara el futuro. La demanda de energía en China eliminará el superávit que ahora existe en la capacidad mundial de la industria de la refinación de petróleo. Los países o industrias que no se modernicen sufrirán las costosas consecuencias por no haberse actualizado para enfrentar esta perspectiva global”. Un cuadro estadístico, que acompaña al reporte del Departamento de Economía de la FTC, muestra el deterioro de las reservas petroleras de México entre 1990 y 2002: “En 1990 Pemex contaba con una reserva petrolera de 51 mil 298 millones de barriles, osea el 5.1% de la reserva mundial. En 1995 la reserva mexicana bajó a 48 mil 796 millones de barriles, o el 4.8% de la reserva mundial; en 2000 se desplomó a 28 mil 260 millones de barriles o el 2.7% de la reservas globales, y en 2002 las reservas petroleras de Pemex fueron de 17 mil 196 millones de barriles de crudo, que equivalían al 1.4% de la reserva del planeta”. Las dos investigaciones sobre las alternativas que tiene Pemex para no quedarse atorada en la problemática petrolera mundial, que la FTC facilitó a Proceso, coinciden con las advertencias indirectas que han lanzado empresas petroleras estadunidenses para que el gobierno de Felipe Calderón las tome en cuenta en sus planes de “hacer acompañar” a Pemex de capital privado y extranjero, como dijo el director de la paraestatal, Jesús Reyes Heroles, en el 70 aniversario de la expropiación petrolera.
Por mencionar un caso, Exxon Mobil, la empresa energética más importante de Estados Unidos, anunció a principios de este mes que invertirá 125 mil millones de dólares para la exploración de mantos petroleros y de gas natural “en países políticamente estables y que no se oponen a la privatización de su sector o sectores energéticos”. Los “países políticamente estables” que menciona Exxon Mobil en los planes que publica en su página de internet son Alemania, Nueva Zelanda y Groenlandia.
Sed de petróleo
La nueva modalidad que promueven a todo vapor las empresas petroleras o energéticas de Estados Unidos y de Europa para enfrentar la acelerada caída en la producción petrolera mundial es la extracción de petróleo y gas natural en aguas profundas. Este tipo de producción implica el uso de tecnología y equipo que, a decir del gobierno mexicano, una empresa como Pemex no podría costear sin la participación de capital privado nacional o extranjero. El tema forma parte del debate sobre la reforma energética que la administración de Felipe Calderón y el Partido Acción Nacional impulsan actualmente en el Congreso de la Unión. Esta posibilidad de apertura a la inversión extranjera atrajo la atención de empresas como Transocean Inc., compañía estadunidense fundada en 1919 en Louisiana, que ya extrae petróleo de aguas profundas en el Golfo de México y en las costas cercanas a Nueva Orleáns.
Con 140 unidades móviles de perforación, ocho equipos de exploración y perforación de alta mar, la grúa más grande del mundo (equipada con 68 unidades de perforación) y una flota de 68 naves perforadoras con equipo semisumergible, Transocean es la mayor empresa de perforación marina en el mundo y afirma que cuenta con la tecnología necesaria para perforar mantos petrolíferos en aguas profundas de México, Mauritania y Malasia. Tiene sus oficinas centrales en Houston, Texas, emplea a unas 20 mil personas en varios países y cuenta con clientes en Canadá, Brasil, Gran Bretaña, Noruega, Arabia Saudita, India y Australia, además de otros países de Asia y África. Frente a las posibilidades de “acompañamiento” o “asociación” anunciadas por la dirección de Pemex para eventualmente abrir la exploración y explotación de recursos petroleros en aguas profundas, Transocean informa en su página de internet que cuenta con equipo y tecnología de perforación en aguas profundas con un alcance de 3.2 kilómetros, es decir, el que requiere México para esa modalidad de extracción. A raíz de la promoción que está haciendo Transocean, y luego de que Exxon Mobil diera a conocer el monto de su presupuesto para inversiones en “países políticamente estables”, otras trasnacionales como BPLC, Royal Dutch Shell PLC, Chevron/Texaco, Devon y Anadarko Petroleum anunciaron que también cuentan con miles de millones de dólares para desarrollar proyectos de exploración y explotación de yacimientos petroleros en aguas profundas. De hecho varias de estas empresas, como Devon y Anadarko Petroleum, ya perforan mantos petrolíferos en aguas de Brasil, Nigeria y Angola, y al igual que Transocean ambas trasnacionales aseguran tener la capacidad económica y tecnológica para la exploración de las costas del sur de China, la India, Paquistán, Mauritania, Egipto, Malasia y México.
