Bajo la Lupa
Península coreana: ¿nacimiento de una nueva potencia geoeconómica?
La segunda visita histórica de un presidente sudcoreano, el saliente Roh Moo-hyun, al líder máximo norcoreano Kim Jong Il superó todas las expectativas y ha encaminado a la península a una muy factible reunificación al estilo alemán, pero con bombas nucleares.
Diez bombas nucleares más tarde, Norcorea desnudó uno de los mayúsculos errores del belicismo unilateral del régimen torturador bushiano quien en forma grotesca propina clasificaciones axiológicas a partir de su degradación ética (v. gr. el veto bushiano al seguro de salud de la niñez estadunidense) para colocar a países como Irak, Irán y Norcorea en el delirante “eje del mal” gracias a su poderoso despliegue desinformativo multimediático que practica la “guerra sicológica” permanente con la creación del pánico artificial. Uno de los principales constituyentes del poder bélico unilateral de Estados Unidos (EU) se epitomiza en su control multimediático global que debe ser combatido en todas las regiones y por todas las religiones.
El mayor peligro de intoxicación para el género humano lo representan los multimedia de EU (con sus justas excepciones), cuyas mendacidades ya ni siquiera se atreverían a propalar la prensa británica ni la israelí, cuyos públicos, más refinados no admitirían la distorsión perturbadora de los hechos. Es imperativamente urgente que la ONU posea sus propios multimedia globales (algo así como un anti-Fox News) para alentar la paz, la convivencia armónica y el diálogo de las civilizaciones en la biosfera.
Pues con todo y su control multimediático global, Baby Bush fue obligado a aceptar la posesión por Norcorea de 10 bombas nucleares que alentó con su pésima política bélica contra Pyongyang, quien ya había aceptado el desmantelamiento negociado de su planta atómica de Yongbyon, mediado creativamente por los ex presidentes demócratas Carter y Clinton, lo cual, naturalmente, hubiera frenado su dotación ulterior.
El resonante fracaso bushiano será de alcances históricos, como ha sido el exitoso acercamiento entre las dos naciones hermanas enfrascadas desde hace 54 años en el viejo esquema de la guerra fría con un muro ignominioso militar de 228 kilómetros, en la famosa “zona desmilitarizada” transfronteriza. Su reunificación obligará a la expulsión del ejército de EU de suelo sudcoreano, pero, más importante, le concederá a Sudcorea (con el doble de habitantes que su hermano nórdico), la conexión directa por tierra a través de las fronteras que tiene Norcorea con China (mil 416 kilómetros) y Rusia (19), que valen oro molido.
Gracias a la creatividad diplomática la reunificación tendrá fronteras con dos de las principales potencias geoestratégicas del siglo XXI: China y Rusia.
Norcorea aporta su dotación misilístico-nuclear, su poderío militar y sus fronteras con China y Rusia, mientras Sudcorea, genuina potencia geoeconómica, contribuye con su prodigioso sector tecnoindustrial y sus inversiones que transformarán la anatomía peninsular.
Mientras los instrumentos propagandísticos del unilateralismo bélico bushiano en Latinoamérica venden como ejemplar el “modelo chileno neoliberal” (que ocupa el lastimoso lugar 44 del PIB mundial, medido por el “poder de paridad de compra”, según el manual de la CIA), Sudcorea ocupa el undécimo lugar: antes que Canadá, México y España, y detrás de Rusia y Brasil. Con la reunificación, quizá sea mejor empezar a agregar al BRIC (Brasil, India, China y Brasil) a la península del noreste asiático.
Poco se ha escrito sobre el verdadero milagro geoeconómico de Sudcorea de finales del siglo XX, ya no se diga el norcoreano que, pese a sus limitaciones intrínsecas y la hostilidad de EU, pudo construir 10 bombas nucleares, lo que explaya el talento científico y la resuelta determinación de los moradores de la península del noreste asiático, carente de recursos naturales primarios.
En 1982, México exhibía el doble del PIB per cápita que Sudcorea, y ahora se ubica tristemente a su mitad. Es decir, en un cuarto de siglo Seúl superó cuatro veces a México, sumido desde Miguel de la Madrid Hurtado en la clepto-kakistocracia (el “síndrome IFE”), mientras Sudcorea (del tamaño de Chiapas y con la mitad de habitantes que México) emprendía su hazaña poco publicitada de inversión en “investigación y desarrollo” gracias a la sinergia tripartita de su gobierno, sus empresarios y su clase laboral.
Más significativo: Sudcorea posee una de las mejores distribuciones de ingresos igualitarios del mundo, a niveles escandinavos, y su índice Gini, que mide la desigualdad del ingreso, es de 35.8 (año 2000), mientras el de México es de nivel africano: 54.6 (año 2000); el de Chile es también patético 53.8 (año 2003). El índice Gini de México, siete años después, ha de estar peor y el de Sudcorea todavía mejor.
México y Sudcorea optaron por el modelo neoliberal, pero el segundo (más regulado y menos salvaje) tuvo mejor armonía distributiva que el primero (más desregulado, regalado y primitivo), el cual retrocedió a niveles feudales medievales que lo han puesto al borde del abismo y sin horizonte científico.
El rotativo chino People’s Daily (5/10/07) pone de relieve la “paz y la desnuclearización”. Pero una cosa es la desnuclearización de sus plantas, es decir, el congelamiento de la producción de plutonio y la aceptación de la vigilancia de la AIEA por Norcorea, y otra cosa es su posesión de bombas atómicas, que no queda claro cuál será su destino al final de las negociaciones. Rememora que desde la primera cumbre peninsular de hace siete años, que incluyó la erección de un complejo industrial intracoreano, se lanzaron proyectos económicos y turísticos. En la nueva declaratoria conjunta, que incluye la próxima firma de un tratado de paz, se considera la “expansión de inversiones transfronterizas, proyectos de cooperación y la creación de una zona especial de paz en el mar Amarillo”, así como una conexión ferroviaria común, un complejo naviero y vuelos directos intrapeninsulares en vísperas de los Juegos Olímpicos de Pekín.
A los analistas chinos no se les escapa la dimensión geoeconómica de una “red de transporte multimodal del noreste asiático”, que, a nuestro juicio, asesta un golpe letal en la región a los proyectos balcanizadores de la dupla anglosajona.
Richard Bernstein (IHT, 7/10/07) comenta que “Norcorea aún no ha acordado formalmente ceder el plutonio que ha manufacturado en los pasados años, suficiente, según la mayoría de los expertos, para ocho o 10 bombas nucleares. (…) Ahora posee bombas y no ha acordado todavía entregarlas y el nuevo arreglo deja a EU detrás de cuando Bush llegó al poder”, es decir, cuando Pyongyang había acordado el congelamiento de su proyecto nuclear con los ex presidentes demócratas Carter y Clinton.
Resultó contraproducente el pánico de la “guerra sicológica” desinformativa de Baby Bush y su demencial ostentación de sus espantapájaros que ya no asustan a nadie: su “eje del mal”.
Pero resalta más que la creatividad diplomática de las negociaciones hexapartitas (las dos Coreas, EU, China, Rusia y Japón) puede servir de modelo operativo para una salida con Irán que le permita continuar su proyecto nuclear pacífico bajo los auspicios de la AIEA.
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