Quiso sorprender y fue el sorprendido. George W. Bush no acaba de aprender la lección: en el mundo no lo quieren. A cualquier sitio que llega es ¡fo!, como si apareciera la peste. Pero ya no le queda tiempo. Apenas le resta poco más de un mes para abandonar su puesto en la Oficina Oval. Deplorable ha sido su paso por la Casa Blanca.
Ahora W. tuvo en pleno suelo iraquí un recordatorio de la oposición ferviente a sus políticas cuando un hombre le arrojó sus zapatos, seguiditos, uno después del otro, durante una conferencia de prensa en Bagdad. El mandatario llegó este domingo a la capital de la nación árabe en una visita no anunciada para "despedirse" de las tropas, 17 días antes de entrar en vigor un controversial acuerdo militar con ese país.
Muntadar al-Zeidi, corresponsal para la estación de televisión iraquí Al-Baghdadia, con sede en El Cairo, Egipto, fue identificado como el autor del ataque a W. con los improvisados proyectiles, ante la mirada atónita del primer ministro de Iraq, Nuri al-Maliki, y el asombro de los guardias de seguridad, según lo reflejaron las imágenes de la CNN.
Todo sucedió en un dos por tres: el periodista se levantó de su asiento al grito de "este es el fin" y "perro", mientras lanzaba el primer zapatazo. Bush se agachó para evadir el golpe y de inmediato le mandó el segundo, aunque erró el blanco.
Minutos después el presidente trató de restar valor a lo ocurrido y a modo de broma expresó: "Lo que puedo informar es que son de tamaño 10" y en otro comentario dijo no saber cuál fue la causa de la agresión, pues estaba convencido de que lo sucedido "no representa al pueblo de Iraq". ¿Está seguro George?
En la cultura árabe, arrojarle los zapatos a alguien es una de las mayores señales de desprecio. ¿Habrá que recordarle a Bush las razones del rechazo?
No comments:
Post a Comment