Wednesday, May 20, 2009


Londres, detrás de los piratas somalíes

Alfredo Jalife-Rahme

Antecedentes. La piratería ha constituido una especialidad británica y probablemente ello se deba a la calidad de archipiélago del Reino Unido de Gran Bretaña (que incluye a Irlanda del Norte), a su exigüidad territorial (ligeramente menor que Chihuahua: 241 mil 590 kilómetros cuadrados) y poblacional (61 millones de habitantes), y a su vocación aventurera en búsqueda de la gloria y el dominio mundial.

Desde los piratas británicos que asolaron los mares y a la invencible (sic) armada española en el siglo XVI, hasta los paraísos fiscales y la contabilidad invisible de la desregulada globalización financiera (de la que la City representa la capital mundial), la piratería en todos sus géneros representa la conducta histórica recidivista del alma británica.



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Algunos de los 13 somalíes acusados de piratería arrestados por una nave de la Armada española, al comparecer el lunes 18 de mayo ante la justicia kenianaFoto Ap

De allí que nos hayamos atrevido a formular, específicamente en dos entrevistas tanto con Carmen Aristegui como con Mario González, los muy solventes conductores de CNN en Español, la hipótesis de que los piratas somalíes sabían demasiada geopolítica y que detrás de sus operativos se encontraba tanto el sabotaje al transporte del petróleo en el estrecho de Bab Al-Mandab (La Puerta de las Lágrimas), en el golfo de Adén, como a la guerra geoeconómica del eje anglosajón en contra del RIC (Rusia, India y China) y algunas potencias europeas rebeldes (v. gr. Francia, Alemania y España), lo cual desarrollamos en otra entrevista con Nydia Egremy, la muy capaz periodista de la revista Contralínea y Réseau Voltaire (voltairenet.org, 5/5/09).

Hechos. Giles Tremiet, del periódico británico The Guardian (11/5/09), rotativo cercano al partido gobernante neolaborista, afirma que los piratas somalíes que atacan el transporte marítimo en el golfo de Adén y el océano Índico son dirigidos en sus objetivos por un equipo consultivo en Londres, de acuerdo con un documento de la inteligencia militar europea (¡súper-sic!) obtenido por una radio española (Cadena SER Radio).

Giles Tremiet comenta que el reporte de inteligencia fue elaborado para servir a los navíos europeos. ¿Le habrán proporcionado una copia al gobierno británico, que ha permanecido incólume al respecto?

Según el impactante documento, los piratas somalíes son guiados por un equipo de inteligencia desde Londres y ambas entidades permanecen en contacto a través de teléfono satelital. Cabe agregar que en el incandescente e indecente cuerno de África, en particular en Somalia –catalogada por la prensa anglosajona como un Estado fallido, en competencia con el régimen calderonista panista en México– , se aplican las tarifas de telefonía celular más baratas del mundo.

Los consultores radicados en Londres ayudan (sic) a los piratas a seleccionar sus objetivos, y los proveen de la información sobre la carga y el trayecto de los barcos mediante el Sistema de Posicionamiento Global (GPS).

Los grupos (sic) piratas tienen informantes muy bien colocados (¡súper-sic!) en Londres, quienes están en contacto regular con los centros de control en Somalia donde se decide cuáles buques serán atacados.

¿Estarán colocados en el gobierno británico tales informantes de alcurnia? ¿Forman parte de un cuerpo paralelo a los servicios especiales de espionaje británico?

Cabe recordar que muchos de los grupos jihadistas islámicos que desestabilizan puntualmente a las poblaciones mahometanas del RIC (Rusia, India y China), así como al Gran Medio Oriente, gozan de la obscena protección del gobierno británico (sea conservador, sea neolaborista), a grado tal que la capital londinense se ha ganado a pulso el mote de Londonistán (título de un libro de la periodista británica Melanie Phillips).

Vivimos la era del conocimiento y la información: La red de información de los piratas se extiende a Yemen, Dubai y el Canal de Suez. Resulta y resalta que la sagrada información –donde seguramente están coludidas las organizaciones marítimas internacionales controladas por el eje anglosajón– sobre los barcos mercantes que navegan desde el mar Mediterráneo, pasando por el Canal de Suez, el golfo de Adén, el golfo Pérsico y el océano Índico, hasta el estrecho de Malaca (entre Malasia e Indonesia), fluye milagrosamente a las manos de los analfabetas piratas somalíes: en cada caso los piratas tenían pleno conocimiento del barco mercante, su carga, nacionalidad (¡súper-sic!) y trayecto.

Ahora sí que los genios de la perfidia y la geopolítica cayeron en su propio juego: la bandera nacional de un barco es también tomada en cuenta (¡pues sí!) cuando se selecciona un objetivo, y los buques británicos son cada vez más evitados. No comments.

A nuestro juicio, existe toda una geopolítica de la piratería, y llama poderosamente la atención que ciertos países claves en el transporte de petróleo desde Bab Al-Mandab (en el golfo de Adén), donde al parecer atraviesan 3 millones de barriles al día (prácticamente la producción del México neoliberal, otro Estado fallido) hasta el estrecho de Malaca, se hayan vuelto blancos idóneos de la desestabilización anglosajona.

La geopolítica de la piratería va más allá del Estado fallido de Somalia, al afectar e infectar a su entorno periférico y regional, donde cada país citado evoca disturbios y perturbaciones distintivos que se aglutinan exquisitamente en el cuello de botella somalí en Bab Al-Mandab: del lado occidental, Kenia, Etiopía, Yibutí (donde Francia y Estados Unidos mantienen importantes bases militares) y Eritrea, que por tropismo y necesidad alcanzan a Sudán (cuya región de Darfur, colindante con Chad, es inmensamente pletórica en petróleo); del lado oriental, Yemen (que empieza a sufrir los embates de la balcanización, como había adelantado la londinense Chatam House) y Arabia Saudita.

Conclusión. Era muy improbable que unos ex pescadores y ex guerrilleros somalíes, excesivamente rupestres, ostenten tanta sofisticación tecnológica y logística, que requiere de un cerebro de mando muy elaborado que pocas capitales en el mundo poseen como Londres.

Cabe recordar la definición operativa del Gran Medio Oriente de los geoestrategas israelíes, que va en línea vertical del cuerno de África (que incluye Somalia y la zona operativa de los piratas) hasta el Cáucaso, y en línea horizontal desde Marruecos hasta Cachemira. Todo lo que suceda con la exploración, producción y transporte del petróleo y el gas en esa vasta extensión territorial afecta invariablemente la geopolítica y geoeconomía de sus países integrantes y aledaños, a fortiori, los ilustrados operativos de los piratas somalíes que el eje anglosajón, bajo el sabio apotegma neoliberal del “laisser-faire, laisser passer” (dejar hacer, dejar pasar), ha tolerado extrañamente contra su costumbre bélica cuando no permite ni el vuelo de una mosca que afecte sus intereses, en particular los petroleros.

Una vez más el Reino Unido de Gran Bretaña ha sido descubierto en su legendaria perfidia al pasar de la negligencia benigna a su complicidad maligna con los piratas somalíes. ¿Contará con la tácita aprobación de Estados Unidos?



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