Redecoran Casa Calderón
Cambiar nombres
Fabricar candidato
Comienza el diálogo
ay un envilecimiento galopante de la actividad política que, tomando como punto de referencia el presunto éxito democrático de las recientes elecciones estatales, alienta peores proyectos y engalla pequeñeces. El PAN y su jefe nacional de campañas, Felipe Calderón, se han aplicado a sí mismos, a partir de las alianzas perreánicas, una hipnosis terapéutica tan intensa que creen llegado el momento de lanzarse en pos de mayores epopeyas. Una de ellas, la remoción de ciertos funcionarios, como si el perfil, los resultados y la valoración del calderonismo se debieran de verdad a los nombres y apellidos de los subordinados siempre dirigidos al fracaso y no al espíritu retorcido, enfermizamente desconfiado y siempre malhadado del comandante en jeFelipe que, por ejemplo, ha visto estrellarse (en un caso, literalmente) los diseños de control político nacional que hizo para Bucareli, primero con el sabidamente deficitario Francisco Ramírez Acuña como secretario decorativo de Gobernación, luego formalizando en ese ejercicio al largamente llorado Juan Camilo Mouriño, especializado más en frivolidades grupales y negocios familiares que en el oficio político de primer nivel al que irresponsablemente se le encaramó por afectos que no quisieron ver defectos y, hasta ahora, el litigante de elite, Fernando Gómez-Mont, al que se tiene en vía de despido que le dejará, irónicamente, como un tonto útil que fue usado por el ocupante de Los Pinos para incumplir compromisos con el priísmo y, a partir de esa ruptura de reglas mafiosas de respeto a la palabra empeñada, desencadenar los reacomodos electorales del pasado 4.
La optimista redecoración de la Casa Calderón, profusamente anunciada en marquesinas periodísticas varias, no quedaría en las sustituciones de Gómez-Mont, sin fuerza pero con presencia pública, y de Patricia Flores, la jefa de la oficina de la sedicente Presidencia de la República que no ha tenido gran visibilidad pública pero sí una gran fuerza en el ámbito íntimo del calderonismo. Se trata, además, según las versiones ampliamente difundidas, de dar ya el banderazo de salida a la carrera panista por la continuidad en Los Pinos, según eso en un escenario felipista vitaminado por los resultados electorales del pasado 4, con un PAN vuelto a vestir de victoria, una izquierda suficientemente dividida y envenenada y un priísmo bajado a tamborazos perreánicos de sus nubes triunfalistas. Ha llegado, según el libreto optimista del panismo-calderonismo, la hora de construir la candidatura presidencial de 2012. Pero pocos son los que asoman con cierto capital en la chequera política a ese arranque artificialmente inflado.
Uno de los presuntos aspirantes a la candidatura blanquiazul sería el ex priísta Javier Lozano Alarcón, al que hoy se menciona como posible relevo de Gómez-Mont y cuyo talante duro y resultados tajantes al frente de la Secretaría del Trabajo le dan suficientes puntos en la escala calderonista como para pretender la máxima postulación aun cuando no llegara a Bucareli. Aunque, según versiones que comienzan a ser mediáticamente promovidas, el presunto favorito de Los Pinos sería Ernesto Cordero, el gris secretario de Hacienda que políticamente es verde y socialmente casi invisible, apenas conocido un poco más allá de sus oficinas. Jugando por fuera, buscando más bien sobrevivir o juntar suficientes fichas para negociar al fin de la partida algún reintegro, están Santiago Creel, apoyado por el foxismo, y Josefina Vázquez Mota, largamente tolerada, pero nunca aceptada ni cobijada por el círculo íntimo del felipismo.
Justamente uno de los casos en que ha asomado el aire fascistoide de Javier Lozano está replanteando aceleradamente el curso de sus protestas hasta ahora desoídas por el poder público en sus vertientes ejecutiva, legislativa y judicial. El conflicto político y social creado en el SME por el secretario marcial del trabajo ha sido llevado a una presunta rampa de emergencia para que su fuerza acabe de desahogarse: al declarar asunto juzgado la orden calderonista que extinguió Luz y Fuerza del Centro y dejó sin trabajo a decenas de miles de personas, la Suprema Corte de Justicia de la Nación coadyuva a la estrategia lozanista de desactivar el movimiento de resistencia laboral mediante el ofrecimiento de liquidaciones acompañadas de ganchos mercadotécnicos que luego podrán o no ser cumplidos. Debería bastar el hecho de ver a las autoridades armando paquetes de ofertas para que trabajadores en pugna desistan del ejercicio de sus derechos para suponer que a esas autoridades les alienta mucho más que el estricto cumplimiento de una obligación procesal. Peor resulta el panorama si se considera que el propio secretario del trabajo ha advertido a los electricistas despedidos que la junta de conciliación y arbitraje fallará negativamente la petición de que la Comisión Federal de Electricidad funja como patrón sustituto.
En los rediseños de Los Pinos se abre la puerta a Manlio Fabio Beltrones para inaugurar los diálogos de utilería que, según eso, permitirán a FC buscar soluciones compartidas a temas críticos como el de la seguridad pública. Más allá de los sueños de opio camachista en que se mueve actualmente Calderón, está la realidad política de un PRI lleno de encono por las traiciones que adjudica al panista en el episodio de las no alianzas firmadas con Gómez-Mont como testigo y por el nivel ofensivo lanzado desde los sótanos interceptores de llamadas telefónicas contra ciertos gobernadores colocados en la mira electoral y por el uso del aparato asistencial federal para promover el voto panista. Calderón sabe que el priísmo camaral le cerrará el paso en varias iniciativas y que el costo del apoyo necesario de los legisladores de tres colores se ha encarecido.
Y, mientras un juez da por canceladas las órdenes de aprehensión contra América y Josefina del Valle, ¡hasta mañana, con Yunes recurriendo al tribunal federal electoral y Dante Delgado cayendo en lo grotesco al rapar lo que simbólicamente aún le quedaba de cabello en protesta por lo sucedido en Veracruz!
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