Además, Exxon Mobil y Transocean, entre otras empresas estadunidenses, trabajan actualmente en la extracción de petróleo en aguas profundas de África occidental. La producción actual con este método de explotación de mantos petrolíferos es de 2 millones de barriles de crudo diarios, y según las trasnacionales existe la posibilidad de alcanzar 10 millones de barriles al día para el año 2015. Calculan también que abrir un pozo petrolero de aguas profundas le costará a México entre 50 y 100 millones de dólares.
Interés crucial
El reporte elaborado por el Departamento de Economía de la FTC destaca un hecho que el gobierno de Felipe Calderón debe considerar en sus planes de inyectar capital privado en Pemex: “La mitad de los 274 mil 200 barriles de petróleo refinado que Pemex produce al año, se debe a la asociación de 50-50 que tiene con Shell”. Además, ejemplifica lo que un país puede lograr si permite la participación de capital privado en el sector energético: “La asociación entre Petróleos de Venezuela (Pdvsa) y Citgo (con sus filiales) da como resultado una refinación anual de mil millones 158 mil 533 barriles de petróleo y reditúa ganancias calculadas en unos 49 mil 900 millones de dólares”, indica el reporte La industria petrolera; fusiones, cambios estructurales y el combate a los monopolios. El mismo documento hace hincapié en otro problema al que se enfrenta la paraestatal mexicana dentro de su limitada apertura a la inversión extranjera: “Por tener el control del 50% de la refinación de petróleo mexicano, los intereses de Shell en Pemex le permiten controlar el precio y tomar las decisiones de la producción del petróleo ya refinado. Pemex, además, no es dueña de ningún otro activo de refinación en Estados Unidos y por ello no tiene ningún papel significativo en la venta de la producción del petróleo refinado mexicano”.
Con base en datos de Pemex sobre su capacidad de producción (que en 2004 era de 3.4 millones de barriles diarios y actualmente es de 2.8 millones), las trasnacionales prevén que si la paraestatal no se moderniza y abre las puertas al capital privado para diversificar sus métodos de exploración y explotación de crudo, para 2015 México dejará de exportar energéticos para convertirse en importador neto. Al respecto, el reporte del Departamento de Economía de la FTC señala que “con una privatización extensa, muchas entidades paraestales podrían ser más exitosas, abriendo sin límites sus fronteras a todo tipo de actividades relacionadas con el aprovechamiento de sus recursos petroleros”. El documento del Consejo Estratégico en Energía Global de esta misma dependencia, ya mencionado, llega a conclusiones más políticas: resalta que si países petroleros que no pertenecen a la Organización de Países Exportadores de Petróleo –como es el caso de México– permitieran un mayor acceso al capital privado, “resurgirían como proveedores de petróleo seguro” para los intereses energéticos estadunidenses. “La neoglobalizacion requiere de una nueva arquitectura petrolera y existe un número importante de esfuerzos multilaterales que se llevan a cabo con este propósito”, enfatiza el informe de 20 páginas del Consejo Estratégico de la FTC. Los dos reportes de la FTC ya mencionados subrayan que si Pemex se abre al capital privado extranjero ofrecerá a Estados Unidos la posibilidad de atenuar su dependencia de las importaciones petroleras del Medio Oriente.
“Las respuestas de los mercados parecen por ahora ser la mejor opción, porque los programas que se han realizado para lograr una independencia energética (de Estados Unidos) lo único que han dado como resultado es un gasto de 50 mil millones de dólares durante los últimos 10 años”, dice el reporte elaborado por el Consejo Estratégico en Energía Global de la FTC. Esos miles de millones desperdiciados son los que han gastado el gobierno y el Congreso de Estados Unidos para impulsar legislaciones que no se han aprobado o aplicado, instalar laboratorios y centros de investigación energética, y desarrollar programas de discusión y análisis sobre el impuesto energético y la búsqueda de fuentes alternas de energía sin la participación del sector privado. “La energía es el asunto de mayor importancia para la seguridad nacional de Estados Unidos y su importancia supera a cualquier interés político bipartidista. (…) Es prioridad nacional seguir apoyando los esfuerzos de inversión de las empresas privadas del país en proyectos petroleros y de gas natural en el extranjero. Hay países donde este objetivo debe ser crucial; México, Rusia y Venezuela son apenas un ejemplo de esta necesidad”, consigna el reporte del Consejo Estratégico.
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